Capítulo 13: ¿Quieres ser mi novia?
Dos semanas fue el tiempo que precisó el Doctor Cruz, la persona que se encargó de extraerme la bala. Estaba un poco mejor, pero la herida aún no cicatrizaba del todo, debía continuar con la recuperación en casa, nada de hacer fuerza e irme incorporando poco a poco a las tareas diarias. Las indicaciones de mi médico fueron muy precisas, era normal sentir depresión, rabia o tener pesadillas por lo ocurrido, en caso de que estos síntomas aparecieran, debía consultar a un especialista. Hasta el momento estaba bien, pero debía confesar que cuando recordaba lo sucedido, me sentía impotente, enojada, pero sobre todo con más ansias de venganzas que antes. Fabián ha estado para mí en cada instante, conociendo estos estados de ánimos ha sabido calmarme, como si tuviera experiencia tratando con personas así. Al principio me sentía rara cada vez que me ayudaba a cambiarme de ropa o hacer algo que no podía por la herida, pero después me acostumbraba. Él estaba atento a cada cosa que tenía o quería, incluso cumplía algún que otro antojo con los chuches y dulces que me enviaba Rosita. Por una vez en la vida me sentía protegida, amada y cuidada por un hombre que no fuera mi padre, su forma de besarme y verme era una de las mejores cosas del mundo. Me llenó el cuarto de flores, veíamos películas acurrucados en la camilla, no lográbamos separarnos y eso en cierta forma me hacía sentir mal. Le ocultaba un pasado importante y doloroso para mí, mientras él abría su corazón para contarme cosas personales, yo como una cobarde le mentía sabiendo que era una de las cosas que no perdonaba.
Por otra parte, mis amigos también me acompañaron todos esos días, logrando aminorar un poco el trauma que de cierta forma me provocó el disparo. Cada que revivía en mi mente la forma en la que fui atacada en mi propia casa, una opresión en el pecho se hacía presente provocando una ira que yacía guardada en lo más profundo de mi ser. Solo pensaba en recuperarme para hacer que ese desgraciado pagara; ahora Barroso se incorporaba a mi lista. Carlos y Martha me visitaban cuando el trabajo se los permitía y por ende Romero; alguna que otra vez recibí flores de su parte. Disimulaba lo más que podía en frente de Fabián para no tirarlas a la basura, algo en lo que Val me auxilió mucho haciéndome señas para que me relajara. Esa misma mañana en la que fui dada de alta, Carlos fue a llevarle unos papeles a Fabián para que los firmara, yo quería tener a Nico conmigo en el apartamento y fue cuando la idea de pedírselo a él surgió.
—Carlos, ¿si recuerdas que me dijiste el otro día que lo que necesitara no dudara en pedírtelo, verdad? —asintió—. Pues voy a tomarte la palabra, pero creo que no te va a gustar -puse cara de lastima.
— ¿Qué sería eso Licenciada Ramos? —preguntó curioso.
—Bueno, quiero que recojas a mi nueva mascota de una Clínica Veterinaria que está en el Centro —pestañeé varias veces en forma de súplica antes que respondiera.
— ¿De qué mascota estamos hablando?
—Un perro.
— ¿¡No podía ser otra cosa, una cotorra, algo que no tuviera pelos?! —hizo una mueca de rechazo.
—Es que no te he dicho la mejor parte -me miró atento—. La dueña de la clínica es guapa, quien sabe si por el esfuerzo sales recompensado —sonrío con picardía; pobre, si supiera que me refería a Valeria, ni loco iría. Esos dos no podían ni verse.
—Solo porque eres mi amiga y mi compañera de trabajo, lo haré. Claro que no estaría de más conocer a esa mujer ¿cierto? —me guiñó un ojo. Fabián se acercó a nosotros en ese instante mirándonos asombrados.
— ¿Qué te pidió esta señorita de aquí para que tengas esa sonrisa boba en el rostro? —se dirigió a su amigo.
—Ya sabes que logra lo que se propone —desvió su mirada hacia mi mientras yo me hacía la desentendida.
Le pasé la dirección del lugar a Carlos, junto a una copia con la llave de mi depa. Se despidió de nosotros para cumplir su misión; aún debíamos recoger mis cosas antes de irnos a la casa. Fabián manejaba su auto con tranquilidad, algo que me resultó bastante extraño, por lo general conducía un poco más rápido, pero supuse que era por mí. Tomados de la mano, entramos al edificio y al no ver a Pedro, el portero, el corazón se me encogió; él siempre fue amable conmigo. Entramos al elevador marcando el número de mi piso, cuando Fabián aprovechó para besarme como él solo sabía. El beso se prolongó un poco más de lo esperado, pero separándose de mí con cuidado, me susurró al oído que ya tendríamos tiempo de hacer todo lo que quisiera. Abrí la puerta sorprendida de no encontrar a Carlos ahí. Justo antes de sentarme en el sofá-cama, algo pequeño y peludo se abalanzó encima de mí.
