Shi-juu go | 45.
Un verdadero consuelo, Satoko los extraña y Dazai está muy ocupado para ver.
Estuvo dando algunas vueltas por el centro antes de ir a casa, que casi entra en el Yellow Cake's cuando vio a Ritsuko andar en los patines dentro del lugar, pero cuando ella miró hacia el ventanal sintiéndose observada, se escondió entre la gente y retrocedió; así pues, cuando cerró la puerta del apartamento tras de ella, ya era tarde, cerca de las doce de la noche.
Se quitó el calzado, entró a paso lento avanzando por la sala oscura ya que la lampara del techo estaba apagada y en el camino notó que la luz de la cocina se mantenía encendida. Se preguntó enseguida si Dazai estaría allí esperando, preocupado por esas llamadas que no contestó durante su paseo nocturno, sin embargo, no era así, en cambio, sobre la mesa encontró el sushi del que él le había hablado. El recipiente estaba aún dentro de la bolsa de plástico y las llaves del auto hacían de sostén para una pequeña nota.
No sé si comerás en la calle, en caso de que no, por favor, come cuando llegues.
Una nota con palabras nada complicadas, aun así, Rai pudo sentir ese sentimiento tibio de protección, incluso pudo imaginar al mayor escribiendo eso y dejándolo en su lugar. Provocó un derrumbe dentro de ella; con una mano en la boca, los sollozos escaparon de su boca, las piernas le flaquearon y cayó de rodillas sobre el suelo.
<<Ni siquiera estoy enamorada de Dazai-san... >>pensó tontamente. ¿Entonces por qué lloraba tanto? Era evidente que no era amor lo que sentía hacía él.
Minutos después, cuando estuvo tranquila, fue a la habitación donde dormía, tomó su pijama y entró al baño para ducharse. En la regadera dejó de pensar tanto en las cosas, solo se mantuvo bajo el agua caliente y después adecuadamente quitó la suciedad que había reunido inconsciente durante el día. Una vez estuvo de nuevo en la habitación a punto de meterse bajo las mantas y dormir, de pronto sus pies tomaron otra dirección y en consecuencia se vio abriendo la puerta de la habitación de Satoko.
Dazai no despertó; por algunos segundos Rai se mantuvo de pie junto a la puerta en total oscuridad sin saber si avanzar más o no. Parecía una niña que había tenido una pesadilla y pedía refugio con sus padres, lo único que le faltaba era llevar en sus manos un peluche de felpa de cualquier animal que fuera su favorito. Bueno, tampoco iba a despertarlo, él se levantaba muy temprano al trabajo y hacerlo sería demás egoísta, muy a parte de lo que hacía.
Entonces se acercó hasta la cama, observó el lugar junto a él vacío y como su cuerpo dormido le daba la espalda. Sin hacer ruido, entonces se acomodó a su lado, cubriendo su cuerpo con la misma manta, quedando los dos viendo en diferentes direcciones.
Rai estaba dispuesta a dormir sintiéndolo cerca, solo que al cerrar los ojos, recordó el beso entre Kosei y ella, luego la nota de Shuji y como él ni siquiera había comido seguro esperando su llegada, quizá pensando en que se lo debía por todas esas veces en que ella le esperó. También pensaba en su persona, en como se había traicionado, ignorando todas las señales de advertencia durante ese tiempo; se hizo la ciega, la que no sabía, se sintió segura a ocho horas de distancia, engañada con el falso sentimiento de aversión que le generó su expareja en el pasado; para su mala fortuna, los hechos del día le obligaron a abrir los ojos. Era una triste verdad, sin embargo, debía aceptar que aun después tanto tiempo, ella seguía enamorada del joven Minagawa como de su dulce voz, esa que no tuvo piedad con sus sentimientos más fragiles.
Se echó a llorar nuevamente e intentó con todas fuerzas evitarlo, ya que ahora Dazai estaba ahí, pero no lo logró. Él despertó de poco a poco cuando la sintió y escuchó llorar, no obstante se mantuvo quieto sin comprender la razón; evidentemente estaba muy confundido, pensaba en las posibilidades, pero nada que no fuera una tragedia venía hacia su mente. Por ejemplo, pensaba que tal vez le habían asaltado en las calles o incluso hecho algo peor por las horas que supuso, eran, no obstante sabía, que Rai no era distraída y que no se quedaría callada con algo como ello... En una situación como esa, seguro saldría corriendo con Ritsuko o cualquiera de sus antiguos compañeros de trabajo, siendo su persona la última a quien recurriría.
Bueno, no entendía y ella seguía llorando. Algo tenía que hacer.
Volteó el cuerpo hacia su dirección, le pasó enseguida el brazo para atraerla cerca de su cuerpo y apoyó la frente bajo su cuello. Rai se quejó con un sonidito lastimoso, aun con todo, se dejó mimar y eso logró hacer que dejara de sollozar.
