46. Partida

ZIA

Once y tanto de la mañana a unos minutos de entrar la tarde, apoyado en la baranda a unos pasos de la escalera distingo una silueta entrar a hurtadillas, su cabello enmarañado, su vestido ni se diga. Sube las escaleras con la misma cautela haciendo el menor ruido posible hasta que sus labios emiten un quejido al verme, tan solo la observo y un dedo se posa sobre sus labios.

-Shh..., no le digas a mi madre -susurra.

Para cuando pretende marcharse una voz la detiene reflejando una expresión que me genera cierta gracia. Al girar sobre su sitio se encuentra con la mirada reprobatoria de Erea.

-¿Dónde estabas?

Un quejido del primer vocablo es lo único capaz de emitir mientras la mujer de abajo cruza sus brazos.

-C-con..., una amiga -tartamudea.

Me es inevitable no sonreír ante su excusa, giro sobre mis talones y las dejo solas.

Al traspasar la puerta de mi habitación la veo ya despierta saliendo de la ducha con tan solo una toalla envolviendo su silueta, me es inevitable no recorrerla con la mirada, tan bella y radiante, sonrío cuando llego a su rostro, su mirada con esa chispa que la envuelve, esa atrevida que me hace negar con diversión. A unos pasos de ella la tomo de la mano, tomo asiento sobre la cama guiándola a colocarse a horcajadas, agarro el envase sobre el mueble y humedezco un algodón para pasarlo posteriormente donde aún prevalece el diseño en su rostro hasta desvanecerlo.

Admiro su rostro con nuestras frentes unidas palpando una de sus manos en mi mejilla, el roce de su dedo para acto seguido conectar nuestras miradas recibiendo su sonrisa. Siempre ha sido así de hermosa. En el momento en que sus labios entran en contacto con los míos mis ojos se cierran recibiendo la suavidad de estos, envolviéndome el lento beso, disfrutándola, de ella y su contacto. Relamo mis labios una vez se aleja viéndola encaminarse hacia el armario en lo que me dejo caer sobre la cama. Permanezco con los ojos cerrados, hoy nos marchamos, pero será más tarde.

De manera abrupta abro los ojos para ver al castaño quien prácticamente se a aventado sobre mi anatomía, río abrazándolo depositando besos en su mejilla causándole una sonrisa, al desviar mi vista hacia la pelinegra no la encuentro, confundido miro al castaño sobre mí terminando siendo atacado por ambos, escuchándolos reír a la par que me hacen cosquillas. Para cuando logró zafarme sufren las consecuencias siendo ahora quienes se retuercen de risa, en cuanto los suelto, corro con de librarme con una sonrisa en el rostro.

-Príncipe.

Veo a la reina y a una ya arreglada Mayida causándome gracia cuando, sin que su madre se de cuenta me señala en un intento de amedrentarme para que no diga nada, después de todo aquella "amiga" ha sido nada más y nada menos que Jalil.

-Reina Erea, Mayida -las saludo.

-Le sugiero se quede aquí, tómense este tiempo, nosotros nos haremos cargo.

No rechazo aquel ofrecimiento asintiendo sin más, riendo cuando Mayida me mira con expresión amenazante.



No demoro en dejarme caer sobre un de los sillones ocupando este en su totalidad, he apagado las luces encendidas disfrutando de la penumbra y el silencio que envuelve ante la ausencia. En unas horas nos marchamos, tan solo falta arreglen algunas cosas, tanto mi padre como tíos pueden encargarse de ello, por mi parte ya está todo hecho. Me regocijo por ello, quizás no poseo una buena relación con los miembros del reino, pero siempre hay alguien dispuesto hacer lo que le pido sin temor a ocultárselo a mi padre.

Abro mis ojos al percibir un roce en mi mejilla, sonrío posando mi mano sobre la suya, mi madre corresponde el gesto. Declan no se equivoca, amo a mi madre, es mi todo como ahora Akemi y Drake también lo son, son la razón por la cual lucho y no me dejo caer, son mi mayor debilidad y quienes más me fortalecen, son el ejemplo de que, los que más frágiles se ven, son quienes más fortaleza poseen, que el ser vulnerable no es ser débil, no mientras te plantes enfrente con determinación enfrentando tus miedos, porque eso son, poderosos a su manera.