— ¡Sorpresa! —gritaron emocionados mis amigos, Martha y Carlos que salían de la cocina sosteniendo un gran cártel que decía "Bienvenida"; eso no lo esperaba. Todos me abrazaron felices por mi regreso.
— ¿Pero a ti que te ha pasado? —me dirigí a Carlos que me regaló una calurosa bienvenida.
—Mejor no preguntes —murmuró en mi oído mientras observaba sus fachas. Por mi mente pasaban varias ideas de lo que le pudo haber pasado y eso solo tenía un nombre, Valeria.
Con mucho cariño y esmero, me prepararon cuantos canapés, dulces y de más quisieron, para un perfecto recibimiento rodeada de las personas importantes de mi vida. Nico adoraba su nuevo hogar junto a la camita que días atrás tenía comprada para su llegada. Corría como un loco por todo el apartamento disfrutando del calor de una casa y una familia. En uno de esos momentos que Diego y Valeria me acompañaron en el asiento dejando a los chicos, Izan, Carlos y Fabián conversando en la terraza, no pude evitar preguntarle a Valeria que se traía con nuestro colega.
— ¿Se puede saber qué le hiciste a Carlos para que tenga esas pintas? —dirigí la mirada hacia ella.
—Yo también pudiera decir, ¿en qué diablos estabas pensando tú al enviarlo a la clínica? Definitivamente la bala dañó tu cerebro —replicó poniéndose a la defensiva. Si algo la caracterizaba, era precisamente eso.
—Vamos a ver, yo no podía ir, Fabián menos y Carlos se ofreció, ¿cuál es el problema en eso?
—Tú lo que tienes querida, es que te mueres por esos huesitos. Ustedes dos tienen una suerte para tales espécimen —añadió Diego gesticulando con las manos y logrando cabrear más a Val.
—Pijo de mierda, ¿Cómo se te ocurre pensar que YO me voy a fijar en un man como él? Tendría que estar desequilibrada —gruñó—. Ese guapito lo tuve que poner en su lugar por andar de tiquismiquis. Es que no me lo puedo creer, se atrevió a ofender a mis animalitos. Dios casi muero de un insulto —sus dramas lograban sacarme de mis casillas.
—Pero bien que te saliste con la tuya, arruinaste su traje y ahora por tus arrebatos me toca comprarle uno nuevo.
—Bien merecido que se lo tenía —sonreía pícaramente.
— ¿Pasó algo más que no nos has dicho Valeria Rivera? —insistí ante las continuas miraditas que se traían.
— ¿¡Qué más pudo pasar?! No se dan cuenta que no lo soporto.
— ¿Es eso o será que ya probaste de su sazón? —continuó Diego metiendo el dedo en la llaga. Ambos la conocíamos muy bien y sabíamos que algo ocultaba.
— ¡Dios me libre!
—No juegues con fuego Valeria que te puedes quemar —dimos por zanjado el tema, por ahora.
El ambiente continuó agradable, contamos historias, incluso hablamos de cómo me sentía después del horrible incidente y cómo tuve que mentirle a mis padres para que no se preocuparan. Eso era algo que me ponía triste, les dije que tuve una crisis de gastritis de las que me daban bajo estrés y se quedaron más tranquilos. Bien temprano en la mañana les hablé para decirles que había sido dada de alta.
En una oportunidad que tuve a solas con Carlos, aproveché para saber un poco más lo que sucedió entre Val y él en la clínica, mi instinto me decía que algo escondían.
—Yo te juro Victoria Ramos que esta me la pagas, ¿Cómo se te ocurre enviarme a ese lugar tan horrendo? peor ¿Por qué no me dijiste que ese mujerón que describiste era la loca de Valeria? —estaba fuera de sí moviéndose de un lado para otro, mientras Nico no paraba de morderle el pantalón.
—Carlos, no es para tanto.
— ¡Que no es para tanto! Mira mis fachas, mi traje y mis zapatos Armani arruinados ¡Por dios! parezco un andrajoso.
