Capítulo 1: Secuelas del pasado.
Lo conocí cuando era muy joven todavía, en la secundaria, teníamos un tema en común muy poco inusual, muchos jovencitos en vísperas de los dieciséis años tienden a decir que tienen problemas con sus padres, y yo los tenía. Me había puesto de novio de muy chico con una compañera de mi edad muy hermosa a la que decía amar con locura, los padres de dicha adolescente eran bastante disfuncionales por ello mis padres decidieron cambiarme de escuela, ellos no querían que estuviera con ella, ellos no la querían ni querían que yo estuviese implicado de alguna manera con su familia. Todo aquello me molestaba, ¿Por qué razón podían ellos tener el control total de mi vida? Exageraba, y bastante, a esa temprana edad casi nadie sabe exactamente qué es lo que quiere y por lo tanto tiende a concebir grandes errores. Yo por mi lado no creía que eso fuese un error y vivía peleando contra tierra y marea, con cualquiera que se animara a decirme que esa relación no era para mí. Mis padres tenían algo de razón, la familia de aquella jovencita había estado implicada en varias cosas que no eran de fiar, pero yo me creí enamorado. Tras cambiarme de escuela algo bueno salió de aquello a la fuerza, allí encontré al único que sabía darme la razón y me apañaba, su nombre era Germán, pero todos lo conocían como Nilo, y bajo ese nombre se presentó a mí.
Comenzamos a ser amigos después de que él dejara que me recargara en su hombro cada vez que tenía alguna discusión con mis padres por aquella chica. Decía que los padres son malos y suelen prohibirte cosas que por lo general les desagrada solo a ellos, sus padres, por ejemplo, vivían repudiándolo por su ambigua sexualidad. En esa época no era muy usual eso de la homosexualidad, y al mismo tiempo estaba muy mal visto, mis padres si bien no eran homofóbicos siempre tenían alguna palabra no muy grata para referirse a mi nuevo amigo, de esa forma me di cuenta que estaban al menos unos escalones por debajo de los padres de Nilo. En esos tiempos mi hermana tenía una pequeña banda de música, a la cual me había integrado sin problemas, y eso no fue más que otra discusión con mis padres, en sí con mi padre. Él era el que siempre estaba molesto conmigo por alguna que otra cosa, siempre conmigo, se enojaba y me gritaba sin razón aparente, todo le molestaba, cualquier cosa que yo hiciera, y a decir verdad todos mis pasatiempos se venían envueltos en una sola palabra "decadencia" o al menos eso era lo que él decía. En ningún momento planeaba enaltecer mi situación o mis dones, mucho menos rebajarme, pero sabía lo que me traía en manos, era bueno dibujando, pintando, escribiendo poemas, tocando la guitarra, todo era parte de ese algo que soñaba con ser. No me dignaba a verme a mí mismo en un futuro casado, con millones de hijos y un empleo corriente, no, esa no era mi visión de mí, y mi padre más allá de ver aquellos pequeños dones y alabarlos, nutrirlos, hacerlos crecer, apoyarme en aquella vocación, solo sabía darme sermones del por qué me iba a quedar en las calles si no estudiaba y no era doctor, abogado o alguna de esas cosas, en cambio Nilo... ¡Ay, él sí que me entendía! A pesar de que nuestras aficiones no eran las mismas, ya que él muy a diferencia de mí estudiaba mucho y era bueno en eso, jamás se había llevado ninguna materia y miraba alto cuando decía que iba a estudiar psicología, o que iba a ser licenciado en ciencias sociales, o algo de eso, pero a pesar de todo él le daba un visto bueno a mi cosas, a mi arte, a todo lo que yo quería ser. Se sentaba conmigo a platicar de canciones que había inventado y que componía poco a poco con ayuda de mi hermana, era atento con mis pinturas, miraba mis dibujos y se asombraba de lo bien que sabía captar la figura humana, se enamoraba de cada poesía que escuchaba salir de mi boca y aplaudía cuando le decía que yo mismo lo había escrito, con él a mi lado sabía que no tenía que darme por vencido, me alentaba a que continuara esforzándome para ser cada día mejor, y eso poco a poco comenzó a hacer que confiara más en él.
