Capítulo 11
PASADO 10
El gran Salomón Aquiles Rodríguez Rincón nació un día como hoy hace veinticinco años. Y como se las ha arreglado para mantenerse vivo, a pesar de unos cuantos sustos —como cuando casi incendia al edificio intentando cortar anime con un cuchillo calentado en una hornilla de la cocina— es justo celebrarlo.
Así que aquí estoy, como un vestigio humano en la casa de mi abuela. El DJ de la fiesta es nada más y nada menos que mi padre, que pone cosas tipo Los Blancos, Rocío Durcal, Los Darts, Vicente Fernández, El Puma, Juan Gabriel, y Las Chicas del Can. Nada más le faltan La Billo's y unas gaitas para que esto sea igual que la fiesta de año nuevo de la familia.
La gran diferencia es la piñata de broma que le compramos a Salomón, que guinda en medio del patio. Es un payasito feliz, con una sonrisa caricaturescamente grande y ojos brillantes. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Aún así, el genio de mi sentido del humor no logra hacerme levantar el gallo. Estoy explayada en una silla, drenada totalmente por lo que apenas fue el primer semestre de diez. En dos sillas contiguas están Valentina y Bárbara, afligidas del mismo mal.
—Nueve semestres más de esto —gimo, y Valentina gruñe.
—Hablen por ustedes, en mi caso son como mil semestres. —Bárbara se pone las manos en la cabeza—. ¿Por qué me hice esto?
—Masoquista —contesto con una risa seca—, pero a mi también creo que me gusta sufrir así que no me burlo.
—Bueno pero no todo puede ser malo, ¿no? Sino, ¿pa' qué estaríamos estudiando estas vainas? —Valentina levanta un hombro, su expresión toda serena.
—Pa' comer, mija —explica Bárbara, poniendo los ojos en blanco.
Yo me quedo mirando a Valentina. Hay algo sospechoso en su expresión. Es demasiado tranquila, casi contenta. Y bueno, sí, técnicamente estamos en una fiesta. Lo normal sería estar alegre como mi papá y tío Aristóteles que están intentando hacer una competencia de quién puede cantar el Alma Llanera más desafinado. Pero la verdad después de haber estudiado día y noche y sobrevivir el primer semestre con un mísero dieciséis, lo último que tengo es ganas de festejar. Bárbara está en el mismo barco, pero Valentina tiene pinta de que no.
—Aquí hay gato encerrado. —Entrecierro los ojos y Valentina pone más cara de inocente todavía—. ¿Qué no nos estás contando, Valentina Machado?
Como Valentina está al medio, Bárbara se inclina hacia adelante para observar mejor el intercambio de miradas entre la catira y yo.
—Pues... —Finalmente la sonrisa que ha estado intentando ocultar se asoma en el rostro de Valentina—. Resulta que...
—Ay ya mija, suéltalo —reclama mi prima.
La catira hace una pausa dramática para aclararse la garganta, hasta que yo me fastidio y le doy un manotazo en el brazo para que hable.
—¡Tengo novio!
—¿Que, qué? —chillo.
—Ya va, creo que no oí bien. —Bárbara se acerca más todavía al centro—. ¿Que tenéis un microbio?
La carcajada que suelto es tan ruidosa que media fiesta voltea a vernos.
—Chito, que más nadie sabe. —Valentina se pone el dedo en la boca.
—Échanos el cuento —pido, aunque todavía entre risitas que no hago gran esfuerzo por disimular.
—Es un compañero de clases.
—¿Cómo se llama? —interroga Bárbara.
—Más importante aún —interrumpo antes de que la catira conteste—, ¿cómo es?
—¿De personalidad o de físico? —Valentina curvea los labios con picardía.
—Las dos cosas, siempre las dos cosas —contesto como decían en la Radio Rochela.
—Se llama Rubén y, ay, es tan bello. —Ella suspira como una princesa de cuento de hadas. Lo que le falta es unos pajaritos cantando alrededor—. No les miento, se parece un poquito a Luis Miguel.
—Ohhh...
—Es lindo. —Bárbara asiente como si lo estuviera viendo en su mente.
—Pero de personalidad es diferente, obvio —agrega Valentina—, es como más pilas.
—Menos mal, porque Luis Miguel era bien quedado —afirmo, a pesar de haberlo visto pocas veces pero basada en los cuentos que me echaban. Que a un chamo se le pase el tren con Bárbara y también con Valentina es como para que se ponga a llorar.
—¿Y ya se besaron? —pregunta de pronto Bárbara. Tanto ella como yo le pelamos los ojos a Valentina.
Con lo roja que se pone su cara, creo que tenemos la respuesta.
