Shi-juu kyū | 49.

Marido y mujer, confusión y un insulto innecesario.

Era hora de la tan esperada boda.

Rai realmente no esperaba encontrar lo que sus bonitos orbes percibieron con tanta sorpresa. Aunque no eran muchos invitados, las butacas no se veían vacías, ni siquiera las de la ultima fila, y aunque quiso dirigir la mirada hacia el suelo por la vergüenza, en vez de ello, por inercia, buscó a sus conocidos, notando que la entera estancia tenia los ojos muy bien puestos en ella, siendo esto tan natural debido a su rol como la novia, nada se le podía hacer, así que sonreía con amabilidad cada que se topaba a un desconocido. Fue hasta que miró hacia el frente, encontrando a Osamu de pie en el altar, mas este no le veía a ella, sino que hablaba con Chuuya, su padrino no muy lejos, y se le notaba bastante inquieto susurrando, como si su conversación no fuera amena.

<<¿Qué está pasando?.. >>, no dudó en hacerse la pregunta, poniendo toda su atención en el novio, hasta que este mismo también miró hacia el frente y levantó las cejas, parpadeó un par de veces cuando le observó indisimuladamente y luego abrió un poco la boca siendo un distraído de primera.

¿A qué se debida tan inesperado gesto? La respuesta era fácil, simplemente Dazai no esperaba que la señorita Fujiwara pudiera ser mas bella, pero ya veía que se equivocaba, porque incluso sus mejillas se encendieron de la impresión, después, sonrió con simpatía y relajó los hombros al sentirse en paz con la imagen. Las personas en primera fila lo notaron y se sintieron felices, pero otras no sintieron mas que rechazo, especialmente dos.

Rai por su parte, no notó lo bien que se había arreglado Osamu, o no, hasta que dejó de lado las preguntas del semblante anterior. Con ese traje blanco de detalles azulinos parecía un verdadero príncipe y ese mechón de cabello detrás de su oreja dejaba expuesto su lindo perfil; por lo tanto, aunque su reacción no fue rápida, llegó para quedarse desviando su mirada justo al lugar donde Fyódor estaba, quien le saludó levemente con una sonrisa desde la tercera fila, y detrás de él, observándola también, había un hombre albino de traje beige que levantó la mano sin saber que hacer nervioso, junto a otro de cabellos largos y semblante neutral. ¡Dos albinos!

Cuando por fin llegaron hasta el altar, Renzo tomó la mano de Rai al detenerse frente al novio y las niñas que sostenían la cola del vestido se separaron y fueron a su lugar en las primeras filas cuando la novia agradeció. Satoko se llevó por un momento el ramo.

—Te estoy entregando mi más preciado tesoro, cuídalo con tu vida y nos evitaremos charlas futuras —pronunció nostálgico, pero era evidente que hablaba en doble sentido.

—Rai es mi vida ahora, señor, por supuesto que tendré cuidado —prometió el novio, tragando saliva con inquietud por recordar las charlas que antes le había dado el mayor y ese gran cuchillo en su mano cuando le recomendaba no pasarse de listo.

Antes de irse, Renzo saludó cortes a alguien detrás de la novia que ni ella misma había notado. Un hombre alto y azabache de ojos borgoña, con un traje negro.

—Como tú madrina no pudo venir, Mori-san se ofreció —habló el de traje blanco, pero de una forma un tanto alta, pues eso no estaba contemplado. La verdad era que Rai no consiguió a la persona, porque nunca pensó que necesitaría una y los últimos días la mantuvieron ocupada, mientras Dazai y Chuuya pensaban que si lo hacia por sentido común; por ello discutían antes.

—Oh, se lo agradezco mucho, es un placer, Mori-san. —Ella entendió a la perfección, pues sintió la intensa mirada de Chuuya en su persona. Estiró su mano y el otro la atrapó.

—El placer es mío, Dazai-kun es como mi hijo, así que estoy agradecido por la oportunidad —habló el magnate, después de saludarla con ternura y soltarle.

Lo esencial era que nadie cercano estuviera tan "cerca", porque eso seguía siendo una mentira y el asistente sabia todo, pero dadas las circunstancias, a pesar de que Mori llegó a sentirse decaído por no ser escogido, allí estaba.

Entonces, de una vez por todas, Rai fue entregada; primero una mano y después la otra, quedando los novios cara a cara, a punto de jurarse amor falsamente eterno.

—Estas hermosa —halagó de repente el castaño sonriendo con inocencia.

Fue esta vez Rai quien separó un poco los labios al verse sorprendida, antes bien, sonrió con sutileza y le miró a los ojos.

—Gracias, usted también me parece hermoso. —En realidad no supo muy bien que contestar, solo soltó lo primero que pensó, y Dazai rio amable mientras acariciaba los dorsos de sus manos con sus dedos pulgares.

