1. Para las montañas en mi rostro
Queridos granos:
Ustedes, que están ahí desde la mañana hasta la noche, ustedes que me acompañan día a día, hasta que finalmente se desvanecen poco a poco y llegan a la muerte, muerte que yo misma decidí darles con cremas y tratamientos.
¿Por qué nos matas?; me dirán.
Somos parte de ti ¿por qué nos haces esto?; me preguntan.
Y al día siguiente de su muerte, otras nuevas montañas se vengan de su muerte, y puedo decir que eso es hermoso.
Es hermoso ver cómo esas montañas crecen para luego morir, porque así es la vida, y la vida es hermosa. Así que no, no los odio a ustedes por aparecer en mi rostro, no los odio por hacerme sentir mal, porque la culpable aquí soy yo.
Ustedes, mis queridas montañas, sólo crecen, viven y mueren, lo único que no me gusta es la manera en que comparto mi vida con ustedes.
Sonará ridículo, pero creo que ustedes son con quién pasó mis mejores momentos, porque siempre voy a alguna fiesta con un grano, siempre río y me divierto con uno de ustedes; y eso está bien.
Son parte de mi vida, así que ¿por qué no compartirla?
Con amor, Viviana.
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