San-juu nii | 32.
Pena, convertirse en su madre y la diferencia entre Osamu y Kosei.
El desayuno en casa de los Fujiwara, sucedió lento y agradable, sin embargo, a pesar de que Renzo se había marchado a cumplir con su horario laboral antes de ello, Osamu mantenía la mirada baja y contestaba con educación cuando Yashiro preguntaba o simple comentaba algo relacionado a ellos. Por su parte, Rai estaba avergonzada debido a lo mismo, pero también, al recordar la cercanía que habían tenido con la estrategia.
<<¡Casi nos besamos! >>, pensaba alterada, aunque no lo hacía notar masticando con tranquilidad el desayuno.
Sí, eso estuvo demasiado cerca, posiblemente de no ser por el mayor que se detuvo a tiempo al ver su rostro sorprendido, el padre los hubiera encontrado más "acaramelados".
Los comprometidos, después del incidente no se habían dirigido la palabra; después de que el mayor cerrara la puerta para darles el momento a solas, se mantuvieron unos segundos sin saber que hacer y solo mirando en la misma dirección, después, Dazai se acómodo de nuevo sobre el futón boca arriba y al instante Rai le dió la espalda totalmente avergonzada. Por la mañana, la joven se levantó temprano y arregló un poco su aspecto para salir a ayudarle a su madre a regar el jardín, por lo que él no la vió hasta la hora del desayuno presente.
Hubieran seguido con ese ambiente incómodo, de no ser por el móvil del hombre de negocios sonando fuerte, que llegó el sonido desde la habitación hasta mesa.
—Lo siento mucho, debó contestar. Él único que tiene autorizado llamarme es mi asistente y debe ser una emergencia —explicó mientras dejaba los palillos en su lugar.
—Adelante, no te preocupes. —Comprensiva, la madre le dejó ir.
—Con permiso. —Antes de irse, miró de soslayo a Rai con los palillos en la boca, pero ella no dijo nada y tampoco le devolvió la mirada. Terminó yéndose.
Madre e hija se quedaron entonces a solas y siguieron disfrutando de su desayuno en silencio.
—Yuji me dijo que quería quedarse en casa hasta que te fueras. Quiere pasar tiempo contigo antes de que vuelvas a irte —comentó Yashiro de repente.
—Espero que Yoshiko la deje, también quiero pasar tiempo con ella —respondió esperando que así fuera.
La tarde anterior, mientras los mayores conversaban, la pequeña se mantuvo jugando con Ferdinando en el patio, incluso, el canino educado y ella comieron sobre el césped cada quien con su plato gracias a Rai, que convenció a su hermana de que no era nada malo. Sin embargo, poco tiempo pudieron estar juntas y ellas terminaron yéndose temprano a casa.
—Cariño... —le llamó sería la mujer.
Rai entendió que se avecinaba una cuestión que sería difícil de responder. Ya imaginaba, le diría que no creía que su compromiso fuera sincero, así que pronto comenzó a pensar en excusas baratas para el momento en que tuviera que soltarlas como balas.
Lo peor de todo, era que Dazai no estaba allí para secundarla.
—¿Qué tipo de relación tiene Dazai-san con su ex-esposa e hija? —preguntó por fin.
—Ellos... —se apresuró a responder, pero no supo que decirle. No estaba preparada para ello, pensaba que eso sería lo último de lo que debía preocuparse—. Dazai-san tiene una relación complicada con las dos. Sé que su ex-esposa no le dejó ver a Satoko casi por toda su niñez, pero hace poco entraron en temas legales y pudieron pasar algunos días juntos. —contó la verdad. Decidió que no era justo mentirle a su progenitora sobre ello, porque además no tenía ninguna excusa que poner sobre la mesa.
—Debió ser duro para él. —Se compadeció la mujer—. Entonces, ¿tú conoces a la niña? —descubrió el hecho y Rai asintió enseguida.
—Como Dazai-san trabaja casi todo el día, estuve cuidado de ella casi todo el tiempo. Satoko es una buena niña, me recordó mucho a Yuji porque tienen la misma edad y son cómo de la misma estatura —habló sonriente con el último comentario y miró a los ojos a la mujer.
Yashiro también sonrió al ver que por lo que decía, Satoko y su hija se llevaron muy bien ese poco tiempo.
