Capítulo 1: El regreso

Estaba sumergida en mis pensamientos, cuando el sonido de los altavoces anunciaba que habíamos llegado a nuestro destino con un impecable aterrizaje. El tiempo que duró el viaje, no paraba de pensar en los motivos que me llevaron a regresar a mi hogar después de tanto tiempo, pero algo si estaba claro en mi cabeza, iba a conseguirlo al precio que fuera necesario. Por ahí siempre dicen que lo que te hace daño te hace más fuerte y eso fue precisamente lo que me sucedió. Al bajar del avión, pude observar a mi alrededor varios carteles que ponían, Bienvenido al Aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas; retornar a mi Madrid después de tantos años ¡Cuanta añoranza!

Después de haber rellenado la documentación pertinente para entrar al país a mi compañera de toda la vida, una GLOCK 17, me encaminé a recoger mi equipaje para dirigirme a la salida. Al levantar mi vista, un par de personas hacían señas con sus manos. Ahí, en medio de esa multitud que se apresuraba en salir, estaban mis amigos de toda la vida, Valeria y Diego, a quienes tuve que dejar en aquel momento tan triste.

— ¡Vicky estamos aquí!

Inmediatamente corrí hacia ellos sin pensar nada más. Tres años habían pasado ya desde la última vez que nos vimos en mi casa. Aunque los sucesos me obligaron a dejarlos por un tiempo, nunca cesó la comunicación; nuestra amistad era más fuerte que todo.

—Hola chicos cuanto tiempo. No saben cómo les he echado de menos —les dije con mi voz a punto de quebrarse en llanto. Nos hundimos en un cálido abrazo, eso era todo lo que necesitaba; en ese instante todas mis barreras fueron cayendo poco a poco.

—Bueno ya, no es momento de poneros triste, vayamos a celebrar que ya estás aquí —chilló Valeria emocionada.

—Así es, dejémonos de sentimentalismos que la vamos a pasar genial durante tu estancia —habló Diego en un tono meloso.

—Chicos, saben por qué he regresado y lo importante que es esto para mí, por nada del mundo puedo perder mi enfoque. Demás está repetirles que de esto no se puede enterar nadie, mis padres creen que estoy aquí solo por el puesto de trabajo —les recordé lo que días antes habíamos hablado mientras salíamos a por un taxi.

— ¡Que si mujer, que pasadita eres! Pero eso no significa que no te puedas divertir con nosotras. Diego se refería a sí mismo como mujer, nada le importaba ya, total se había pasado media vida explicándoles a todos incluyendo a su familia, que su orientación sexual no definía quien era. Y eso lo veía genial.

El tiempo que demoró el viaje hacia el apartamento, pude apreciar mi Madrid querido, ese que tantos años había añorado y las circunstancias hicieron que mis padres huyeran como fugitivos y nos privara el derecho de permanecer en nuestro hogar.

— ¿Estás bien cariño? —preguntó Valeria devolviéndome a la realidad.

—Si Val, son los recuerdos que no salen de mi mente —me referí a ella cariñosamente como siempre le decía desde que éramos unas niñas.

—Tranquila Vicky, todo va a salir bien. Aquí estamos para ti.

— ¡Llegamos! —los chillidos de mi amigo nos alertaron que habíamos llegado al depa.

—Ostias tío ya había olvidado lo chillón que eres a veces —exclamé muerta de risa.

Mis amigos habían rentado un departamento para mí al saber que regresaba. El edificio estaba ubicado en el corazón de Madrid, a cincuenta metros de la emblemática Puerta del Sol. Se habían esmerado en elegir, aquello era una preciosidad. Estaba en un quinto piso con ascensor, una habitación doble y otra matrimonial, salón con sofá cama, cocina independiente y cuarto de baño. Una pequeña terraza donde podía contemplar las fabulosas vistas tanto del Centro de Madrid como de la Sierra madrileña; aquello era una pasada. Tenía todas las comodidades del mundo, como si lo considerara mi hogar. El lugar era acogedor, nada que envidiarle a mi depa en Londres. Las paredes tenían matices claros, entre carmelita y blanco con una combinación perfecta de muebles del mismo color y cojines en tonos más oscuros. La estancia era pequeña pero muy cautivadora, además de unos cuadros y adornos bien colocados. La escalera interior permitía el acceso a los dormitorios y al baño.

—Vicky miarma di algo ¿te ha gustado lo que hemos escogido para ti? que estás ahí con una cara —dijo Diego con las manos en la cintura esperando mi reacción.

—Me ha encantado, esto es una pasada. Si hasta cama matrimonial y todo me han buscado —balbuceé sorprendida.

—Quién sabe si acabas encontrando un chico majo y te lo traes aquí, aunque sea para echar el polvo de una noche. Su cara era todo un poema, que puto era por dios.

Mis carcajadas se podían escuchar en el pasillo. Vaya nochecita me esperaba hoy.