Las cosas cambiaron un tanto cuando me peleé con mi novia. Estaba destrozado por dentro, habíamos estado dos años juntos y todo parecía ir bien pero ella no quería seguir con un tipo que no podía verla, que no hacía nada por estar con ella, que no enfrentaba a sus padres para cumplir sus sueños y no trabajaba, millones de veces ella me había dicho que iba a dejar la escuela, que iba a trabajar, que quería vivir conmigo, y yo... Yo me quedé dormido todo ese tiempo. Había estado tan al pendiente de mis propios proyectos que olvidé que el empleo de un hombre corriente me daría aquello que yo mas quería, una vida con la mujer que amaba, pero tal parecía no era tanto así, de haber sido amor hubiese terminado con ella en alguna casilla cualquiera, trabajando de algo que me mantuviera como esclavo, llevando pan a mi casa para que mis doscientos hijos coman, pero a la noche podría recostarme a su lado en una misma cama y abrazarla hasta lograr soñar, nada tendría que haberme dado mayor satisfacción que eso, pero como había dicho antes, se ve que mi amor no era tan grande como yo creía.
Ella se había ido, a pesar de todas las cosas en las cuales había reflexionado me dolía el que ya no estuviera conmigo. Me senté a llorar solo en un rincón de mi habitación cuando mi padre me oyó, se adentró en mi alcoba e intentando consolarme me recordó que él siempre me había dicho que ella no era para mí, ese fue el momento exacto en el que detoné. Era tan cierto que él me había dicho lo anterior pero también era cierto que la risa que escondía el falso lamento en sus labios podía olerla. Comenzamos una discusión que se tornó en la misma de siempre, yo no quería estudiar más y esta vez no era ella el problema, mi padre no quería mantener vagabundos en su casa, mi hermana a pesar de su banda estudiaba una carrera pero yo no pensaba hacer eso, esa discusión fue el principio del fin, de haber sabido que estaba por meterme de lleno en la boca del lobo me hubiese disculpado con mi padre y hubiese tomado un libro, pero no.
Mi padre, mi madre, incluso mi hermana, todos parecían abandonarme, todos parecieron haberme dejarme solo. Dentro del descontrol de pensamientos y sentimientos que me abarrotaron aquel día, solo pude pensar en una persona.
Llegué a su casa empapado, esa noche llovió bastante fuerte según recuerdo. Ya a los dieciocho Nilo tenía casa propia, trabajaba y era independientemente responsable, se valía por sí solo en cada mínimo detalle, yo tenía su misma edad y no tenía trabajo, no estudiaba y me habían echado de casa, definitivamente estaba solo y al intemperie. Él me abrazó, y esquivando el asunto de que era gay, y de que por ello quizás era más susceptible al dolor ajeno tras no cargar con esa masculinidad toxica, esquivando muy a lo lejos ese punto, yo lo abracé también, porque a pesar de saber que no se veía bien que dos hombres se abrazaran de ese modo, sí las mujeres podían recostarse en el regazo de una amiga para llorar ¿Por qué yo no? Después de todo no tenía a nadie que limpiara mis lágrimas, a nadie que frotara mi espalda y dijera que todo iba a estar bien, fue entonces, en ese mismo momento que me invitó a que viviera junto a él.
Después de una taza de café y de que mis nervios y llantos se esfumaran se sentó conmigo a una pequeña mesa redonda al lado de la cocina, me miró fijo a los ojos y lo dijo.