—Que tiquismiquis eres, no pensé que fueras a reaccionar así por ir a recoger a mi perro —levanté mis manos en señal de paz.
—Eso mismo creía yo, pero la descerebrada de tu amiga al ver cómo me estaba poniendo con sus "animalitos", se le ocurrió la brillante idea de colocarme de ayudante.
«Oye guapo aquí vinimos a currar, así que mueve tu lindo trasero y ponte manos a la obra »Aún recuerdo con la desfachatez que me lo dijo la muy pija.
Yo conocía muy bien a Valeria, sabía de lo que era capaz.
—Lo siento no puedo evitar reírme, es que mírate, algo muy malo debes haber dicho o hecho para que ella te haya contestado así.
— ¿Vas a continuar riendo? Yo me voy a cobrar esta y tú —me señaló muy serio—, me debes un traje nuevo.
—Vale, si eso te hace feliz, lo compro. Gracias por ayudarme en esto —le decía mientras tomaba asiento.
—Tranquila, no me tienes que agradecer —se sentó justo a mi lado.
— ¿Cómo se te ocurre sentarte ahí? vas a llenar de pelo mi sofá —hice los mismos gestos de él.
—Búrlate todo lo que quieras, pero en la vida me vuelves a pedir un favor de ese tipo.
Carlos era un buen amigo, excelente abogado y sin dudas un rompe corazones, todas babeaban por él, aunque también reconocía que Fabián y él eran los pibonazos del bufete. Me comentó un día que siempre iba al Luxury porque su hermano trabajaba allí, pero había algo que él no sabía. Diego creía que era gay, mi amigo tenía ojo de halcón para eso, solo que ni loca le decía yo eso a él. Carlos tenía pensamientos homófobos, esos de los que ya no se ven en pleno siglo veintiuno y a estas alturas un hombre pensando así, ya es lo peor que puede pasar y si por alguna casualidad sospechaba de su hermano Antonio, no lo perdonaría. A mí me encantaría que entre Val y él hubiera algo, pero conociendo a mi amiga, eso era imposible, yo tampoco soportaba a los hombres así.
Pasada una hora, mis amigos decidieron irse dejándonos solos en la tranquilidad de la casa.
—Ahora solo quedamos tú y yo —comenté rodeando mis brazos en su cuello.
—Al fin puedo estar a solas con esta hermosa mujer, de pelo corto y ojos chispeantes que me lleva por la calle de la perdición.
—Mmmm, ¿qué tiene planeado el guapo Licenciado? —contesté mientras posaba mis labios en los de él. Unos ladridos hicieron que nos separáramos. Nico adoptó una posición defensora, posicionándose entre Fabián y yo.
—Parece que alguien no quiere que te acerques mucho —murmuré cerca de su boca. Fabián le acarició la cabecita a Nico quedándose tranquilo.
Justo cuando me besaba, el sonido de su teléfono nos interrumpió.
—Bueno —contestó. — ¿Quién habla? ¿Por qué dice eso? —alzó la voz como molesto — ¿Quién es usted?
—Fabián cálmate, ¿Qué sucedió? —intervine tratando de calmarlo.
—No sé, la voz sonaba distorsionada, solo logré escuchar algo sobre ti —mi cara era un poema, ¿quién llamaría a Fabián para hablarle de mi?
— ¿Cómo?
—Me dijo que Victoria Ramos, o sea tú, no eres quien dices ser, no entiendo qué quiso decir con eso, ¿hay algo que deba saber Victoria? —me taladró con la mirada en busca de alguna reacción.
—Por supuesto que no, alguien te gastó una broma, pero sin dudas una no muy agradable —una vez más mentí como una bellaca, sentía que las cosas comenzaban a salirse de control y yo solo necesitaba un poco de tiempo para descubrir la verdad y poder mostrársela, antes no.
—Espero que sea eso, odio las mentiras Victoria, no sería capaz de perdonar una y tampoco soportaría que fueras tú quien las dijera —sus palabras dejaban un gran vacío en mi interior, ahora más que nunca debía agilizar mis planes antes de que ocurriera algo peor.
—No tienes de qué preocuparte, yo no haría nada que nos perjudicara. Vamos a olvidar este pequeño incidente, ¿dónde nos habíamos quedado? —atrapé sus labios besándolo como llevaba días por hacer. Fabián me cargó con delicadeza sin separar sus labios de los míos, para posarme en el sofá-cama.
—Entre las indicaciones del doctor, no había una que prohibiera hacer el amor ¿cierto? —comentó mientras sus manos se colaban dentro de mi camisa.
