Capítulo 19
«La verdad de la verdad
es que nunca es una
ni la mía, ni la de él, ni la tuya».
Carlos Varela
La verdad
Quedamos como siempre. El sábado me esperaría en el apartamento de Eddy.
Yo no había vuelto a su casa, pero seguía manteniendo el contacto con Olivia, quien no se cansaba de repetirme que le debía la visita; pero con la conversación tan seria que quería tener con Aaron, era mejor la privacidad de nuestro nidito.
Tan nerviosa me tenía la situación que llegué antes de la hora acostumbrada. Desde el pasillo escuché risas y una voz desconocida para mí. Aaron no estaba solo. La puerta no estaba cerrada del todo y por la abertura se podía entender perfectamente lo que se hablaba en el pequeño salón.
—¿Todavía sigues sin decidirte a contarle la verdad a Salomé?–primera sorpresa, el desconocido…me conocía.
—No es tan fácil Ed. A ella ya le cuesta mucho aceptarse en el papel de segunda, imagínate cuando sepa el verdadero motivo de por qué la tengo en ese sitio y no donde se merece estar en mi vida–lo que imaginé, Aaron hablaba con Eddy, ¿cuándo habría vuelto de su viaje, de qué verdadera razón hablaban? Agucé el oído.
—Por lo que piensas hacer, de cualquier manera la vas a perder.
—Si te soy sincero yo no quiero ni pensar en eso. Te juro que renunciar a Sally va a ser casi mortal para mí; pero sobreviviré, no tengo alternativa si quiero completar mi meta.
—Sabes que no tiene por qué ser de esa manera ¿verdad? Supongo que seas consciente de que puedes abandonar esa idea loca tuya de la venganza, seguir con tu vida y ser feliz con la mujer que amas.
—Lo sé, pero eso no va a pasar. Ella va a sufrir por mi causa como yo he sufrido toda mi vida por la suya.
—Colega, cuándo vas a entender que esa tía es inocente, que no tiene culpa de nada, no te hizo nada, tu mamá se fue y se olvidó que existías porque quiso, no porque la obligaron.
—Sí, ella lo hizo. No me hagas repetirte la historia de nuevo.
—Según tú, cuando apareció le lavó el cerebro. Tu mamá, pobrecita, en más de 15 años no te ha buscado ni una sola vez, porque bueno, le dio amnesia o algo parecido ¿no?
—Eddy no te pases que sabes bien que no es así tan sencillo. Si no me ha buscado es porque seguro no se lo han permitido, y porque tal vez se enteró que mi papá se fue del condado y piensa que yo vivo con él y ahora no sabe dónde estoy.
—Ya, puras suposiciones. Y te ha visto y ha compartido contigo y no te reconoce ¿por?
—Eso es porque he cambiado. Mi mamá no me ve desde niño y ahora soy un hombre. Además, sabes que desde que ella se fue, he obligado a todo el mundo a llamarme por mi segundo nombre, porque Jeremy, solo me llamaba ella, y el apellido que uso es el de soltera de mi abuela, incluso hasta me inventé una nueva fecha de cumpleaños.
—Una madre siempre sabe Aaron; pero está bien, si quieres creer eso, que sea tu cruz. A ver, y ¿cuáles son tus planes cuando Sally sea parte de tu pasado?
—Concentrarme en la misión. Lo primero será lograr hacer un postgrado en Administración de empresas...
Me acerqué tanto a la puerta para escuchar que sin querer la empujé y me descubrí. Pude percatarme entonces que Aaron palideció, aunque trató de disimular.
—Llegó mi cocinera favorita–dijo mientras se acercaba a mí para saludarme. Fue directo a darme un beso, pero lo esquivé, entonces me tomó por una mano y me condujo hasta donde un nervioso Eddy, esperaba.
—Hermano mío, te presento a Salomé. Sal, este es mi gran amigo Ed.
—Eddy, me da mucho gusto conocerte al fin–le dije tratando de esbozar una sonrisa que me salió súper falsa.
—Lo propio–me respondió él, casi tartamudeando y me besó en la mejilla.
—Pero hubiera preferido que fuera una circunstancia más feliz. Una en la que no tuviera que pedirte que nos dejaras a solas, porque este amigo tuyo tiene muchas cosas que explicarme–le solté a boca de jarro.
—Qué cosas–me preguntó Aaron al tiempo que Ed aprovechaba para salir huyendo de allí. Ni siquiera se despidió.
