Capítulo 17: Guitarras
Aquella semana, Kise no tuvo tiempo de ir a devolver la guitarra como tenía previsto hacer. Su cabeza estaba muy lejos de los problemas con Aomine, estaba tratando de afrontar su nuevo problema, ese niño al que no tenía ni idea de cómo iba a criar. Al menos había cumplido los dieciocho años y llevaba unos días viviendo en la casa de Tetsu. Había sido muy amable con él, hasta le había cedido el cuarto de invitados para que se asentase allí el tiempo que hiciera falta.
Tetsu era un buen cocinero, no tanto como Kagami pero no podía quejarse, con él nunca le faltaba nada. Lo que peor llevaba eran los turnos, Tetsu estaba pidiendo últimamente horas extra en la oficina y sabía que era por su culpa, porque no traía dinero a la casa y Tetsu se estaba ocupando de todo, desde los médicos, la alimentación, las facturas... en parte sentía que estaba abusando de su hospitalidad, pero éste siempre acababa dedicándole una cálida sonrisa y calmándole.
Las noches que Tetsu tenía libre, las pasaban viendo películas o incluso alguna serie que les gustase. Era extraño pero con ese chico que era simplemente un extraño, se sentía como en familia, casi lo sentía como a un hermano, hasta tal punto, que había empezado a llamarle Kurokocchi en forma cariñosa.
- Creo... que debería devolverle la guitarra a Aomine – aclaró Kise sin perder la vista de aquella película.
- ¿Estás seguro? Él no toca la guitarra y te la había dado, seguramente preferirá que la tengas tú.
- Era de su madre, creo que es mejor así. Quizá un día cuando trabaje pueda comprarme una.
- ¿Cómo van tus náuseas?
- No muy bien, cualquier aroma, colonia o ambientador hace que salga corriendo al baño. Es horrible. Sólo cuando toco la guitarra parece que se me pasa un poco.
- Quizá salga guitarrista ese pequeño – sonrió Tetsu – creo que deberías quedarte la guitarra, tú mismo lo has dicho, las náuseas parece que se te pasan cuando tocas.
- Pero es la guitarra de Aomine, no puedo ocuparla por más tiempo. Es suya y se la devolveré.
- ¿Qué harás con Aomine? ¿Se lo contarás?
- ¿Crees que querría tener un hijo con un delincuente como yo? ¿Con alguien que le mintió y le traicionó? Creo que este niño y yo acabaremos estando solos en el mundo. Pero no me importa. Siempre he sido huérfano, mis padres me abandonaron a las puertas de un orfanato nada más nacer y prometí que, si alguna vez tenía un hijo, yo jamás le abandonaría. Sé lo que es criarse solo y no quiero eso para él. Sé que pasaremos malos momentos económicos pero... es mi hijo, no puedo dejarlo.
- Aomine lo querría – le dijo Tetsu – conozco muy bien a Aomine y no dejaría que pasara por un mal momento.
- Sé que tengo que decírselo, que tiene derecho a saberlo y a estar con su hijo, pero también sé que no quiere verme a mí y le dolerá saber que es fruto de su amor y de mi traición.
- Le amaste, no es fruto de una traición, es fruto de vuestro amor.
- Oye, Tetsu... me gustaría poder ayudar en la casa al menos.
- Ya te dije que no hace falta, estás embarazado, aprovéchalo, descansa y pide los caprichos – sonrió Tetsu haciendo sonreír a Kise.
- Me siento mal sin hacer nada aquí. Al menos puedo preparar la comida para cuando vengas, arreglar un poco la casa mientras trabajas.
- Si te vas a sentir mejor, vale – aclaró Tetsu – pero no te esfuerces.
Tras cenar, terminaron de ver la película o al menos Kise terminó de verla, porque Tetsu se quedó dormido en el sofá a los quince minutos de haber comenzado la película. Aquello le hizo sonreír a Kise, se notaba que Tetsu estaba muy cansado después de los turnos que estaba haciendo en el trabajo. Prefirió no despertarle y dejarle dormir. Cogió una de las mantas y tapó al chico antes de apagar la televisión para irse a la cama.