—Todo va a estar bien, Rai —soltó sin más para darle ánimos.
A pesar de haber pensado antes que no podría ser su soporte estando tan inseguro de sí mismo, fue exactamente lo que hizo en ese momento tal como él solo sabía hacerlo.
El sonido de la alarma avisó que era hora de levantarse, al menos para Dazai quien debía ir a la oficina y cumplir con sus obligaciones como el hombre responsable que era, salvo que al despertar, enseguida obtuvo su celular del mueble junto a la cama teniendo que ser cuidadoso con Rai que todavía mantenía entre sus brazos.
Durante la noche, la joven le había dado la cara, pero solo fue durante un momento, ya que se acurrucó junto a su pecho y durmió sin interrupciones todo lo restante hasta el amanecer.
Volviendo entonces a lo que quería hacer con el aparato, envió de manera rápida a su secretario un mensaje de texto en donde avisaba que por ese día trabajaría desde casa y que estaba en él decidir si presentarse en el edificio de Mori o tomarse el día. Después, no esperó respuesta y volvió a acomodarse.
—¿No ira a trabajar? —cuestionó Rai de repente. Osamu no notó que le había despertado, así que se asustó un poco cuando le escuchó hablar.
—No —contestó simple.
—¿Por qué? ¿Se siente mal? —Enseguida supuso y trató de levantarse para revisar que era lo que tenía.
—No es eso. —Le detuvo.
No era tarde para retenerla, apenas se había sentado sobre sus rodillas en la cama, así que Shūji solo se levantó un poco estando de costado y le tomó una de sus manos. Rai observó el detalle, pero antes de perder más tiempo, colocó su otra mano sobre la frente del mayor para revisar si tenía fiebre.
—Estoy bien, Rai, voy a quedarme en casa para cuidarte —confesó, atrayendo la mirada de la menor sobre la suya. Luego, le jaló con levedad para que volviera a recostarse.
La joven entendió que lo hacía por la escena nocturna que protagonizó unas horas antes. Decir que sintió mucha vergüenza y que con ello recordó el motivo de su llanto, era mentira, porque lo hizo, y ello ocasionó que al recostarse, escondiera su rostro bajo la manta.
—¿Quieres hablar de ello? —adivinó el otro, acariciando sus cabellos que encontró fuera de la manta. Ella no respondió—. Bien, tomaré eso como un "no".
No le iba a obligar a que le dijera que le afligía, pues ahora que lo pensaba, la boda estaba cerca, demasiado cerca diría él. No tenia certeza de que fuera ese motivo el problema, pero por si las dudas, se tomaría el tiempo de arreglarlo.
Con un movimiento rápido, entonces le arrebató la manta.
—Necesito que estés bien de aquí. —Colocó un dedo en su frente y la mirada ingenua de ella le siguió hasta hacer viscos—. Para que también puedas estar bien de aquí. —Dirigió su dedo esta vez hasta su pecho, justo donde estaba su corazón.
Rai se sonrojó al saber que esa inesperada acción era una simple distracción que a Dazai se le había ocurrido para bajar la tensión que sentía, logrando su cometido cuando ella se echó a reír y volvió a esconderse.
—Me esta tratando como a una niña, no se vale —renegó haciéndose pasar por molesta.
—No es cierto —negó Shūji también riendo. Acomodó su cabeza sobre la alomada que compartían muy cerca de su rostro y sonrió justo cuando ella le miró.
Con sus cabellos castaños desordenados, sus orbes a juego cerrados haciéndolos ver alargados con ese lindo gesto que sin saber regaló a su futura esposa en esa mañana. Era hermoso, Dazai no era como los demás, él tenia algo que le alejaba totalmente de lo convencional, y no solo por su peculiar forma de comportarse... Era algo más que la señorita Fujiwara todavía no podía ver con claridad, pero sin duda, les estaba acompañando justo en ese momento.
—Rai —llamó con matiz preocupado.
La exmesera no cayó en cuenta de su atención hacia él, hasta que sintió su mano posarse sobre su mejilla al llamarle por su corto nombre.
—Estoy tan agradecido porque aceptaste casarte conmigo para obtener la custodia de Satoko, sin embargo, no por ello debes ser infeliz —dijo prácticamente nada, pero también lo dijo todo con unas cuantas palabras.
Estaba harta de ser tan débil, antes bien, no pudo evitar volver a llorar y ahora frente a su mirar, afirmando con esa sola acción que su problema tenia que ver con lo dicho. Era tan noble, que le hacia daño y por ende se decía, debía alejarse y calmar la salvaje marea dentro de su cabeza, o todo ese tiempo fingiendo valdría nada al final.
Egoísta, se quedó a su lado, colocó su mano sobre la de él y agradeció con lagrimas su preocupación.
Esa mañana, volvieron a dormir unas dos horas más, luego cuando despertaron fueron a la cocina para hacer su desayuno, comida en que los dos participaron.
