Shi-juu yon | 44.

El parque vacío, una cita con el amor inolvidable y un llanto de culpa.

Acompañada de su distinguible bolsa cruzada, la señorita Fujiwara entró en aquel parque donde había citado a su exnovio, tal como si fuese un delincuente a punto de cometer un atraco, ya que parecía en demasía inquieta. Por fortuna, el lugar se veía vacío, solo había una pareja sentada en una banca junto a un pequeño lago y una madre con dos pequeños jugando al otro lado. Rai caminó entonces a su zona de confort, es decir, lo más lejos posible de la entrada y personas, bajó una solitaria sombra que brindaba un árbol.

A pesar de que habían quedado a las cinco en punto, ella se tomó el tiempo enserio y llegó al menos quince minutos antes, en primera, porque su trabajo en el Yellow Cake's le había enseñado a ser puntual cuando Akutagawa le jalaba de las orejas, y sobre todo, su vida en Miyazaki de pronto se hacía presente; y en segunda, porque necesitaba tener segundos a su favor para pensar la manera en cómo iba a comportarse frente a Kosei, pues la última vez se vio sumisa, al igual que durante la llamada. Rai no quería eso, pero no podía evitarlo, le salía natural. 

Ahí sentada, pudo visualizar la escena de su llegada, por ello se dijo, tenía que actuar con normalidad. Bien, así se lo había prometido, sin embargo, en los siguientes veinte minutos, lo único que observó fue a la madre yéndose a casa con sus pequeños, ¿y Kosei? Al parecer se estaba haciendo el interesante, porque cuando dieron las cinco con treinta, el todavía no estaba ni asomando la cabeza por la entrada.

—Así es mejor... —se dijo tomando un palito largo del suelo para jugar con el sobre el pasto. Movía las hojas marchitas que caían del árbol.

Rai no pudo hacer nada para impedir el sentimiento de desilusión y tristeza que le embriagó. Le había decepcionado nuevamente, y por supuesto, ello no era igual a su engaño anterior, pero para ella, que había vuelto a confiar en sus palabras, le pesaba como si el daño fuera equivalente. Otra parte en su interior también le brindó paz al sentir alivió por su nula presencia.

En ese momento, alguien le llamó por teléfono, así que lo sacó de su bolsa pensando que era Kosei quien llamaba para justificarse. Estaba tan segura, que ni siquiera vio el número en pantalla.

—¿Hola? —respondió bajando la mirada mientras seguía jugando con la ramita de antes.

—Rai, ¿dónde estás? —preguntaron, pero esa no era la voz de Kosei—. Hoy salí temprano y traje sushi, pero no estás.

Era Shūji. Ahora, además de sentirse decaída, también se sentía culpable.

—Estoy en un parque justo ahora, quise salir tomar aire —no mintió del todo—. Lamento no estar para comer con usted.

—No, no, tranquila, estás en todo tu derecho, además no sabías que vendría a casa temprano —le disculpó—. Solo cuídate mucho y no vuelvas tan tarde, es peligroso. Te dejo para que puedas seguir disfrutando de tu día.

—Nos vemos —se despidió enseguida ella y él otro cortó la llamada.

Dazai no merecía sus mentiras, no merecía tampoco sus dudas; eso era lo que pensaba Rai en ese momento, porque se sabía que a este poco le molestaría, debido al falso compromiso. Era factible decir, que ninguno podía reclamar nada en una relación donde no existía amor. Tal vez era ese simple sentimiento de deber cosas no materiales que le hacía ponerse así.

—¡Lamento llegar tarde! No puede ser que me haya perdido. —Kosei llegó.

Rai levantó la mirada y observó cómo era que se acercaba cargando consigo una bolsa de un restaurante de comida rápida.

—Espero que no tengas mucho tiempo esperando, enserio lo siento, no estoy acostumbrado a ver tanta gente en las calles. ¡Está ciudad es una locura! —Se le veía agitado, probablemente porque corrió hasta ahí cuando bajó del taxi unas cuadras antes.

Ella le siguió observando, recordando como en una fotografía, esos movimientos involuntarios que realizaba cuando estaba nervioso.

