Shi-juu ichi | 41.
Un vestido para la novia, una llamada de molestía y un comportamiento injustificado.
Por las doce de la tarde del sabado, Rai se encontraba sola en el apartamento, recostada en la habitación del mayor que ahora parecía la suya. La televisión estaba encendida y le tomó atención por algunos minutos, hasta que el programa mandó a comerciales y ella se distrajo con el control en su mano.
—Ya estoy harta —se quejó en voz alta.
Estaba harta de no tener nada que hacer en ese lugar y tampoco fuera de él. Se sentía encerrada, que hubiera preferido mil veces trabajar el tiempo completo en el Yellow Cake's, que tener esas comodidades a la mano.
Tomó entonces su móvil y marcó el número de Ritsuko rápidamente, se suponía que ella descansaba los sábados, Chuuya se lo había dicho la tarde del día anterior.
—¿Rai? ¿Y ese milagro que eres tú la que me llama? —inquiró burlona al contestar la mayor.
—Necesito tu ayuda, ¿podemos vernos en alguna parte? —Fue rápida. No quería decirle por teléfono el motivo.
—Por supuesto, siempre tengo tiempo para mi amiga. ¿Dónde quieres que nos veamos? —aceptó emocionada.
Algunos segundos les tomó quedar en una plaza de la cuidad, terminaron la llamada, y con ello Rai comenzó a arreglarse para ir a verle. Una vez lista, tomó un objeto del cajón con pesar y lo metió a su bolsa cruzada.
En cuanto puso un pie dentro del lugar, Ritsuko corrió hacia ella, pues le esperaba con anticipación en el lugar predicho.
—¡Rai, te extrañé tanto! —exclamó dramática, yendo hasta ella para tomarla entre sus brazos y darle un buen apretón—. No sabes cómo te extraño en el trabajo, no es lo mismo sin tí. Los niños lloran sin control y Akutagawa-senpai está más callado que de costumbre, además de ello no hay nadie que nos de ánimos cuando ya no podemos más...
Se echó a llorar falsa, pero a la vez de verdad, llamando la atención de la gente que pasaba junto a ellas. Rai se avergonzó enseguida, pero no era capaz de mandarle a callar porque ella también le había extrañado mucho, aunque no lo externara de esa manera.
—Tambien te extrañé —admitió devolviendole el abrazo, cerrando sus ojitos cuando se sintió en casa—. Extraño mucho mi trabajo.
Ritsuko guardó silencio, encontrando en sus palabras algún tipo de tristeza incorregible. Supo enseguida que no la estaba pasando bien con el compromiso, y que por ende tampoco con el hombre de negocios, sin embargo, no le diría mucho, a menos que ella le pidiera un consejo o le contara sobre la situación.
—A pesar de que tú salvaste el local, no pudiste volver —susurró seria la mayor, negando sin que la otra sé diera cuenta.
—De todas formas, eventualmente terminaría yéndome —dijo, separándose un poco para que se vieran a la cara.
No mentía, porque esos habían sido sus planes anteriores. Después de la universidad encontraría otro trabajo que le ayudara a meterse dentro del círculo de la Fílologia, o también había estado la posibilidad de volver a casa si fracasaba, aunque esta no estaba aprobada por su persona, pero nada de eso pasó, en cambio, estaba comprometida con un hombre importante en la industria restaurantera, divorciado y con una hija. Nadie vio venir eso.
—Bien, ¿entonces para que soy buena? ¿Por qué me citaste en este lugar tan... ? —No terminó de hablar, observando el lugar con extrañeza.
Era una plaza lujosa, una que el asistente de su prometido le había recomendado por motivo de su celebración. Rai también se sentía fuera de lugar, no obstante, lo soportaría siendo ese el único lugar que ahora conocía para encontrar su objetivo.
—Me fue recomendado por Nakahara-san para las compras —dijo nerviosa.
—¡Ah! El gerente nuevo —le interrumpió—. Él es el mejor gerente que ha tenido que Yellow Cake's hasta la fecha. No hay nada que no haga bien y el ambiente de trabajo es más relajado —contó orgullosa.
—Dazai-san confía mucho en él, así que no me sorprende —respondió, también orgullosa de haber podido colaborar para que el lugar de trabajo de sus amigos fuera mejor que antes.
—Pero bueno, ¿qué vas a comprar aquí? Debe ser algo muy ostentoso, ¿es para Dazai-san o algo así? —preguntó mientras seguía echando la vista en el lugar.
Rai juntó las manos a la altura de su estómago, bajó la mirada hasta el suelo y se balanceó vacilante. No sabría cuál sería su reacción, aún así, estaba segura que no sería mala.
