Capítulo 14: Descubierto.
Tetsu aprovechó que Aomine aún no estaba por la oficina para pedir todos los documentos y el expediente de Kise. Al menos una cosa pudo dejar zanjada y es que revisó todos los informes de los últimos años, Kise no estaba registrado en ninguna base de datos de la policía, al menos no como delincuente.
Por lo menos sabía que no estaba involucrado en bandas, porque había contactado con compañeros en el departamento de armas y bandas, nadie le conocía ni le había detenido. Lo que no esperó, fue que un compañero del departamento de Justicia le enviase un informe detallado de aquel chico que estaba buscando. Al descargar la fotografía enseguida observó el parecido a Kise, era él, sin lugar a dudas. Confirmó en el correo a su compañero que era lo que estaba buscando y le agradeció la ayuda. Leyó el titular.
"Chico de quince años desaparece del orfanato Sagrado Corazón tras una vista previa en el juzgado, el chico iba a ser entregado por quinta vez a una familia cuando decidió fugarse. Los directores del orfanato han dado parte a la policía"
Tetsu miró el día del titular, el diecinueve de junio del dos mil catorce. Sus ojos se abrieron como platos al darse cuenta de algo, ese chico tan sólo tenía diecisiete años. Según su fecha de nacimiento, seguía siendo menor de edad y la policía lo buscaba para llevarlo de nuevo al orfanato. Saber que lo tenían tan cerca y nadie se había dado cuenta de aquello. Estaba a punto de llamar a su compañero en las oficinas de justicia para comentarle que tenía información sobre el chico al que llevaban dos años buscando, cuando Aomine apareció por la puerta de la oficina, obligándole a colgar el teléfono. Con un click en el ratón, cambió la ventana cerrando todo el expediente de Kise y la información reunida sobre él.
- ¿Tan pronto trabajando? – preguntó Aomine con una sonrisa.
- Sí. Tenía información sobre el caso del banco y no he podido evitarlo.
- ¿Y es información fiable?
- Diría que bastante.
- Cuéntamela – comentó Aomine sentándose en la esquina de la mesa de su compañero, mirando la pantalla del ordenador donde solo aparecía un paradisíaco paisaje.
- Cuando tenga toda la información – le sonrió Tetsu – por ahora sólo es una conjetura.
- Una de tus famosas hipótesis – sonrió Aomine – ésas suelen llevar razón. Vamos, dímela.
- No te va a gustar lo que estoy pensando, créeme.
- ¿Qué ocurre? – preguntó ahora preocupado Aomine.
- No sé cómo contarte esto, Aomine... no sé hacerlo sin hacerte daño.
- Deja de preocuparme y suéltalo de una maldita vez.
- ¿Recuerdas lo de las lentillas de Kise? Me dijiste que algo no te cuadraba en ese chico.
- Sí, y tú me dijiste que debía confiar. Eso intento.
- Ya... pero yo pensé que era un chico que ocultaba un problema en la vista – dijo Tetsu tratando de relajarle – no que era un menor de edad escondiéndose de la policía.
- ¿Qué tontería dices? – empezó a reírse Aomine - ¿Cómo va a esconderse de la policía? Yo soy policía y tiene una relación con... - se detuvo al instante al darse cuenta de lo más obvio, cuando quieres ocultar algo lo dejas más a la vista porque nadie sospecharía – conmigo – terminó de decir la frase – No puede ser menor de edad, venga ya... me estoy metiendo en un lío, no puedo salir con un menor de edad, me acusarán a mí, es un delito.
- Te prometo que estaba convencido de que Kagami tenía algo que ver con el atraco al banco, le investigué a fondo, sus cuentas, todos sus movimientos, hasta le puse micrófonos en su apartamento – le dijo Tetsu perdiendo los nervios – luego pensé que quizá era el director del banco, no tenía una buena excusa y nadie le había visto durante el atraco, pero sólo era un miedica que se escondió en su despacho hasta que todo pasó.
- ¿Qué quieres decir? ¿Que es Kise? No puede ser él, estaba fuera del banco.
