RETO 9: EL KRAKEN
Noveno reto, hecho por Azzaroa.
Palabras: aire, calamar, pañuelo.
Un pañuelo le tapaba los ojos. Normalmente se agobiaba en circunstancias así, le gustaba tener todos sus sentidos alerta, pero confiaba en él. Nunca le había mentido, o al menos nunca lo había pillado haciéndolo. La llevaba lentamente, sin soltar su mano un solo instante.
Quiso saber dónde estaba, e intentó probar si era capaz de saberlo. Agudizó el oído, notando que apenas había ruidos de ciudad. Los coches se escuchaban lejanos, algún que otro pájaro revoloteando por el lugar, además de una mosca que, surcando el aire, fue a zumbar junto a su oído, provocándole un involuntario escalofrío. Lo odiaba. Le daban ganas de coger a la mosca, atraparla en su puño y ser ella la que le zumbara, para que viera lo que se siente.
Sacudió su cabeza, intentando quitarse esa sensación y volver a lo que estaba haciendo antes, averiguar dónde la llevaba. Entonces él paró, deteniéndola inmediatamente. Dejó caer la venda de sus ojos y entonces pudo abrirlos. Entornó los ojos, protegiéndolos de la claridad. Estaba en un bosque, o era lo más parecido, aunque no sabía dónde podía encontrarse, pues no había tenido la sensación de que hubieran conducido hasta muy lejos. Allí había una pequeña mesa plegable, con dos sillas. Había un par de platos y cubiertos, todos de plástico, ubicados sobre la mesa. Justo en el centro, unas velas, de las que funcionaban a pilas puesto que era época de incendios y ellos eran cuidadosos, aportaba más romanticismo aún.
A ella se le aguaron los ojos, nunca antes habían tenido un detalle así con ella, que precisamente era una romántica empedernida. Se abalanzó hacia él, tumbándolo casi del abrazo.
―¿Le apetece kraken, señorita? ―comentó él, separándose lentamente.
Ella hizo un gesto con la cara, interrogándolo con la mirada.
―Sé que no es la comida más romántica, pero es un suuuuper calamar, hecho en espeto a la brasa, y tiene que estar suuuuuper brutal. Lo podemos llamar un mar y montaña ―terminó guiñando varias veces, como si fuera necesario para entender su chiste.
Sonrió, sólo a él se le ocurriría llevar un calamar al campo. Le dio un dulce beso y fue hacia la mesa, dejándolo allí con cara de bobo.
―¿Te vas a quedar ahí o le vamos a hincar el diente aeste kraken?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top