—¿Y qué piensan hacer con Satoko una vez estén casados? —directa, inquirió casi adivinando sus planes, pues nada podía escapar de sus manos.
La joven dejó los palillos en su lugar bajando levemente la mirada. El tema le puso nerviosa y no sabía si Dazai estaba dispuesto a decir la verdad, antes bien, no tenía salida.
—Vamos a pelear la custodia entera —confesó aún con la mirada en la mesa y muy bajito.
—¿Sabes la responsabilidad que conlleva eso? Además del proceso legal, que la pequeña salga de su zona de confort para ir con ustedes, es peligroso... —Yashiro ya no sonaba sería, sino preocupada, y se notó más el hecho cuando se inclinó un poco sobre la mesa para ver a su hija bien.
<<No lo sé... >>, quiso contestar desesperada, pero no se atrevió, o de lo contrario, todas las mentiras que había dicho en un solo día no servirían para nada. Su madre le descubriría y tendría que volver a Miyazaki ahora sin poder decir lo que deseaba abiertamente.
—Lo sé... —mintió—. Pero no estoy tratando de convertirme en su madre...
—¿Entonces solamente te estás casando para ayudarlo? —interrumpió la mujer.
A la menor se le bajó incluso la presión al momento en que la madre dió directo en el clavo. Le observó con los ojos bien abiertos y negó con dramatismo.
—¡P-por supuesto que no! —exclamó—. No trataba de decir eso, yo solo... no estoy intentando convertirme en la madre de Satoko, nunca podría serlo, pero ví el trato en que vive y también ví que ella estaría mejor con su padre. No seré su madre, pero me encargaré de cuidarla como es debido...
Con lo último dicho, se interrumpió a sí misma al sentir que había alguien detrás de ella que su madre miraba.
El castaño había escuchado su último diálogo de pie en el umbral de la puerta corrediza.
Nadie dijo nada, cada uno esperaba a que otro se animara, no obstante, en el proceso de esos segundos, Rai se puso tan sentimental con el tema, que apretó las manos sobre su regazo al mismo tiempo que los dientes; quería echarse a llorar con todas sus fuerzas, pero sabía que no podía hacerlo, infortunadamente, una lágrima resbaló por su mejilla y soltó un quejido lastimero.
—Rai, lo siento... —Trató de disculparse la madre, pero ella se levantó enseguida al saber que le habían descubierto.
Dió la espalda entonces a su progenitora, y al ver que Shūji seguía de pie a unos pasos, no dudó y se lanzó a abrazarlo sollozando de coraje por ser tan débil.
—Rai... —Yashiro también se levantó e intentó ir hasta ella, salvo que Dazai le miró a los ojos y negó, no de mala manera, solo decía que le dejara eso a él mientras la joven se tranquilizaba.
Así pues, con cuidado, Dazai le dirigió a la habitación, y una vez ahí, le estrechó entre sus brazos como quiso hacerlo el día anterior.
—No puedo más... —sollozó incapaz de mantenerse de pie, dejándose caer al suelo de rodillas, movimiento en que el mayor le acompañó.
Era el segundo día, pero Rai ya no podía soportarlo. No pensó que eso fuera a ser tan doloroso.
Unos cuantos dirían: ¿qué es lo difícil con la situación? Apenas van unas cuantas mentiras...
Y ese era posiblemente el maldito punto. La señorita Fujiwara se estaba desmoronando tan fácilmente, porque siempre fue una persona integra que creía, tenía los pies bien puestos sobre suelo. Cuando joven, nunca mintió a sus padres y nunca volteó la mirada de sus ideales, sin embargo, ahora...
—Si puedes... —animó Dazai—. Puedes hacerlo porque tú lo has decidido; puedes hacerlo porque confío en tí.
Sus palabras le hacían sentir mejor, pero no tanto, ya que ahora pensándolo mejor, Rai confíaba físicamente en Dazai, es decir, sabía que él iba a cuidarle como había prometido, sin embargo, no confiaba tanto en él de manera mental. Shūji amaba mucho a su hija y tenía buenos sentimientos, eso lo entendía la muchacha, antes bien, todo eso seguía siendo un plan con beneficios para los dos. Así que por ende, tampoco comprendía el por qué Dazai confíaba en ella casi ciegamente.