- Lo sé. No fue el artífice del robo, pero...
- Es cómplice.
- Tenía los códigos de seguridad de la cámara donde guardaban el dinero.
- No es cierto – susurró Aomine con una sonrisa de incredulidad llevándose las manos a la cabeza, tratando de calmarse - ¿Cómo iba a tener los códigos?
Tetsu ni siquiera respondió a aquella pregunta porque vio cómo se abrían los ojos de Aomine presa de la frustración y el enfado, se acababa de dar cuenta de todo, las piezas del puzzle empezaban a encajarle y entonces todo tuvo sentido.
- Es el amante de Kagami.
- Era – dijo Tetsu – no quiero ser pájaro de mal agüero porque quizá ese chico tenga un pasado, he pensado que pueda estar haciendo lo que hace por algo pero ahora mismo... no sé por qué y él no nos lo va a contar.
- Está conmigo sólo para obtener la información del caso y dársela a sus cómplices. Ponle vigilancia – dijo de repente Aomine.
- No creo que sea buena idea.
- He dicho que se la pongas, maldita sea – gritó Aomine dando un manotazo en la mesa, llamando la atención de todos los allí presentes.
- Cálmate. Sé lo que sientes por él y estoy tratando de ver toda esta situación lo más calmado que puedo, intento comprender qué está ocurriendo. Ahora siéntate, porque sigo pensando que ese chico no nos está diciendo todo.
- ¿En qué estás pensando? – preguntó sentándose en la silla frente al escritorio de Tetsu.
- Manipulación de menores, un caso de tráfico de influencias.
- ¿Crees que alguien se está aprovechando de que es sólo un crío que está fuera de la ley para que cometa un crimen por el que no puede ser juzgado?
- Sí. Vamos, Aomine... piénsalo bien... has tenido que ver algo extraño, si alguien le está controlando, él habrá hecho algo que llame la atención.
- Recibe extrañas llamadas por la mañana y las coge en el baño. Siempre enciende el grifo para que no le escuche pero... sé que ocurre algo.
- Podría ser que le llame la persona que lo controla para informarse. No podemos ponerle vigilancia, si ven un coche patrulla siguiéndole, sabrá que le hemos descubierto y el problema no es que él lo sepa...
- Sino sus cómplices.
- Kise es sólo un peón del que pueden prescindir. Encontrarían otro chico al que manipular. Si es cierto lo que pienso... creo que llevará algo, no dejarían a un crío como él haciendo lo que le dé la gana.
- Llevará un micrófono o algo y puede que ni él lo sepa.
- Creo que sería buena opción traerle aquí, fingir que todo está bien y buscar ese rastreador, quitárselo y mantenerle a salvo hasta que tengamos a sus cómplices.
- Ayer estaba muy extraño – comentó Aomine – vomitó un par de veces al ver la salsa de los spaguettis.
- ¿Te acuerdas del hombre al que detuvimos con el dinero del atraco? Pues ha muerto en prisión. Cinco puñaladas. Alguien de fuera no quería que hablase. Si saben que tenemos a Kise...
- Correrá la misma suerte. Vale, nada de vigilancia – acabó reflexionando Aomine – hagámoslo a tu modo. ¿Cuál es tu plan?
- Una redada, llamar al departamento de élite y hablar con Kise una vez confirmemos que no tiene escuchas. Sacarle dónde se esconden, capturarles a todos con el escuadrón de élite y llevarlos ante la justicia.
- ¿Y Kise?
- Si coopera... podríamos alegar que estaba bajo la influencia del jefe pero debería volver al orfanato hasta que cumpla la mayoría de edad.
- ¿Me prometes que no le ocurrirá nada?
- Te lo prometo, no diré ni una palabra de esto, Aomine, mantendré siempre que utilizaron a un menor para sus fines, que Kise no tenía nada que ver, que le amenazaron, que le coaccionaron a hacerlo.
