Shi-juu ni | 42.

Cuidado con Rai, la verdad de su convenio y una historia corta.

Abrió la puerta de su apartamento cargando con su gabardina en la mano y documentos en la otra, por lo que tuvo que hacer un truco de magia para pasar la tarjeta de acceso. Una vez cerró detrás de él y se quitó el calzado apoyando los papeles en la superficie de la pared, entró bostezando, sin embargo, luego de dar unos pasos, dejó caer todas sus pertencias al suelo y abrió bien los ojos con lo que encontró en la sala de estar...

—¡Buenas tardes, Shūji! ¡Viste que lindo día hace hoy! ¡Incluso tuve el tiempo de comprar mi vestido de novia con su dinero escogiendo el más caro para molestarle!

—No es cierto.... Chuuya... te voy a matar —susurró casi desmayandose dramático.

Tenía ahí una verdadera emergencia que debía solucionar enseguida sí o sí, no obstante, estaba tan asombrado con esa sonrisa descarada que la muchacha le daba. Era Rai, por supuesto, sin embargo, era otra versión de la joven, una borracha para ser exactos.

Una botella de vino y una copa vacía se encontraban sobre la mesita ratonera que adornaba la sala, y junto a ella, en el sofá que daba la espalda, Rai le daba la cara, por lo que tenía las rodillas sobre la superficie y las manos apoyadas en el respaldo. Seguía viéndole, pero de vez en cuando, ya que al parecer su nivel de concentración alcanzaba los suelos y cualquier cosa que veía, su mirada iba tras ella.

—¿Estuviste tomando? —Era evidente, pero no veía que otra cosa decir.

—Solo un poco, Chuuya dijo que me relajaría ayer, y como es tan buen asistente tuyo, decidí aceptar su recomendación —contó quitada de pena.

Dazai se quejó en alto con un lamento sufrido, pero sordo. Así, avanzó hasta ella, rodeó el sillón y tomó la botella para quitarle el resto, aunque cerró los ojos con pesar al comprobar el peso.

—¿¡Te la tomaste toda!? —exclamó sin poder evitarlo.

Rai bajó la cabeza como niña regañada, luego sonrió con diversión y asintió.

—¡No pude parar! —habló para echarse a reír, como si su justificación hubiera sido graciosa y una buena—. Lamento haberme tomado su vino. —Luego se disculpó seria.

Para Shūji, la bebida era lo de menos, bien podría comprar otra, de todas formas poco tomaba en casa cuando tenía el tiempo; lo importante allí era su estado de ebriedad. No conocer a Rai con las rayas hasta el cielo era peligroso, además el alcohol era la principal adicción de los jóvenes en esos días y por si fuera poco, traía consigo problemas de salud, y no deseaba que ella generara algo parecido o igual.

—No importa, sabes que en esta casa no hay nada que no puedas comer o tocar —hizo saber cuando vio que no levantó la mirada, tampoco quería hacer que se sintiera mal por un vino que podía reponerse—. Ven, te ayudaré a ir a la habitación. Sería bueno que tomaras un baño antes de acostarte...

—No quiero. —le interrumpió sonando molesta. De esa manera, su estado de ánimo era tan bipolar e impredecible.

—Rai, por favor, ya son las nueve, de todas formas tienes que dormir pronto. —Con eso dicho, intentó tomarle de la mano una vez dejó la botella de nuevo sobre la mesa, salvo que ella se alejó y rodeó el sofá para que no le alcanzara.

—¡Usted no es mi padre! —renegó señalandolo de forma molesta, luego se tambaleó y volvió a reír como una loca.

Dazai suspiró cansado, después del largo día que había tenido... No le daban ningún minuto de descanso a ese pobre hombre de negocios. Ahora debía lidiar con una Rai increíblemente inestable.

—No soy tu padre, pero ahora estás borracha y soy la persona que se está haciendo responsable de tí, así que no lo hagas más difícil. En primera, no debiste tomar a solas —regañó enfrentándola. Si así quería ser tratada, pues Dazai lo haría.

Rai negó como una loca, para después caminar vacilante cuando él también se acercó. Y antes de poder hablar, tropezó, aún así tuvo suerte, porque Osamu le atrapó antes de que se lastimara.

—Es hora de descansar —anunció el mayor una vez le sostuvo por los brazos.

