Capítulo 6: Encuentros II.
Al llegar a mi apartamento, fui directo a darme una ducha, necesitaba quitarme el cansancio que sentía ante casos como estos. Me coloqué la bata de baño, enrosqué una toalla en mi cabello mojado y salí hacia mi cuarto sintiéndome por fin liberada y relajada. Prendí la secadora de pelo hasta secar mi cabello corto y rebusqué en el clóset una ropa cómoda para descansar un rato antes que llegaran mis amigos. Opté por un vestido de algodón sencillo hasta las rodillas color café y me calcé unas sandalias a juego. Caminé escaleras abajo para prender el equipo de música que estaba en la sala, lo conecté a mi teléfono y de inmediato la voz de Pablo Alborán, inundó la estancia. Me había enamorado de ese músico desde que lo escuché por primera vez. Antes de regresar a Madrid, tuve la oportunidad de ir a uno de sus conciertos en Londres; fue maravilloso. Recosté mi cuerpo al sofá – cama y lentamente, me fui relajando, hasta caer en los brazos de Morfeo.
El sonido del timbre hizo que despertara, supuse que eran mis amigos; y así fue. Luego de muchos besos y abrazos, nos pusimos a cocinar. Diego además de estilista profesional, tenía una mano en la cocina que te morías y por supuesto, le tocaba deleitarnos con algo exquisito.
Después de haber tenido la cena más deliciosa del mundo, nos encaminamos a arreglarnos; nuestro amigo se encargó del atuendo, así como del peinado y el maquillaje.
— ¿Vicky que te parece este vestido? —preguntó mientras sacaba uno plateado corto del clóset.
—No lo sé ¿no es demasiado formal? —dije insegura.
— ¿Y este? —saltó Valeria.
—Mmmm, puede ser, pero negro completo no me gusta, no voy a un entierro —me mofé.
— ¡Ay Dios mío! con este vas a estar divina —balbuceó emocionado Diego.
El vestido que escogió para mí, no me lo había estrenado. Era negro bañado en brillantinas, dejando mi espalda al descubierto, sus mangas cubrían mis brazos, quedando ajustado al cuerpo y lo combiné con unos zapatos de tacón cuadrado; y si a eso le añadíamos los toques mágicos en el pelo y el maquillaje de mi amigo, parecía una diosa. Cuando me miré en el espejo, no podía creer que era yo; ellos también lucían espectaculares. Concluida la sesión de estilismo y fotos, nos dirigimos hacia la discoteca "Luxury", estaba encantada con el lugar desde que me llevaron. Como siempre el ambiente era divertido y agradable.
Una de esas veces que acompañamos a Diego a la barra, según él estaba muy acalorado; según nosotras, moría por los huesitos de Antonio, el que preparaba los tragos, fijé mis ojos en dos hombres que entraban justo en ese momento. Uno de ellos, era alto, rubio, buen físico, llevaba un pantalón de tela a medio tobillo de esos que se usaban color gris, una camisa blanca recogida hasta los puños y abierta en los primeros botones; el otro, de estatura normal, moreno, las luces de la discoteca resaltaba sus hermosos ojos azul cielo, iba de cuadros, muy discreto y elegante, alguien que sin dudas llamó mi atención. Cuando los tuve lo suficientemente cerca, no me lo podía creer.
–– ¡Madre del amor hermoso! ¿Ese no es el pibonazo, de la otra noche? ––se dirigió Diego a mi haciendo aspavientos con las manos. Yo asentí en el instante que se movían en nuestra dirección. Esto no puede ser casualidad, me repetía una y mil veces.
Fabián
Esa misma tarde al salir de Sandoval´s Car, le envié un whatsapp a Carlos para ir al trabajo de su hermano. Le había escuchado decir a Ramos que vendría, era la oportunidad perfecta para tenerla entre mis brazos nuevamente y revivir aquel maravilloso baile. Necesitaba hablar con ella, decirle que no me la podía sacar de la cabeza. Al llegar, recorrí con la vista todo el lugar en su búsqueda, miré por encima de la gente hasta dar con ella. Estaba cerca de la barra, justo donde la encontré aquella noche. El escote en su espalda, provocaba en mí demasiadas sensaciones. Victoria era simplemente perfecta para mí, unas piernas torneadas, cintura bien pronunciada y su cabello corto me volvía loco. Giró sobre sus pies hasta que nuestras miradas chocaron. Llevaba poco maquillaje, aunque el delineado en sus párpados, resaltaba ese par de esmeraldas bajo sus pestañas y qué decir de sus labios, esos a los que deseaba besar.
— ¿Aquella no es Ramos? —preguntó Carlos de repente devolviéndome a la realidad.
—Al parecer sí —respondí.
— ¡Está guapísima! vamos que con razón andas babeando por ella —exclamó mientras la observaba.
— ¿Puedes dejar de mirarla ya? —le dije mientras le propinaba un fuerte golpe en el hombro; pero ¿qué me pasaba? ¿Por qué le hice eso a mi amigo? ¿¡En serio estaba celoso!?
— ¡Epa! tranquilo, yo no quiero nada con ella, de hecho me encanta la amiga, pero es que no puedes negar que es todo un bombón, ¿Estás colado por ella? —replicó.
— ¡Pero qué chorradas estás diciendo! por supuesto que no —casi grité.
—Eso no es lo que dice tu actitud, pero si tú lo dices, quien soy yo para contrariarte —se mofó al tiempo que me echaba una de sus miradas acusadoras.