Con mucho cuidado de no lastimarme, besó con mimo cada parte de mi cuerpo logrando estremecerme con el contacto. Me hizo el amor con sutileza, aunque algunas veces le exigía más y más sin poder controlar a la fiera que habitaba en mí. En ese instante olvidé todo lo malo que me pasó en la última semana, entregándome a él como pocas veces hacía y sabía que él también lo sentía. Cuando me miraba a los ojos, lograba traspasar esa barrera que yo misma construí para no dejar entrar el amor. Podía quedarme ahí bajo el calor de su piel para siempre, me estaba enamorando de Fabián Duarte hasta los cimientos y contra eso ya nada podía hacer.
No supe en qué momento nos quedamos dormidos, cuando abrí mis ojos lo primero que vi fue aquel cabello enmarañado cayendo en cascada sobre su bello rostro y su fornido cuerpo sobre mi sofá, como si perteneciera ahí.
—Si continuas viéndome así, no respondo de mi —comentó de repente tomándome por sorpresa.
—Gracias por estar aquí, no sabes lo feliz que me hace —confesé con ganas de decirle todo lo que mi cabeza me gritaba, pero quería esperar.
—Ya no me puedo separar de ti, no sé que me hiciste, pero si no estás a mi lado me vuelvo loco. Es por eso que quiero que vengas mañana conmigo a un lugar que vas a adorar —asentí sonriendo como una boba. Me costaba decirle que yo también me sentía así, pero el miedo a ser lastimada a veces me podía.
—Tenemos un pequeño problema —señalé a Nico que entraba a la sala en ese instante.
—Nos lo llevamos con nosotros, allá tiene un gran patio para jugar —su respuesta ameritaba un beso.
—Gracias, gracias, nos vamos a portar bien, ¿no es así partner? —meneó su colita como si entendiera cada palabra. Me lancé encima de él como una niña repartiendo besos en todo su rostro.
—Cuidado con tu herida, no quiero ganarme un regaño del médico.
La noche fue mejor de lo que imaginé, Diego y Valeria tenían razón sobre abrir mi corazón y disfrutar. Como Fabián me trataba, jamás nadie lo había hecho. Conocí un lado de él que pocas veces mostraba y el desasosiego de engañarlo se apoderaba de mí, no quería ocultarle cosas, pero por encima de todo estaba lo que comenzó a surgir entre ambos e involucrarlo en esta venganza no era mi objetivo. Subimos hasta mi habitación para hacerle un cambio a mi vendaje y ambos quedamos sorprendidos por la rapidez con la que mi piel cicatrizaba. Tomé los medicamentos indicados por el médico y me encontraba bastante bien. El dolor era casi imperceptible con un hombre como Fabián a mi lado. Tenerlo por toda la casa sin camisa era uno de los mejores pecados de la vida. En mi mente se cruzó la imagen de su cuerpo desnudo atado a mi cama y no pude evitar sonreír maliciosamente. Él me miró aterrado cuando le dije mi fantasía, no quería que me lastimara, por lo que después de muchas protestas por su parte, me hizo el amor nuevamente posponiendo para otra ocasión lo que deseaba. La hermosa canción de Malú, "Ahora tu", sonaba a viva voz por el reproductor de música. Sin dudas hablaba muy bien de lo que sentía en ese instante, como un beso de él era capaz de elevarme al cielo, como esto tan bonito que estaba viviendo me cambió la forma de pensar y de ver las cosas hasta el punto de hacerme olvidar los motivos que me trajeron aquí.
Ahora tú, llegaste a mí amor
Y sin más cuento, apuntas directo en medio del alma.
Ahora tú, llegaste a mi amor, sin previo aviso
Sin un permiso, como si nada.
Los primeros rayos de sol se colaron por mi ventana, todo lo vivido anteriormente no parecía real. Sonreía como una adolescente al mirar como el otro lado de la cama, era ocupado por aquel hombre. Se veía tan sexy, tan varonil y apenas podía creer que algo como él me pudo suceder. Embelesada en todo él, no escuché mi celular sonar, me levanté despacio sin hacer el menor de los ruidos y me coloqué el camisón de satín rojo. Al mirar en la pantalla el número de mi padre, no podía estar más feliz.
— ¿Cómo está el hombre más hermoso de mi vida? —lo saludé saliendo al balcón del cuarto.
—Todo bien mi niña hermosa, te llamábamos para saber cómo seguiste.
—Estoy mucho mejor papá —dije mirando a Fabián desde el cristal—, ¿Cómo está mamá? —pregunté extrañada de no escuchar su dulce voz.
