2. Para las ramas de mi pequeño árbol
Queridos brazos:
Tan pequeños, tan frágiles, tan indefensos, pero tan parte de mí.
Ustedes son muy largos, a veces pienso que pueden alcanzar el cielo aunque me encuentre en el mismo infierno. A la vez ustedes son muy delgados, fáciles de quebrar al igual que mi corazón.
Pero, a todos le rompen el corazón al menos una vez ¿no lo creen? Con los corazones rotos aprendemos, con toda clase de heridas, por ejemplo aquella vez que uno de ustedes, mis queridos brazos; se rompió al yo querer saltar de un lugar a otro, pensando que mi caída sería en las nubes, pero en realidad caí al abismo.
Los doctores pensaron que ese frágil brazo no tenía arreglo, que quedaría débil por siempre, y nosotros les demostramos lo contrario. Todo tiene arreglo, todo lo débil puede llegar a ser fuerte, porque todos tenemos fuerza interior.
Así que les agradezco, brazos, por ser las mejores ramas que mi árbol puede poseer, por permitirme escribir, por permitirme vivir.
Con amor, Viviana.
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