—Venga, vamos a saludar que ya se percató de nuestra presencia —indiqué.
La seguí con la vista hasta que se acomodaron en su mesa y nos dirigimos hacia allá.
—Buenas Noches Licenciada Ramos ¡que coincidencia tú por aquí! —le di dos besos en la mejilla a ella y a su amiga. El otro que andaba con ellas se quedó en la barra hablando muy animado con Antonio, el hermano de Carlos.
— ¡Chicos! qué bueno verlos y por favor, nada de Licenciada Ramos que estamos en una discoteca ¿ok? solo Victoria —exclamó sorprendida al vernos––. Ella es mi amiga Valeria ––se dirigió a ella y nos presentó––: Ellos son Carlos y Fabián, mis nuevos colegas de trabajo ––Carlos fue el primero en lazarse a saludar; él no desaprovechaba las oportunidades.
––Un placer conoceros ––reparó Valeria en Carlos que no paraba de admirarla.
De repente apareció ante nosotros, un tipo bien parecido, aunque un poco alocado con aquellos pelos de color azul que identifiqué como el otro amigo.
—Ya veo que estáis liando ¿no pudieron esperar por mí? —interrumpió mirándonos profundamente a Carlos y a mí.
— ¡Diego! —protestó Victoria para hacerle callar—. Ellos son mis compañeros de trabajo. La cara de Diego era todo un poema y la mirada asesina que le echaba a Victoria, miedito me daba.
—Soy Fabián —me presenté.
—Yo Carlos.
—El placer es todo mío, soy Diego, hermano de Vicky, pero a ti ya te conocíamos, ¿no es así Victoria? ––Ramos lo fulminó con la mirada y yo solo sonreía ante sus constantes gestos.
— ¿Cómo está eso Fabián? —intervino Carlos.
—Pero bueno, ¿esto qué es? No estamos en un juzgado, ¿qué tal si nos sentamos y nos dejamos de rollitos? ––protestó Victoria ubicándose en uno de los asientos. Nosotros aceptamos la invitación y los acompañamos.
––No sabía que tenías hermano Victoria ––comentó Carlos refiriéndose a Diego.
––Somos sus hermanos, aunque la sangre no nos haga parientes ––se adelantó Valeria a responder, sorprendiendo a un Carlos que la miraba hipnotizado.
—Vicky ¿no nos habías contado lo guapos que son tus compañeros? —soltó de repente Diego para aligerar el ambiente.
—Eh.... pues no lo había notado —respondió con cierta ironía. Sin dudas la pregunta la pilló por sorpresa.
— ¡Joder Victoria! Necesitas una visita al oculista urgente ¡Dios mío!, cuanta barbaridad junta —resopló Diego acalorado. No podíamos contener la risa y más por la cara de pocos amigos de Ramos; sin dudas la noche prometía.
Mientras admiraba la naturalidad de Victoria, no podía sacar de mi mente cuán diferente era ella de las demás, pero mi corazón estaba clausurado, no me podía permitir sufrir por amor, no otra vez. De repente las personas en la pista dejaron de moverse a un ritmo alocado y cada quien tomaba a sus parejas para bailar una pieza romántica, Carlos invitó a Valeria y yo no lo pensé dos veces; algo me gritaba que lo hiciera.
—Victoria ¿me permites este baile? —dije extendiendo mi mano, sin importarme las miradas de nuestros amigos. Dudó por unos segundos, justo como aquella vez, hasta que respondió:
— ¿Por qué no? ––una sonrisa se instauró en su bello rostro.
La tomé de la cintura y sostuve su mano. Lentamente nos fuimos moviendo al compás de la música. Nuestros cuerpos se acoplaron a la perfección, en ese momento no existía nadie más alrededor. Sus ojos se encontraron con los míos; podía perderme en ellos por el resto de la vida. Sé que evitaba mirarme, pero la atracción de los dos en ese instante era indescriptible. Quería retener su aroma, su esencia, su rostro para siempre. Cada vez que escuchaba esa canción, deseaba tener alguien con quien compartirla, a quién dedicársela. Sin quererlo ni pensarlo, ella llegó a mi vida en el momento perfecto, como dice la canción de Ed Sheeran "Perfect":
"When I saw you in that dress, looking so beautiful”
"I don't deserve this, darling, you look perfect tonight"
Inconscientemente pronuncié esas palabras en su oído, causándole mil sensaciones.
—Tengo que confesar algo.
— ¿Qué? —murmuró dulcemente.
— ¡Estás preciosa esta noche! —noté como sus mejillas se sonrojaban.
—Gracias, tú tampoco estás mal.
—Me estás volviendo loco Victoria ¿acaso no lo notas? —confesé al tiempo que apoyaba mi frente en la suya — ¿Por qué huir de lo que estamos sintiendo? Yo no logro sacarte de mi cabeza desde aquella noche, pensé que nunca más iba a volver a verte y cuando apareciste en el Bufete, no lo podía creer, como si la vida nos hubiese dado una segunda oportunidad. Por eso estoy hoy aquí, porque quería que lo supieras. La canción terminó justo en ese instante y ella se alejó de mí. Por unos segundos estuvo a punto de decirme algo, lo sentí en sus ojos y en su cuerpo, pero algo más fuerte la detenía. Sabía que después de esa confesión, las cosas cambiarían; pasé años prohibiéndole a mi corazón que no se enamorara y ahora que decidí abrirme, me dejaba así. Nunca una mujer me había abandonado así ante una declaración como esa, pero sin dudas Victoria era especial y no me iba a rendir tan fácil.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top