—Está a mi lado, espera voy a poner el altavoz para que pueda hablar también. Conversa con ella que a ti te escucha, ha estado demasiado alterada con eso de tu gastritis y porque no nos dejaste volar hacia allá —odiaba mentirles, pero no podía permitir que viajaran hasta aquí.
—Hola cielo —ahí estaba la mujer de mi vida que se unió a la video llamada.
— ¡Mom!, ¿cómo estás? ¿Has vuelto a tener una de tus crisis? —la atosigaba a preguntas, pero es que me preocupaba por ella. Desde lo sucedido con Romero, tenía sus recaídas a pesar de ser tratada por uno de los mejores psicólogos de Londres, siempre andaba pendiente de eso y más ahora con lo que me dijo papá.
— ¡Ya estamos otra vez! Estoy bien, ¿¡pueden parar con el interrogatorio?! —su vena española se le salía de vez en cuando.
—Vale Señora Marshall, pero ya me siento mucho mejor, así que basta de preocuparte —mis palabras la calmaban un poco.
Así estuvimos charlando durante un buen rato contagiándome de su buen humor, siempre estaban peleando, pero sabía que a pesar de eso su amor era inmenso. También me sometieron a un tercer grado en cuanto a relaciones amorosas, pero por ahora les oculté lo que teníamos Fabián y yo, en realidad las cosas se dieron solas y no sabíamos hasta donde pudieran llegar. Aproveché un instante que mi madre fue a la cocina por sus medicamentos, para preguntarle a mi padre por Sandoval. Según él, se vieron un par de veces en España cuando su empresa de autos abrió sus puertas.
— ¿Por qué la pregunta cielo? —cuestionó.
—Por nada en particular, es solo que hace poco lo conocí y por una foto en su oficina me imaginé que podía ser viejos conocidos —contesté sin darle muchos detalles, aunque conociéndolo no descansaría hasta saber a qué se debía la pregunta.
Una vez terminada la conversación, preparé un desayuno delicioso con frutas, requesón, tostadas, jugo fresco de manzana y pancake que coloqué en una bandeja de plata junto con cubiertos y vasos. Regresé a mi cuarto ubicando el recipiente en la acogedora mesita del balcón para despertarlo. Me posicioné a su lado y con mis manos le acaricié el pelo hasta que vi como una sonrisa se colocaba en sus ardientes labios, los cuales besé sin ningún reparo. El beso se fue profundizando y de un instante a otro, estaba debajo de él. Metió una mano por mi camisón lográndome estremecer toda y con la otra acariciaba mi monte de Venus. La pasión aumentaba por minuto cuando sus dedos rozaban el botón de mi deseo, me arqueé un poco más para facilitarle la entrada. Se deshizo de sus calzones y cuando iba a estirarse hacia su pantalón por un condón, lo detuve, quería sentirlo dentro de mí, no me preocupaba quedar embarazada porque tomaba la píldora. Mis piernas tomaron vida propia al abrirse cada vez más para él y su voluptuoso pene se encajó con facilidad en mi interior. Sus embestidas incrementaban cada vez más y en un fuerte empollón, explotamos de placer. Permanecimos un momento abrazados para controlar nuestra respiración y unos ladridos nos devolvieron a la realidad. Nico posó sus patas en el borde de la cama y enseguida fui a acariciarlo.
—Venga dormilón, vamos a desayunar —me dirigí a Fabián que me besaba la espalda.
—Me encantas —logró decir.
Después de aquel desayuno maravilloso, me ayudó a bañarme limpiando con sutileza el área de la lesión. Cuando me veía el estómago, recordaba todo lo de aquel día, pero se esfumaba de inmediato con un beso de Fabián. En una pequeña maleta, llevé lo necesario para pasar el fin de semana a donde fuera que me llevara mi compañero. Tomé las cosas de Nico y las mías llevándolas al auto de Fabián. En el trayecto, me contó del lugar hacia donde nos dirigíamos logrando avivar mis nervios. Íbamos hacia su casa en Aranjuez, un lugar maravilloso del que muchas veces escuché hablar y al cual moría por visitar. Allí nos esperaría su madre y su tía con deliciosos platos de la región. Además me explicó la penosa enfermedad por la que atravesaba su madre, algo que sin dudas lo afectaba. Era una herencia familiar, por lo tanto la idea de pensar en que él lo pudiera heredar, me dolía, pero sus palabras alentadoras, alejaban cualquier pensamiento negativo. Un hermoso camino embellecido por frondosos arbustos, me indicaron que habíamos llegado. Nico se portó muy bien en todo el viaje, lo primero que hizo cuando bajó, fue olfatear el lugar buscando un espacio para orinar. Una vez dentro de la casa, fuimos recibidos por las dos mujeres de la casa con un caluroso abrazo. De inmediato, Martina la madre de Fabián, me estrechó entre sus brazos felices de que su hijo me llevara; al parecer él le platicó sobre mí. Exhausta del viaje, decidí reposar un poco en la recámara de Fabián, él se encargaría de acomodar a Nico mientras yo descansaba. Una exquisita aroma se desplegaba por toda la casa siendo esta la causante de mi despertar. Me desperecé con la intención de descubrir la fuente de dicho olor. El rastro me dirigió directo a la cocina, donde la madre de Fabián cocinaba muy animada algo de lo que definitivamente me encantaría probar.