—¡Valentina Machado! —chilla Bárbara.
—¡Qué picarona! —Codeo a Valentina a la vez que me río.
Nuestra vecina se pone las manos en las mejillas. Estrellitas danzan en sus ojos y la sonrisa bobalicona indica que el beso, o los besos, fueron de otro mundo.
—Aja, ¿y ustedes? —devuelve ella.
Me hundo de nuevo en la silla.
—No joda, ¿con qué tiempo? —Bárbara bufa—. De tanto meter la nariz en los textos creo que ni me sé los nombres de más de medio salón.
—Que conste que si estudié —refunfuña Valentina y se cruza de brazos.
—Nadie está diciendo que no estudiaste, sino que también tuviste tiempo de que te estudiaran —agrega Bárbara.
—Bueno, sí. —En eso la catira se voltea hacia mí—. ¿Y vos?
—¿Yo? —Siento el calor apoderarse de mi cara. Un reguetón de los nuevos empieza a sonar en el equipo de sonido y Salomón pega un alarido de que esa es buena. Nadie más que mi prima y mi vecina me están parando la mínima bola, así que confiezo—: Bueno, hay un chamo que me gusta.
—¡Lo sabía! —exclama Valentina, chasqueándose los dedos.
—Escupe —demanda mi prima.
—Se llama Javier, aunque yo le digo Javi porque él me dice Daya.
—Pero si ya se tienen apodos. —Valentina se agarra el pecho.
—Hacen falta más detalles —dice mi prima.
Les cuento lo que pasó la primera vez que me monté en el Ruta 6 y como Javi me cuidó en ese momento. También comparto todos los pelos y señales de cada vez que me dio ánimo, o me ayudó con algo de las clases, y sobre cómo su sonrisa se ilumina cuando me mira. De solo recordarlo mi corazón parece que quiere salirse por mi boca.
—¿Ya ha habido beso? —pregunta Bárbara.
—No.
—¿Y por qué no?
—Es que —pauso para morderme el labio—, todo ha sido muy platónico por el momento.
—Ese estatus hay que cambiarlo. No podéis dejar que él te vea como solo una amiga pa' siempre. —Valentina asiente como de acuerdo con su propio comentario.
—Es verdad, sino se te puede pasar el tren como me pasó a mí con Diego. —Me sorprende que Bárbara misma lo diga, porque lleva meses sin ser capaz de mencionar el nombre del chamo que le partió el corazón al irse del país.
Pero ese caso es diferente. Todo el mundo podía ver cómo esos dos tremendos bobos estaban enamoradísimos el uno de la otra. En mi caso no es así.
—No sé, yo creo que es diferente. —Aplasto mis manos entre el asiento de la silla y mis muslos—. Javi trata así de bien a todo el mundo. No es más lindo conmigo que como lo es con Erika o Juliette, por ejemplo.
—No hay rollo —asegura Valentina y se pasa su larga melena rubia sobre el hombro—. Lo único que tenéis que hacer es hacerlo verte de forma diferente.
—¿Cómo?
—Verdad, ¿cómo? —secunda mi prima.
Valentina hace un gesto con el dedo para que nos acerquemos y lo hacemos. Antes de hablar, lanza una mirada furtiva alrededor pero todo el mundo sigue concentrado en el buffet de comida, la música o sus respectivas conversaciones.
—Tenéis que seducilo.
—¿Qué?
—¿Cómo?
—Ya, no me miren así. —Valentina se ríe por lo bajito—. Yo no estoy diciendo que se le tiren encima a los chamos o qué se yo. Solo que, bueno, ellos son más simples que nosotras. Una busca a un chamo que sea inteligente, chévere, con buen futuro y que le haga sentir cosquillitas. Pero con ellos basta una sonrisa picarona y un poquito de piel pa' que se enganchen.
—Define un poquito de piel —ordena Bárbara como si estuviera en un salón de clase. Yo también me acerco para no perder la respuesta.
—O sea, un poquito de escote, o de barriga o de piernas. Pero no todo a la vez porque eso atrae a los chamos que no son buenos.
—¿Y si una no tiene mucho que lucir? —Bárbara se ríe aunque la pregunta tiene mérito.
—Sino, el otro método infalible es —ante la pausa que hace Valentina, Bárbara y yo nos acercamos más todavía—: bailar bien pegao.
Hago un ruido de que estoy pensando y me recuesto contra el respaldo de la silla. He intentado lo de mostrar un poquitico de piel con esto de los jeans a la cadera pero no ha funcionado, porque esa es la moda y todas las chamas se visten igual. Y no es como que voy a agarrar a Javi en plena Ala A y sacarlo a bailar, porque eso sería asunto de una rumba donde él bailaría con otras chamas también. Entonces, ¿cómo se puede lograr esto sin pasar un rayón?
