12. Trago amargo

ZIA

De pie observo mi oscuro entorno, la nada misma hasta que paulatinamente me encuentro en el interior del espeso bosque donde la niebla es más prominente, donde desde mi lugar soy capaz de visualizarme sentado contra el tronco de un árbol. Curiosamente de un instante a otro me encuentro lejos del lugar que veía divisando una rubia cabellera, misma que sigo, la observo tomar asiento contra el mismo tronco.

—Sabemos que quieres a Terumi...

Recuerdo ese momento tras escucharla, entonces me sentía sumamente confundido, razón por la cual opte por resguardarme en el bosque permitiendo que sus pasos me siguieran pese a no desear en ese momento compañía.

—..., pero no de esa manera.

La culpa me golpea mientras veo como la neblina cubre mis piernas.

—Ambos sabemos que no funcionaría.

Suspiro y pronto la imagen cambia.

—¡Qué demonios te ocurre!

Escucho a un fúrico Karim quien embravecido se acerca hacía mí empujándome tras escupir sus palabras.

—¿¡Por qué carajos le has dicho eso!?

—¡Karim! -escucho la sorpresa en dos de mis otros hermanos, no respondo.

—¡Karim nada! ¡Este imbécil le prometió a Terumi que se casarían!

—¿Qué?

Sus desfigurados rostros me observan.

—Zia...

Escucho a Jalil tras mi marcha.

—¡A dónde carajos vas! -grita Karim.

En el momento en que entro a mi hogar escucho la voz de mi padre llamarme, sin ánimos me dirijo a la sala.

—Siéntate, tenemos algo que decirte.

Hago lo que me pide, al dirigir la mirada a mi madre supongo que ya les han dicho.

—Estas comprometido.

Sus palabras me hacen voltear a verlo inconforme con lo que ha pronunciado comenzando a sentirme molesto.

—Hace tiempo hable con el Rey de Sol Saliente, tiene una hija. Estas comprometido con la princesa del Reino de las Sombras.

Mis manos se cierran en puño haciendo memoria, solo una vez fue a Sol Saliente, y hace siglos de eso. Me pongo en pie y me marcho.

—¡Zia! ¿Qué ha ocurrido? Estabas bien hace un momento.

Escucho a Enya quien nuevamente me sigue. Le cuento lo ocurrido nada más llegamos otra vez al bosque.



Todo se nubla cerrando los ojos ante un repentino resplandor, tras disiparse y abrir los ojos me encuentro en el interior de lo que alguna vez fue el Reino de las Sombras, la culpa me carcome. Observar el lugar vacío, sombrío... No es en absoluto agradable, no después de cada palabra que pronunciaba mi madre con el fin de animarme respecto al compromiso, no después de todas mis quejas.... Encontrar nada deja un vacío en mi pecho, no es lo que esperaba y mucho menos es una salvación a lo que me molestaba, esto es incluso peor.

Camino por el lugar como solo una vez fui capaz de hacer, ante cada paso la noche parece transcurrir reflejándose los rayos del sol una vez salgo del interior del bosque rumbo a la ciudad. Ese día tanto mi padre como Karim irán donde el Clan, posterior a lo que nos contó un hombre adulto desistí de presentarme a lo que camino sin rumbo.

El sol brilla al mirar hacia el cielo otorgando simbolismo al continente con su nombre, el más extenso de ellos, con la ciudad y el reino más grande. Frunzo el ceño ante el detalle, pensativo hasta que algo llama mi atención. Una chica mira a través de una ventana, su rostro pálido y cansado parece mirarme, pero es su mirada lo que más me intriga, como si sus ojos reflejaran ausencia de vida.

Transcurre el día incapaz de despegar la mirada hasta que la voz de Karim me llama, enfureciéndome lo relatado dicho por el alfa.

Esa noche la imagen de la chica disipa mi molestia impidiéndome incluso dormir. Llegado el nuevo día soy atraído a volver al lugar donde la he visto sin resultado alguno, al detallar mi alrededor deduzco y me desanima el lugar al cual pertenece, pero eso no impide que repita la acción. Desde entonces verla se volvió una necesidad, algo en ella me atraía y su mirada...



