San-juu ichi | 31.
En pañales, Yuji y un accidente mal planeado.
La llegada del mayor puso nervioso demás al castaño, antes bien, les había librado del interrogatorio con la madre y le agradecía mucho por ello.
—Mi pequeña, estás en casa por fin. —De está manera recibió a Rai, no le costó nada acercarse para abrazarla con cariño y suavidad a diferencia de su esposa.
Era un hombre mayor con algunas canas en su negra cabellera y llevaba el informe de una empresa. Era alto y por lo que notó Dazai, cuando joven seguro fue muy apuesto. Él no compartía mucho de su aspecto con su prometida a diferencia de la progenitora.
—Buenas tardes, señor —saludó Osamu cuando el padre de familia le miró fijamente y receloso.
—Así que tú eres el prometido de mi linda, pequeña y adorada hija. —Celosas, no había otra definición para las palabras que había soltado.
—U-un gusto... —tartamudeó. El hombre era intimidante.
Luego de ello se dieron la mano, agarre que el padre apretó un poco de más, y a su lado, Rai se avergonzó conociendo de antemano su comportamiento. Kosei había sufrido los estragos de ser su pareja por aquel tiempo, y todo gracias a su padre, aunque a fin de cuentas, él entendía que no era su vida y que su hija podía elegir a quien le diera su gana, sin embargo, en caso de que fracasara ahora que el compromiso era complicado, siempre le recibiría en casa con los brazos abiertos al igual que su madre. Seguía siendo su pequeña.
—Un gusto también —siguió Renzo sin soltarle aún—. Dime, ¿cuántos años tienes? No pareces ser muy joven.
Notó enseguida que no compartía la edad ni de cerca con Rai, luego le soltó para esperar respuesta.
—Treinta y dos, señor —contestó con la verdad. Pero... ¿Señor?
A lado de Rai, Yashiro abrió un poco los ojos, pues ese dato lo desentendía. Había cosas que su hija no le había contado aún.
—Ocho años de diferencia —remarcó la cifra—. Cuando tú ibas en primario, mi hija apenas nacía; cuando tuviste tu primera novia en secundario, mi hija todavía estaba en pañales...
—¡Papá! —interrumpió la joven entre risas. Estaba avergonzada de sus celos paternales, pero también le causaba gracia al igual que a su madre, y eso tranquilizó un poco a Dazai.
—Bien, entiendes mi punto —sonrió el mayor por haber hecho reír a las dos—. Y supongo que treinta y dos años no han sido en balde.
Osamu entendió rápidamente a lo que se refería, y con un poco de miedo, pues no quería morir en esa casa por el padre de su prometida, se enfrentó a la cuestión:
—No, señor, estuve casado y tengo una hija de doce años —confesó y el ambiente se tornó incómodo en segundos.
La madre, impresionada, miró a Rai, y el padre levantó las cejas. Por supuesto que ese dato era una gran desafortunada noticia para ellos; su hija iba a casarse con alguien mayor... alguien que ya antes había tenido una vida a parte, y su pequeña apenas daba tres pasos en esos ámbitos. Miedo fue lo que sintieron, pero no por ello iban a negarse al matrimonio instantáneamente.
—¿Planeas hacerle eso a mi hija? —inquirió el mayor poniéndose serio.
—¿Qué? —Sin embargo, Osamu no entendió de primeras, y ya cuando lo hizo, negó rápidamente—. No, señor, estoy divorciado porque fue petición de mi ex-esposa, ella no quería estar más conmigo y se llevó a mi hija... —atropelló las palabras al momento de dar la explicación, pero luego guardó silencio al encontrarse con la mirada de Rai en la habitación. La joven, a todas luces le pedía que se callara antes de que cometiera otro error.
—Papá... —le llamó la menor—. Dazai-san me ama, me lo ha demostrado durante el tiempo que hemos estado juntos. No me importa si estuvo casado o si tiene una hija, porque confío en él —mintió, relajando el ambiente tenso. Todo era como una montaña rusa de emociones.
Quien le hubiera dicho que en el futuro mentiría de esa manera tan descarada a sus padres, posiblemente Rai lo hubiera agarrado a escobazos negando el hecho; así pues, allí, en la sala de su propio hogar, de pronto sus ojitos se aguaron por la culpa que sintió.