—No te preocupes, también llegué tarde —mintió para hacerlo sentir mejor.

Aun así, el otro levantó las cejas, extrañado de su impuntualidad. Igual no dijo nada, pensó que posiblemente la cuidad le había cambiado algunas características de su persona que el conocía al derecho y al revés.

—Es un alivio, pero bueno, traje algo para comer como prometí en la llamada. Espero que todavía te gusten como antes —le mostró lo que llevaba con alegría y ella sonrió nostálgica. En Miyazaki también existía un local como ese y sabía perfectamente que había dentro de la bolsa.

<<Parece que intenta recordarme todo lo pasado... >>pensó enseguida, y no se equivocaba, ese era el cometido del muchacho, con lo que no contaba, era que con eso mismo también traía de vuelta el recuerdo de su traición, causando que Rai agachara la mirada por segunda vez.

Él ocupó lugar junto a ella, más cerca de lo quiso, colocando la bolsa en medio, de la que enseguida sacó un emparedado envuelto en papel con la marca del lugar por todos lados.

—Toma. —Se lo extendió junto con una soda sabor lima, lo peor de la acción, fue la sonrisa que le mostró en conjunto. Sonrisa que Rai no pudo ignorar.

—Gracias —aceptó vacilando, mas luego aparto la mirada con disimulo, pues la atención que le dio a la comida no fue forzada.

Comenzaron a comer pronto, mientras Kosei le contaba la aventura que tuvo al comprar los emparedados y luego para encontrar el parque. Dijo que había tomado dos taxis y que al primero le había dado la dirección errónea, llevándolo así en dirección contraria de esa; para su buena suerte, el taxista no le cobró y también le ayudó a conseguir otro taxi, pues estaba ocupado con otros clientes que le esperaban, y ese taxi fue el que le llevó hasta ahí.

Como era de esperarse, tal anécdota estaba llena de gracia, pues así era él, no podía dejar los chistes de lado cuando hablaba y eso siempre hizo a Rai reír como en ese momento. Vistos de fuera, parecían estar pasándola bien; el contaba su historia con emoción, movía las manos durante la explicación y su comida iba y venia hacia todos lados, mientras ella le veía con atención, disfrutaba su emparedado y reía con un tipo de timidez cubriendo su boca cuando estaba a punto de soltar una buena carcajada. Fue en un segundo, ninguno notó cuan acostumbrados estaban el uno al otro, aun después de esos años separados.

—Lo bueno es que pude llegar, pero enserio estaba preocupado porque esperaras tanto tiempo. No quería que pensaras que no iba a venir como te pedí —habló serio.

Rai negó, nuevamente mintiendo para hacerlo sentir mejor. También adoptó un semblante serio y dejó de lado el alimento.

—Rai, ¿de verdad vas a casarte? —cuestionó de pronto, tomándola con la guardia baja, que comenzó a temblar levemente—. Lo siento... No quiero incomodarte.

—Tranquilo, estoy bien. —Había algo en ella que le decía "corre", y no precisamente un sentimiento de peligro físico.

—No puedo aceptarlo —siguió, a pesar de haber dicho que no deseaba hacer mal a ese encuentro.

Rai le miró, Kosei miraba hacia el frente con el rostro ensombrecido. Su perfil le trajo buenos recuerdos, no obstante, era evidente que había cambiado con el paso de los años, ya no era un adolescente y ella tampoco, por ello, entre los dos ya no proyectaban la misma imagen. Eran adultos, con madurez de sobra para saber en qué se estaban metiendo, por ello la ex-mesera pensó enseguida, ¿cuál seria el resultado si volviesen a comenzar el camino desde el inicio?¿Ellos de verdad podían llegar a ser como antes?

—Durante estos años, comprendí que soy nada sin ti —confesó con un suspiro—. Se que fui yo el que arruinó nuestra relación, quien no respetó tus sentimientos y no tengo perdón por ello. Te lastimé con mis acciones, mis palabras, incluso también me traicioné a mi mismo.

