Capítulo 13: Enfrentamientos.
El restaurante seguía lleno de gente, cada vez más parejas entraban pidiendo mesas que no tenían disponibles, pero aun así, la gente prefería esperar en aquel restaurante a buscar otro. Aomine observaba desde la barra a los camareros sacando platos con rapidez, tratando de llegar a todas las mesas. Siempre era un restaurante con mucho ajetreo. Estaba deseando que Kise volviera del baño para volver a casa, él mismo le prepararía una cena si era necesario, pero viendo su estado de salud, prefería que descansase lejos de su zona de trabajo. Miró hacia la puerta del baño cuando sintió que se abría y sonrió al ver la sonrisa de Kise tratando de tranquilizarle.
- ¿Estás mejor? – preguntó Daiki.
- Sí. Sólo ha sido un recuerdo.
- ¿Un recuerdo? – comentó dudando Aomine.
- Sí – dijo Kise quitándole importancia y sin explicar nada, pero mirando aquella salsa de tomate nuevamente, con los spaguetti en el plato y algunas albóndigas. Apartó la mirada enseguida, aquello sólo le hacía recordar a lo que podría haber sido la cabeza de aquel compañero suyo siendo volada por esa bala – lo siento, no quería preocuparte. ¿Podemos irnos de aquí?
- Claro – dijo Aomine – tengo el coche fuera.
Aomine estaba convencido de que había algo más detrás de aquella asustadiza mirada que hoy tenía Kise, pero no se atrevía a preguntar. Quizá su vida no era tan fácil ni tan perfecta como él trataba de hacerle ver. Sonreía ocultando un dolor al que Aomine no podía llegar y lo sabía, Kise ocultaba algo pero no podía ni quería ser como antaño, no quería cometer los mismos errores que con Kagami, se negaba a investigar a ese chico refugiándose en la idea de que necesitaban confianza.
Al llegar a la puerta de casa, fue Kise el primero en apoyar la espalda en ella y besar con pasión a Aomine, pero éste, viendo el estado en el que se encontraba Kise, prefirió dejar la excitación para otro momento, algo que sorprendió al rubio.
- ¿Qué ocurre? – preguntó – Creía que querías...
- ¿Sexo? – preguntó Aomine – claro que lo quiero, pero no es lo único que busco de ti, Kise.
- ¿Cómo que no es lo único? – preguntó extrañado Kise. Él siempre había sido eso, el objeto que todos utilizaban. Se acostaban con él y lo desechaban, sólo una fantasía sexual para sus clientes y víctimas.
- De ti quiero mucho más, necesito tu confianza, tu sinceridad, tu amistad, claro que me encanta tu cuerpo y tu expresividad, me gustan tus sonrisas y esos ojos que parecen reflejar un dolor inmenso que camuflas con vitales risas, pero quiero más que sólo tu cuerpo, quiero tu amor, que hables conmigo, que confíes en mí.
- ¿Estás hablando... de una relación seria? – preguntó Kise confuso – yo... nunca he tenido una.
- Sé que hoy no estás bien, lo noto. Estás tratando de tener sexo conmigo para ocultar tu angustia pero no quiero eso. No quiero que me ocultes las cosas, si no te encuentras bien no pasa nada, podemos hablar de lo que te preocupe, sentarnos en el sofá y ver una película en vez de tener relaciones.
- ¿En serio? ¿No te importa?
- No, Kise – dijo sonriendo – ante todo, prefiero tu compañía a tu cuerpo.
Kise sonrió de verdad por primera vez, una sonrisa tan auténtica que hasta Aomine pudo sentir cómo se clavaba en su corazón. Por aquellas sonrisas es por lo que habría hecho cualquier cosa.
- ¿Por qué tienes que ser tan bueno? – preguntó Kise derramando una lágrima – yo... no te merezco.
- Ey... eso lo decidiré yo – le sonrió Aomine limpiándole la rebelde lágrima que corría mejilla abajo – vamos, seguro que hacen alguna buena película. ¿Cuáles te gustan?
- De acción – dijo Kise al final sonriendo.
- Ya sé algo más de ti que no sea cómo te gusta tratar de estar siempre encima de mí cuando practicamos el sexo – sonrió Aomine sacando otra sonrisa de Kise.