Me acomodo sobre sus piernas tras permitirle tomar asiento disfrutando de sus caricias, es lo que más extrañe de su ausencia, amo cuando lo hace, siempre me relaja. La primera vez que Akemi lo hizo lo disfrute tanto ansiando lo hiciera de nuevo, es diferente por supuesto; lo que comparte con Drake es que su aroma, el tenerlos entre mis brazos basta para calmarme.

La alegría se instala en mi pecho al escucharla reír, como le encanta burlarse. Mi madre la incita a venir al sillón, no lo duda ni por un segundo teniendo que flexionar las piernas para que se acomode, tiene al conejo de felpa entre sus manos, ama a ese muñeco haciéndola ver tierna.

Percibiendo los mimos, el sonido de sus voces me relajo perdiéndome en aquel recuerdo, en ese día. Akemi es fuerte, quizás no físicamente, aun así, me atrevo a decir es la más fuerte de todos nosotros, con ayuda de Sirina, de Astón y algunos que otros miembros del Clan Ica se estuvo trabajando su temor hacía ellos en transformación, todos fueron pacientes, empáticos.

Ese día todos mostraban su apariencia lobuna, desde varones hasta mujeres, incluso Satish se encontraba ahí, más como apoyo moral junto a Sirina. El nerviosismo era palpable en Akemi, temía no lograrlo, después de todo estábamos a un día de la unión. Apretaba mi mano, intentaba calmar su respiración, especialmente cuando el primero de ellos camino hacia ella, pude percatarme retuvo el aliento cuando cauteloso y sin desprender su mirada de ella comenzó a acercarse, su lentitud era tal como su determinación analizando cada gesto de la pelinegra. Cuando ya no quedaba mucho para que la rozara pronto la húmeda nariz del can de pelaje gris toco su rostro causando a algunos reír a lo bajo al verla y escucharla soltar el aire reprimido, tan solo fue un leve contacto alejándose algunos milímetros sin dejar de sostener su rojiza mirada, cuando Akemi poso algunos de sus dedos sobre el hocico del animal acariciándolo no demoro en mostrar una sonrisa más relajada acariciándolo con mayor libertad.

A su derecha otro de ellos llamo su atención pegando su nariz a la mejilla de ella recibiendo una sonrisa más alegre como sus caricias, por supuesto aquel de pelaje gris no le permitió ser ignorado restregándose a ella, escuchándola reír cuando el de pelaje café lame su rostro. El resto no demoro en acercarse llamando igualmente su atención, algunos abrazándola peleando incluso como niños en busca de su atención. Fue una escena bastante agradable de ver.

Cuando mis ojos se abren se siente como si hubiera dormido extrañándome el no sentir a mi madre, en su lugar otro cuerpo se encuentra sobre el mío, al girar en su dirección veo a Akemi dormida sobre mi cuerpo, al ver a mi otro lado río al encontrarme con su iris blanco sobre mí en lo que apoya su cabeza sobre mí.

★★★

Se ha creado un grupo de herreros que viajaran con nosotros a Sol Saliente, Dante ha organizado dos grupos junto a nosotros, el que se queda trabajara únicamente lo que se le pida en base a posibles cambios una vez en dicho continente. Aitana vendrá con nosotros junto a seis diseñadores más; será esencial tanto para herreros como de su grupo aprender acerca de la cantería. De la misma manera se seleccionó un grupo de guerreros con el apoyo de Jarek.

Karim y Jalil lideraran el barco de Luna Gris; Walid, Enya y Assim nos acompañaran en el barco de Diero.

-¿Todo listo? -pregunto a Ossian a lo bajo una vez se coloca a mi lado.

-Hecho, el mensaje estará en sus manos el mismo día que ustedes lleguen.

-Perfecto.

Veo a Toya mirarme por el rabillo del ojo, desviando la mirada atrás de nosotros cuando gritan mi nombre. Al girar veo a Limbani encaminarse hacia nosotros con mochila y arma en mano.

-Voy con ustedes, seré útil como herrero.

-El grupo está completo -respondo al instante distinguiendo su mandíbula tensarse a la par que sus puños. Sonrío internamente disfrutando el molestarle, aun así, no demoro en hablar nuevamente. -Serás más útil como guerrero -expreso divisando su desencajado rostro sin creerse realmente mis palabras. -Has sido el único que se esforzó pese haberte fracturado el hombro. -Su expresión corporal parece suavizarse, asintiendo con la cabeza.

-Vendrás con nosotros.