NARRADOR

Sobre el océano rumbo al puerto de la Ciudad Kuyén un barco se aproxima, sus habitantes curiosos observan, pero al detectar un hombre que se trata del barco Caerbhall inmediatamente envía a un joven al reino para informar acerca de la llegada del Rey. Curiosos esperan igual de ansiosos que los habitantes del reino acerca de lo que ha ocurrido en el Continente de Sol Saliente.

Humanos y vampiros ayudan en lo que pueden al enterarse de los heridos, así como de miembros inconscientes, aquellos debilitados por la falta de alimento son llevados al hospital del reino donde son atendidos por medio de transfusión, por su parte los heridos son instalados en el hospital de la ciudad para proveerles de una inmediata atención; sin embargo, uno de cada tres no sobrevive ante la gravedad e infección en la lesión.

Impotentes ante la perdida de miembros de Luna Gris, así como de lo poco y nada que saben de Sol Saliente todos se mueven deseando la menor cantidad de perdidas, inclusive para aquellos en que por primera vez deben recurrir a una amputación, hecho que enfurece a los miembros del reino incapaces y dolidos por no poder hacer nada más. Con el rey inconsciente, Raven uno de sus dos hombres de confianza se hace cargo ordenando y exasperándose, haciendo lo mayormente posible. El hombre toma asiento ante su última perdida, un joven de tan solo dieciocho siglos que tan solo deseaba conocer Sol Saliente.

—No había nada que hacer -expresa una mujer mayor colocando la mano sobre el hombro de su yerno.

Él asiente antes de ponerse en pie ordenando a uno de los miembros conscientes del barco escribir una lista con el nombre de los fallecidos.

De regreso al reino instalan a los sobrevivientes en camillas colocando intravenosas para su pronta recuperación, los fallecidos por su parte son llevados al gran salón para permitir la despedida de sus familiares antes de ser incinerados. El rey es informado de los acontecimientos una vez despierto, a su vez es observado por unos ojos expectantes y penetrantes.

—Habla Assim -cede el rey la palabra a quien lo taladra con la mirada.

—¿Y Zia? -exige el joven mirando de soslayo a Karim quien lo evade sin intenciones de otorgar respuestas.

—No esta -murmura Terumi aún afectada por la inconsciencia. —Él no vino.

—Antes de ser atacados tanto Zia como Karim encontraron un sobreviviente del reino.

Confusos los presentes lo miran expectantes.

—Logre reconocerla cuando me llevaron a verla, se veía..., enferma, temerosa, apagada. Ya la habían visto con anterioridad, pero no podían reconocerla, tampoco fui a verla, no vi la necesidad.

Cabizbajo el castaño escucha sus palabras recordando cada suceso desde que llegaron, su hermana por otra parte acostada en la cama con la intravenosa, atenta escucha la melancolía con la que es pronunciada cada palabra.

—Días anteriores Zia se había descontrolado, se molestaba por cualquier cosa, quería que ingresáramos al clan sin pensar en las consecuencias. Mande a Karim a vigilarlo de cerca, después de unos días creímos que estaba mal, intentamos persuadirlo, pero eso solo lo enfurecía. Sin saberlo Terumi ayudo a que se alejara del lugar, hasta que ella también se enteró y claramente lo enfrento. Pero ese día luego de verla... Comprendí lo que ocurría.

La castaña aprieta la mano de su padre entre la suya con lágrimas en los ojos, escuchar al padre del joven de quien siempre estuvo enamorada relatar lo acontecido con dolor, la hacen ver lo que se impedía mirar, aquello que hubiera deseado el ojiazul sintiera por ella.

—Akemi está viva.

El silencio reina opacado por un suave llanto por el que todos sienten pena.

—El motivo por el cual no supimos de ella hasta ese día es porque la mantenían en la habitación del Alfa del Clan de la Penumbra, sin saber de quien se trataba Zia quería ir por ella ya que vieron cuando él la abusaba.

—¿Akemi? ¿Hablamos de la misma Akemi Espax Armitt?

