Capítulo 16: Embarazos
Los ágiles dedos conseguían hacer vibrar las cuerdas de la guitarra con dulzura y armonía, pero pese a ello, la melodía que entonaban era triste y lenta, una canción cargada de sentimientos encontrados. Los chicos más pequeños que él que vivían en ese orfanato miraban a Kise sin entender por qué desde que había llegado, sólo tocaba cosas tristes mientras miraba por la ventana de su habitación.
La lluvia de aquel día acompañaba a la perfección aquella deprimente canción que sólo conseguía espantar a todos los que caminaban por el pasillo. Nadie allí quería escuchar cosas tristes, su vida ya era demasiado complicada y Kise, con esa música, lo empeoraba. Las dulces monjas le habían pedido varias veces por favor que dejase de tocar esas cosas frente a los niños, pero la música era lo único que parecía calmar su corazón.
A veces se escondía en el cuarto de la limpieza a tocar para evitar poner tristes al resto de niños, pero en su pensamiento, tan sólo aparecía Aomine, el daño que le había hecho, aparecía su familia a quien había traicionado, a ese hombre al que Haizaki pegó el tiro, un hombre que tan sólo quería marcharse y dejar de delinquir pero ahora estaba muerto, estaba muerto porque él delató tarde a todos los de la banda. Por suerte para él, Haizaki fue abatido por la policía y el resto de los integrantes no tenían sed de venganza, todos se sentían aliviados de que nadie fuera a perseguirles.
Sus dedos rozaron una vez más aquellas cuerdas hasta que sintió el dolor en su dedo dando un leve grito. Miró la guitarra dándose cuenta de que una de las cuerdas se había roto, un mal presagio, sin duda alguna. En todos los años que llevaba tocando, era la segunda vez que se le rompía una cuerda y la primera vez, fue cuando conoció a Haizaki. Estaba convencido de que era mala señal.
Se miró el dedo dolorido. Por suerte no tenía sangre, tan sólo le había dado un pequeño latigazo, pero el dolor era increíble. Se llevó el dedo a la boca y lo lamió con suavidad creyendo que así se le pasaría un poco el dolor. Mientras lo hacía, miraba la lluvia caer. Tenía un gran dilema ahora... ¿Salir o no salir a comprar otra cuerda? Llovía a cántaros, prácticamente diluviaba pero... quedarse allí en esa pequeña habitación sin hacer nada, era peor, porque su mente empezaba a recordar los momentos que había pasado con Aomine.
- Tuve que enamorarme de ti, ¿eh? – susurró con una triste sonrisa – yo que jamás creí enamorarme de alguien.
Kise miró la guitarra, Aomine se la había regalado pero ni siquiera había tenido el valor para volver a su casa a devolvérsela. Sus ojos se fijaron en el calendario, todo un mes y seguía teniendo esa guitarra. No se había cruzado con Aomine para nada y éste ni siquiera se había puesto en contacto con él para pedirle que le devolviera el instrumento. Aun así, Kise sabía que tenía que desprenderse de él y de todo lo que le recordase a ese moreno, porque le estaba destruyendo el corazón lentamente.
Tetsu era el único que había sentido curiosidad por su caso y al enterarse a qué orfanato lo enviaban, se había dedicado a pasar algunos días después del trabajo a llevarle algunos dulces. Hablaban sobre trivialidades, a veces del tiempo, a veces de la música y otras... sobre el orfanato y cómo llevaba su nueva vida, de cómo Kise buscaba un trabajo para cuando cumpliera la mayoría de edad.
Lo que tenía muy claro Kise era que Tetsu no hablaría de Aomine y no porque no quisiera, seguramente no habían hecho las paces desde aquel día y eso también le dolía. Sus mentiras habían destrozado a un chico increíble, habían roto la fuerte amistad de dos personas, habían costado la vida de personas a las que consideraba su familia y al final... había terminado todo donde empezó, en un orfanato porque nadie podía querer a un chico como él.
Al final, Kise decidió pedir permiso a las directoras del orfanato para poder salir a comprar una cuerda. No es que les hiciera mucha gracia que volviera a tocar canciones tristes, pero también entendían que quizá, era eso lo que necesitaba para sacar su angustia, así que al final, tras un largo resoplido de la madre superiora, le expiró un permiso de salida para poder acercarse a la tienda de música.
