Decisión final

-¿¡En qué estabas pensando!? ¿Ese era tu plan verdad? Avergonzar a nuestra familia. 

Mercucio quería contestar pero su tío lo mandó a callar:

-Te doy una última oportunidad para que seas el heredero: te alejas de ese Montague o habrán consecuencias. Y no solo por la corona. 

-Jamás lo voy a dejar ir -le contestó Mercucio. -Estoy demasiado enamorado de él y una vez casi lo pierdo. Es amor tío. Es algo que tú no eres capaz de entender.

Su tío le lanzó una mirada acesina:

-¿Esa es tu decisión?

Mercucio se quedó callado. Después de un rato acintió con la cabeza y se fue a su cuarto. No era capaz de entender a su tío. ¿A él le interesaba más la opinión de la gente que los sentimientos de su sobrino? Se pasó todo el día en su habitación. Cuando era la hora de cenar Valentino y una sirvienta subieron:

-Nuestro tío me dijo que no te quería ver hasta mañana así que olvídate de bajar al comedor. Pero, te envía está copa de vino para que tampoco te deshidrates -diciendo esto le dio la copa  que tenía en la mano. Mercucio sin dar las gracias lo cogió y les dijo que se marcharán. La sirvienta y Valentino se fueron. Mercucio ya estaba a punto de beber el primer sorbo cuando alguien tocó la ventana. Lo abrió y era Benvolio. Entró a la habitación. Estaba sudado y con la respiración agita. Mercucio lo abrasó con todas sus fuerzas sintiendo el corazón de su amor que iba tan rápido que parecía que iba a salir de su cuerpo:

-¿Has venido corriendo hacia aquí? -le preguntó Mercucio cuando por fin lo soltó. 

-Estaba muy preocupado. ¿Tu tío estaba muy enfadado? ¿Te ha castigado? ¿Nos quiere separar? 

-Los tres. Pero no te preocupes. Con sólo oír tu voz y verte la cara, me olvidó de ello -Mercucio le acarició la cara y se dieron un beso. - Pareces cansado. ¿Quieres beber un poco?

-Me muero de sed -le contestó Benvolio. Mercucio le dió la copa de vino. Él se lo bebió y le dió las gracias. Pero entonces todo se descontroló.

De repente Benvolio se colapsó. De su boca empezó a salir espuma y se notaba que le costaba respirar. Mercucio intentó ayudarlo, pero al ver que él no podía ayudar, corrió hacia la puerta para pedir ayuda. Cuando lo intentó abrrir se dió cuenta de que estaba cerrada y que alguien estaba detrás de la puerta para evitar que salga.

-¡Abreme la puerta! -gritó a la persona que estaba detrás de la puerta. No hubo respuesta. -Mi amigo se está muriendo.

-¿Tu amigo?-Mercucio casi da un grito de enfado cuando escucho la voz de su hermano. Este le abrió la puerta. Su cara reflejaba sorpresa pero poco a poco, triunfo.

Mercucio ya no aguantó más, se lanzó contra su hermano mientras intentaba sacarle la verdad:
-¿¡Qué le habeis hecho!? ¡Él no tiene nada que ver con esto!

-Lo, lo sabemos -dijo mientras intentaba sacarle de encima a su hermano aunque no tuvo suerte. -Él fue quien se metió. 

-La copa. ¿La copa tenía veneno?

-Sí. Pero si usas un poco tu cabecita, sabrás que era para ti.

-Dame la cura -Mercucio aflojo un poco pero no demaciado, pero al ver que no funcionaba, perdió la paciencia. -¡¡¡DAMELO!!! 

Antes de que alguno de los dos haga algo, subieron algunos guardias reales, el príncipe y un médico. Ellos escucharon los gritos y subieron lo más rápido que pudieron.Los separaron con mucha dificultad.

-¡Salvenló! -suplicó Mercucio señalando a Benvolio que estaba tumbado en la habitación inconciente luchando entre la vida y la muerte. -Salvenlo y haré todo lo que querais.

Su tío sonrió y mandó al médico con una pequeña botella. 

-En esa botella está el antídoto. Tu "amigo" se curará si sales a la plaza y renuncias al trono publicamente diciendo todo. Y todo incluye tus sentimientos por Benvolio Montague. Aunque la parte del veneno te lo saltarás. 

Mercucio acentó. Hechó un último vistazo a Benvolio y salió con su tío. Juntos fueron a la plaza donde estaba media Verona. Mercucio camino hacia el centro de la plaza:
-Soy Mercucio Della Escala. El sobrino de vuestro príncipe y por lo tanto "supuesto" heredero al trono. Yo siempre he deseado ser vuestro rey porque quiero esta ciudad y su gente. Pero hay algo, o mejo dicho alguien, al que amo más que toda está ciudad, con toda su gente, con todas y con todas sus casas. Ese alguien me enseño que significa amar. Esa persona es más importante para mí que una corona. Así que: renuncio mi futuro como gobernador y se lo doy a mi hermano Valentino.

La gente escuchó sus palabras atentamente. Hubiero risas, burlas, enfados, murmullos y llantos. Entoncés apareció Benvolio. Su aspectó era decaido. Era sujetado por los guardias reales. Mercucio ya pensó que era el final hasta que una voz gritó:

-Al menos él es sincero -Romeo salió entre la gente. -Mi nombre es Romeo Montague y tengo algo que confesar. He podido notar que mi primo estaba enamorado aunque no sabía de quien. Así que lo descubrí. El día de hoy Mercucio pasó por nuestra casa y después se lo llevaron. Pasó un tiempo y mi primo salió para buscarlo. Yo lo seguí hasta el castillo donde vi cómo al príncipe no solo ignoraba los sentimientos y bienestar de su sobrino, sino que le echó veneno a su copa de vino, que por error, se lo bebió Benvolio. Y todo esto lo planeó con su otro sobrino Valentino Della Escala. ¿Qué es lo qué quereis? ¿Un gobernador que atentó contra la vida de su propio hermano y que casi mata a su amante o alguien que hasta renunció la corona por salvar a la persona que más amaba?

Mercucio se sentó tremendamente agradecido con Romeo y más cuando todos empezaban a gritar su nombre. Benvolio fue hacia él y lo beso.  Ambos abrazaron a Romeo y se fueron de vuelta al castillo. 

Mercucio fue nombrado rey. Ese día, contemplo su reino en compañía de Benvolio. Lo tenía todo: un reino, amigos, pero sobre todo, una persona que lo amaba de verdad. Solo quedaba una cosa por hacer. Mercucio cogió de su bolsillo un anillo. Un anillo al que Benvolio diría que sí y que representaría su amor eterno.

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