—¿Y vos cómo lo hiciste? —pregunto para tomar notas.
Si Valentina se había ruborizado al recordar los besos con su novio, ahora se pone como una misma remolacha.
—En mi caso fue un combinadito. Fui a una rumba con los de la uni y me puse una blusa muy ligera, de esas telas que se levantan con la mínima brisa.
Bárbara y yo inhalamos con agudeza.
—Ay, qué arriesgada —comenta mi prima—. Yo no podría.
Si acaso, Valentina se pone más colorada todavía.
—Y bueno, mientras bailábamos hubo algún que otro roce accidental...
—Muy accidental. —Me río como una hiena.
—Y luego eso llevó a un primer beso —termina Valentina.
—¿Sin más ni más? —A Bárbara se le cae la quijada.
Si a Bárbara, que ha besado a dos chamos preciosos, la deja asombrada esta historia, ¿qué puedo decir de mí que no he besado ni a un solo sapo?
Por fortuna, creo que voy a tener la oportunidad de aplicar al menos una de estas técnicas pronto, porque estamos organizando una piscinada para celebrar el final del semestre.
Pero mi trama se frena en seco cuando de pronto la música se para y el cumpleañero se planta debajo de la piñata, aclarándose la garganta y tosiendo de forma exagerada para que todos le paremos bola. Valeria, su esposa, está a su lado luciendo una sonrisa despampanante de esas que me hacen preguntarme cómo es que el pelmazo de mi hermano se hizo con una esposa tan linda y dulce.
—Muy buenas noches, familia —empieza a decir Salomón—, quiero darles las gracias por venir a celebrarme como corresponde.
Valeria le da un codazo que nos hace reír a todos.
Ah, por eso fue. Porque se balancean bien. Yo creo que Javi y yo nos balanceamos. Yo soy la neurótica y él es el relajado. Mi cara se pone caliente de pensarlo.
—Y también, quiero aprovechar para que Valeria y yo hagamos un anuncio.
—Sí, resulta que hay otra razón para celebrar —añade Valeria como si lo hubieran ensayado.
—Y es que...
—Resulta...
—Pasa...
—Y acontece...
—Ay ya, ¡suéltenlo! —grito desde mi silla. Unos cuantos se ríen.
Y luego Valeria y Salomón lo sueltan al unísono.
—¡Estamos embarazados!
Y se arma el verguero, pero de los buenos.
PRESENTE 4
—Pero, ¿en este cuento todo el mundo está embarazado? —Bárbara se carcajea.
—Yo no sabía que la vida tenía un sentido del humor así, ¿okay? —Sobo mi barriga donde el bebé parece estar de acuerdo, juzgando por cómo se mueve.
—Mami, tía —dice Martina mientras cuenta con los dedos, como si hiciera falta—, solo falta tía Valentina.
Bárbara y yo intercambiamos una mirada. La sonrisa de mi prima se cae igual que la mía. Menos mal que Valentina no está de visita hoy, porque no sé cómo le hubiera caído ese comentario inocente.
—Mami, tenio sueño.
Automáticamente estiro los brazos ante la voz de mi hijo, y como por arte de magia eso hace que Samuel se acomode contra mi costado, sus bracitos pequeños abrazándome sin poder circundar toda mi barriga.
—Se dice tengo, mi amor. Vamos a acostarte.
—Bueno, creo que ya es hora de que nos vayamos a casa —comenta Bárbara levantándose del sofá—. Martina, ve a buscar a tu papá y a tu hermano.
—Pero... —Mi sobrina pone cara de tristeza—. Yo quiero terminar de oír el cuento.
—Está bueno por hoy. Ven mañana después del colegio y tu tía te sigue contando, ¿sí?
La pregunta fue hacia mí, y asiento.
—Sí, no hay rollo. Total, no tengo más nada que hacer aquí sola y en permiso de maternidad.
Así quedamos. Los chamos me van a venir a visitar después de la escuela, y así Bárbara y Diego aprovechan para pasar un rato a solas después de meses sin verse de forma contínua. Aparte con esto yo no me desesperaré extrañando a mi marido y saldré del cuento con la casa ordenada por Martina. A esto los gringos lo llaman win-win.
NOTA DE LA AUTORA:
No saben la emoción que tengo con la siguiente parte de la historia porque con todo lo que ha pasado hasta aquí están listas todas las bases pa' que sufran—digo, pa' que se diviertan 😌✨
¿Qué creen que va a pasar ahora? 🍿
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