—Todo. Quiero saber qué misión es esa que te impide estar conmigo, quiero que me expliques el por qué ese odio visceral contra esa persona que, a todas luces, parece tener algo que ver con tu mamá, y quiero entender, además, por qué me tengo que enterar de esta manera que ni siquiera tu nombre es realmente tu nombre. Por favor, te lo imploro, sin mentiras.
Su mirada era lúgubre, su rostro estaba tenso y su cuerpo se movía con impaciencia. Era evidente que se estaba preparando para decirme algo que era de todo menos agradable.
Finalmente se desenredarían los nudos que ahogaban nuestra relación. Quedaba entonces por ver si después de eso, lo nuestro sobreviviría o moriría por tanto tiempo soportando la asfixia.
—Mi misión no es otra que destruirle la vida a la persona que me alejó de mi mamá—dijo finalmente después de unos minutos de silencio desgarrador.
—Y quién es esa persona, si se puede saber—cuestioné, pero tuve que esperar varios minutos hasta que finalmente, se decidió a hablar.
—Esa persona es Maggie, Maggie Salvador.
Callé. Me había imaginado un sin fin de escenarios, cualquiera menos este que empezaba él a dibujarme.
—Aaron por favor explícate mejor porque no entiendo nada, qué tiene que ver ella con tu mamá.
Respiró profundo, yo por el contrario, inahalé, pero contuve la exhalación.
—Salomé—volvió a callar y a mirar el suelo. —Maggie es mi medio hermana. Mi novia y yo somos hijos de la misma mujer—confesó.
Estaba muda, no conseguía articular palabras, quería gritarle: ¿por Dios Aaron, qué me estás contando?, pero no me salía la voz. Él comenzó a explicarme todo.
—Mi mamá se fue cuando supo que estaba embarazada. El bebé era del magnate Emilio Salvador, su jefe, con quien tuvo la aventura. Por supuesto, debe haber pensado que a un hombre tan rico como ese, viudo y sin herederos, le sería muy sencillo quedarse con el niño. Así que se vio obligada a elegir. Supongo que mi madre pensaría que un bebé recién nacido e indefenso la necesitaba más que yo, que ya estaba a punto de empezar la escuela y tenía a papá y a la Nana para cuidarme—fue lo primero que contó.
Mi desconcierto era tan enorme que no habría cabido dentro de un supertanquero de esos a donde almacenan el petróleo.
—Yo nunca me enteré que mi mamá había tenido otro hijo, y era lógico, puesto que no habíamos tenido más noticias de ella. Pero en cuanto la vi a Maggie por primera vez en la escuela donde trabajé de jardinero, lo supe. Se habían mudado recién desde el sur de Europa donde ella pasó su infancia. Era tan parecida a las fotos de mi madre cuando era más joven que tenía en casa y que miraba a escondidas, que no podía ser casualidad–continuó.
—Fue muy fácil acercármele, ganarme su confianza y confirmarlo todo. Mi odio hacia ella se fue haciendo más fuerte a medida que nos conocíamos. Es tan plástica, tan vacía como persona. De esas niñas ricas que creen que por tener dinero se lo merecen todo y que todos deben caer rendidos a sus pies. Saber que además contaba con el cariño de una madre y un padre, cosa que me negaron a mí por su culpa...eso me hacía enfurecer tanto que un buen día comencé a planear mi venganza contra ella. Me encargaría de hacerla infeliz, tanto como yo lo había sido de niño por su causa–intentaba convencerme, mas no lo estaba consiguiendo.
—¿De qué venganza estamos hablando Aaron? ¿Tú te estás escuchando?, pareces un puto psicópata sin sentimientos. Cómo es que puedes tener el valor de hacer una cosa así, cometer incesto. Cómo puedes pensar en castigar a alguien solo por el hecho de haber nacido, qué clase de monstruo eres por Dios. No te reconozco—sentí que en cualquier momento me daría una fatiga.
—No busco convencerte. Siempre supe que cuando supieras la verdad no me entenderías. Solo yo sé lo que lloré, lo que sufrí cuando mi mamá me abandonó, lo roto que me dejó. Me importa un comino que ella no haya pedido nacer, yo tampoco lo pedí, pero a ella le tocó todo y a mí me quitaron hasta el derecho de crecer como un niño normal. Ahora yo le quitaré su derecho a vivir un gran amor, la sumiré en un matrimonio infeliz y en el proceso, dejaré en la ruina a su padre y castigaré a mi mamá, porque no creas que no la culpo por lo que pasó, por lo que me hizo.
