Palabras: amor, temblor, calor

Estaba tumbado en el sofá. Apoyaba su cabeza en una mano, mientras que con la otra no hacía más que gesticular, intentando que su amigo, que estaba sentado frente a él, en un mecedora típica de Ikea, comprendiera y lo apoyara en lo que quería decir.

―Te lo juro, estoy enamorado. Mírame, un temblor me recorre entero, siento calor, siento frío. No puede tratarse de otra cosa ―concluyó con un suspiro.

―José Joaquín...

―¡Ni José Joaquín ni nada! ―lo interrumpió, sabiendo que su amigo iba a contradecirle―. Sé que me vas a decir que es lo mismo de siempre, pero esta vez es amor, lo sé. ¡Mírame!

Esta vez su amigo no trató de decir nada. Se levantó lentamente de la silla, se acercó a él, le tocó la frente y negó con la cabeza.

―Lo que pensaba ―José Joaquín lo miró, con la interrogación pintada en la cara―. Es fiebre ―finalizó.

Su amigo se marchó, dejándolo ahí con el ceño fruncido y con su duda de siempre acerca de qué sería mejor, si tomarse un paracetamol o un ibuprofeno.