Antes de poder retomar nuestro camino otro grito resuena pronunciando mi nombre reconociendo al instante esa voz femenina, se abre paso entre empujones causándome sonreír por su acto, una vez frente a mí la veo sujetar firme las correas de su mochila divisando a su padre detenerse a tan solo unos pasos atrás de ella.

-Yo voy.

Suspiro colocándome a su altura.

-No -antes de escucharla reclamarme, prosigo. -Reconstruiremos el reino...

-Puedo ayudar -me corta, sonrío.

-No sé cuánto demoremos, podrías ayudarme de otra manera mientras tanto.

Su gesto inconforme me hace imposible no sonreír, de mi mochila saco un emblema depositándolo entre sus manos.

-Quiero que vayas con Dante, dale tu arma y que te entregue una nueva -señalo el emblema. -Una vez la tengas quiero que vayas con Jarek, que te entrene. Oficialmente eres el primer miembro del Reino Fénix.

Sus ojos brillan ante mis palabras.

-Guárdalo bien, vendremos por ti una vez este todo listo. Mientras tanto quedas a cargo de mi madre, ¿correcto?

Asiente con una gran sonrisa viéndola retirarse contenta hacía su padre quien me agradece con un asentimiento.





Miércoles 03 de junio

Una vez sobre el agua y a solas le informé a Toya el plan, no se mostró muy de acuerdo, pero cuando le conté lo ocurrido con Akemi y Drake se mostró molesto, dio las debidas indicaciones y ahora nos ubicamos a orillas del Bosque Okon descendiendo del barco. La andanza transcurre en silencio en el interior de la arboleada separándonos por varios metros al ingresar a la ciudad. Enya y Walid van juntos pasando desapercibidos, entremezclándose con la gente cuando distinguen a algún miembro del reino por los alrededores; Assim y Limbani se encuentran al otro extremo, ambos igualmente intentan pasar desapercibidos mostrándose más como guerreros de paso. Akemi se encuentra a mi lado, ya nos han reconocido, lo sé porque uno de ellos intenta pasar inadvertido mientras nos sigue dejando de hacerlo al captar el lugar al cual nos dirigimos, por lo que pude distinguir, son más de los que había notado cuando permanecimos en la ciudad.

Al ingresar nos saluda la recepcionista, así como Xabat.

-Llegan en buen momento, justo ahora Andrómeda esta con una de ellas, es nueva, pero quiere que vaya con ustedes.

Asiento con la cabeza, no tengo problema con ello, lo veo sonreír.

-Te ves mejor -se refiere a Akemi, -me alegro.

Giro la cabeza cuando escucho una puerta abrirse, de ella sale una adolescente con moretones en el rostro, mordidas en el cuello, brazos, así como marcas de diversas tonalidades, aprieto la mandíbula molesto desviando la vista de ella, saludando a Andrómeda.

-Zia, Akemi, me alegra verlos de vuelta.

-¿Todo listo?

-Por supuesto, han venido en el momento adecuado.

-Solo... -miro a Xabat. -Hay un problema. Hay por lo menos seis hombres en los alrededores, sin contar a los que rondan por la ciudad.

-Sé que te pedí te llevaras a algunas mujeres que han salido del reino -explica Andrómeda, -necesito incluyas a una más. Ella es Dalia -presenta a la adolescente a su lado quien mira el piso, sumisa. -Dalia, -Le llama, -ellos son la Princesa Akemi y el Príncipe Zia.

Asiente con la cabeza desviando rápidamente la vista cuando eleva el rostro y me mira, al posar sus ojos en Akemi la observa durante un tiempo antes de volver al piso.

-Dalia se desposo hace poco -explica Xabat centrándome en él. -Su esposo le permite venir a ver a Andrómeda, pero con la escolta que anteriormente te comenté, yo personalmente la traigo y la llevo de vuelta. Elle no tiene permitido permanecer mucho tiempo fuera del reino, así que, llegas en el momento indicado.

-Espero no sea un inconveniente -habla la pelinegra de ojos ocre, niego.

NARRADOR

Sobrevuela aves en el claro cielo imperturbable desde donde la ciudad se observa apacible tal como el reino en su monótona vida machista llena de pesar u sufrimiento. Los ciudadanos centran su atención en sus quehaceres y entretenimientos en lo que, a sus alrededores miembros del reino merodean mostrándose imponentes, si bien son de temer, no harán daño alguno a los humanos mientras prevalezca la distancia como el respeto entre las diferencias de especie.