Deseaban convencer a los espectadores con su "amor", pues lo consiguieron con esas muestras de cariño naturales; los presentes conocidos y sus familias no notaron nada extraño, ya que al conocerlos, encontraron todo perteneciente a ellos y nada que estuviera sobreactuado. Era una ventaja que se les conociera por individuos reservados.

Antes de dar la espalda, Rai miró las primeras filas de las butacas, pues en todo el camino no pudo ver a sus familiares y conocidos, así que segundos después, sonrió contenta de verlos a todos juntos. Su madre, Yashiro, quien ya lloraba abrazada su padre; Yoshiko, su marido y Yuji en medio de estos dos siendo tan resplandeciente como siempre solía ser; después, en la segunda fila, Atsushi, Ryonosuke, Kyouka y Ritsuko junto con su hermana y madre. Se veían tan bien, tan contentos por ella... Lo mas raro de todo ello, fue que la novia de pronto sintió que todo estaba bien, que ese día era en realidad muy especial.

Los invitados restantes eran todos de parte del novio, la parte contraria estaba llena de conocidos y familiares de Dazai, pues eran al parecer, una enorme familia, y no podíamos olvidar a los principales a los que Rai miró por puro compromiso. Tane y Geenmon, Hatsuyo y la pequeña Satoko sonriendo casi hasta las orejas por lo que presenciaba; y fue solo hasta ahí, porque los únicos felices eran su suegro y la nena. Junto con ellos, una chica rubia de ojo azul que se veía emocionada.

Así pues, comenzó la ceremonia, llevándose en ella a cabo todo lo estipulado. Desde las palabras del sacerdote, el lazo, la puesta de anillos, hasta sus votos matrimoniales muy bien redactados por el pelirrojo.

—Por lo tanto, ante esta asamblea, les pregunto —habló el oficiante para terminar—Tsushima-san y Fujiwara-san, ¿han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad y sin que nadie los presione?

—Sí, vengo libremente —contestaron al mismo tiempo.

—¿Están dispuestos a ser fieles el uno al otro en el matrimonio, durante toda la vida?

—Sí, estoy dispuesto —Esta vez, solo fue Osamu, mientras que Rai parpadeaba lentamente al escuchar las palabras "durante toda la vida".

—Sí, estoy dispuesta. —Hasta que respondió casi audible.

—¿Se comprometen a amarse y guardarse mutua felicidad durante toda la vida?

Las respuestas fueron las mismas que las anteriores.

—Unan sus manos y expresen su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia.

Haciendo lo que el sacerdote decía, se vieron de nuevo frente a frente al juntar sus manos. Los nervios entonces les mataron a cada uno ya frescos por todo lo anterior hecho y dicho. A minutos, ninguno podía dar marcha atrás.

—Yo, Tsushima Shuji, te acepto a ti Fujiwara Rai, como mi esposa y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida. —Como se esperaba, él fue el primero en aceptar.

—Yo, Fujiwara Rai, te acepto a ti Tsushima Shuji, como mi esposo y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida —terminó ella.

—¿Hay algún presente que se oponga a esta unión? —cuestionó el preste a los invitados.

Lo temían algunos, Hatsuyo esperaba, sin embargo, Minagawa Kosei estaba fuera de la iglesia sin intenciones de entrar a presenciar la boda de la mujer que amaba. Ahora el traje formal no funcionaba de nada, porque no podía ir a sorprenderla en medio de la ceremonia que le estaba uniendo con alguien más, ya qué sabía, nuevamente no sería elegido.

—Entonces, por el poder que me confiere la iglesia, yo los declaro marido y mujer —después de decir ello y que todos ahí se levantaran de sus asientos para aplaudir, este sonrió hacia el novio y pronunció lo siguiente—: Puede besar a la novia.

No había porque hacerse esperar, Dazai antes había besado a Rai y ella a él, ¿qué problema había con eso?, no obstante, vaciló a la hora de acercarse hasta su rostro, porque la ocasión era importante, además todo el mundo ahí los observaba, incluyendo a su hija. Al final, olvidando todo por voluntad para no torturarse más, besó a Rai cuidadosamente y le fue devuelta la caricia.

Eran ahora marido y mujer como lo habían dicho antes, y gracias a ello, los dos por igual estaban más cerca de su sueño.

La gran celebración se llevó a cabo en un lindo y espacioso jardín decorado incluso mas bonito que la iglesia, pues a donde sea que se mirara, se encontraban bonitos adornos tan iguales a los de una película, tales como los manteles de mesas y sillas, arcos de flores y los lugares designados para los aperitivos como bebidas, no obstante, lo que llamó la atención de los recién casados, fue el enorme pastel que tenia a dos personitas en la cima, eran ellos dos y era adorable el gesto sonriente que portaban, ya que a pesar del formalismo, las figurillas eran redondas del rostro y sus ojos también, así como su sonrisa extendida un poco mas de lo normal.

—Esto es obra tuya, ¿verdad? —refirió Dazai al pelirrojo junto a ellos.