—Mmmm, que bien huele por aquí. Disculpa que la interrumpa, pero no pude evitar asomar mis narices —comenté acercándome a ella.
— ¿Quién eres? ¿Cómo entraste a mi casa? Fabi... —gritaba fuera de sí. Ya Fabián me platicó lo complicado que pudiera llegar a ser tratar con alguien que esté en fase uno de esa enfermedad. Por lo que lo mejor en ese caso sería no perturbarla.
—Martina, tranquila, soy Victoria, vine con Fabi. Él me trajo, ¿recuerda? —traté de calmarla buscando sus ojos muy parecido a los de él.
— ¿Dónde está mi hijo? Él no me dijo nada de traer aquí a alguien. Fabián... —como si algo muy grave hubiera pasado, Fabián entró corriendo seguido de su tía con las pulsaciones a millón.
—Mamita, ¿Qué pasó? ¿Por qué está así? —se dirigió a mí.
—No lo sé, de repente entré a la cocina para elogiarla y comenzó a gritar —expliqué un poco asustada por la reacción de ella.
—Sácala de aquí, es una ladrona. Fabi, ha venido a robar y tu padre no está aquí para protegernos. Tu eres un niño mi amor, no puedes hacer nada.
—Mamá, cálmate, Victoria vino conmigo en la mañana. Ella no es ninguna ladrona, ella es la persona de la que te hablé —los chillidos cesaron por un momento. Martina estaba un poco más controlada. Admiraba a Fabián por la forma en la que la trataba.
— ¿Es ella? ¿¡La que varias veces te ha hecho frente?! —él asintió. Aunque la situación fuera la más difícil del mundo, saber que él le habló de mí a su madre, me gustaba—. Al fin te decidiste mi niño, ¿ya le dijiste lo que sientes por ella? —continuó preguntando, pero esta vez su tono de voz era sereno.
—Si mamá, ella es Victoria —me señaló mientras le regalaba una sonrisa. De repente como mismo se puso mal, me abrió los brazos para abrazarme.
— ¡Oh Victoria! Eres hermosa, espero que cuides a mi Fabi porque él es nuestro mayor tesoro.
—Así será Martina, Fabi está en buenas manos.
—Gracias —murmuró Fabián.
Un poco abrumada por las circunstancias, decidí retirarme a buscar a Nico que dormía plácidamente en el amplio portal. Al percibir mi presencia, fue a mi encuentro paseando su lengua por mis manos y pies. Permanecí en silencio tumbada en el piso, acariciando su suave panza para darle espacio a Fabián. Me sentí mal por lo sucedido anteriormente, nunca antes había estado en una situación tan incómoda como esta, peor, poner a Fabián en ese aprieto. Nunca imaginé el nivel de gravedad de la enfermedad hasta ahora que la viví en carne propia. No quería estar en el pellejo de Fabián ahora mismo, pero su actitud fue la que me cautivó. Pasado unos minutos de reponerme, caminé acompañado de Nico por el hermoso jardín de flores que llenaba el lugar de su increíble fragancia; las rosas de distintas variedades estaban muy bien cuidadas. Embelesada por sus divinos colores, no escuché mi nombre a lo lejos.
—Vicky —era Fabián.
— ¿Cómo está? —enseguida me preocupé por Martina.
—La dejé dormida en su recámara. Quería agradecerte por tu paciencia ahí dentro, ahora ella está bien, pero a medida que la enfermedad se agrave, se pondrá peor —en sus ojos podía ver la tristeza que provocaban esas palabras. Sin decir nada más, lo abracé muy fuerte contra mi pecho haciéndole ver que estaba para apoyarlo. Nuestras bocas se encontraron sumergiéndose en un apasionado beso.