A pesar de todo ello, asintió entre su llanto y se recargó más en su pecho.
Por la tarde, el padre de familia llegó a casa encontrando todo muy apagado, como si no hubieran visitas, y al ir al patio trasero, encontró a su esposa en compañía de su yerno; este le ayudaba a plantar algunas flores mientras conversaban muy amenamente.
—Estoy en casa —avisó al acercarse.
—Bienvenido —dijeron al mismo tiempo los ocupados, la madre feliz y el yerno un tanto preocupado.
—¿Dónde está Rai? —preguntó por su hija, pero al ver que los dos bajaban la mirada, se preocupó un poco.
—En su habitación. Tuvimos una discusión por la mañana y no ha querido salir de ella desde ese entonces —le explicó su esposa apenada.
—Bueno, dejémosla a solas, ya se le pasará —dijo. No era como si no le preocupara, solo que no se sentía con la confianza de ir a su habitación y preguntar cómo estaba. No lo parecía, pero cuatro años habían hecho una diferencia enorme en su relación.
En la habitación, Rai estaba recostada sobre el futón y cubierta hasta los hombros. Se había quedado dormida entre los brazos de su prometido antes y despertó en ese momento, aunque no quiso levantarse, pues estaba apenada de su comportamiento tan inmaduro.
—¿Podré? —se cuestionó en un murmuro agotado y suspiró.
—¿Podrás qué?
Le sorprendió el hecho de escuchar a alguien más en la habitación. Cuando miró hacia la puerta, encontró a su sobrina observándola con atención.
—¿A qué hora llegaste ahí? —Se sentó sobre futón y la menor se acercó.
—Mi mamá me acaba de traer, me quedaré con ustedes hasta que se vayan —contó feliz.
Eso era una buena noticia. Con Yuji cerca, se sentiría menos presión en el ambiente y había menor posibilidad de tocar temas serios como el de ese día.
—Bien, ¿que te parece si mañana salimos todo el día? Solo tú, Dazai-san y yo.
La nena sonrió con la propuesta y asintió sin dejarle tiempo o manera de negarse, de todas formas, no había como hacerlo porque Rai quería pasar tiempo con ella y ya estaba acostumbrada a ese tipo de salidas con tres personas, solo que en esta ocasión, sería su familia quien les acompañara en vez de la de Dazai.
—Me gustaría mucho... —Aunque asintió frenética antes, ahora se le escuchó confundida, y continuó—: Pero, si tú no quieres pasar tiempo con Dazai-san, por mi está bien.
—¿Eh? —soltó enseguida la mayor—. ¿Por qué dices eso? —inquirió también confundida.
—Es que no parece que ustedes vayan a casarse —comenzó—. No se toman de la mano ni se besan como mis papás. Mamá también me lo dijo, pero no vayas a decirle que te dije porque me dijo que no lo hiciera.
Impresionada de saber que Yoshiko y Yuji también lo habían descubierto, se lamentó en pensamientos, aunque también se lamentó no haberse preparado para ello, porque Rai se jactaba de conocer bien a su familia, pero olvidó que tenían un fuerte sentido de observación si de amor se trataba, debido a que todas ellas eran muy creyentes de él.
—Claro que queremos casarnos, es solo que nos da pena que vean nuestras muestras de cariño, sobre todo porque Dazai-san es muy reservado —justificó nerviosa.
—¿De verdad te gusta? Kosei era muy diferente a él. —Mostró que veía muchas diferencias, a pesar de que cuando cuando el susodicho y su tía todavía estaban en una relación, ella era muy pequeña.
Rai quiso decirle que no se preocupara más por su relación, que todo estaba bien y que ella en realidad amaba al hombre que ahora estaba en casa, pero le causó un dolor en el pecho acordarse de su último y primer novio.
—Ve con Dazai-san, pregúntale lo que quieras, él te dirá lo mismo que yo... Ve... Ve... Estaré allí en algunos minutos.
A cambió, con una sonrisa fingida, le echó de la habitación con amabilidad.
A ver estimados tengo un chiste para ustedes: ¿qué hace un perro con un taladro? Quien me de la respuesta correcta, le dedico un capítulo porque no puedo regalar algo más jsjsjs.
PD: esta parte no está corregida.
¡Gracias por leer!
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