Artem asiente con la cabeza.

—Akemi es su pareja.

Una vez más el silencio reina dejándolos consternados ante la noticia.

—Eso explica el mensaje que recibimos hace días -exclama Assim, todos excepto sus hermanos voltean curiosos en su dirección. —Decía que el Alfa del Clan de la Penumbra está muerto.

Tras recuperarse el rey ingresa a su hogar donde informa a su esposa de lo acontecido, tras la primera noticia la mujer se derrumba pues el Rey de Sol Saliente era como un hermano para ella. Su agonía se intensifica ante la ausencia de su único hijo y lo ocurrido con la princesa.



     

Lunes 06 de mayo

Un ave llega a Cathán, un mensaje en manos de un joven llega a Raven quien ahora se reúne con el rey y su otro segundo de confianza, así como dos jóvenes en el mismo despacho. Con el mensaje entre sus manos eleva la vista fijándola en el menor de los presentes.

—¿Alguna novedad?

—Sabemos que Sol Saliente es el continente más grande, con el reino y la ciudad más extensa, incluso con un clan que sobrepasa la de otras, eso sin mencionar a los habitantes de Diero -explaya Walid. —Pero los últimos registros corroboran el crecimiento del Clan de la Penumbra, antes no superaban la cuarta parte del reino, ahora exceden un poco más de la mitad, al menos, de lo que entonces era el reino.

—¿Cuántos se requieren para acabar con todo el reino? -pregunta su padre.

—Basándonos en lo que sabemos, uno de ellos es suficiente para acabar con tres de los nuestros, aproximadamente.

Suspiros se perciben en el interior de la habitación.

—¿Cuándo inicio su ascenso?

—Poco después de que el Rey Youhei comenzó su reinado.

El silencio los consume en lo que Artem juega aun con el papel entre sus manos, un mensaje del Reino Alnair lo ha tomado por sorpresa por lo que no sabe que esperar una vez lea dichas palabras. Sin más preámbulos desenvuelve el pequeño papel encontrando una pulcra escritura en él, las palabras plasmadas en este le producen fruncir el ceño, gruñir molesto, a su vez, sentir cierto alivio.

—¿Qué ocurre? -pregunta Atticus.

—Es Zia -exclama ofreciéndole el papel.

Me es imprescindible comunicarle que el Príncipe Lexington se encuentra actualmente en Alnair, debo decir; a su vez, que posee graves heridas tras un ataque proveniente del Clan Chernobog, mismas que ya han sido atendidas. A su vez debo mencionar acerca de sus acompañantes, una joven de nombre Akemi, que he de suponer se trata de la Princesa del Reino de las Sombras, aunque sus recuerdos ahora mismo parezcan difusos. Y un niño, un pequeño híbrido. He de suponer que están al tanto de lo que ocurre, Rey Artem, ofrezco mi apoyo en cuanto a los invitados se refiere, más espero una explicación de los hechos o me vere en la necesidad de solicitar una reunión con cada uno de los gobernantes.

-Reina Erea.

—¿Hibrido?

Todos centran su atención en la mujer dueña de aquella voz susurrante.

—Mamá Su -murmura Walid al apreciarla, su aspecto cabizbajo y melancólico.

—¿Qué hibrido? -Suplican sus ojos y voz.

Artem suspira, no quería ahondar en detalles sabiendo que aquello le perjudicaría, pues con la simple noticia acerca de la caída del reino basto para que ella se desplomara en un mar de lágrimas que incremento ante la ausencia de su hijo, y la mención de la princesa también la herían. Ahora no había vuelta atrás, pero al ofrecerle aquella breve información la mujer no pudo más perdiendo sus piernas toda fuerza por sostenerla.

—¡Mamá! -expresa Walid en un murmullo casi silencioso al final antes de lograr sostenerla, del otro lado Artem hace lo propio.

Sus lágrimas cubriendo todo su rostro, niega para acto seguido ver a la cara a su esposo.

—Irán por ellos, ¿cierto?

Los tres adultos mayores bajan la cabeza, acción a la que ella niega.

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