Sonaba tan arrepentido, tan triste y desolado, que no parecía el mismo de antes que contaba con fervor su historia. Rai sintió que perdía ante la lástima que pronto sintió por él.

—No puedo aceptarlo... —repitió negando con la cabeza—. Puedo verlo, no amas a ese hombre, porque entonces habría de rendirme...

—Lo amo —sentenció la otra interrumpiendo, sonando como si estuviera diciendo la verdad—. He decidido casarme con él por amor, porque él puede... —calló de repente y abrió los ojos sorprendida.

¿Él podía qué? ¿Qué iba a decir? No sabía, las mentiras siempre salían como cascada cuando se trataba de defender su falso compromiso, o eso había sido así antes, pero ahora; quedó en blanco, sin palabras, eso le dio miedo, se asustó tanto que se levantó enseguida con la intención de echarse a correr lejos, antes bien, Kosei le detuvo tomando su mano como acto reflejo.

—¿Por qué quieres escapar? —inquirió lastimado—. ¿Es cierto entonces? Si es así, ¿por qué van a casarse? No puedo imaginar el motivo, ni siquiera puedo pensar en...

—¡No tienes derecho!

Se sorprendieron los dos, ninguno esperaba esa reacción y Rai pronto comenzó a forcejear para quitarse el agarre.

—Rai...

—No... —interrumpió de nuevo, luego le dio la cara. El semblante le fue irreconocible al muchacho—. No tienes derecho a venir aquí y decirme indirectamente que me necesitas, porque cuando yo te necesité en el pasado, me diste la espalda como si fuera una desconocida.

—Lo siento, Ray, pero eres aburrida. No puedo seguir fingiendo que siento lo mismo por ti. Mis sentimientos han cambiado.

—No fue así, yo no estaba pensando con claridad —justificó como un estúpido.

Rai insistió en soltarse, pero Kosei le tomó con mas fuerza y le obligó a apoyarse en su pecho cuando le abrazó. Entonces ella comenzó a llorar, perdió las fuerzas y debilitada aceptó el consuelo.

—Por favor, piénsalo. No podre alcanzarte una vez te cases con él y te conozco como si fueras una parte de mí, tú no quieres hacerlo, no lo amas como todavía me amas a mí, de lo contrario, estas lagrimas no se harían presentes y mucho menos hubieras aceptado reunirte aquí conmigo.

Tenía razón, Rai solo trató de engañarse a sí misma. Que doloroso era todo aquello.

—Yo aún te amo, Rai, te amo tanto. Solo de recodar lo felices que éramos antes, esa forma que tenías de sonreírme, la forma en que me confiaste todo y también te lo confié. —Al igual que ella, comenzó a llorar, para después dejarse caer al suelo con la joven, quien también lo abrazó—. No quiero dejarte ir otra vez, ahora sé cuánto vales para mí. Dame otra oportunidad, no voy a defraudarte.

Esa misma posición habían adoptado Rai y Osamu en casa de sus padres, cuando ella no pudo con la culpa de mentirles, sin embargo, el sentimiento era diferente. Recordó que Dazai podía protegerle de una manera diferente a como Kosei una vez hizo y ese día le estaba prometiendo, y sin mentir, ella prefería al mas joven de los dos. Así que dejó de llorar cuando el hombre le tomó por las mejillas y le hizo verlo fijamente. Segundos les tomaron para caer rendidos mutuamente con la conocida mirada del otro, y terminaron uniendo sus labios como un lindo reencuentro de almas gemelas.

—Nunca mas te volveré a soltar —prometió al final Kosei cuando Rai se refugió en sus caricias.

Era como si estuviese hipnotizada, pues, aunque deseaba hacerlo, su cabeza se negaba a trabajar y no podía procesar la situación, además, su mirada, que muy a menudo fijaba sobre Dazai con decisión, ahora no reflejaba nada más que un terrible vacío.

—Debo volver a casa. —Fue lo último que pronunció sin voluntad.

Bueh, espero que no se hayan molestado mucho con Rai, porque esto acaba de comenzar, solo digo.

 Muchas gracias por leer y feliz inicio de mes (:

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top