—Lo siento, Rai. Tú me conoces, sabes que solo quiero lo mejor para tí —se disculpó Renzo al notarlo.
—Está bien, cariño, nosotros no estamos en posición de negar nada. Nunca tuvimos la intención. —Y Yashiro se apresuró a consolarla en un abrazo.
Mientras tanto, Shūji le veía fijamente. De alguna manera, su corazón se alborotó en demasía al verla tan débil por tratar de encubrir su mentira. Quiso ir hasta ella y estrecharla entre sus brazos... antes bien, el padre le miró de nuevo y tomó su mano con la delicadeza que antes no utilizó.
—Lo siento también. Estoy celoso, creo que algún día podrás entenderme, pero para mí es un gusto conocerte. —Por fin, lo "aceptó". El mayor puso una amable sonrisa y Dazai al mismo tiempo agachó la cabeza para agradecerle.
Por la tarde de ese mismo día, en el patio trasero, Renzo y Osamu comenzaban a prender un asador bastante moderno y Yashiro salía por la puerta trasera con unas brochetas, carne y verdura. En cambio Rai, había ido a su habitación con los ánimos hasta el suelo; puso la excusa de que iba a ordenar un poco para no batallar más tarde, pues a fuera ya comenzaba a oscurecer y después de la pequeña celebración irían directo a dormir.
Con el trasero sobre el tatami y la espalda recargada en la pared de madera, pensaba acerca de la problemática situación en que se había metido.
Le dolía mentir a sus padres diciendo que todo estaría bien, le taladraba la cabeza el hecho, aunque todo estaba literalmente comenzando. Pensaba en la reacción de sus progenitores dos años más adelante, cuando de pronto ella les diera la noticia de que nada había funcionado y que por ende iba a divorciarse del hombre que llevó a casa y que habían aceptado.
<<No voy a poder soportar la semana entera mintiendo así. A pesar de que todo fue bien con las presentaciones, conozco a mi madre y estoy segura de que notó lo extraña que fue nuestra plática... >>, pensó en ello también.
—¡Llegamos! —exclamó una vocecita contenta arribando al patio, cosa que llamó enseguida la atención del castaño y se volteó automáticamente.
—¡Trajimos el pastel! ¡Woo, woo! —acompañó otra voz muy parecida a la de Rai.
Eran Yoshiko y Yuji, la hermana y sobrina de Rai.
—¿Dónde está Tadashi? —Yashiro preguntó al recibirlas con un abrazo.
—Se quedó a trabajar horas extras. Le dije que teníamos que venir por el cumpleaños de Rai, pero lo olvidó —explicó la mujer levantando los hombros de forma despreocupada, y después su mirada cayó en el castaño que observaba con atención a Yuji abrazando a su abuelo—. Oh, tú debes ser Dazai-san, un gusto, soy la hermana mayor de Rai. Puedes llamarme solo Yoshiko.
—Un gusto, Yoshiko. —Recibió el saludo cuando ella se acercó a darle la mano. Luego de ello, cuando le miró el rostro, descubrió que no se parecía nada a su prometida, pues se parecía más a su padre. Lo curioso, era que Yuji sí compartía rasgos en demasía con Rai.
—¡Tía Rai! —volvió a exclamar la niña y corrió hasta la pequeña escalinata de madera, pues la casa contaba con piso de madera. Algo parecido a un corredor techado.
Cuando tía y sobrina se abrazaron con cariño, Dazai no pudo evitar verlas. Yuji le recordó tanto a Satoko, y por ende también le hizo recordar la semana en que su hija y Rai estuvieron juntas.
—Te extrañé tanto —dijo la pequeña sin soltarla.
—También te extrañé, Yuji. —La joven estaba muy contenta de tener de nuevo a su familia a la vista, debido a que cuatro años le parecieron una eternidad lejos de ellos.
Cuando las dos caminaron hacia los demás, la niña de pronto se escondió detrás de la pierna de su tía, y al comprender los demás el por qué, rieron.
—¿Quién es ese señor? —preguntó en voz baja. En realidad, cuando fue a abrazar a sus abuelos, no notó al otro hasta ese momento.
—Su nombre es Dazai Osamu... —Rai se puso nerviosa antes de decirle la verdad—. Él va a casarse conmigo.
—¿¡Casarse!? —gritó muy sorprendida la menor y los miró intercalando miradas uno a uno.