Kise durmió toda la noche como un tronco pero el ruido del despertador de Tetsu, le hizo abrir los ojos a las seis de la mañana. Últimamente su sueño era muy ligero, cualquier ruido le despertaba y solía sudar. Seguramente las hormonas del embarazo le estaban afectando como ya le afectaba con los olores fuertes.
Prefirió levantarse y comprobar qué ocurría en la cocina, al menos podría dialogar un rato con Tetsu mientras éste desayunaba y se preparaba para irse a trabajar. Cuando salió, Tetsu ya estaba con el uniforme puesto y la cafetera estaba terminando. Fue el mismo Kise quien acabó colocando el café en una taza y sirviéndosela a un Tetsu que salía del baño en ese momento.
- Lo siento, no quería despertarte.
- Tengo un sueño ligero últimamente – le aclaró Kise – me habría despertado de cualquier forma. Estas hormonas me están matando. Creí que hoy entrarías más tarde.
- Aomine tiene turno de tarde.
- ¿Sigues evitando verle? – preguntó Kise – siempre entras antes que él y acabas también antes. Se nota que no quieres cruzártelo.
- Y no quiero – dijo Tetsu con una leve sonrisa.
- Él parece que intenta encontrarse contigo, es la tercera vez que ha cambiado su turno esta semana tratando de coincidir, y es la tercera vez que tú cambias un turno con un compañero para evitarle.
- Y así debe seguir.
- ¿Por qué? ¿Tan complicado es arreglarlo?
- Sí – dijo Tetsu sin más pero al ver el rostro de Kise que no estaba conforme, le pidió amablemente que tomase asiento – Kise... en nuestra profesión es muy importante confiar en la persona a tu lado, si sé que mi compañero no está al cien por cien, no hago bien mi trabajo, él es quien me cubre la espalda si ocurre algo y muchas veces debes confiar en que él estará ahí para cubrirte aunque no lo veas.
- ¿Crees que Aomine no estaría ahí? – preguntó.
- Creo que estaría – dijo Tetsu sorprendiendo a Kise – el problema es que él no cree que yo estaría. Él es quien ha perdido la confianza en mí y no puedo trabajar con alguien que sé que no confía en mí.
- Entiendo – aclaró Kise.
- En cuanto a ti, creo que deberías decirle lo de ese niño.
- No sé cómo hacerlo. No quiere verme y por teléfono... es muy frío. Quiero hacerlo en persona pero... sé que eso es imposible.
- Descansa. ¿Aún quieres entregarle la guitarra?
- Sí – dijo Kise enseguida – pero tampoco sé cómo hacerlo sin verle.
- Yo se la daré.
- Pero... le estás evitando.
- Y no me verá. Se la dejaré en su mesa de la oficina para cuando venga. Los compañeros vigilarán la guitarra, nadie la cogerá.
- De acuerdo.
Kise entró en su cuarto buscando la guitarra. La miró por última vez antes de guardarla en la funda. Seguramente jamás tendría una guitarra como aquella, pero ya todo daba igual. Había perdido a Aomine y no podía quedarse con esa guitarra, cada vez que la tocaba le recordaba a él, no era bueno si pretendía olvidarle y tenía que hacerlo.
Entregó la guitarra a Tetsu y éste se marchó a trabajar. En el parking de la comisaría, Tetsu esperaba al volante de su coche mirando la guitarra en el asiento del copiloto. Sabía que tenía que contarle lo que ocurría a ese terco y cabezón de Aomine, pero había un problema... no quería verle. Miró dentro de su bolsa hasta que encontró un papel... era una forma cobarde para decir las cosas pero mejor eso a callarse. Tomó un bolígrafo y escribió en una de las hojas todo lo que debió decirle hacía unas semanas.
Tardó casi veinte minutos en escribirla y es que no encontraba las palabras para soltar una bomba como aquella. Al final, tras hojas y hojas gastadas tratando de expresarse de la mejor manera que pudo sacar, decidió dejar algo simple y contundente, algo no muy largo y que Aomine entendiera con rapidez y pudiera actuar. Dobló el papel unas cuantas veces y lo metió dentro de la funda de la guitarra. Aomine lo vería en cuanto la abriera y sacase la guitarra.