—Eso no te justifica–balbuceé. —No justifica que quieras arruinar la vida de una joven que está empezando a vivir, que intentes destruir una familia, que juegues con los sentimientos de quien te quiere bien, que engañes a tu madre y le mientas a tu abuela, y que me hagas daño a mí en el camino–las palabras se me atoraban en la garganta.
Pero quería saber a dónde pretendía él llegar con sus locuras. Entonces le repetí la misma pregunta que Eddy le había hecho y que él pensaba responder cuando notaron mi presencia.
–¿Cuáles son tus planes cuando yo ya no sea más un estorbo para cumplir tu “misión”?
–Sal, tú no eres un estorbo, tú eres la única alegría que tengo y...
–¡Qué me respondas coño!–no pude frenar el grito. Aquel alarido pareció quitarle la mordaza y comenzó a explicarse.
–Una vez dentro de la compañía, me ganaré la confianza de todos. Trabajaré duro para ganar dinero y casarme con Maggie lo antes posible. El matrimonio me dará acceso a la parte de la compañía que le pertenece a ella. Me aliaré con la competencia, lo que sea necesario para hacer que Don Emilio Salvador se debilite económicamente, para más tarde sacarlo del atolladero comprando parte sus acciones, las que tendrá que vender para salvar la empresa que, seguramente, dejará en mis manos luego. No pararé hasta arruinarlo por completo, eso te lo aseguro.
—Y Maggie, qué pasará con ella. ¿En verdad vas a tener el coraje de vivir una vida matrimonial con tu hermana?–intenté sin éxito disimular el asco que la sola idea me producía.
—Claro que no. Esa será precisamente mi revancha. No pienso tocarla nunca. Ya incluso pensé en la posibilidad de que quiera anular el matrimonio por no consumarlo, pero eso tiene solución. Ella no es virgen, aunque me quiera hacer creer que sí, siempre lo he sabido. El día de la noche de bodas la embriagaré, sé que no tolera mucho el alcohol y le haré creer que pasamos la noche juntos. No podrán demostrar lo contrario. Será su palabra contra la mía. Y entonces sabrá lo que es ser rechazado por la persona que amas, sabrá lo que es llorar por amor y un día conocerá lo que se siente al ser abandonado, porque en cuanto cumpla mis propósitos con la empresa, desapareceré de sus vidas.
—¿Qué crees que pensará tu mamá de todo esto cuando finalmente se descubra?
—No lo sé, ni me importa. Estoy cansado de tener que pensar siempre en los otros, de que todos me usen a su antojo. Ha llegado mi turno de usar a los demás para mi satisfacción personal.
—¿De qué mierda estás hablando ahora?—le escupí todo mi enojo en aquella pregunta.
—Yo siempre he sido un juguete para las personas que se acercan a mí—parecía un perro con bichos dando pasos por el salón mientras hablaba.
—Mi madre me llevaba a la empresa solo para demostrarle a ese tipo cuán buena era ella como mamá; mi papá se quedó conmigo solo para darle en la cabeza a su esposa infiel; las mujeres con las que estuve en mi adolescencia se aprovechaban de su experiencia, de que eran mayores, para hacer de mí lo que querían. Sí, es verdad, en el trayecto me enseñaron a ser un buen amante, ¿pero, fue para ayudarme? Nooo, que va, fue para su beneficio, para que supiera cómo satisfacerlas en la cama. ¿Y acaso alguna se quedó? No, me utilizaban y después solo era un niño inmaduro del que tenían que safarse a como diera lugar—respiró profundo y siguió con su discurso.
Lo dejé que se desahogara.
—Maggie también me usa. Lo hace para pavonearse ante toda la escuela de que tiene un novio “atractivo”, pinche escuincla como si eso fuera algo de lo que alguien debiera presumir. Al final no me ve como su novio, sino como su trofeo. Y tú Salomé, tú lo has hecho igual, o crees que no sé que antes de conocerme buscabas a alguien que te hiciera sentir en la cama, que si accediste a seguir conmigo fue porque no me convertí en un experimento fallido, como los demás. ¿O me equivoco?
—Te equivocas en algo—respondí desde el dolor que me causaban sus palabras. —Haciéndote la víctima—le dije con pesar.
—No ves que eso es justamente lo que soy—me respondió enseguida.
—No Aaron, te quieres ver cómo una víctima, que es diferente. Los estados de ánimo a veces son una decisión personal y creo que no estás tomando la más acertada. Piensas que vas a hacer sufrir a los que te han hecho daño, pero la verdad es que nadie sufrirá más que tú, incluso yo terminaré igual de herida, daño colateral le llaman.