Sí, era una pequeña broma para divertirse, y no era que al novio le molestara, de hecho, como Rai, sonrió cuando se dio cuenta, el problema ahí era lo que diría su madre al ver tal "chiste" en un importante factor de la fiesta.

Dejando de lado la imagen que tenia sobre Tane y su mal reacción, siguieron observando a las personas ocupar su lugar de poco a poco, y antes de comenzar con el programa, se separaron y fueron con sus respectivos familiares.

—Estoy tan contenta por ti —habló Yashiro cuando se encontraron en un fuerte abrazo, pudiendo notar por igual que Rai con los tacones sobresalía en altura.

—Gracias por venia, mamá. —La novia sintió nostalgia.

—Me hubiera gustado tener una linda celebración como la tuya, pero por infortunio mi marido no puede lanzar billetes al cielo. —Yoshiko se acercó a felicitarla también en un lindo abrazo.

—Fue una bonita ceremonia —halagó Ge'enmon cuando vio a su hijo llegar a la mesa familiar, entonces se levantó y se dieron un corto, pero sentimental saludo.

Tane se levantó de su asiento segundos después y le observó con cierto recelo.

—Me alegra mucho que hayan podido venir. —El novio también agradeció su presencia, luego miró hacia todos lados en busca de alguien—. ¿Dónde está Satoko? —finalmente preguntó al no ver ni a ella ni a Hatsuyo.

—Hatsuyo dijo que aprovecharía el tiempo para arreglar un pendiente, que no tardaría nada... —contó su madre.

—¿Pendiente... en Yokohama? —Osamu se vio confundido, pero no le duró, ya que su madre avisó que acababan de llegar.

Casi automáticamente, en busca de su pequeña, Dazai observó la puerta bastante lejos de ese lugar, antes bien, lo que encontró no le agradó ni por un segundo. Eran ellas, pero el individuo que tomaba la mano de Satoko y conversaba alegremente con ella, le tomó desprevenido.

—¿Quién será ese joven? No lo vi en la ceremonia —inquirió la mayor.

El de traje blanco sabia quien era, salvo que para no causar conflicto, negó como respuesta y Satoko corriendo hasta él cambió la pesada atmosfera.

—Felicidades por tu matrimonio, espero que duren muchos años juntos —soltó la mujer cuando se encontraron de frente. Mentía.

—También lo espero, felicidades. —El acompañante se hizo notar.

—Se los agradezco, gracias por venir —Expresó fingido el hombre de negocios.

En el momento más oportuno, la pequeña Yuji llamó a Satoko de la mano de la novia con el semblante incrédulo a unos pasos de la mesa.

—¡Vayamos a ver el jardín de flores, cerca hay juegos! —pidió la chiquilla que llamaba.

—¡Vayamos, vayamos! —Enseguida la otra se apresuró a soltar al padre, pero a un paso, se detuvo y volteó la mirada asustada a su madre.

Todos ahí se quedaron congelados al notar su reacción.

—La sobrina de Fujiwara-san y tú ya son amigas, que lindo. Tengan cuidado y no hagan travesuras. —Sonrió la madre al darle permiso. Algo tramaba.

—Bueno, papá, no olviden darnos pastel. —Después de decir, las pequeñas corrieron lejos antes de despedirse de la muchacha.

—Fujiwara-san, felicidades —Gen'emon cortó el momento silencioso, se acercó hasta ella y se tomaron de las manos.

—Muchas gracias, estoy contenta de tenerlos aquí. —Rai no sonrió forzada, pues el hombre no le causaba sentimientos negativos, todo lo contrario con las otras dos mujeres.

Y justo cuando se soltaron, la señora madre dió un paso hacia adelante:

—Ya que te has casado, por lo menos ten la decencia de lucir el apellido Tsushima y no intentes ser independiente, mi hijo es lo suficientemente capaz de darte una buena vida, y por supuesto, se una buena mujer. —Insensible al momento, Tane atacó a la novia solo tuvo la oportunidad para hacerlo.

Dazai se cubrió el rostro con las manos, su padre desvió la mirada avergonzado, mientras que Hatsuyo trataba de no reír a lado del muchacho incómodo. Y Rai, quedó de piedra al escuchar el despectivo tono. ¿De verdad era necesario decirle todo eso? La mesa contigua estaba vacía aún, de no haber sido así, la vergüenza que hubieran pasado...

Oigan, yo de verdad tuve que ir a Google para saber que onda con la boda, así que si ven muy fuera de onda los diálogos del padre, ya saben a qué se debe.

Por otra parte, fue una bonita coincidencia que el arte de Dazai con traje de novio saliera justo por estas fechas, incluso coincidió con que dije antes que era un traje blanco y creo algunos colores de los arreglos. Se ve tan lindo así que les dejo la imagen completa acá abajo, sísí, denle un buen uso. Yo si la ando haciendo dakimakura.

¡muchas gracias por leer!

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