Con mucha espuma, gracias
Notas: Tanto la historia como los personajes son de mi autoría. No se aceptan adaptaciones sin permiso.
Advertencias: Insinuaciones de romántica homosexual.
Aclaración: Secuela cronólogica de 'Solo un poco de azúcar'.
Con mucha espuma, gracias.
El café estaba delicioso.
Amargo, con crema y aquel toque de vainilla que tanto le gustaba. Tal y como siempre lo ordenaba cada vez que iba... La cálida espuma siempre se encargaba de dejar su rastro en sus labios con cada sorbo; el calor invadía su estómago tan lentamente que le provocaba escalofríos y un pesadamente dulce suspiro escapaba de su garganta, en claro aviso de relajante placer.
Café, el néctar puro de los dioses.
Cuando el local decidió renovar su menú, Caisy debió ser quien más ansiaba la introducción de su gratificante bebida.
Era lo único que realmente le gustaba del nuevo menú, así que... ¿Por qué seguía asistiendo? ¿Por qué no simplemente pasaba por algún otro local con aperitivos que si le gustarían? ¿Por qué aferrarse a ese capricho?
Se preguntaba todo esto día con día, aunque la respuesta siempre le llegaba, con aquel lindo uniforme de mesera y una sonrisa que le hacía fantasear más de lo debido.
Estúpida... Deja de ilusionarme cuando ni nos conocemos.
Sí. Tal vez ya era mucho pedir...Mejor solo se quedaba con su humeante bebida por hoy.
¿Qué más podría hacer? Se estaba comportando como alguna puberta inmadura por creer que con solo frecuentar un lugar tal vez lograría algo.
Se sentía como una niñata de nuevo y eso le fastidiaba como nunca antes.
Bien... Al menos el café está bueno.
Habían trasncurrido apenas unos siete meses desde que aquella cafetería de "dietas verdes" abrió sus puertas. Nunca olvidaría ese día, fue la primera vez en años que ordenó algo saludable y casi asesinó a sus compañeros de proyecto por llegar 3 horas tarde.
A una no le permiten ser buena... Pero en fin, ese no era el asunto ahora, sino uno que se acercaba con su peculiar uniforme de invierno y cargando sobre una pulcra bandeja unos pancitos de melon recién horneados.
Según le habían sugerido, eran muy deliciosos para acompañar con su café, así que no pudo más que aceptar la sugerencia.
Con probar no perdía nada ¿No? Y de igual modo, dudaba haber sido capaz de negarse.
Ese uniforme café era tan bonito...
Gruñó silenciosanente, desvíando la atención a su vaso. En serio su pensar actual resultaba de lo más frustante; tal vez lo mejor sería cambiar de ambiente la próxima vez...
Vamos, ese no era el único café en la ciudad. Tenía millones de opciones mucho más económicas o cercanas que este, incluso con algún menú mucho más atractivo para su singular y poco saludable, apetito.
Preferir un lugar por encima de otro solo por un flechazo pasajero sonaba absurdo ¿No?
Sí. Lo era.
Y por eso, estaba tomando la siguiente decisión.
_Aquí tiene, señorita. ¿Desea algo más? -Habló la joven, a punto de retirarse a atender alguna otra mesa. Su uniforme cálidamente confeccionado combinaba delicadamente con el aire invernal de la cafetería, resaltando entre las telas café y encaje blanco un pequeño porta-nombres.
Amy.
A diferencia de su habitual clienta, no parecía muy tensa con todo lo que implicaba su trabajo; solo un alma ajena con su propio ritmo, vida y camino.
No tenía motivos para preocuparse ante una pregunta tan trivial que quizás repetía de manera constante; probablemente acostumbrada a no recibir respuesta a esto pero... Hoy sería diferente.
Caisy quería romper con este círculo... Las ilusiones no la llevaban a ningún lado y... Francamente echaba de menos al café con mixtos calientes en la esquina de su cuadra.
Aspiró hondo, fingiendo leer algo interesante en la pantalla de su movil, evitando ver el rostro de la contraria al hablar.
_Sí... Me preguntaba si podrían preparar eso para llevar...
No era algo personal, solo un gesto habitual para los desconocidos.
Porque eso eran en el momento de la verdad, un par de desconocidas que compartían el aire unos pocos minutos al día. No había un lazo real, solo un gusto visual que a la larga podría olvidar.
Vamos, era una joven universitaria. Veía un millón de rostros diarios que con suerte recordaría el siguiente mes.
_¿Uh? ¿E-está segura? -titubeó incómodamente la mesera, apenas recibiendo un asentimiento en respuesta.
No había por qué esperar más, los clientes no tienen por qué dar explicaciones... aunque esta si lo hizo.
_Sí, perdona que sea tan repentino pero... -apagó la pantalla del movil, deslizándolo rápidamente hacia su bolsillo. No tenía obligación real para explicar esto, pero sentía dicha necesidad luego de que la pobre se molestara en traerle dichos panecillos- Se me presentó algo importante y debo irme rápido. ¿Puedes hacerlo, por favor?
Juraría haber visto un deje de tristeza en la mesera al asentir, pero tal vez solo lo imaginó.
Argh, deseaba abofetearse.
Esto no es un cuento de hadas, Caisy. Es solo una mesera y tu una clienta habitual. Toma tu café y sigue con tu vida...
Todo pasó lo suficientemente rápido como para que en tan solo diez minutos más terminase de pagar en caja y se retirara sin mayores retrasos.
Todo fue veloz, sin significado y sin retardos, tal y como ansiaba tanto.
Era libre de hacer lo que quisiera después de todo.
Esto... se siente bien.
Sonrió un poco, más que satisfecha consigo mismo y observando detenidamente la bolsa con pancitos que aún cargaba.
Tal vez a las palomas les gusten...
Ya lo comprobaría al volver a su hogar... Si es que no los tiraba en el camino.
La vida no es como en Disney, no está sobre escrito ni existe en base de ilusiones. La vida es un mundo con oportunidades, donde sí desaprovechas, te pierdes de una aventura que contar...
¿Y?
¿'Y' qué?
¿Al fin te animaste a hablarle~? No te hagas, no le has quitado el ojo desde hace un tiempo ¿Uh, uh, uh?
...Hace tres semanas que no regresa al café...
...ouh...
Tal vez no vuelva...
Bueno.
La vida continúa... Solo queda avanzar...
¿Desea algo más para su latte, jovencita?
Sí, con mucha espuma. Gracias.
...E iniciar de cero.
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