Palabras: archivo (o carpeta), microscopio, esposas.

Tenía ganas de irse de allí, pero el tiempo pasaba lento. Escuchaba cada tic y cada tac del reloj de la pared que tenía delante. Aún tenía muchas carpetas encima de la mesa, pero quería irse de allí. Necesitaba irse. Su jefe estaba sentado delante de él y sentía como si le hubieran puesto unas esposas y detenido en el lugar... y en el tiempo.

Aquel hombre no tenía sangre en las venas, seguro que si cogieran una gota y la analizaran a través de un microscopio, se vería cómo los glóbulos rojos, al más puro estilo Érase una vez la vida, andaban a cámara lenta.

El tic tac se hacía más intenso, escuchando el sonido con reverberación taladrándole la cabeza. Su jefe seguía hablando, y la necesidad de irse volvía con más fuerza. Se iba a plantar, se acabó todo aquello de aguantar sin decir nada. Ya no podía más.

―Me voy ―dijo de pronto, dando un salto en la silla―. No puedo más.

Su jefe frunció el entrecejo.

―¿De qué estás hablando, José Joaquín? ―gruñó poniéndose también de pie y mirándolo de una manera que asustaría al más valiente de los hombres.

―¿Pues de qué voy a hablar, jefe? ―disimuló poniéndose bien la raya del pantalón― De que... necesito ir al baño. No puedo más... Me meo, vaya.

Salió de allí, antes de que su jefe pudiera notar su gran mentira. Tal vez otro día ya si eso...