El resto del día fue toda una locura. Mis amigos me querían llevar de juerga y yo no estaba tan emocionada. Solo tenía una cosa en la cabeza; limpiar el prestigio de mis padres y poner en alto el nombre de "Marshall y Asociados". Al final optaron por llevarme a la discoteca que más de moda estaba en la ciudad. Valeria y yo nos decidimos por un conjunto de minifalda con unas cañas altas dejando a la vista una marcada cintura, aunque no tuviéramos grandes pompas, sabíamos que podíamos sacar uno que otro silbido de varios hombres; una blusa que dejaba ver nuestro escote bien pronunciado y una chaqueta de cuero perfecto para el clima que siempre había ahí. Mientras que Diego iba con vaqueros ripeados bien pegados a su piel y un pulóver ancho que dejaba ver sus perfectos pectorales y brazos. Cualquier mujer se volvería loca solo de verlo, lástima que fuera gay. Nos maquillamos de manera sencilla, resaltando mis ojos verdes con un delineado. Al llevar mi pelo corto en un cuadrado perfecto, solo marqué unas pequeñas hondas que iba acorde con mi castaño natural y Val dejó su melena larga suelta, enmarcando su cabellera negra. Cuando acabamos, nos miramos al espejo y estábamos listos para posar en una alfombra roja.

— ¿Listos para arrasar? —dijimos al unísono.

Percibí un letrero a lo lejos con el nombre de "Luxury", todo tenía un aire aglamurado y muy chic. Así que me relajé y disfruté la noche con mis amigos como hace años no hacíamos. Estaba dispuesta a emborracharme y a pasarla bien. Aún me quedaba un día para presentarme al bufete y poner mi plan en marcha uno que nada ni nadie iban a arruinar. Levanté mi copa y anuncié:

—Hoy se bebe, se baila y se goza. Brindo porque nuestra amistad perdure y que mis planes aquí se cumplan.

—Y porque encuentres a un hombre que te haga feliz y que disfrutes de la vida que no todo es venganza —comentó Diego. Él tenía razón, pero yo no entendía de razones. Mi corazón solo estaría a salvo cuando mi misión aquí terminara.

El resto de la noche fue de baile en baile, hacía tiempo no me divertía así con ellos. En Londres no tenía muchos amigos, salía con mis compañeros de trabajo a por unas copas, pero poco más. Aquí en España las personas tenían esa chispa que necesitaba; sin dudas este nunca dejó de ser mi hogar. En uno de esos momentos que fuimos a la barra a refrescarnos la garganta, un pibonazo trigueño de ojos claros, se ubicó al lado mío y pude sentir su mirada cargada de deseo sobre mi cuerpo; ese solo gesto me estaba poniendo cardiaca. Me había pasado la mitad de la fiesta mirándolo y ahora que estaba cerca de mí, no tenía ni puta idea de lo que le iba a decir.

—Hola, ¿tú no eres de por aquí cierto? —preguntó aferrando su vista a mis labios.

—Digamos que nunca había visitado este lugar —contesté volteándome hasta quedar en frente de él. Le di un sorbo a mi mojito y me perdí en la sensualidad que desprendían sus ojos. Así estuvimos por unos segundos hasta que mis amigos decidieron romper el mágico instante. Giré sobre mis talones para regresar a mi mesa, cuando una mano me sostuvo.

— ¿No me vas a decir tu nombre? —insistió.

— ¿Tú no te rindes verdad? —repliqué con coquetería mientras la comisura de sus labios se abrió para formar una hermosa sonrisa.

—Digamos que lucho por lo que quiero. Si no me vas a decir tu nombre, al menos dame la oportunidad de tener un baile contigo —extendió su mano en espera de la mía. Mis amigos pusieron esa cara de pícaros que me decía que aceptara. Le di la copa a Diego en señal de aprobación; no iba a desaprovechar la oportunidad de bailar con él, total seguro nunca más lo volvería a ver.

— ¡Por qué no! —murmuré.

Nos lanzamos a la pista cuando de pronto comenzó a sonar la canción de Shawn Mendes y Camila Cabello "Señorita", adoraba ese tema. Los primeros acordes de esa movida y sensual música sonaron, él me tomó de la cintura y comencé a moverme al compás de la melodía. Nuestros cuerpos encajaban a la perfección, parecíamos hechos el uno para el otro; él se agarraba a mí como si no me quisiera soltar, ni yo tampoco a él. Como dos extraños hicimos nuestra cada letra, cada movimiento; con un extraño toqué el cielo; con un extraño me sentí viva.

Al terminar, todos los ojos estaban puesto sobre nosotros, sin duda le habíamos dado un buen espectáculo. Ruborizada por aquel acto de entrega, me separé despacio de aquel al que ni siquiera el nombre me sabía y con una amplia sonrisa, regresé con mis amigos que aplaudían como unos locos ante lo sucedido.

🔥Hola a todos los que me leen🔥 Se preguntarán ¿por qué volví a pasar a borrador la historia? Bueno es sencillo, estoy haciéndole modificaciones, asi que espero que les guste.
Con cariño
Tory Lim ✌💝

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