- No sé si puedo perdonarle... - dijo Aomine de repente – no sé si puedo perdonar su traición pero aun así... ¡joder! Me he enamorado de él, no puedo permitir que le ocurra nada malo.
- No le pasará nada, te lo prometo. Voy a sacarle de este lío.
- Llama al departamento de élite entonces. Yo llamaré a Kise para que venga. Le diré que quiero comer con él.
- Te espero en la sala de interrogatorios. Recuerda que es posible que lleve un micrófono, no hables de nada del caso.
- Vale.
Ambos chicos se marcharon a hacer su trabajo pese a que el dolor que en aquel momento atravesaba el corazón de Aomine, era mayor al que sufrió cuando se enteró de la traición de Kagami. Ahora se daba cuenta de que ambos habían jugado con él, que ese chico del que se había enamorado, al que le había abierto su dolorido corazón lo había agarrado con fuerza y estrujado en su mano hasta hacerle sangrar. Kise había terminado de hundirle, de destruir la poca esperanza que quedaba en su débil corazón. Tal y como dijo Tetsu, Aomine llamó a Kise y le invitó a comer con él si venía a la comisaría a buscarle. Kise aceptó sin saber la trampa que le esperaba.
Al llegar, Tetsu fingió seguir en su mesa trabajando y Aomine, con la sonrisa que pudo sacar, le indicó a Kise que podían ir a la cafetería de abajo. Ya iban a marcharse cuando Aomine se detuvo.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Kise.
- Mierda, me he dejado la chaqueta en la sala de interrogatorios. Si quieres esperar aquí, está bien.
- No pasa nada, te acompaño, si es que me dejas – sonrió Kise.
- Claro. Vamos.
Tetsu se levantó en cuanto los vio pasar y les siguió a una distancia prudencial escuchando cómo hablaban sobre el menú de la cafetería y cómo les apetecía una hamburguesa. Cosas triviales tal y como Tetsu le había indicado a Aomine. Nada de conversaciones sobre lo que sabían. En cuanto entraron en la sala de interrogatorios, Aomine tapó la boca de Kise para evitar que pronunciara alguna palabra más mientras seguía hablándole sobre que tenía que probar también las patatas fritas, porque eran las mejores. Mientras tanto, un confuso Kise observaba cómo Tetsu revisaba su ropa en busca de algo. Ni siquiera sabía lo que buscaba hasta que enseñó en su mano un pequeño aparato que había sacado del dobladillo del cuello de su chaqueta.
Tetsu se lo entregó a un par de compañeros indicándoles que siguieran hablando normal, como si todos estuvieran en la comisaría mientras cerraba la puerta de la sala de interrogatorios. Aomine finalmente soltó al confundido Kise que les miró sin entender nada.
- ¿Qué era eso? – preguntó.
- Un micrófono – respondió Tetsu – lo sabemos todo, Kise, pero teníamos que quitarte esa cosa. Al parecer confías mucho en tus compañeros pero ellos no parecen hacerlo en ti.
- Yo no tengo compañeros, tengo familia y confían en mí – se quejó.
- ¿Y por eso te controlan con un micrófono que no sabías que llevabas? – preguntó Aomine enfadado - ¿Tú le pondrías un micrófono a tu hijo para espiarle, Tetsu? – preguntó Aomine viendo que su compañero negaba con la cabeza - ¿Me has estado espiando?
- No – dijo Kise enseguida.
- Pues tu familia al parecer sí y no tengo una vida tan interesante como para ello, así que... querían saber sobre el caso del banco. ¿Por qué no nos cuentas sobre ellos?
- No voy a deciros nada.
Tetsu se sentó frente a él enseñándole un par de fotografías de las que Kise tuvo que apartar su vista enseguida. Por suerte para él, Aomine dio una patada al cubo de metal bajo la mesa acercándoselo para que vomitase en él. Ya conocía a ese chico y empezaba a descubrir el motivo de su malestar los últimos días.