—No toques la sal. —Había advertido el mayor cuando la mano de Rai quiso tomar el recipiente.
Ella se quejó muchísimo, y para hacerlo arrepentirse de sus palabras, al tomar el condimento echó bastante al sartén mientras Dazai intentaba detenerla entre risas, pues poco podía hacer en la cocina. Al final de cuentas ya en la mesa, los dos estuvieron de acuerdo en que habían hecho un buen equipo y que la sal no había arruinado el alimento.
Les parecía muy normal, pero en realidad, entre Rai y Osamu se había propiciado una extraña comodidad, todo producto del tiempo en que habían convivido y aparentado llevarse de maravilla. Nadie a quien le contaran que su compromiso era falso, lo hubiera aceptado.
Algunos días más tarde, dos antes de la boda en sábado, Dazai recibió una llamada de Satoko estando en la oficina:
—¿Qué sucede, cariño, hay algo que necesites? —preguntó el padre cuando puso el alta voz y dejó el celular sobre el escritorio para seguir escribiendo en un su portátil.
Estaba muy ocupado. Un contrato lo tenía retenido junto con otras cuestiones personales de las que todavía no podía hablar.
—No, solo te llamó para saber cómo estás. —Sonó la tierna vocecita del otro lado de la línea.
Cómo por arte de magia, Osamu detuvo sus dedos y sonrió con melancólia.
—Quisiera decir que estoy bien, pero me haces falta, Satoko. —Le fue sincero, tomando el aparato en su mano para llevárselo a la oreja. Escuchó claro como ella reía—. Mejor cuéntame, ¿cómo estás tú? —inquirió al final.
—Mamá dijo que me dejaría llamarte más seguido, así que estoy feliz —respondió con emoción—. ¿Y Rai? ¿Ella como está? Los extraño mucho.
Cuando quiso saber sobre su prometida, Dazai tardó en contestarle. Había pasado poco, sin embargo, durante esos días la notó insegura y eso le preocupaba, porque era diferente a las veces pasadas en que ella estuvo decaída. No quería meterse donde no le llamaban, pero esa tarde estaba dispuesto a interrogarla para que le dijera que le estaba molestando.
—Bien, Rai también te extraña mucho. —No le quedó más que mentir.
—No puedo esperar al sábado. Quería visitarlos, pero mamá dijo que no podía —contó.
—No te preocupes, dos semanas después de la boda me toca cuidarte y te prometo que vamos a hacer algo muy divertido los tres. —Él tampoco podía esperar a que esas dos semanas pasaran.
—¿Por qué no puedes? Maldita sea, no soporto que sigas viviendo con ese hombre, debes decirle que no te casarás con él —renegaba el muchacho y las enfadadas palabras que soltaba a través del aparato hicieron a Rai bajar la mirada.
Estaba molesto, ya que había le invitado a comer en una parte que sus familiares le recomendaron. Kosei quería disfrutar de Yokohama antes de irse, así que quién mejor que Rai para que le acompañara, salvo que ella se negó.
—No puedo —repitió, ignorando sus últimas palabras—. No en estas fechas.
No sabía que le estaba diciendo, solo buscaba la manera de evitarlo y justificarse al mismo tiempo.
—Rai, lo siento —se disculpó al ver cómo le estaba hablando—. Necesito verte. En realidad ahora no sé a qué nos llevó nuestra conversación en el parque, pues no me habias llamado desde entonces y no has cancelado la boda del sábado. ¿Acaso estabas jugando conmigo?...
—¡No! —se defendió la muchacha al escuchar su pregunta, pero no dijo nada más.
—Me alegra escuchar eso, se que no podrías hacerlo, así que siento haberlo pensado. —Sonrió con alegría—. Bien, entonces salgamos. Hablemos y dejemos las cosas en claro, ¿te parece?
Ya había dicho que no a esa "cita" un día antes de celebrar sus nupcias con Osamu, porque tenía miedo de fallar con su palabra hacia él. De verdad quería ayudarle a recuperar a su hija, pero lo dicho aquella mañana donde mencionó que no debía ser infeliz, todavía seguían corriendo de aquí para allá por toda su cabeza.
—Esta bien —aceptó.
Buenas, no he contestado comentarios porque wattpad no me deja 😖, pero cuando me deje, no se salva nadie.
En fin, también, derivado de un comentario en la anterior parte, quiero aclarar que en efecto, Rai está siendo muy pendeja con el tema de Kosei, si fuera ella le doy una patada en la cola y pa su casa, pero debemos entender que no muchos pueden hacer lo mismo, porque todos somos diferentes y ni modo, a Rai le tocó ser así. El resultado de esto, es que a ustedes les causa algo, aunque sea enojo, y para mí es bueno saber que puedo lograr este tipo de sentimientos en los lectores.
¡muchas gracias por leer!
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