—Es que yo... —lloriqueó la menor, pegándose enseguida a su cuerpo como un minino en busca de caricias. Dazai extendió los brazos para no tocarla, aunque al final, bien que volvió a sostenerla—. No sé por qué usted no quiere tocarme. No soy tan joven y usted no es tan viejo.

Oh, no de nuevo con esa conversación, se dijo el castaño avergonzado. De alguna manera, cuando comenzó a restregarse en su pecho, supo que le diría algo por el estilo.

—Rai, ya hablamos de esto. —Quiso detenerla, tomando sus brazos y alejándola hasta que pudo verle la cara.

—Solo dijo que no quería lastimarme —echó en cara, con los ojitos cristalizados y las mejillas rosas.

Dazai tuvo que apartar la mirada.

—¿Es porque no le gusto? ¿Es porque no tengo mucha experiencia? Estoy dispuesta a que me enseñe; si quiere ser amable o salvaje no me importa. Podría meterme a la boca todo su...

—¿¡Rai!? —interrumpió el otro antes de que terminara. Ya le sudaba la frente de los nervios—. Que cosas dices, por dios...

Esa muchacha iba a matarlo, afortunadamente, tenía un buen autocontrol sobre su cuerpo estando sobrio y no caería en sus "garras". Esa situación no tenía diferencia a cuando él era quien no tenía consciencia, así que no cedería como ella no hizo.

—Entonces no le gusto, solo soy una mujer que le ayudará a llegar a la custodia de Satoko-chan. Usted no me mira, solo me está utilizando...

Volvió a interrumpirla, está vez atrayendola a su pecho en un abrazo. Le pasó las manos por la espalda y ella cerró los ojos.

Rai había dicho las cosas como eran, pero escucharla así de triste por algo que se se sabía muy bien por los dos, era doloroso y no entendía por qué. Términos eran términos, y ninguno estuvo en desacuerdo cuando se pactaron a base de palabra aquel día en que le colocó el anillo.

—Cariño, claro que me gustas —confesó el castaño, sintiendo como ella apretaba con sus manos el sacó de vestir que llevaba—. Eres sencilla, inteligente y fuerte, como también bonita; no sé a quien no le gustarías, pero es que yo... Lo siento, no puedo permitirme tener otro sentimiento hacia tí, porque tienes que encontrar algo mejor que un hombre como yo.

Suspiró rendido. Ella ya estaba llorando sobre su pecho y eso le incomodaba, pero no por la acción, sino que le incomodaban los sentimientos que tenía hacía ella. Nunca quería verla llorar otra vez, eso le destrozaba.

—Tu lo dijiste, no seré yo quien pise tus sueños; no seré yo el ancla que no te deje mover. Te estoy utilizando, esa es la verdad, pero prometo que cumpliré mi deber, y cuando por fin puedas irte, cumplirás tu sueño. —Se sentía mejor sabiendo que los dos saldrían ganando al final del juego.

Cómo ella no respondió y solo se mantuvo abrazada a él, optó por cargarle como a una princesa, llevándola así hasta la habitación. Por suerte la puerta estaba abierta, pero dentro no estaba encendida la lámpara de techo, sino que la única luz provenía del televisor encendido.

En el momento en que le dejó en la cama, ni bien le soltó, ella le miró con un semblante suplicante apretando nuevamente sus prendas, y dijo:

—Quédese conmigo, solo a dormir. No quiero estar sola.

Shūji volvió a quejarse, pero no había forma de no cumplirle su capricho. Era Rai quien necesitaba consuelo esa noche.

—Bien, hazme espacio —aceptó, quitándose las gafas enseguida para dejarlas sobre el mueble de la lámpara.

Cuando ella se movió hacia atrás y le dio lugar necesario, Dazai se acómodo de lado. Recargó el codo en las almohadas y su mano le dio soporte a su cabeza, entonces, de manera automática, su otra mano fue a parar sobre la mejilla de la joven.

—¿No te vas a dormir? —inquirió hacía ella cuando observó esa atención que le daba. Era como si quisiera verlo por la eternidad, además, él también le miraba de la misma manera sin darse cuenta.

—Sí, pero antes quiero preguntarle algo —habló tranquila.

—Dime —animó, llevando su mano está vez a acariciarle el cabello tomando un mechón entre sus dedos con delicadeza.

—Ayer parecía molesto cuando Nakahara-san intentó darme alcohol, ¿puedo saber por qué? —Tenía esa duda, y solo borracha pudo hacérsela saber.

