Shi-juu nana | 47.
Con el corazón no, un juicio objetivo y una extraña obsesión.
—¡Necesito pensar, dame tiempo!
El grito de súplica alarmó a Osamu y a su asistente cuando entraron dentro de ese camino sin salida, luego se detuvieron, porque a unos pasos los muchachos estaban discutiendo.
—Rai —llamó el mayor.
Con Kosei interfiriendo por un lado y su prometido por el otro, lograron hacer que la antigua mesera se sintiera encarcelada, y como en un juego de gato, esperaba en medio su turno cuando se alejó y puso su distancia de los dos.
Que cruel manera de obligarle a tomar una decisión, como si fuesen ellos dos personas del refugio de animales que habían visto al mismo perro, y para ganar, hacían cariñitos para ver con quién simpatizaba más; en su caso, Kosei gritaba "amor" y Osamu gritaba "sueños".
—¿Qué hace usted aquí? Nadie le llamó, así que vuelva a su trabajo —se dirigió al hombre de negocios el menor, molesto porque su presencia hacia a Rai dudar más que antes.
—¿Qué dijiste... ? —Chuuya fue quien reaccionó, pero Dazai ya tranquilo, le detuvo colocando una mano en su hombro.
De nada serviría pelearse con el joven Minagawa, la muchacha cada vez se ponía más inquieta en consecuencia, además, el mayor ya había tenido un pequeño encuentro con él y no quería volver a experimentar el mismo sentimiento de molestia como en aquella vez. Era un poco estúpido que con su edad, se rebajara a escuchar las quejas de un niño como Kosei, así que le ignoró.
—¿Quieres pensar? Está bien, te llevaré a casa y te dejaré sola para que puedas hacerlo —ofreció, preocupado por su estabilidad emocional.
Rai le miró con miedo, preguntándose si Dazai era tonto o demasiado noble para vivir en ese mundo mundo en que también habitaban las malas personas, sin embargo, su pensamiento no era intencionado a ofenderlo. Era increíble que aún después de saber que le mintió y estuvo vacilando con Satoko de por medio, Shūji todavía quisiera ayudarle.
Era noble, demasiado para su persona. Ella no lo merecía, o sería mejor decir, recordando sus condiciones, que Dazai no merecía un trato como el que le daba.
Pese a tener poco tiempo libre siendo está la causa de su divorcio, Shūji, dejando de lado las imperfecciones que todo ser tiene, era lo que toda mujer, en ese actual, hubiera querido. Alguien con respetuoso, con modales, principios, que protegía con con todas sus fuerzas lo que amaba... Él podía ir y encontrar una mujer que aceptara el trato teniendo en claro lo que deseaba, desde condiciones hasta recompensa, incluso encontrar a alguien para enamorarse en el camino y cuidar de su hija con esa nueva persona especial; sin embargo, le había escogido a ella: una joven que conoció de casualidad en un lugar de postres, que al sentir lastima tuvo que ser una buena persona con un desconocido.
Había escogido a Rai porque confiaba en ella.
El malentendido del cortejo, los días siendo niñera de Satoko, la propuesta que aceptó, el viaje para conocer a sus padres y todo ese poco tiempo viviendo juntos, podría no significar nada.
—¡No es posible que estés dudando tanto! —atacó su expareja, desesperado por una respuesta.
Minagawa Kosei no era el mismo de antes, pensó enseguida. Cuando mantenían una relación era lo más parecido al chico ideal para tener una buena experiencia como primer novio. A menudo era consentida con flores, chocolates y un par de regalos significativos, no obstante, ese muchacho había desaparecido mientras estuvieron lejos. ¿Alguna vez le habló, gritó y trató de esa manera? Por supuesto que no, Rai no lo hubiera permitido, hasta su reencuentro hacía pocos días. Él parecía estar desesperado por llevarla consigo e impedir la boda, por lo que no entendia por qué tanta insistencia.
Fueron minutos, que a todos los presentes les parecieron una eternidad; se sentían incómodos con tanta incertidumbre, pero ninguno estaba dispuesto a retroceder. Mientras que Dazai deseaba verla bien y llevarle a descansar, el joven Minagawa por el contrario, exigía una respuesta.
Fue hasta que Rai miró en dirección del mayor, deteniéndose un micro segundo en sus achocolatados orbes nerviosos; él percibió lagrimas que había descubierto, odiaba que desperdiciara de esa manera, y luego la desición fue tomada.
Corrió en dirección contraria, apresuró el paso y bajó la cabeza cuando encontró de frente a un Kosei sonriendo.
Estaba hecho, había decidido lo mejor para ella, lo que su cabeza y no corazón le habían hecho decidir y nada le haría cambiar de opinión.