Tan sólo cogió una de las chaquetas y subiéndose la capucha para evitar mojarse, empezó a correr por la calle sin detenerse en ningún momento. Pese a la capucha, sentía el agua caer encima de él, aun así, ver la tienda al final de la calle le hizo sonreír. Pronto podría volver a casa... o al orfanato en este caso, porque él jamás tendría una casa, ningún lugar al que llamar su hogar.
Tetsu estaba de patrulla aquel día y su compañero había salido del coche para ir a comprar un par de cafés. Desde su asiento del copiloto, miraba aquel pobre barrio que él mismo había elegido para hacer la patrulla. Desde hacía una semana, ya no compartía coche ni guardias con Aomine, él mismo había pedido un cambio de compañero y es que... su relación se había ido deteriorando lentamente y en silencio, ni siquiera eran capaces de dirigirse la palabra y todo... porque mantuvo en secreto sus sentimientos por Kagami para evitar hacerle daño. Ahora ambos sufrían las consecuencias de esos actos.
Miraba por la ventanilla el agua caer, cuando descubrió a ese chico encapuchado que se metía hacia la tienda de música. Levantó la cabeza de la mano donde la tenía apoyada y observó al joven quitarse la capucha, permitiéndole ver ese cabello rubio tan característico de Kise.
Sus ojos se fijaron en la puerta de la cafetería, debía haber mucha gente porque su compañero llevaba un buen rato dentro. Al ver que tardaba, decidió bajar del coche y entrar en la tienda de música. Necesitaba asegurarse de que ese chico estaba bien y pese a que lo visitaba a veces en el orfanato, no estaba mal hacerle una visita de cortesía cuando se cruzaban por la calle. La gente miraba extrañada a Tetsu, entrando en una simple tienda de música con su uniforme. Nadie sospechaba que algo pudiera ocurrir en un lugar tan poco concurrido como aquel. Kise al notar el tenso silencio que se había formado a su alrededor, no pudo evitar girarse comprobando que era Tetsu quien había causado aquello. Él sonrió.
- Tetsu, no esperaba verte por aquí.
- Estoy de patrulla – le comentó aunque Kise se tensó ante aquello – tranquilo, no voy con Aomine.
- Vale – volvió a sonreír Tetsu.
- ¿Qué haces por aquí? Es raro que te dejen salir del orfanato.
- Sólo he venido a por unas cuerdas. Se me ha roto una y no quería... - se detuvo un segundo – no quería devolverle una guitarra rota a Aomine. Le cambiaré la cuerda y se la devolveré como nueva.
Kise sonreía pero Tetsu conocía esas sonrisas, era la tristeza personificada, la fortaleza tratando de salir pese a que estaba destruido por dentro, quizá todos lo estaban. Aomine no había vuelto a ser el mismo desde su ruptura con Kise, desde aquella traición. Kagami no había dado señales de vida, quizá preocupado o sintiéndose culpable, Kise estaba desolado e inconsolable y Tetsu... llevaba la culpa y la pérdida de su mejor amigo y del único chico al que amó muy dentro de él, había perdido a las dos personas que más le importaban en la vida.
El aroma de una mujer hizo que Kise se girase al instante. No era el aroma de ella... sino ese perfume. Era fuerte o quizá no tanto pero a él se lo parecía. Miró a Tetsu quien no se había inmutado. ¿Era posible que él no lo oliese? Porque a Kise empezaba a marearle.
Se tambaleó un segundo perdiendo el equilibrio, por suerte, Tetsu al verlo lo sujetó del brazo evitando que chocase contra el mueble de atrás que contenía los antiguos y valiosos discos de vinilo.
- ¿Estás bien? – preguntó Tetsu sujetándole.
- Estoy... un poco mareado.
- ¿Mareado? Creo que sería bueno llevarte al hospital.
- No, en serio. Compro las cuerdas y me iré al orfanato a descansar. Seguro que durmiendo unas horas se me pasa.
- Estoy convencido de que sí, pero me quedaría más tranquilo si te viera un médico. Podrías estar cogiendo un resfriado y con esta lluvia podría empeorar, mírate, estás empapado. Vamos, déjame acompañarte.
- Es mejor que no, Tetsu. No tengo seguro médico, ya lo sabes, soy huérfano.
- Yo tengo un buen seguro médico, pagaré tus gastos. No te preocupes por eso. Vamos... déjame acompañarte.