Se acercó y me tomó las manos, pero rechacé su contacto. Me quemaba la piel.
—Sal Lo último que quiero es herirte o que te atasques también en mi mierda de vida, créeme.
—Por qué Aaron, por qué me dejaste amarte si este era tu plan desde el principio—le dije, y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para seguir respirando.
—Ojalá y pudiéramos elegir de quien nos enamoramos Salomé, aunque igualmente te hubiera escogido. Simplemente pasó. Un día eras una extraña con el rostro de mujer más hermoso que vi jamás, y al siguiente, eras mi esperanza. Te aseguro que quise alejarme, pero entre más te conocía más difícil se me hacía renunciar a ti.
—Válgame Dios Aaron no me vengas con chorradas. No pudiste renunciar a mí cuando éramos dos tíos que follaban por puro gusto, pero si estás dispuesto a dejarme ir ahora que supuestamente me quieres, solo por cumplir con tu macabra venganza. Qué bonita manera de pensar y de amar la tuya, de verdad, me desconciertas con tu inteligencia.
—Tampoco hacen falta los sarcasmos.
—Olivia sabe de toda esta tragedia shakesperiana que piensas interpretar–le pregunté cuando logré calmarme un tanto.
—No, no tengo intenciones de darle ese disgusto. Sé que se decepcionará mucho si se entera. No aprobaría para nada mi decisión.
—Y aun así no te importa.
—Sí que me importa Sal, pero mi odio es demasiado fuerte y sé que hasta que no me sienta redimido, no podré sacármelo de adentro. Y no quiero pasarme la vida guardando rencor. Tengo que hacer algo para liberarme y esta es mi mejor opción.
—De verdad Maggie y tú nunca han tenido intimidad de ningún tipo—le pregunté cuando terminó de hablar. Necesitaba aclarar lo que le había escuchado decir a la propia Maggie mientras charlaba con su amiga.
—Puedes confiar en mí, nunca lo he hecho y nunca lo haré, ya te lo dije.
—Pero la has besado—insistí.
—No como te beso a ti. Jamás he besado a nadie como te beso a ti Sal, y creo que tampoco podría, aunque quisiera.
Parecía tan convencido de que obraba bien. Lucía tan obsesionado, tan dolido, tan abatido que daba pena verlo. La mirada perdida. Yo no reconocía en aquel rostro taciturno al muchacho de carácter fuerte que sobresalía entre todos por su seriedad y madurez, a pesar de su juventud. Aquel chico apaleado por la vergüenza de saberse descubierto, juzgado y hasta rechazado por mí, no era mi chico.
Tenía que reconocer que Aaron era un alma traumada, que sí era una víctima, pero solo de las malas decisiones de la persona que más debió velar y pelear por su felicidad: su madre. Sentía que no podía abandonarlo yo también, aunque la razón me dictaba que todo aquello estaba mal.
Yo lo conocía, sabía que tenía buenos sentimientos, solo que su buen juicio estaba siendo nublado por los sufrimientos del pasado. Así que intentaría sacarlo de su error y para ello apelaría al amor que sé que me tenía. Haría un último intento por salvarnos.
—Yo venía hoy a pedirte algo y quiero que sepas que lo que acabo de descubrir, aun cuando me tiene atónita, no me ha hecho cambiar de parecer. Yo...quiero que me elijas a mí. Puedo hacerte feliz, lo sé. Puedo lograr que veas todo lo que pasaste como una mala experiencia y como una enseñanza para no cometer los mismos errores en el futuro. Quédate conmigo y olvidémonos de toda esta locura, por favor—lo abracé entre lágrimas y le di un beso que no respondió.
—Lo siento Salomé, pero no puedo aceptar lo que me ofreces. He llegado muy lejos como para rendirme ahora. Entenderé si deseas que esta sea nuestra despedida. Creo que será lo mejor–me dijo dándome la espalda.
—Muy bien–respiré profundo y contuve las lágrimas. —Entonces adiós Aaron. Espero que algún día logres ser muy feliz y que cumplas todas tus “ambiciones”–le dije y casi que salí corriendo de allí. No pensaba permitirle que me viera llorar, no de nuevo.
¿Sorprendidos? Yo espero que no, porque bien que se los advertí, que esto no era una historia de amor.
°°°°
Por favor, no me odien por escribirles un capítulo tan largo, pero era necesario. Espero tampoco les entren ganas de matarme por darle este giro a la historia. Ustedes me dirán si fue o no acertado. Besos de colores para todos los que pasen por aquí.
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