—Nakahara-san me dijo que viniera con tiempo... —mencionó casi audible haciendo que Ritsuko le mirara—. Porque no debe haber ningún problema con el vestido de novia.
Soltó por fin, haciendo a la mesera abrir bien los ojos.
Para ello le había llamado, quien mejor que Ritsuko para aconsejarle acerca del diseño de la prenda tan importante. Sobre todo porque tenía vergüenza de ir sola, ya que sabiendo como era Osamu, ni de chiste le acompañaría, consiguiendo él mismo su traje de novio.
—¡Llamaste a la persona indicada! —volvió a gritar, llamando nuevamente la atención de los demás—. ¡Vamos a conseguir un buen vestido para tí! ¡Algo que resalte tu bonito cuerpo de jovencita y vuelva locas a las demás novias de la envidia que van a sentir! ¡Sí, sí, eso haremos!
Con ese sorprendente discurso, le tomó de la mano y le llevó casi arrastrando a recorrer los pasillos, en donde encontraron enseguida la sección de tiendas que se encargaban de confeccionar y vender los atuendos para eventos importantes, entre ellos, los de una boda.
Entraron a cada tienda, observaron todo tipo de vestidos cuando el personal les atendió cordialmente, y ya por la tercera, empujada por su amiga, la futura novia comenzó a probarse los vestidos que le parecían más bonitos.
—¿Qué te parece este? —preguntó Ritsuko mientras que con ayuda de la dependiente le acomodaban algunas partes. Ya iban por el séptimo probado.
—Es... bonito —habló simple. Ni siquiera podía verse al espejo frente a ella de la vergüenza que le causaba.
—Este vestido de novia fue diseñado para las mujeres jóvenes como usted. Es bonito como dice, además no tan estrafalario por la comodidad, sin embargo, le da el toque elegante que se necesita —explicó la encargada con emoción. Parecía gustarle su trabajo
Por mucho que Ritsuko estuviera emocionada por como se veía en las prendas blancas, Rai no podía sentirse emocionada, sino totalmente nerviosa.
—Nuestra tienda también cuenta con diseñadores que podrían hacer el vestido de sus sueños, o bien, podrían modificar del tipo que guste en uno ya existente. —Volvió a tomar la palabra la mujer de uniforme negro.
La mayor fue la que comenzó a decirle acerca de algunas modificaciones, que si que tanto era posible, pero la futura novia se mantuvo al margen de la conversación, debido a que no sabía nada acerca de moda y mucho menos con vestidos para las nupcias, sobre todo tampoco tenía en mente que quería para ella. Bien podría comprar el primer vestido que vió en la tienda nada más entraron al pasillo, de todas formas Dazai no se molestaría en admirarla por el compromiso falso, y gastar tanto dinero que no era suyo le sabía mal. ¿De verdad podía utilizar esa tarjeta dorada que llevaba en la bolsa?
—Quiero este, con las modificaciones que ella diga, por favor —decidió con un aura deprimente.
Ritsuko y la dependiente no dijeron nada, solo le observaron. Su amiga ya lo sabía, pero la mujer desconocida enseguida pensó que a ella no le hacía feliz su futura boda como a las otras mujeres que a diario visitaban el local.
—Por supuesto, después de quitárselo venga al mostrador para hacerle el pedido como guste —señaló nerviosa y también mostró el vestidor en que antes se había cambiado.
Rai entró al vestidor para cambiarse, pronto comenzó a detestar el peso de la prenda en su cuerpo, así que se lo quitó con rapidez para acomodarlo dentro de su estuche. Una vez cerrado el cierre y el vestido no estuvo a la vista, ella volvió a respirar con normalidad.
Al salir, Ritsuko estaba platicando con la dependiente aún, pero cuando la vieron callaron y fueron enseguida a ayudarle con la prenda guardada. Así pues, se dirigieron al mostrador, y con una foto del modelo del vestido, la mesera comenzó a pedir las modificaciones.
—Las modificaciones están anotadas, estén seguras de que todas se harán como se han pedido, también, tendrán el vestido en la fecha que especificaron, y ahora, el monto es... Claro que contamos con un sistema de apartado, y somos flexibles con los pagos, ustedes pueden hacer su propio presupuesto.
Al decir el precio, Rai se hizo la sorda por voluntad y solo sacó la tarjeta de su prometido para extendersela a la mujer detrás del mostrador, quien la tomó con una sonrisa por la venta, pero al ver el plástico, quedó un poco congelada y la trató con cuidado.