– Si quieres puedes quedarte a vivir conmigo –a pesar de ser gay él era muy masculino, aquellos estereotipos que siempre se presentan en los homosexuales que dibujaban los medios no estaban ni ligeramente expuestos en él, gracias a ello de momentos olvidaba que lo era y por eso no me dio tiempo a imaginar siquiera una segunda intención antes de que volviera a hablarme –No pienses mal, solo te lo digo como amigo.
– ¡No, no! Juro que no pensé mal en ningún momento ¿Enserio dejarías que me quede aquí a pesar de no tener nada estable? –eso era lo más importante de la pregunta, no necesitaba a nadie más que me dijera que no soy nadie y que no está para mantener vagos, mas que mi padre ciertamente.
– Claro que sí, quédate, mi trabajo es temporal, hasta que termine mis estudios, después de eso se me va a hacer más fácil el tener que mantenerte –esa palabra no me dejaba muy bien parado, "mantenerte" sonaba muy desubicado, seguramente él lo había notado en mi rostro por que de forma rápida cambio aquello que dijo –Bueno, perdón, mantenerte es una forma de decir, supongo que me lo pagarás el día que seas famoso ¿Verdad? –me sonrió, lo que hizo que yo también pudiera regalarle una sonrisa.
Y así fue que me mudé a su casa. Mi padre estaba sorprendido cuando le dije que me mudaría, no tenía idea de dónde ni con quién pero eso me hacía sentir realmente bien. Era como si le dijera directamente en su cara "No necesito de ti" y así lo entendió también él cuando me veía pasar con todas mis cosas por la puerta de entrada para no volver jamás, o al menos eso era lo que yo esperaba.
En casa de Nilo todo era diferente. A él no le importaba en lo más mínimo que no tuviera trabajo, él estudiaba y trabajaba, yo lo apoyaba en todo lo que pudiera, limpiaba la casa, metía la ropa a lavar, incluso intenté cocinar varias veces pero fue un desastre. Ese día él solo se reía, sin importarle que casi terminara prendiendo fuego a la cocina pidió un delivery y el mal momento se fue. Yo no sabía qué más hacer para demostrarle lo agradecido que estaba con él, todos los días intentaba levantarme temprano y desayunar junto a él antes de que se fuera a estudiar, después le dedicaba todas las horas que tenía a escribir y a pintar, incluso cuando la banda necesitaba un lugar dónde ensayar él nos ofreció su cochera que, en ese momento, todavía estaba sin uso. Era una persona increíble, de vez en cuando trataba de cocinar algo censillo para que no tuviera que cocinar él cuando volvía del trabajo pero la mayoría de las veces lo hacía, llegaba a la casa con una sonrisa un poco cansada y me preguntaba "¿Qué quieres comer?" o "¿Qué compraste para hacer?" mi responsabilidad era comprar todos los víveres que faltaban en la casa y mantener todo en orden, y lo hacía con el mayor de los gustos. Ver esa sonrisa que traía solo para mí, sentir lo exquisito de sus comidas que cocinaba para mí, para darme el gusto, todo lo que hacía por mí hacía que día tras día aquello que empezó como una amistad, aquel cariño que le tenía, fuera transformándose poco a poco en algo más.
Nunca en la vida hubiese respondido al término "Homosexual" nunca siquiera me hubiese sentido molesto si alguien me llamaba marica, pues sabía bien que no lo era, nunca hubiese imaginado en ningún momento que mi novia iba a ser un hombre, más bien nunca hubiese pensado ni remotamente que yo sería la novia, pero ese hombre me tenía tan empedernido que ya no sabía distinguir estos sentimientos que me traía.
