Capítulo 24

El regreso

El día antes de la cena de ensayo viajé hasta mi ciudad natal. Me parecía que nada había cambiado. Cada cosa estaba en su lugar. La gente era la misma de siempre, vestía como siempre y se comportaban tal y como lo recordaba. Hasta el olor de aquel lugar estaba intacto. Volver a pisar mi barrio, mi casa y mi habitación fue como experimentar un viaje al pasado.

Abuela y mamá estaban locas de contentas y no paraban de darme atenciones, yo las recibía con aparente entusiasmo, sonreía, les contaba pasajes de mi vida, escuchaba los últimos chismes de la comunidad, pero en el fondo, mi mente no andaba ni siquiera cerca. Yo solo podía pensar en Aaron y hacerme 20 mil preguntas por minuto.

¿Dónde estaría?, ¿cuándo lo vería?, ¿cómo sería nuestro encuentro después de tantos años?, ¿cómo me trataría?, ¿estaría solo o con ella?...

Como no saliera a dar un paseo me volvería loca antes de que Abby y David se dieran el «sí, acepto».

Así que salí a caminar. Di un paseo por los muelles y me llené los pulmones de agua de mar. Estuve por la cafetería de Don Luis, donde trabajé y me alegró mucho saber que en ese sitio me recordaban con cariño.

Regresé a casa casi que corriendo en cuanto divisé la primera silueta masculina que me recordó a él. Era otra persona, pero no me arriesgaría a encontrármelo de casualidad en la calle, no la primera noche.

Despuntando el alba del viernes, día señalado para la famosa cena, Abby me había llamado toda histérica.

Necesitaba mi presencia en su casa y era para ya.

La cena sería en la tarde y tenían no sé qué problema con el orden en los platos, un lío que por supuesto, la madrina tenía que resolver.

En la noche le haríamos una fiesta sencilla de despedida de solteros.

****
Tal y como suponía, el «problemón» por el que mi amiga me había hecho saltar de la cama no existía, solo era un pequeño percance que ella misma hubiera podido resolver si no anduviera presa de los nervios, pero bueno, era su boda y era un comportamiento bastante lógico y normal. Este fin de semana se lo perdonaría todo.

La cena quedó estupenda. Tuve que hacer el ensayo del brindis que haría por mi amiga. Me puse tan nerviosa que casi no me salían palabras coherentes. Definitivamente eso de hablar en público no era lo mío. Rogué a Dios que el día de la boda me saliera mucho mejor.

¿Alguien se pregunta si me encontré con el señor Miller?

Lamento decepcionarlos, pero eso no pasó. Se disculpó con Abby y con David por teléfono porque se había complicado en la oficina.

-Mejor así, un día menos que tengo que soportarlo-le comenté a Abby cuando me dio la noticia.

-Sí claro, porque tú no estás ardiendo en deseos de verlo. Eso es tan cierto como que yo pasado mañana me caso con Chris Hemsworth y no con David Martin-me respondió. Ella como siempre tan irónica, pero me conocía como si me hubiese parido.

La fiesta de despedida de soltera de Abby la había organizado ella misma. Era de sobra conocido que a mí el gen de fiestera me lo habían negado antes de nacer, así que, en nuestro caso, no resultaba extraño que la novia se hiciera cargo de esos menesteres.

Nos fuimos a un club privado. Por supuesto, no faltó la música rompe tímpanos, el alcohol por tubería y los strippers con sus stripteases fogosos que dejaban a una con ganas de saltarles encima.

Absorta estaba yo en una de sus danzas cuando una voz a mis espaldas me paralizó.

-¿Te gusta lo que ves?, si quieres te puedo hacer un show particular. No es por presumir, pero se me da muy bien, aunque eso ya lo sabes-eso último me lo susurró al oído mientras ponía una mano en mi cintura.

-Qué haces aquí, mejor dicho, qué hacen ustedes aquí-bufé al darme cuenta de que David también estaba presente, algo pasadito de tragos, lo que parecía no importarle a su futura esposa pues andaba toda sonriente ante la intromisión.

-Pasamos porque David quería verla esta noche y un padrino jamás le niega un deseo al novio. Oye, pero no te recordaba tan mal educada. ¿No me vas a saludar?

-Hola Aaron, no te pregunto cómo estás porque veo que no te falta un pedazo y, además, tampoco me interesa.

-No te creo nada-dijo mientras se volvía a acercar a mí. -Siempre has sido una mentirosa terrible.

-Debe ser que tuve un buen maestro-respondí al tiempo que me zampaba de un tirón el trago de licor que tenía en la mano. Necesitaba calmarme o no sobreviviría esa noche.

-Y tu novio, lo trajiste o le prohibiste venir para que no se diera cuenta que todavía te pongo nerviosa.

-Mira que eres engreído, arrogante y cínico. Yo no tengo por qué prohibirle nada a nadie, si Enzo no está aquí es porque está de viaje y esta boda nos tomó por sorpresa. Ah y yo no estoy nerviosa.