A la distancia y con actuar tan común entre turistas como en los que van de paso los miembros de Luna Gris son observados de vez en cuando creando confusión ante el símbolo que decora sus armas incapaces de identificarlos de alguno de los continentes.

En la lejanía varios pares de ojos observan la puerta donde dos féminas de cabello oscuro salen andando con tranquilidad, tras reconocer a Andrómeda esperan a la salida de la adolescente siendo ya, momento de volver al reino, en lo que, tras aquellas paredes Dalia muestra una expresión de pánico en el rostro, abrumada y temerosa por lo que acontecerá, por la posible falla de aquel plan y las represalias que aquello le pudieran ocasionar, así como una breve esperanza por escapar.

Su cuerpo tiembla cuando la puerta se cierra una vez más dejándola sola con Xabat y la recepcionista, los nervios la atacan jugando incesante con sus manos, sabe que hay hombres esperándola afuera vigilando cada uno de sus movimientos, amedrentándola con su simpe presencia.

-Todo estará bien, verás que todo mejorara después de hoy -expresa el joven a su lado captando la mirada de la menor, es el único varón que no le causa temor.

Los minutos parecen eternos en la espera, sobresaltándose cuando llega el momento de salir, bombeando frenético el corazón bajo su pecho, agitando su respiración. Aunque Xabat intenta calmarla ella mira constantemente a su alrededor con el terror a flor de piel.

-Dalia, no grites.

Su murmullo pasa inadvertido para los hombres, pero no el excesivo nerviosismo y terror en la castaña alertándolos su estado, en el momento en que es tomada de improvisto un grito sale de los labios de la menor, por lo que inmediatamente ella cubre su boca con ambas manos no deseando llamar demasiado la atención.

En brazos de aquel que posee un par de piedras preciosas cual ojos de color rosa observa como de a poco pierden de vista a quienes la vigilan, sobresaltándose al escuchar armas resonar comenzando a temblar su cuerpo ante el miedo y la tristeza, imaginando los diversos escenarios en que su esposo la torturara ante su osadía. El llanto no demora en presentarse empapando sus mejillas, emitiendo débiles sollozos. Cuando sus pies tocan la tierra giran su cuerpo tomándola con gentileza del rostro.

-Tranquila, todo estará bien, no tendrás que volver con él.

La imagen es borrosa cuando eleva el rostro para mirarlo.

-Vamos -expresa limpiando las lágrimas derramadas. -Solo es cuestión de atravesar el bosque y estarás a salvo.

Un sobresalto de ella y el sonido de armas resonar captan la atención de Xabat quien mira sobre su hombro.

-No es por apresurarlos, pero sería buen momento para que retomaran el seguir adelante -acota Walid tras interponerse entre ellos y a quien ahora enfrenta.

Xabat no duda en tomar la mano de la chica con el fin de guiarla, pero tan solo unos pasos alguien se interpone provocando tenga que desenfundar su arma como alejar a la adolescente enfrascándose en la lucha, ella por su parte mira el escenario, aterrorizada.

Con el llanto cubriéndola una vez más gira sobre sus talones observando como diversos hombres se enfrentan a miembros del Reino de la Perdición, así como algunas féminas, captando su atención, abrumándola al reconocer a Andrómeda para luego, en la lejanía divisar a un grupo de mujeres igual de asustadas, frente a ellas la joven que le han presentado minutos atrás con una inigualable belleza, preguntándose si se debe al hecho de ser una princesa.

Absorta, con el corazón a nada de salirse de su pecho mira lo acontecido con la boca abierta, pegando un grito y brinco a la par al ver como asesinan al gran hombre, con quien, con anterioridad la princesa se enfrentaba. Su nombre resuena en la lejanía, tan bajo e imperceptible hasta que reacciona, tras salir del estupor capta las palabras que repetidamente le indican, corre, pero no avanza mucho cuando choca contra otro cuerpo, gritando y luchando por zafarse de quien la sostiene hasta que cae de vuelta al piso. Grita de terror cuando hace lo posible por alejarse de las manos que la sostenían, ahora desprendidas de su dueño, mismo que grita colérico y de dolor. Aturdida es incapaz de comprender lo que ocurre sintiendo como jalan de una de sus manos incitándola a correr, cuando esta por removerse capta una larga cabellera oscura proveniente de una figura femenina que la guía hasta el otro extremo del bosque.