- Está bien.
Tetsu compró las cuerdas de la guitarra y pasaron tan sólo un segundo por el orfanato para que Kise cogiera su documentación y por supuesto... su guitarra, porque quería aprovechar para devolverla. El compañero de Tetsu, pese a lo extraño que parecía todo aquello, no tuvo objeción alguna en acercarles al hospital dejándoles allí mientras él seguía con la ronda.
Estuvieron más de hora y media en el hospital. Tetsu aprovechó para leer un libro mientras le realizaban pruebas a Kise. Por unos segundos, sus ojos se desviaron a la guitarra, sabía que era la de la madre de Aomine y también le extrañaba que no se la hubiera pedido de vuelta. Quizá sí era cierto que aún sentía algo demasiado intenso por Kise, que no era capaz de verle sin echarse a llorar, que no podía pensar en nada más ahora mismo excepto en tratar de olvidar todo lo que había sucedido esos últimos meses.
Cuando la enfermera le dijo a Tetsu que podía entrar a esperar con Kise hasta que entregasen los resultados de las pruebas, no lo dudó. Tomó la guitarra entre sus manos y entró en la oficina del doctor. Kise sonreía aún sentado en la silla frente a una mesa vacía. Tetsu se sentó a su lado en la otra silla y le pasó la guitarra. Durante el tiempo que tuvieron que esperar a que el doctor llegase, Kise aprovechó para cambiar la cuerda, aunque por poco se le rompe de nuevo al escuchar las palabras del médico: "Enhorabuena, están ustedes embarazados".
Aquello cayó como un balde de agua fría a ambos jóvenes. A Kise se le destensó la cuerda cuando ya la tenía prácticamente colocada y no la rompió por pura suerte. En cuanto a Tetsu, su rostro siempre inexpresivo, por fin encontró una noticia por la que cambiar. Ambos se habían asombrado, paralizado y enmudecido. Se miraron mutuamente y cuando Tetsu vio la mirada del médico, se dio cuenta de lo que parecía.
- No es mi pareja – aclaró señalándose a Kise y extrañando al médico.
- Oh, lo siento, creí que como...
- Le he acompañado porque su pareja es... era mi mejor amigo.
- Disculpadme entonces, dígale a su pareja que va a ser padre – le comentó a Kise.
- ¿Embarazado? – preguntó de golpe Kise sin terminar de colocar la cuerda – Me está tomando el pelo, ¿verdad? Yo no puedo estar embarazado, siempre utilizo protección y además... no – sonrió Kise incrédulo – yo no puedo estarlo.
- Lo siento, seguramente habrá alguna vez en la que su pareja no se puso el preservativo. Puede que usted no se diera cuenta y él no cayese, no lo sé, pero las pruebas no mienten, usted está embarazado.
El médico tuvo que dejarles solos unos segundos y fue Tetsu quien terminó de tensar la cuerda de la guitarra para colocarla en el sitio al ver que las manos de Kise temblaban.
- Joder – susurró Kise - ¿Qué voy a hacer ahora? En unos días cumplo la mayoría de edad y nadie en su sano juicio me dará trabajo sabiendo que en unos meses tendrá que darme de baja maternal.
- Deberías decírselo a Aomine, quizá él pueda hacer algo hasta que...
- No – intervino Kise con rapidez – no puedo hacerle esto a Aomine. Me odia, no quiere saber nada de mí, no le intereso ya. No soy capaz de ir frente a él y decirle que ahora encima tiene que cargar conmigo y con un hijo que ni siquiera deseaba. De esto tengo que salir yo solo.
- Vente a mi casa – aclaró Tetsu – puedo ayudarte, a ti y a ese niño cuando nazca. Al menos hasta que todo pase y encuentres un trabajo. Podrás irte cuando quieras.
- No quiero abusar de tu hospitalidad, ya has hecho mucho por mí.
- Insisto. Además... si estás por allí, evitarás que yo también me hunda con todo esto. Quizá un niño por casa me alegre un poco la destrozada vida que ya tengo. Nos ayudaremos mutuamente.
- Aomine se enfadará contigo – aclaró Kise.
- ¿Más? Ya ni siquiera nos hablamos. No se enterará que estás en mi casa – sonrió Tetsu.
- Vale. Pero en cuanto pueda... te devolveré todo lo que has hecho por mí. Te lo prometo.
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