—Se pagará todo al contado —anunció Ritsuko con presunción.
El teléfono de Shūji sonó con una notificación sobre su escritorio mientras él atendía una llamada del teléfono de su oficina. Miró que estaba encendido, pero lo ignoró hasta que colgó segundos después.
—Chuuya —llamó luego a su asistente. No tenía tiempo para llamarle por teléfono estando el fuera de la oficina en su escritorio, además le escuchaba con claridad.
—¿Qué sucede? —Entró el joven.
—Necesito que verifiques el contrato con la empresa de comestibles nueva, Mori-san siempre hace tratos sin saber en qué se mete —pidió estresado.
—A la orden —aceptó el pelirrojo. Ya se iba, no obstante, fue detenido justo cuando cerraba la puerta.
—Tambien llama a Shibusawa-san y pídele que se haga cargo de mi traje de novio —ordenó tomado su móvil.
—¿Por qué yo? Dije que no me haría cargo de ello —renegó el Nakahara.
—No te lo estoy pidiendo a ti, solo que lo llames, si lo hago yo, no parará nunca con su charla y me pedirá hasta el último detalle de mi compromiso. No queremos que más personas sepan de lo falso que es, así que entre menos hablemos mejor —explicó, viendo la notificación de la compra que acababa de hacer Rai en la plaza. Supo enseguida que era su vestido de novia por el precio que pagó.
—Entiendo, y hablando de ello, todas las invitaciones fueron enviadas está mañana, hazme el favor de por lo menos llamar a tu madre para comprobar si llegaron hasta Tokio —avisó, yéndose por fin y cerrando la puerta detrás de él.
Osamu levantó la mirada y luego la devolvió al móvil. Tenía miedo de llamar a su madre, ya que no habían quedado en buenos términos nuevamente. Además de ello, recordó que en la lista de invitados estaba Hatsuyo, que por supuesto, no comprobaría su asistencia, sin embargo, era importante porque ella sería quien terminaría llevando a Satoko a la celebración.
Bien, de igual forma, no tenía salida, si no comprobaba lo que Chuuya le había dicho, terminaría muerto por su falta de compromiso con su propia boda falsa.
—Hasta que te dignas, Shūji, ¿cuánto tiempo más me ibas a tener esperando? —contestó la señora. Lo gracioso fue que lo hizo ni bien sonó el pitido de la llamada.
—Lo siento, mamá, he estado muy ocupado con el trabajo, solo llamaba para confirmar que te llegó la invitación. —Fue al punto.
—Ah, la invitación de tu boda con esa jovencita —contestó despectiva, y luego escuchó claro como era que sonaba el sobre cerca—. Si, me llegó hace una hora. Muchas gracias por tomarte la molestia de invitarnos.
—Por favor, mamá, no te pongas así. Ustedes ni siquiera necesitan invitación, son bienvenidos siempre que deseen —suplicó un buen trato.
—Claro, claro, estoy ansiosa por ver cómo te casas por segunda vez. —Seguía sonando cínica.
Osamu quiso colgar del estrés que sentía, salvo que estaba seguro de las consecuencias que ello traería, así que siguió hablando, está vez buscando la manera de tranquilizarla.
Volver a la rutina era cansado, después de disfrutar el viaje de dos semanas con Rai en las diferentes ciudades, notó lo alentador que era cambiar de aires aunque sea por un momento, aunque su realidad seguía siendo la misma de siempre al volver, solo que ahora con un pequeño cambio: la tranquila y nada desordenada señorita Fujiwara.
Abrió la puerta de su apartamento cargando con su gabardina en la mano y documentos en la otra, por lo que tuvo que hacer un truco de magia para pasar la tarjeta de acceso. Una vez cerró detrás de él y se quitó el calzado apoyando los papeles en la superficie de la pared, entró bostezando, sin embargo, luego de dar unos pasos, dejó caer todas sus pertencias al suelo y abrió bien los ojos con lo que encontró en la sala de estar...
—¡Buenas tardes, Shūji! ¡Viste que lindo día hace hoy! ¡Incluso tuve el tiempo de comprar mi vestido de novia con su dinero escogiendo el más caro para molestarle!
—No es cierto.... Chuuya... te voy a matar —susurró casi desmayandosé dramático.
Tenía ahí una verdadera emergencia...
¡buenas buenas! Si ven los separadores chiquitos de antes es porque olvidé hacerlos juas juas. En fin, ¡vean esto!
¿¡Quien chingados es quién!? Se supone que es Kenji el de arriba y Higuchi la de abajo, so, yo siento que son Kenji en las dos.
¡Muchas gracias por leer!
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