★★★

Ambas féminas de cabellera oscura andan tranquilas, pero a paso firme hasta una casa donde son recibidas por tres mujeres donde la emoción y el miedo invade cada poro de su ser ante la idea de finalmente marcharse de dicho lugar, cargando cada una con al menos una mochila tras la espalda con ciertas pertenencias.

-Incluso a nosotras nos vigilan, ¿cómo nos marcharemos? -pregunta la mayor de todas llevando la carga más ligera, la única entre todas que lleva únicamente un poco de ropa, no le interesan los recuerdos, no los necesita, así como a ellos, ella tampoco les importó. Dos varones engendro, pero ni siquiera sus hijos tuvieron por ella compasión.

-Tranquilas, Akemi no viene sola, se enfrentarán a ellos si hace falta.

Las miradas no demoran en posarse en ella, más joven a cualquiera de las presentes y con un arma tras su espalda.

Mientras tanto en el exterior un hombre frunce el ceño al reconocer a la princesa, sin saber realmente que lo es, recordando haberla visto en compañía del príncipe durante el tiempo en que permanecieron en la ciudad hasta el día en que se marcharon con el pequeño espécimen con ellos, ante aquel recuerdo observa todo el panorama que puede desde el sitio donde se encuentra buscando a estos últimos, por la manera en cómo el príncipe actuaba y lucho aquel día, no los dejaría solos; no obstante, no obtiene resultado alguno; sin embargo, se encarga de enviar a otro miembro del reino a dar aviso al rey del posible regreso del Príncipe de Luna Gris.

En el momento en que las mujeres van saliendo de la casa el hombre mira atento las cargas que llevan centrando su atención en quien no pertenece en dicho continente, la expresión relajada en su rostro, más segura de sí misma, pero visualmente igual de frágil, ya tendrá oportunidad de corroborar aquello. Esperando tomarla con la guardia baja su arma resuena contra otra habiendo esperado aquella posibilidad, frente suyo el príncipe detiene su ataque provocando un sobresalto de parte de las mujeres, sin siquiera inmutar a la de orbes rojos.

Al volver la vista hacía su contrincante se miran determinantes no esperando menos de él, disfrutando con antelación del enfrentamiento que se llevara a cabo, enfrascándose a la batalla por las mujeres que pretenden marcharse, con la duda de dicha acción en el hombre perteneciente al Reino de la Perdición.

Posterior al sobresalto de las mujeres Andrómeda las insta a proseguir causándoles gritos durante el trayecto en el momento en que más varones intentan detenerlas, resonando armas cuando otros se interponen en lo que Akemi a cada tanto mira hacia atrás asegurándose de que la siguen, aún más cuando la psicóloga igualmente se enfrenta a los miembros del reino.

Al internarse en el bosque todas se detienen cuando un hombre alto, ancho y de gran musculatura se posa frente a ellas, un paso suyo hace a todas retroceder intimidadas con su grandeza, Akemi por el contrario se muestra firme analizando a su adversario. Un paso más, uno de ellas hacía atrás, al captar un brazo de la pelinegra él desenvaina haciendo un movimiento para atacarla, más rápida y ágil Akemi lo esquiva creando un profundo y limpio corte en la espinilla del hombre provocándole caer deliberadamente sobre su rodilla, causando apoyar la mano en la otra fulminándola con la mirada al posarla sobre ella, profiriendo un molesto gruñido.

Exclamaciones emiten las mujeres ante la escena mientras la princesa evalúa la situación, ha causado la furia del ser frente a ella. En el momento en que este pretende ponerse en pie un sonido grotesco causa gritos abrumadores desviando miradas a cualquier sitio excepto a lo que acontece frente a ellas. Akemi eleva la mirada encontrando una mirada profunda, con un brillo peculiar en el tono verdoso de su iris junto a una retorcida sonrisa decorando su rostro, el gorgojeo que el daño produce se acompaña con el sonido de los huesos rompiéndose hasta que el cuerpo cae inerte.

Su mirada se desvía a la par que Assim pasa por su lado, insta a las mujeres a proseguir nada más deja de verlo hasta que un grito llama su atención. Instruye a las mujeres el camino encaminándose donde la adolescente grita al ver al resto ocupados, incluido Xabat entre ellos. Con un certero movimiento logra desprender las extremidades superiores ocasionando la caída de Dalia quien grita histérica alejándose de las manos que la sostenían, su reacción suscita Akemi la tome de la mano llevándola consigo hasta el barco.

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