2.- Emboscada

Aidán llevaba 5 días y medio de recorrido. Se encontraba entre Glasgow y Stirling disfrutando de los paisajes. Mientras acechaba a un ciervo con su arco y flecha. Ya estaba listo para disparar. Cuando unos gritos procedentes del camino. Alertaron a su presa. Se levantó acercándose a investigar. Se dio cuenta por la vestimenta de los truhanes. Que eran de los Macgregor, del grupo de los proscritos. Vio a uno de los asaltantes que acarreaba un costal a cuestas. Corría despavorido del lugar como alma que lleva el diablo.

     Acudió a socorrer a los viajeros. Antes de que pudiera sacar su espada. Observó a una dama vestida elegantemente, de cabellos color castaño claro, tez blanca y los ojos de un tono parecido al violeta. Su rostro destacaba por unos labios jugosos y nariz respingada. Se quedó absorto con su hermosura. Tanto que casi no se da cuenta de que a su lado se encontraba un hombrecillo pelirrojo de barba cerrada. Que la observaba con una expresión en el rostro de satisfacción, al mirar que hizo una buena labor al educar a su hija.

     Se presentó ante ellos para tratar de ayudarlos. Al llegar hasta donde se encontraban. La joven lo observó de arriba abajo con cara de interés. Le sonrió ampliamente. Cuando se hallaban a punto de hacer las presentaciones. Salió del carruaje, una agraciada mujer rubia. Le pareció casi tan bella como la joven guerrera.

     Estiró la mano hacia Aidán. Con la intención de que la auxiliara a bajar del carruaje.

     —Gracias por correr a socorrernos caballero. ¿A quién tenemos que agradecer la ayuda?

     —Milady. —Se inclinó cuál noble. Antes de hablar.

     —¿Inglés si no me equivoco?

     Aidán recordó la promesa que se había hecho al salir del palacio Whitehall. Sonrió al responder.

     —En efecto. Me llamo Dan y me conocen como él encanta bestias.

     La mujer lo observó con detalle. Se dio cuenta de que le estaba ocultando su nombre verdadero premeditadamente. Sus ropas eran de calidad. Pertenecientes a un noble. Al igual que su porte y educación. No podía hacer nada al respecto. Más que seguirle el juego.

     —Yo soy Bethany Winter. La dama es mi prima Mary y él es Red O'Neill.

     Aidán se sorprendió al escuchar su nombre. Descubrió que la mujer que tenía frente a él, era su prometida.

     La guerrera dio un paso hacia la prima.

     —Si nos disculpa lord Dan. Necesito unas palabras con lady Bethany.

     Se la llevó hasta poner bastante distancia entre ellos. Las veía cuchichear. Más no escuchaba nada de lo que se decían.

     El hombrecillo no era tal, tenía una estatura promedio. Lady Mary era alta para ser mujer. Claro que aun así él le sacaba una cabeza de altura.

     —¿A dónde se dirigían lord Red?

     —Nuestro destino es el Castillo de Chanonry Ross. Llevamos a lady Bethany a contraer nupcias con el hijo del conde de Seaforth.

     —Conozco el castillo. Si gustan los puedo escoltar hasta arribar al lugar. Es peligroso el camino y más con su guardia diezmada por los asaltantes. Doy mi palabra que en mi compañía llegarán con bien a su destino.

     —Se lo agradezco lord...

     —Solo llámeme Dan.

     —Entonces de igual forma a mí me puede decir Red.

      Las damas regresaron después de resolver sus problemas. Subieron al carruaje para continuar el camino hacia el castillo. Escoltados por Dan, el encantador de bestias.


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