El mayor sonrió de lado, no queriendo decirle el motivo, aún así, Rai ya le había visto antes en ese estado, por lo que era egoísta no contarle.

—Estoy peleado con el alcohol, Rai, sin embargo, cuando estoy en problemas siempre nos reconciliamos —dijo con gracia.

En lugar de verla a ella, admiraba su bonito cabello que le permitía deslizar sus dedos sin dificultad. Por su parte, la menor no comprendió su explicación y su semblante se tornó curioso.

—Cuando era joven, me gustaba tomar con mis amigos; nosotros solo lo hacíamos por diversión, pero en muchas ocasiones más de uno perdió el control ocasionando problemas que bien se podían haber evitado, como por ejemplo, esa noche donde le grité a mi madre que no soportaba vivir más tiempo en su casa y me fui sin tener un plan para sobrevivir. Terminé en casa de Fyódor, por si te lo preguntabas.

Se escuchó una risa amarga dentro de esas cuatro paredes. Rai entonces se acercó más hasta su cuerpo y colocó una mano en su pecho por encima de su traje; se veía preocupada por el inicio de la historia que él relataba.

—Afortunadamente no pasó algo más grave que ello, o no hasta que conocí a Hatsuyo. Sabes ya que durante nuestro noviazgo no hacía más que estudiar y luego de ello, mientras ella estaba embarazada solo trabaja todo el día; bueno, pues estaba cansado por aquel tiempo, no al punto de renunciar a mi meta, pero sí harto. —Se detuvo al recordar esos tiempos, para llevar está vez su extremidad hasta el hombro de la muchacha y acariciarlo—. Un compañero me dio la grandiosa idea de volver a tomar ese hábito con el alcohol, dijo que era lo mejor para librarme de todo el estrés que llevaba encima, así que comencé a ir a bares después del trabajo y no media mis acciones. No volvía a casa hasta entrada la madrugada y comencé a tener problemas con Hatsuyo, pero como no quería hacerme responsable, simplemente le decía que me dejara en paz y dormía en otra habitación.

Tener que contarle sus tropiezos era vergonzoso, salvo que no se sentía incomodo, ella le estaba escuchando con atención y existía la posibilidad de que no lo recordara todo por la mañana, así que siguió con su historia.

—Llegué a gritarle, a romper adornos que ella misma había conseguido para hacer más bonita la casa, y también a golpear cualquier cosa que tenía en frente para descargar mi irá, aunque por supuesto, nunca le puse un dedo encima a ella. Junto con ello, comencé a gastar dinero que podía haber beneficiado a Satoko antes de nacer y también llegué a casi acostarme con una desconocida cuando tuve la oportunidad, pero al final pude reaccionar. No tenía control de mi mismo y pronto sentí que lo perdería todo. —se lamentó—. Así que le pedí perdón a Hatsuyo y ella me ayudó a salir de ese estanque, luego me prometí que no volvería a tomar alcohol, cosa que con el tiempo, no cumplí.

Terminó, sintiéndose un estúpido por lo último mencionado.

—No volveré a tomar —le aseguró la muchacha tal soldado, viéndose tierna para él cuando se acercó de más.

—Escúchame —le pidió tomando de nuevo su mejilla—. Fui un tonto, no tengo la autoridad para negarte algo, no eres una niña y sabes lo que haces. Puedes hacerlo, pero hazlo con responsabilidad, no seas como yo. Si quieres tomar fuera o como hoy, dentro de la casa, solo asegúrate de cuidarte y de llamarme si tienes algún problema.

—Usted... ¿acaso es un ángel? —cuestionó Rai sintiendo todo su apoyo como desde el día en que lo conoció.

Dazai río divertido, y pensando que ya era suficiente conversación por ese día, le atrajo hasta sus brazos y le cubrió con carińo, besando con este mismo su coronilla cuando el rostro volvió a esconderse junto a su pecho.

—No soy nada de ello, pero posiblemente tú si lo seas —halagó cerrando sus orbes cafés—. Aunque sí me lo permites, puedo hacer su trabajo cuidando de ti cada que lo necesites, aunque no seas la mujer y no sea yo el hombre de tu vida. Si tan solo... Si solo hubieras llegado antes, Rai...

Susurró al final, tan bajo, que ella no le escuchó. Así entonces, con todo y traje y sin cenar, Dazai y Rai volvieron a dormir cuidadose mutuamente por esa noche.

¡Gracias por leer!

PD: que pena, me equivoqué con la dedicación para Sethe hahahaha

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