—No me tienes que agradecer nada, estoy contigo en esta. Por cierto, ¿cómo está eso de "la que te puso en su lugar"? —cuestioné sacándole una sonora carcajada.
—No se te olvida nada. Además es lo que has hecho desde que te diste cuenta que sería tu compañero de trabajo —me tomó de la cintura.
—Ni me recuerdes eso, en ese momento quería que la tierra me tragara —llevé mis manos a la cara apenada al recordar aquel día.
—Solo espero que ese bailecito se repita, pero en otras condiciones —su mirada lasciva recorrió mi cuerpo sin decoro.
—Cuando quieras —le guiñé un ojo.
—Tengo planes para ambos, pero me temo que queda pospuesto para mañana. Ahora no quiero irme muy lejos de mi mamá —hice un gesto de aprobación. Por supuesto que quería recorrer la enorme finca, pero Martina era la prioridad.
****
Justo como lo pronosticó Fabián, íbamos río adentro para conocer sus alrededores. La noche fluyó tranquila, Martina estaba muchísimo mejor, incluso conversó cantidad conmigo durante el desayuno como si nos conociéramos de toda la vida. Fabi me adelantó que sería un paseo por el río Tajo, nada de mucho esfuerzo para no lastimarme. Opté por una ropa ligera, un short de mezclilla azul, una camisa blanca tres cuarto hilada, unas sandalias a juego y por supuesto no podía faltar el sombrero, mis gafas y mi bolso tejido. Por otra parte, Fabián lucía espectacular con su conjunto de camisa y pantalón blanco de hilo, acompañado de unas sandalias de cuero. Al verlo así no pude evitar soltar un silbido, era todo un pibonazo. Asegurándose que todo estaría bien para las tres horas que estaríamos fuera, le repitió mil veces a la tía, las coordenadas del barco en caso de emergencia. Emocionada por la sorpresa que me tenía preparada, nos dirigimos al muelle que bordeaba la casa. Ante mis ojos apareció un barco de esos que solía ver en internet que se dedicaban al paseo turístico por diferentes lugares importantes, con ventanas de vidrio en cada compartimento. Fabián abrió la puerta dándole paso a una maravilla, era plateado con todas las comodidades en su interior. Había varias divisiones con sus mesas cubiertas de finísimos manteles, las copas, las luces, la decoración; lo mejor de todo era que lo teníamos solo para nosotros dos. En el centro del barco, una hermosa mesa con paños blancos y adornos en dorados, copas, cubiertos a juegos y por supuesto, no podía faltar una cubitera de hielo con champán y un bello arreglo de rosas rojas. Fabián saludó al marinero que dirigía el viaje, mientras yo me acomodaba feliz por tan maravillosa sorpresa. Nos pusimos en marcha cuando Fabi se acercaba a nuestro lugar, la hermosa voz de Adele con uno de sus temas nuevos, "Make you feel my love" inundaba la estancia dándole un toque romántico.
— ¿Qué te parece lo que tenía preparado? —exclamó.
—Esto es una pasada —ambos sonreímos por mi típica expresión.
—Llevaba tiempo planeando esto con alguien especial y aquí estamos. Sé que este día va a ser inolvidable. Destapó la botella de champán llenando nuestras copas de esa agradable bebida y brindamos por eso.
Media hora después, nos detuvimos en un paraje maravilloso, los Jardines del Príncipe. Todo lo que había era inexplicablemente mágico; sin dudas la naturaleza tenía lugares sorprendentes. Una escalera de piedra antigua se abría paso a nuestros pies, permitiendo la entrada a dos estampas y una fuente. De acuerdo a la explicación de Fabián, La Fuente de Apolo o el Estanque de los templetes clásicos y chinescos era el nombre de lo que presenciaba. Dentro del mismo podíamos ver las embarcaciones que usaban los reyes. El señor que nos acompañaba en el viaje, le indicó a Fabián que todo estaba listo, algo que llamó mi atención, ¿A qué se habrá referido? Me cuestioné.
— ¿Me acompañas? —extendió su mano para trasladarnos hacia el segundo templete. La vista era espectacular con hermosas aves que la custodiaban. Agarré su mano un poco nerviosa por la intriga que tenía.
Dentro de aquel espacio, una pequeña mesa con todos los aditamentos encima, esperaba por nosotros. Lo habían decorado de preciosas rosas rojas, como me gustaba. Fabián me ayudó a sentarme mirándome con esos ojos en los que me podía perder por el resto de la vida.