- ¿Lo reconoces? – preguntó Aomine – es posible que no porque le han desfigurado la cara a navajazos entre rejas. Cinco puñaladas por mandato del que te ha puesto un micrófono. Queremos ayudarte, Kise, pero no podemos hacerlo si no nos cuentas qué está ocurriendo.
- Me matará si hablo. Ya habéis visto lo que es capaz de hacer – les dijo señalando las fotografías.
- Tengo un equipo de asalto preparado para capturarles a todos. Sólo necesito una localización – comentó Tetsu enseñándole el walkie – ayúdanos y te prometo que no te ocurrirá nada. Sólo eres un menor de edad y no has cometido ningún delito, eres víctima del tráfico de influencias de unos tipos que se han aprovechado de tu soledad, de que nadie podía protegerte, de no tener una familia, te han utilizado. Ayúdanos a pararlos, porque no serás el único chico al que le harán eso si siguen sueltos y lo sabes.
- Se esconden en una fábrica abandonada al este.
- Apunta el número y la calle – le dijo Tetsu pasándole un papel, comprobando cómo apuntaba lo que querían.
Aomine y Tetsu tras acabar con el chico, le comentaron que un funcionario de servicios sociales se pasaría en unos minutos a recogerle. Estaría unos días en el departamento de testigos protegidos hasta que pudieran encerrar a sus compañeros y evitar que le hicieran algo, luego, volvería a entrar en el sistema, un nuevo orfanato y a los dieciocho años, sería libre.
- ¿Cuándo te diste cuenta? – preguntó Kise con lágrimas en sus ojos mirando a Tetsu, sorprendiendo también a un entristecido Aomine.
- El primer día que hablamos dijiste algo que no olvidaré, lo había escuchado muchas veces. Antes de trabajar en homicidios, estuve haciendo prácticas en el departamento que se ocupa del tráfico de influencias a menores. Cuando hablé contigo en el primer interrogatorio me recordaste a ellos. Cuando te pregunté por tu familia dijiste: "Haría cualquier cosa por mi familia" – Kise pareció recordar aquello – eso mezclado al tono en que lo dijiste, me sonó a agradecimiento.
- ¿No podía estar agradecido a mi familia?
- ¿Un chico de tu edad? No. Pero no te culpo. No puedes saberlo porque no has tenido una familia. Otro chico me lo habría dicho en otro tono, con afecto, porque por la familia no se tiene agradecimiento, no le deben nada, lo hacen porque les quieren y quieren verles bien, pero tú sólo mostraste agradecimiento y deuda. Sentí que cargabas con un peso en ti, con una deuda de gratitud que tenías que saldar para poder ser libre. He visto muchos casos como el tuyo, Kise.
Aomine sin aguantar más, se marchó de la sala dejándoles allí solos. Ni siquiera sabía que Tetsu había estado en aquel departamento, quizá por eso nunca hablaba de su pasado en la unidad de policía, le sería doloroso recordar a todos aquellos chicos a los que tuvo que ayudar y seguramente... habría alguno al que no pudo salvar. No se imaginaba por lo que debió pasar Tetsu con su carácter dulce y algo tímido en ocasiones.
- Le amo – le dijo Kise antes de que Tetsu saliera – sólo quería que lo supieras.
- Lo sé – le sonrió Tetsu – y voy a salvarte de este problema pero no puedo ayudarte en las decisiones que tomaste con él. Aomine es un buen chico y buscará una forma de perdonarte, pero necesita tiempo.
- No lo hará – dijo Kise con una triste sonrisa – porque ni siquiera yo me perdonaría a mí mismo.
- Cuídate, ¿vale? Y no te metas en líos. Eres un chico listo.
- Gracias – le agradeció a Tetsu – por suavizarle el golpe a él, por ayudarme a mí. Creo... que deberías ser sincero con Aomine y decirle lo que sientes por su ex novio. Eres un buen amigo y le has protegido todo lo que has podido, pero ahora deberías pensar un poco en ti y en tu felicidad. Quizá Aomine lo entienda. Como has dicho, es un gran chico.
- Lo pensaré – sonrió Tetsu cerrando la puerta tras él.
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