Lamentablemente para Aomine, pese a que pudo ver el principio de la película relajado en el sofá, con la cabeza de Kise apoyada sobre su hombro, el cansancio del duro día de trabajo hizo mella en él, consiguiendo que se durmiera al poco tiempo. Ni siquiera Kise estuvo dispuesto a despertarle. Sonrió acariciando su cabello y le ayudó a recostarse en el sofá, acurrucándose luego él entre sus fuertes brazos, pasando una manta por encima de ambos. Nunca había tenido una relación seria, pero si era así como se sentía, no le importaría en absoluto. Por primera vez, se sentía querido y deseado, no sólo por su cuerpo, sentía que le importaba de verdad a alguien, su carácter, sus miedos, sus alegrías, sentía que podía compartir todo con él, pero su mayor secreto... ése era el que apretaba su corazón haciéndole daño. No podía contarle la verdad a Aomine, no podía decirle que sólo era un delincuente, que tenía diecisiete años, que le amenazaban si no cumplía las órdenes, no... eso no podía contárselo.
Al final, acurrucado entre los cálidos brazos de Aomine... consiguió dormirse pese a las lágrimas silenciosas que derramó. Sólo tenía una opción con él, disfrutar el tiempo que les quedase juntos, disfrutar y conocer lo que podía ser una auténtica relación hasta que la bomba le estallase. Aomine le odiaría después de aquello. Haizaki tenía razón en algo, se había enamorado y era el mejor sentimiento del mundo, algo... que también le arrebatarían como todo en su vida.
Por la mañana, Aomine se despertó observando la bandeja del desayuno frente a él. Sonrió cuando al levantar la cabeza del cojín del sofá, vio a Kise en la cocina con el delantal puesto. Era la segunda vez que no se había fugado de su casa antes de que él despertase y eso podía significar algo, quizá que empezaba a sentirse a gusto quedándose a su lado.
- Buenos días – saludó Aomine.
- Buenos días – saludó un sonriente Kise – te he preparado el desayuno. Seguro que tendrás prisa por ir a trabajar.
- Un poco, pero aún tengo tiempo de desayunar contigo – dijo mirando el reloj de su muñeca.
En cuanto Aomine se marchó al trabajo, Kise decidió ir a dar una vuelta por el parque y quizá, tocar un poco la guitarra. La gente pasaba por su lado dejando algunas monedas abandonadas en una pequeña gorra que solía dejar en el suelo, pero cuando cayó un billete, le hizo levantar la mirada, aquello no era normal. Sus ojos se cruzaron con un chico pelirrojo al que no esperó volver a ver en su vida.
- Veo que sigues tocando la guitarra, aunque no es la tuya – comentó Kagami.
- ¿Qué quieres ahora? – preguntó Kise.
- Hablar o más bien... preguntarte qué estás haciendo con Aomine. Aléjate de él.
- Qué más te da con quién esté.
- No quiero que le hagas daño y los dos sabemos que se lo harás.
- Es gracioso que me digas eso, cuando fuiste tú el que le engañó.
- Te recuerdo... que le engañé contigo, así que teóricamente... tú también le estás engañando.
- Yo no salía con él cuando me acostaba contigo – dijo Kise defendiéndose – eras tú el que debías mantener el pajarito en la jaula – dijo mirando a su entrepierna.
- Sí, es cierto. Yo le hice mucho daño, pero le quería.
- Quizá en un pasado lejano, hacía ya años que no le amabas.
- Tú no sabes nada.
- Sé que amabas a Tetsu. ¿Cómo crees que me colé en tu cama? – sonrió Kise – por favor... fuiste como quitarle un caramelo a un niño. Unas lentillas azules, un poco de inexpresión, aprender a comportarme como Tetsu y te tenía comiendo de mi mano. Hasta susurrabas el nombre de ese chico mientras me penetrabas. Estás obsesionado con él, te enamoraste.
- Tú no sabes lo que es estar enamorado.
- Quizá lo estoy descubriendo ahora.
- ¿De Aomine? Es fácil enamorarse de él, lo difícil es mantenerle. ¿Cómo crees que reaccionará cuando sepa la verdad? ¿Cuando sepa que le engañé contigo porque tú me sedujiste haciéndote pasar por Tetsu? Fingiendo tener su carácter. Lo que no entiendo es por qué. ¿Qué querías conseguir con eso?
- Eso es asunto mío. Tú y yo ya no tenemos nada.
- No te atrevas a hacerle daño a Aomine – le amenazó Kagami mirando el billete que le había dejado.
Kise observó cómo se marchaba Kagami del lugar. Consiguió lo que buscaba de él, Haizaki le había mandado seducirle y no fue complicado enterarse de lo que sentía por Tetsu. Investigando un poco, descubrió todos los trapos sucios en su relación con Aomine, cómo ambos cada vez se separaban más, el trabajo los absorbía a ambos, apenas pasaban tiempo juntos y al final... el amor se enfrió entre ellos, pero ninguno se atrevía a dar el paso definitivo hacia su felicidad, a romper aquella relación que no funcionaba para buscar a las personas con las que podrían compartir el resto de su vida. Kagami hacía un par de años que ya se sentía atraído por Tetsu pese a que él le evitaba.