Dazai notó el hecho y avanzó hasta ellas que ya no estaban muy lejos.
—Hola, Yuji, me alegra conocerte por fin, Rai me ha hablado mucho de tí —habló para ella, se inclinó un poco y extendió la mano.
La pequeña, tímida y todavía impresionada, tardó en darle la mano, pero al final de cuentas pudieron saludarse.
—¿Si se casan es porque quieren tener hijos? —soltó una repentina cuestión que ni su madre se había atrevido a hacerles a la "pareja".
Todos allí se pusieron muy incómodos, Yoshiko rió, y Renzo, que cortaba un pedazo de carne, corrió el cuchillo con violencia por la tabla de cortar, haciendo que a Osamu se le enchinara la piel.
—N-no necesariamente, Yuji —negó la muchacha—. Recuerda que acabo de graduarme y Dazai-san tiene mucho trabajo, así que nos tomaremos nuestro tiempo.
Después de la respuesta, Yoshiko llamó a Yuji para que no fuera imprudente más tiempo con la pareja; de esta manera, la celebración en familia comenzó. Comieron, conversaron, e incluso el padre trajo unas cervezas para compartir con su yerno, y ya borrachos, este comenzó a advertirle que no se pasara de listo con su hija, y como Dazai no estaba en su mismo estado de ebriedad, cuidaba su cuello del cuchillo que le mostraba.
—Me agrada tu familia —confesó Shūji sentado sobre el futón de la habitación.
Rai se preparaba para dormir en una linda yukata a juego con la del mayor que su madre les había conseguido, sin embargo, nerviosas le temblaban las manos al saber que tendría que dormir juntos porque eran una pareja comprometida a ma vista de los demás.
—¿Estás borracho? —preguntó al darle la mirada. No por el comentario de su familia, sino porque sus mejillas estabas un poco rosadas y sonreía sin preocupación alguna.
—Un poco, tu padre me hizo beber bastante —explicó recostándose—. Hace mucho que no dormía en un futón.
—Pues acostumbrate, porque toda esta semana lo harás —avisó ella acomodándose también.
Una vez los dos recostados, quedaron muy juntos por el tamaño y mirando hacia el techo. La única ventaja que tenía eso, era que podían hablar bajito y se escucharían.
—Mi madre no nos creyó. —Olvidó por un momento la cercanía y comenzó por decirle—. Conozco su mirada.
A Osamu se le bajó lo ebrio en segundos y su cabeza comenzó a trabajar con las palabras dichas.
—D-deberiamos... ¿Deberíamos entonces comenzar a actuar como si en realidad estuviéramos enamorados? —propuso lo primero que se le ocurrió.
—A estás alturas... Ha pasado un día entero y ni siquiera nos hemos tomado la mano. Creo que sería evidente la mentira si comenzaramos a hacerlo de pronto. —Rai tenía razón.
Suspiraron al mismo tiempo. Era más difícil de lo que creyeron.
Cuando el castaño estuvo a punto de decirle otra cosa, Rai escuchó unos pasos venir directo por el pasillo, y como conocía a su madre como la palma de su mano, supuso que era ella.
—¡Haz algo! —susurró histérica al mayor.
—¿Qué sucede? —Él no entendió.
—¡Mamá va a entrar a la habitación, solo haz algo que parezca comprometedor! —continuó histérica.
Osamu, al no saber que hacer y con un poco de vergüenza, se subió encima de ella y pegó sus cuerpos dentro de la manta, pero le pareció que iba lastimarla con su peso, así que de inmediato le acomodó sus piernas por encima de las suyas y terminó por acercarse hasta su rostro, aunque logró detenerse a tiempo avergonzado de su acción, pues al ver el rostro de Rai, comprendió que tal vez, eso se veía increíblemente comprometedor.
Sin embargo, no les dió tiempo de separarse, porque alguien tocó la puerta, y al no contestar ninguno, se corrió hacia un lado dejando ver a alguien que se quedó congelado al encontrar tal escena.
—¿P-papá? —Rai estaba segura de que era su madre, pero se equivocó.
Después de ello, la puerta fue corrida nuevamente con una increíble fuerza para dejarlos a solas.
Oigan, si ven más tarde muchas notificaciones mías contestando sus comentarios, no me me den ban por favor. ¡Quiero contestar, pero no me he encontrado el tiempo y estoy así! ↙️
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