— ¿Te gusta? Has estado callada desde que llegamos —insistió ante mi silencio. La verdad era que estaba sin palabras ante toda esta belleza.
—Estoy que flipo, aún no me creo que hayas preparado todo esto. Sin dudas cuando quieres impresionar a una mujer, sabes muy bien cómo hacerlo —confesé.
—Desde que te conozco, me ha costado mucho hacer eso. Tú eres una mujer maravillosa, decidida, atrevida, entregada, creo que esto es poco para lo que te mereces. Te agradezco por darme la oportunidad de enseñarte de que estoy hecho —eso último me había quitado el aliento. Cuando iba a hablar, un dedo en mis labios me lo impidió—. Sólo escúchame. Mi vida antes de ti, era la típica de muchos hombres, mujeres distintas cada semana, salida de amigos, copas, pero al tropezarme contigo aquel día en el bar, fue una de las mejores cosas que me han sucedido. Bien sabes que desde Laura no he vuelto a amar, era una puerta que tenía cerrada sin posibilidad de ser abierta, pero llegaste tú a cambiar eso y créeme que lo ha cambiado todo. Ahora mismo no me interesa nadie más que no seas tú, es por eso que te he traído hasta aquí —se detuvo unos instantes para sacar de su bolsillo una cajita.
La felicidad que sentía en ese momento, era enigmático. Mis ojos comenzaban a humedecerse por tal declaración. De la pequeña envoltura, sacó una hermosa pulsera de oro con un grabado que no podía distinguir.
—Victoria Ramos, ¿quieres ser mi novia? —preguntó entregándome el regalo. Al tomarlo leí lo que ponía, eran las iniciales de cada uno.
Me levanté de mi asiento sin importarme nada lanzándome a sus brazos, besándolo con tal ahínco que casi nos caemos de la silla.
—Sí, sí, sí, quiero ser tu novia. Te dije que no te ibas a librar de mi tan fácil —esta vez fue él quien me besó.
Con premura, me colocó la pulsera encajando muy bien en la muñeca. Estaba hiperventilando, nunca antes me habían hecho una propuesta de esta magnitud. Destapó un delicioso espumoso de la región para festejar la nueva unión.
—Vamos a brindar por nosotros y porque estemos juntos el tiempo que sea necesario —alzamos las copas sellando con un toque, la bonita promesa.
Después de tal declaración, me sentía una mierda por no hablarle de mí y de quién era realmente, pero tenía miedo de involucrarlo en todo esto y resultara lastimado, definitivamente no quería eso, quería tener la oportunidad de disfrutar cada instante de mi existencia con él, amarlo y que me amara, sentirme segura, protegida a su lado. Diego tenía razón cuando dijo que necesitaba abrirle las puertas de mi corazón al amor y era justo lo que estaba haciendo aunque a base de mentiras y engaños. Fabián era alguien especial, sabía que él me podía ayudar, pero por otra parte admiraba demasiado a Romero y sin pruebas no podía demostrarle todo el mal que ese hombre le hizo a mi familia y a la suya propia. Primero reuniría todas las evidencias que lo incriminan, solo después le contaré, él solo decidirá si creerme o no.
—Vicky, quiero tener una linda relación contigo, no quisiera acabarla por malentendidos.
—Fabi, esto que está pasando es lo más lindo que me ha sucedido en años, créeme cuando te digo que lo voy a intentar con todas mis fuerzas. Eres la casualidad más bonita que llegó a mi vida y si tú no tomabas esta iniciativa, créeme cuando te digo que yo lo iba a hacer —rió ante lo que decía—. Hay ciertas cosas de mi que aún no te he contado y creo que ha llegado el momento —decidida a relatarle aquello que me perturbaba, pero sin entrar en detalles, le di un trago a mi bebida antes de disfrutar de ese delicioso almuerzo que nos esperaba. Él me miraba expectante.
—Hace años mi familia vivió una desgracia... —fuimos interrumpidos por el señor que dirigía el barco.
—Licenciado Duarte, han llamado de su casa, su madre señor, desapareció. No la encuentran en ningún lugar —como si de un tornado se tratara, Fabián se levantó de la mesa y yo lo seguí.
🔥Hola a todos🔥 Aquí les dejo este nuevo capítulo, espero que lo hayan disfrutado.
¿Qué les está pareciendo esta historia hasta ahora?
Espero sus comentarios y si creen que merezco una estrellita, no olviden dejarla.
Con cariño
Tory Lim 💝👍
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