Salió del coche cogiendo la guitarra y entró con rapidez por la puerta de la comisaría saludando a sus compañeros. Todos se extrañaron al verle con una guitarra pero nadie se atrevió a preguntar, ni siquiera sabían que Tetsu tocase. Al final, una vez ya en la misma oficina, fue uno de sus compañeros quien por fin se atrevió a decir algo.
- ¿Qué haces con esa guitarra? ¿Vienes a darnos un concierto?
- Yo no toco – dijo Tetsu con una ligera sonrisa en su inexpresivo rostro – es de Aomine, se la dejaré en su mesa para que la recoja luego cuando venga.
Todos miraron hacia la mesa de Aomine al fondo llena de papeles y con el repulsivo papel lleno de salsa de la última hamburguesa que debió comerse. Tetsu suspiró con pesadez, él siempre le obligaba a recoger las cosas antes de marcharse pero al parecer, a su nuevo compañero le daba igual como dejase la mesa Aomine.
Se acercó a la mesa cogiendo el cubo de basura de debajo y tirando todo lo inservible allí mientras recogía un poco los papeles para dejarla más presentable. Una vez terminó de meter los lápices sueltos en su lata correspondiente del escritorio, dejó la guitarra encima de su mesa, contento y satisfecho con haberle ordenado su desastre de mesa.
Todos los compañeros que habían observado atentos aquella escena, se giraron como alma que lleva el diablo al ver que Tetsu ya regresaba hacia ellos. Todos sonrieron con cierta dulzura al ver que a Tetsu aún le importaba aquel chico. El enfado de esos dos había dado mucho de qué hablar por la comisaría, sobre todo por los cambios de turnos que ambos estaban pidiendo a todos, uno para coincidir con Tetsu, y el otro para evitarle.
- ¿No creéis que va siendo hora de que estos dos coincidan? – preguntó un compañero en susurro.
- Eran los mejores trabajando juntos. Ni siquiera sé por qué discutieron.
- La próxima vez que pidan el cambio, démosle el cambio a uno de ellos pero no al otro, a ver cómo reaccionan.
- ¿Y a quién le negamos el cambio? – preguntó un compañero haciendo dudar a todos – se enfadará con nosotros al que se lo neguemos. ¿Por qué no hablamos mejor con Aomine y le decimos que vaya directamente a hablar con Tetsu en vez de hacer tanto movimiento de turnos? – preguntó.
- Sí, es buena idea.
- Aprovechemos que le ha devuelto la guitarra para decirle alguna tontería como que Tetsu se avergonzaba por hablar con él o algo pero que lo está deseando, no sé. No debe ser tan difícil conseguir que hablen, se conocen desde hace años, son mejores amigos.
- Conocerá a Tetsu y sabrá que es mentira, está cambiando turnos para no encontrarle.
- Entonces le diremos que está muy mal, que últimamente viene apestando a alcohol.
- ¿Eso va en serio? – le preguntó un compañero.
- Tú eres el nuevo compañero de Tetsu, llévatelo de fiesta el viernes cuando acabéis el turno, tomaos un par de copas y yo convenceré a Aomine de que vaya a verle. ¿Qué puede salir mal en el plan?
No se volvió a hablar del tema, al menos no en el cuartel donde alguno de esos dos pudiera pillarles la trampa que pensaban tenderles. Los compañeros estaban decididos a unir de nuevo a aquellos dos y para ello... recurrirían a las peores artimañas si era necesario.
Tetsu no tardó en irse al acabar su turno y es que no quería cruzarse con Aomine que debería estar por entrar. Cuando salía con el coche para ir a su casa, le pareció verlo entrar con su todoterreno aparcando a no mucha distancia de él, pero no se detuvo, dio la vuelta y se marchó. Para cuando Aomine entró en la oficina, supo que alguien había tocado su mesa, estaba recogida y con la guitarra encima. Aquello le hizo sonreír.
- Tetsu – susurró abriendo ligeramente una parte de la funda para comprobar por encima que era su guitarra, ni siquiera la sacó sin darse cuenta... de que el papel más importante de su vida, estaba allí metido.
Cerró de nuevo y apartó la guitarra a un lateral para llevársela a casa. Aquel chico podía habérsela quedado, ahora... volvería a un olvidado cajón del armario donde no volvería a salir en mucho tiempo, quizá nunca más lo haría.
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