Cuando el Nakahara se dio cuenta de su evidente elección, quiso ir tras ella, molesto por, aparentemente, haber incumplido con su palabra, antes bien, Osamu está vez estiró su extremidad y le detuvo con ella como si fuese una barrera.
—¿Te vas a quedar ahí parado? —renegó el bajito al ver su resignada mirada—. Ustedes tienen un trato, aunque sea de palabra, Rai aceptó las condiciones y...
—¿Y eso qué? —interrumpió, observando aún la espalda de la joven y al emocionado hombre.
—¿¡Cómo qué y eso que!? —le encaró el otro.
—Rai está enamorada, Chuuya, y no puedo interferir con el amor —aceptó. Todo en el desprendía resignación—. No estaba preparado, pero debo decir que este es un escenario que era posible desde que presencié su reencuentro en Miyazaki.
El secretario negó, inconforme, no obstante, poco podía hacer.
—Que importa un tonto trato, que importa una boda cancelada y unos invitados confundidos, si con ello Fujiwara Rai puede ser feliz.
Un verdadero hombre, era lo que Dazai Osamu representaba en ese momento, sin miedo a perder por asegurar el bienestar de la joven.
Dio la media vuelta, era hora de marcharse, y por supuesto, en algún momento pediría a la muchacha un tiempo para regresarle sus pertenencias y también darle las gracias por todo lo que había hecho por él antes, como cuidar de su hija y ser paciente con su persona, además de claro, no sabía cuáles eran sus planes junto a Kosei, pero estaba dispuesto a devolverle su trabajo en el Yellow Cake's y sobre todo hacer cualquier cosa solo por ayudarle.
—¿Ah? —soltó de pronto el castaño y Chuuya sonrió a su lado con diversión.
Con algunos pasos casi fuera del callejón, alguien tomó de su mano pescándola en el aire, y cuando observó a Rai siguiéndole los pasos, se detuvo.
—Solo me estaba despidiendo... —aclaró la menor con pena y la mirada en el agarre.
La reacción que Shūji tuvo después, fue como la de un niño. Abrió la boca, repentinamente sus orbes soltaron unas dramáticas lágrimas y le abrazó con fuerza casi levantándola del suelo por el agarre a la altura de su cintura.
El Nakahara volteó hacia otro lado, contento de saber que había confiado en la persona indicada.
Rai también le abrazó, pasándole las manos por el cuello y tomando con una mano su cabello en forma de consuelo. Le pareció en extremo tierna su reacción y le dejaría llorar hasta que quisiera detenerse por cuenta propia, porque él también merecía por fin poder desahogarse pensando en Satoko y en lo cerca que estaba de su custodia solo con ese agarre de manos que ella había propiciado.
—Gracias por elegirme —pronunció cuando se separó un poco para verle el rostro.
—Solo quiero que Satoko pueda estar con su padre y también deseo cumplir mi sueño —susurró sincera, para que nadie más la escuchara.
¿Pero eso qué importaba? Absolutamente nada, la única verdad era que ella había decidido quedarse a su lado mientras pudiera, mientras ese trato quedaba resuelto. Hasta entonces, tendría su entero apoyo y eso el de traje lo comprendía, por eso se sentía tan agradecido y ahora tan seguro de haber escogido a la persona ideal para confiarle sus metas.
Y ahí, en medio de la bonita escena, bastó un movimiento y Dazai terminó por besarla. Fue un corto, pero bonito roce.
—¡Rai, dije que no iba a volver a soltarte! —interrumpió el muchacho, espectador de la escena entera.
A pesar de ello, los comprometidos no se separaron, y Osamu sin querer perder más tiempo con el joven, mejor se mantuvo al margen, y con seguridad, escondió el rostro en el cuello de la muchacha mientras que ella lo recibía.
Kosei observó la escena con terror, porque estaba seguro que Rai lo hacía a propósito. Esa era exactamente la posición en que ella le había encontrado cuando le descubrió con otra en el almacén del gimnasio de la escuela.
—No lo estás haciendo. Yo te estoy soltando a tí —Rai habló con desición, mirándolo como él hizo con ella en aquel entonces—. Lamento haber dudado al pensar que era mejor volver a los brazos que me conocían y comprendían como ningunos otros, cuando la verdad es que estoy bien dejando que unos nuevos me conozcan y también aprendan a valorarme...
—Pero... —Intentó interrumpirla, salvo que a cambio, ella siguió hablando.
—Lamento que hayas perdido lo que te hacía sentir completo, aún cuando fueron tus acciones las que lo alejaron de tu vida. Adiós, Kosei, deseo que puedas ser felíz y encuentres a alguien así como yo encontré a Dazai-san. — Fueron las últimas palabras que le dirigió.