Comprendí entonces que eso que había sentido antes no se asemejaba para nada a lo que sentía en ese momento, la sensación de sacarle una sonrisa todos los días. La emoción de saber que se acercaba la hora en la que él cruzaría la puerta, la manera que tenía de mirarlo cocinar, la ternura de cada cosa que hacía para mí, y cuando me decía "Sabía que gustaba y lo compré" cada vez que me traía un chocolate o algún dulce. Los suspiros que se me escapaban de los labios sin que pudiera controlarlos en los momentos en los que leía mis poemas o contemplaba mis pinturas, ese escalofrío que recorría mi espalda si me abrazaba, no había sentido así con nadie. Todo esto era muy extraño para mí, quizás me había enamorado de su buena predisposición, de su amabilidad, de su bondad, de todo lo que hizo conmigo en aquellos dos años que habían pasado desde que me había mudado. Cada salida de amigos se convertía en una cita para mí. Él no tenía la menor idea que las salidas "casuales" eran tan premeditadas por mí. Todo tenía que ser perfecto. Me arreglaba en demasía, me perfumaba hasta el punto en el que él me olía y me decía que siempre tenía rico olor, ¡Qué mentira! Si hubiese sabido que lo hacía solo por él, únicamente para que me notara y dijera algo que me hiciera sonrojar. Cada risa que compartía a su lado era un recuerdo precioso para mí, y lo mejor era que en su mundo en esos momentos solo existía yo. Eso de que fuera gay hacía que cualquier mujer que estuviese a disposición para ser mirada de reojo, que se pusiera en medio para que voltearas a verla pasar, cualquiera que se acomodara el cabello para lucirse enfrente de absolutos desconocidos, cada mujer que expusiera sus plumas como un pavo real no sean nada, porque solo tenía ojos para mí, ya que ni siquiera hacía alusión a otros hombres. Él era perfecto pero no quería arruinar nuestra amistad, si en estos años él no había intentado tener nada conmigo era solo porque me respetaba como amigo. Yo era heterosexual y él se lo había grabado en la cabeza de tal forma que ya solo me veía como un amigo, así que en ese caso yo también debía respetar nuestra amistad, de lo contrario podíamos arruinar algo que quizás no volveríamos a tener, pero el tiempo dijo lo contrario.
No sé cómo, pero al siguiente año, después de volver a casa cansados de caminar por el centro comercial, de ir al cine y de cenar en algún lugar afuera, las cosas parecían estancadas. Nilo se había comprado un auto a comienzo del año, ahora podíamos ir a dónde quisiéramos, eso lo hacía tan feliz a él como a mí y por ello siempre que viajábamos en aquel auto azul metalizado sonreíamos y nos jugábamos bromas mutuamente. La felicidad de aquel auto no había cesado con los meses pero ahora parecía muy distinto a los otros días, él se veía muy serio, estaba muy callado, y no seguía ni con una pequeña risa las incontables bromas que le había hecho, solo me miraba y sonreía, eso hizo que me entristeciera. El camino a casa fue largo y silencioso, al llegar ambos nos bajamos del auto cada uno por su lado, estaba por ir directo a la habitación cuando lo escuché hablar.
– T-tengo que... decirte algo –tosió nervioso antes de continuar, yo volví unos pasos atrás y lo encaré.
– ¿Me vas a contar qué te pasa? Estuviste callado todo el viaje –dije un poco molesto pero entendiendo a la perfección que era el momento preciso para aclarar las cosas.
– No sé si estoy dispuesto a continuar con esto –con solo esa frase mi corazón comenzó a latir fuertemente, tanto que sentía que se salía de mi pecho, ¿Qué estaba tratando de decirme? Me había dejado sin habla, no sabía como decirle algo sin ponerme a llorar al acto. Temí que me dijera que ya no quería vivir más conmigo, y así fue, suspiró y lo soltó –Quiero que aceptes que te compre un departamento o algo.
– ¿Qué? –fue lo único que pude decir y aún así las lágrimas escondidas en mis ojos cayeron.
– Yo... –Nilo se sentó en una silla cercana a la mesa y hundió su cabeza entre sus piernas mientras la tomaba en sus manos – Yo no puedo más –la voz comenzó a írsele una vez dicho aquello –No voy a soportar vivir toda la vida contigo, sé que dije que lo haría pero no aguanto –levantó la cabeza sollozando y me declaró unas palabras tan hermosas que solo las había oído en sueños – Te amo.