-Eso díselo a la punta de tu pie, mejor le ordenas que se calme porque te está descubriendo y a ese ritmo ahorita pierdes el equilibrio.
Me dieron tanta rabia sus palabras que salí disparada a buscar a Abby.

Tenía que decirle que me iba, necesitaba salir de aquel lugar y alejarme de ese hombre porque en cualquier momento, lo abofetearía sin remilgos.

No supe que me había seguido hasta que le ofrecí disculpas a mi amiga para ausentarme y ella me salió con que no me dejaría salir de allí en un taxi sola a esa hora de la noche y entonces, el muy desubicado, se ofreció a acompañarme. Era el colmo del descaro, pero más me desconcertó que Abigail se prestara para su jueguito y expusiera su criterio de que le parecía una buenísima idea.

-David, creo que serás viudo antes de casarte, me encargaré personalmente de eso-le dije al ebrio prometido de mi amiga, que, por cierto, ni caso me hizo, y me dirigí a la salida. Juro que una sonrisa de triunfo se dibujó en la cara de Aaron.

Tuve que caminar detrás de él en el aparcamiento porque obviamente no tenía ni idea de cuál sería su auto. Se detuvo frente a la puerta del copiloto de un Mercedes Benz 4x4 negro y gris que parecía sacado de una película de acción.

-Es de la empresa. Todavía no puedo permitirme uno así-me dijo mientras me abría la puerta.

-Ya podrás-respondí y me dispuse a entrar al vehículo. Estaba bastante alto y se me hizo difícil por los tacones, subir sin ayuda. Cuando se dio cuenta se colocó detrás, me tomó por la cintura y me empujó hacia arriba. Me di cuenta que me olió el pelo. Lo siguiente que me dijo fue la confirmación.

-Hueles tan bien como recuerdo. Algunas cosas nunca cambian, por suerte.

No le respondí.

Hicimos el viaje en silencio, hasta que decidí intentar aplacar un poco la tensión que inundaba aquel coche. No sé qué estaría pensando él, pero yo, no podía sacarme de la cabeza el recuerdo de la segunda vez que dimos un paseo juntos en auto. Tenía que desviar mis pensamientos lo antes posible.

-¿Cómo está Olivia?

-Bien, poniéndose vieja y cada día más cascarrabias.

-¿Sigues viviendo con ella?

-Pues sí, no quiero dejarla sola. Pero oye, si lo que quieres saber es si vivo con alguien más además de la Nana puedes preguntar sin rodeos. Yo no muerdo, o bueno, no mucho.

-No te cansas de ser petulante. Yo no quiero saber nada de tu vida personal, ya te dije que no me interesa, es tu problema.

-Ok pero no te enfades, pones cara de rana cuando lo haces y no te ves nada bonita, lo sabes, ¿verdad?

-Payaso-dije entre dientes, aunque sé que me escuchó. Eso no fue lo que me dijo en mi sueño-recordé y no pude evitar sonrojarme con la imagen que se alojó en mi cabeza.

Cuando llegamos a mi casa me tomó la mano apenas intenté quitarme el cinturón.

-¿Podemos hablar?

-Sobre qué.

-Quiero contarte lo que ha sido de mi vida estos años, me gustaría saber cosas de ti, cómo te ha ido, cómo te va.
Lo miré durante el único par de segundos que podía permitirme sostenerle la mirada. Él tenía razón, hay cosas que nunca cambian. Pero no me podía creer que quisiera charlar conmigo sobre su vida privada como si nada hubiera pasado entre nosotros, como si solo fuéramos un par de amigos que tras años sin verse necesitan ponerse al día.

-Mira Aaron, la verdad es que a mí no me concierne absolutamente nada que tenga que ver contigo, no quiero escucharte decir que estás felizmente casado o comprometido, ni que te van bien los negocios o si calmaste tu sed de venganza. Te repito, es tu problema y cuando elegiste resolverlos por encima de lo que sentíamos el uno por el otro, dejaron de pertenecerme. Mi historia te la voy a resumir: tengo un trabajo que me apasiona, nuevos proyectos para el futuro y conocí a un hombre súper talentoso que me quiere y me respeta como profesional y como mujer. Hace un tiempo que vivimos juntos y todo está bien. Eso es todo lo que tengo para contarte. Gracias por traerme. Buenas noches.

Me bajé del carro a toda prisa y cuando estaba a punto de cerrar la puerta y dar media vuelta para al fin ponerme a salvo dentro de casa, volvió a hablar.

-Te puedo hacer una pregunta-me paré en seco y de mala gana, pero asentí.

-¿Eres feliz?

-Supongo que sí-contesté casi automáticamente, como si estuviéramos rodando la escena de una película y ese fuera el parlamento que me tocaba repetir y que ya me sabía de memoria.

°°°°
Hola a todos. Esta historia empezará a contarse un poco más aprisa, pues ando involucrada en nuevo proyecto que necesita atención constante. Espero les haya gustado el reencuentro. No olviden dar muestras de cariño.

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