Aun así... tenía razón en una cosa. Kagami no habría traicionado a Aomine si él no se hubiera metido en medio. Había fingido ser como Tetsu, había abordado la debilidad de Kagami y lo sedujo, día tras día allí estuvo él seduciéndole hasta conseguir que engañase a la persona a la que decía amar. Ésa era la especialidad de Kise, conseguir que la gente hiciera cualquier cosa por estar con él. Sabiendo eso, no podía evitar pensar que Kagami tenía razón, haría daño a Aomine pero no tenía otra opción. Era Aomine o su vida y Haizaki no tendría remordimientos de pegarle un tiro si no obedecía. Ya lo había demostrado.
Kagami caminó hasta el final del parque y esperó en una de las esquinas a que Tetsu pasase. Sabía de memoria su camino habitual, siempre le había espiado, le gustaba al menos poder verle todas las mañanas desde la distancia, pero hoy... sería diferente, necesitaba hablar con él. En cuanto pasó a su lado, le interceptó el paso pidiéndole hablar un segundo en un lugar más privado. Tetsu aceptó si con eso le dejaba en paz el resto de la semana. No tuvo más remedio aquel pelirrojo que aceptar.
- ¿Qué quieres ahora? Si es robarme otro beso, no lo permitiré.
- No es eso. Quería hablarte sobre ese chico que ronda a Aomine últimamente.
- Entonces no tengo tiempo para escuchar tus celos injustificados – dijo Tetsu tratando de marcharse.
- Espera un segundo, por favor. Es importante. No son celos, sabes que te amo a ti pero... ese chico esconde algo y es algo grande.
- Son sólo suposiciones, tu palabra contra la de él.
- Fue mi amante – le soltó de golpe al ver que Tetsu se marchaba, aquello hizo que se detuviera al instante pese a seguir dándole la espalda – me acostaba con él.
- ¿Por qué me cuentas eso? Sabes que no me gusta ocultarle cosas a Aomine y no puedo contarle eso – le dijo Tetsu enfadado – yo no quiero ser tu cómplice.
- No lo digo para que seas mi cómplice ni para que mientas por mí. Por favor... investiga a ese chico. Sé que tiene algo, un pasado, o que hace las cosas que hace por algún motivo. Me sedujo, Tetsu, se parecía tanto a ti cuando me acostaba con él. Consiguió algo, lo sé.
- ¿Qué podría querer de ti?
- No lo sé, pero en cuanto lo tuvo me dio la patada y entonces vi claramente que no era tú, sólo fingía ser como tú para acercarse a mí. Lo siento, fui débil, sentía demasiado por ti y creí que era la única forma en que podría tener aunque fuera una parte de ti.
- ¿Tener un sustituto mío? Te confesé lo que sentía por ti en aquel campamento y tú... me echaste de tu vida. Me dijiste cuánto amabas a Aomine.
- Estaba cegado por su luz y no pude ver las sombras, te amo a ti, Tetsu. Créeme, por favor.
- No puedo estar contigo, Kagami, y lo sabes.
- ¿Y si pudieras? ¿Y si hubiera una forma? ¿Estarías conmigo?
- Siempre te amé, Kagami. Si hubiera una forma, ya estaría contigo, pero no la hay. No traicionaré a mi amigo. Lo siento.
- ¿Vas a investigarle? – preguntó Kagami al final refiriéndose a Kise, pero ante aquello, Tetsu pareció percatarse de algo.
- ¿Guardas los códigos de seguridad de las cámaras del dinero en algún lugar?
- Son archivos codificados. Están guardados todos en un disco externo en el banco.
- Cuando Kise era tu amante... ¿te visitaba a menudo por el banco?
- Sí, claro. ¿Por qué?
- ¿Recuerdas el robo al banco? Aomine y yo llevamos la investigación y Kise apareció justo el día del robo. Estaba allí en el parque. No sospeché de él porque creí que era sólo un músico callejero pero... si te visitaba tanto en el banco, tuvo acceso a esos códigos, podía estar en ese parque vigilando y avisando a los de dentro de la policía y lo que ocurría fuera. Puede estar con Aomine para investigar cómo va nuestra investigación.
- ¿Vas a investigarle entonces?
- Sin que se entere Aomine, pero sí, buscaré toda la información sobre él. No quiero levantar un falso testimonio sin tener pruebas.
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