Entonces, tomados de la mano, Rai y Osamu avanzaron fuera del callejón ignorando los balbuceos y lloriqueos que Kosei daba, mientras Chuuya... el quiso volver con el muchacho para recomendarle una firma de nuevos talentos, pues tenía en demasía para hacer el drama que todo el público estaba esperando.
—Lamento mucho esto —en la acera principal, Rai comenzó a disculparse—. Dudar cuando acepté cumplir con las condiciones no fue algo sensato. En primera, no debí mentirle y salir con Kosei sabiendo lo que me esperaba.
Dazai apretó el agarre y siguieron caminando.
—También lamento que haya tenido que llorar por algo que no debió suceder...
Al decir eso, el mayor recordó que lo había hecho, y con su otra mano, quitó los lentes para tallarse los ojos y borrar los rastros de lágrimas. La felicidad era mayor, así que por un momento olvidó el detalle, pues fue espontáneo.
—Deja de disculparte —le pidió amable—. Me basta con saber que estás bien y yo no soy quien para juzgarte. Entiendo perfectamente que hayas dudado y también entiendo tu elección.
Lo importante era, que tanto ella como él volvían a tener seguridad de su trato, pues Rai había recuperado el juicio en el mejor momento. Nadie más volvería a hacerla dudar de sus sueños; no volvería a caer en la misma trampa y no volvería a cuestionar sus ideales, porque eran esos mismos los que la llevaron hasta Yokohama siendo tan joven.
—Me encargaré de hacerle saber al jefe que estás bien y más tarde volveré a la oficina para verificar que todo esté correcto para la boda de mañana. —El pelirrojo se separó en el camino—. No olviden que los familiares de Fujiwara-san llegan hoy en la noche, por supuesto, ya está todo preparado, así que ustedes deciden si desean visitarlos hoy o verlos hasta mañana.
Rai agradeció al asistente haciendo una pequeña reverencia.
—Necesito ir por mi vestido y arreglar con Ritsuko algunos detalles, así que les llamaré más tarde para avisar que no los veré hasta mañana en la ceremonia —contó segura.
—Bien, suerte y nos vemos mañana. —Con ello, Chuuya cruzó la calle para volver al restaurante.
Los dejó solos, y sabiendo que Kosei seguía en el callejón, avanzaron lejos. No querían volver a verlo, así que tardaron un poco entre esas calles, solo caminando tomados de la mano. Nadie dijo nada más.
—Vayamos por tu vestido, Rai —ofreció al final el mayor.
Más tarde, una vez recogido el vestido que evidentemente el novio no pudo ver por la insistencia de la dependiente de la tienda, volvieron a casa y Rai llamó a Ritsuko para preparar algunos detalles extra; mientras tanto, Kosei llegaba a un café casi vacío con la mirada hasta los pies.
—Por la cara que traes, parece que no funcionó —se burlaron de él cuando se sentó en una mesa para dos—. Parecías tan seguro diciendo que ella todavía te amaba... Te equivocaste.
—Rai aún me ama, pero él es mejor que yo —aceptó decaído.
La mujer frente a él se llevó su bebida a la boca cuando quiso echarse a reír a carcajadas.
—Claro que Shūji es mejor que tú, a diferencia él puede hacer desistir de su amor a una muchacha perdida. —Siguió hablando con sorna.
Kosei había concido a esa mujer de las joyas después del encuentro en el parque donde la exmesera y él se besaron, y como un tonto, prometió algo que estaba fuera de sus manos: llevarse a Rai de vuelta a Miyzaki.
—Dime que aún puedes separarlos —suplicó—. No merezco a Rai, lo sé, pero yo aún la amo y no merece casarse con un hombre que no siente nada por ella y que solo busca un interés propio...
—Pero bueno, me has dado un excelente material, así que no estoy molesta. —ignoró al muchacho y rio sacando de su bolso un sobre anaranjado—. Creo saber entonces que es lo que se proponen a hacer una vez estén casados, y claro, estoy agradecida porque me mostraste lo falso que es su compromiso.
Hatsuyo no iba a detenerse, porque de cumplirse el objetivo de Rai y Osamu, su estabilidad económica se vería afectada, sobre todo, tenía una extraña obsesión con su exmarido, en donde deseaba hacerle pasar el mismo infierno por el que pasó ella cuando era joven y tuvo que tragarse sus sentimientos por tener una buena vida.
Asunto resuelto, todavía tenemos historia para rato y boda el siguiente capítulo. Gracias por creer en Rai (los que lo hicieron).
Ya me voy yo.
¡muchas gracias por leer!
*Está parte no está corregida.
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