Esa noche corrí a sus brazos, literal y sin exagerar, fue como si estuviese entregado a él en bandeja de oro, fui directo a donde se encontraba sentado y le planté un beso en medio de sus labios antes de decir alguna cosa más. Pensé que con eso bastaría para cerrar cualquier duda que tuviese respecto a mí, desde ese momento entendería que todo lo que él sentía era todo lo que yo sentía. Nada se dijo al respecto, lo único que hicimos esa noche fue besarnos.
Ahora más que nada mis padres tenían una razón por la cual discutir conmigo, por la cual abastecerme con cualquier rechazo que pudieran encontrar, por la cual agrandar aún la lista de errores que había cometido en mi corta vida. No supe de dónde había logrado sacar coraje para enfrentarme a sus miradas acosadoras y decirles que tenía un novio, que era homosexual y que aquel chico era exactamente la persona que me había llevado a vivir con él hacía más de tres años. Mi hermana se sonreía y al parecer simplemente era feliz por mí, ella conocía a Nilo y sabía el tipo de hombre, el tipo de persona, que era, como me trataba y todo lo que hacía y había hecho por mí en un pasado, así que a ella no debía darle explicaciones de nada, todo cuanto pudiera contarle era una pérdida de tiempo si ella había estado allí viéndonos enamorarnos. A mi madre egoísta se le cayeron varias lágrimas después de la confesión, ella quería una nuera, ella quería pelear porqué era una buena suegra, ella quería una mujer que diera a luz a sus nietos y que le impidiera verlos así tendría de qué hablar con sus amigas cuando las cruzase, pero no. Yo era su único hijo varón y no le iba a dar esa satisfacción de crear nuevos conflictos en la familia, no le iba a dar parloteo para saciar en las tardes compartidas con mis tías, porque de aquello que le había dicho ese día estaba muy seguro que no iba a hablar nunca, no me lo dijo, pero la vergüenza se notaba en su cara tanto como en la mía se notaba que no me importaba lo que ellos creyeran de mí, solo venía a comunicarles algo de lo que se iban a enterar más adelante y de lo que quería poder ser yo mismo el mensajero. Mi papá, muy lejos del egoísmo de mi madre, solucionó cada uno de mis imperfectos bajo la frase "Porque eras gay" cualquier cosa que parecía un problema en el pasado lograba cuadrar cuando aquella frase fulminaba en sus pensamientos. ¡Claro! Yo no quería estudiar porque era gay, yo no había querido dejar a la única chica que me gustaba porque era gay, yo escribía poesía, pintaba y dibujaba porque era gay, yo me había ido a vivir a la casa de un amigo homosexual claramente porque era gay. Lo había sabido toda mi vida y era justo el momento que esperaba para admitirlo, todo lo que le había causado dolor de cabeza en un pasado era llanamente porque era gay, era la escusa perfecta para todo, era como decir estabas enfermo, ahora todo me cierra, y esa actitud de mi padre conmigo hizo que me desagradara todavía más la forma errónea y sin sentido que tenía de pensar.
Ese día no había hecho ni el intento de llevar a Nilo a ver a mis padres ¿Para qué? Si ellos iban a ofendernos y a hacernos sentir mal todo el tiempo, prefería que solo se concentraran en mí, prefería comerme yo cada uno de sus insultos escondidos antes de que él viera cuán ingenua era mi familia, al menos mi hermana marcaba una sobresaliente línea entre mis padres y ella, pero no era suficiente para que pudiera volver a mi antiguo hogar, ya no había nada que hacer allí. Si esa era la forma que tenían de quererme no iba a volver, de todas formas no necesitaba nada de ese lugar, nada de ellos, y creía esta vez que estaba seguro.
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