Roku-juu kyū | 69

La "forma" de su sueño pasado, presente y futuro.

Era tarde cuando Osamu salió del apartamento con las llaves en mano y móvil dentro del bolsillo, Rai estaba dormida y muy cansada por la tarde-noche tan intensa que le regaló entre las sábanas, por lo que ni siquiera se percató cuando el mayor abandonó la cama y se preparó para salir.

Salió del estacionamiento del edificio en su auto con el GPS guiándolo hasta la dirección que había recibido en su oficina. No quería arrepentirse, por ello, iba a en busca de su exesposa para aclarar que había descubierto su sucia treta, y pedirle de favor que no se metiera con Rai con el objetivo molestarlo a él.

Su destino terminó siendo un bar casi abandonado en la zona roja de la cuidad, por lo que nervioso, ya que desde su juventud no visitaba lugares como esos, avanzó hasta la puerta después de ponerle la alarma a su auto. Al entrar en el establecimiento, el ambiente familiar le atrapó y el olor a alcohol inundó sus sistema respiratorio.

—¡Por aquí, estoy por aquí! —le llamaron, y eso hizo al bartender como a las pocas personas ahí, en especial hombres, ponerle el ojo encima.

Hatsuyo estaba en una mesa al fondo del lugar esperando pacíficamente a que se acercara, y una vez lo hizo con pena por como le llamó antes, ocupó el lugar frente a ella en la mesa.

—Por un momento pensé que no vendrías —habló aliviada, manteniendo el mismo tono gentil que utilizó durante la llamada.

—¿Por qué me mentiste? —De nuevo fue directo, no queriendo perder el tiempo en ese lugar. No cuando había dejado a Rai sola con el frío de la noche.

—Eras tan educado antes, ¿qué fue lo que te sucedió? —alegó ladeando la cabeza con curiosidad.

—Soy educado con las personas que lo merecen, no me ha sucedió nada —respondió enseguida, hiriéndola sin saber.

Justo en ese momento, el mismo hombre que antes estaba detrás de la barra llegó a la mesa con dos bebidas y se las entregó, misteriosamente, uno a cada uno.

—No te preocupes, antes las he pedido para los dos. Recuerda que te conozco los gustos —justificó enseguida la mujer al notar el desconcierto en el rostro de su invitado.

Así, no pudiendo objetar, Dazai agradeció por cortesía antes de que el hombre de mandil negro se marchara a su lugar sin haber dicho una palabra.

—Quiero hablar contigo seriamente, Shūji —confesó la mujer, removiendo con la punta de su dedo el líquido rojo en copilla que antes le habían entregado. Fue un movimiento extraño, pero muy provocativo para quien supiera entender el mensaje; por fortuna, el exesposo no lo hizo.

—¿Por eso me mentiste? ¿Para atraerme hasta aquí? —insistió, observando el vaso pequeño con whisky y adornado con un hielo en forma de bola de nieve. Dicha masa congelada no era tan elegante como las que usualmente utilizaba en sus reuniones, mas, no le hizo caso al dato al notarlo solo un segundo.

—Exacto, siempre me ha gustado lo inteligente que eres —halagó sin pensar, diciendo sin vergüenza que le habían atrapado.

—Deja los juegos, Hatsuyo, no tengo tiempo para perder en este lugar —advirtió, todavía receloso de la situación no pudiendo entrar en calma con el ambiente pesado de la velada.

—No estoy jugando, hoy vengo con las intenciones claras. Hablar contigo con la verdad siempre fue uno de mis pasatiempos favoritos. ¿Lo recuerdas? Me ayudaste mucho con mi familia en aquellos tiempos y todavía estoy agradecida. —Se llevó la copa a la boca para tomar, y cuando la bajó, al mismo tiempo en que relamia sus labios le observó con fijeza.

Osamu no respondió a ello, solo desvió la mirada hasta la bebida. Por supuesto que lo recordaba, pues también le ayudó bastante con el tema de su familia, y como ella, también estaba agradecido a pesar de su separación, pues una cosa era diferente que la otra.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? —volvió a preguntar el mayor.

—El tema es uno que ya conocemos bastante bien: tú quieres quedarte con nuestra hija y yo no deseo entregártela por las buenas, aunque sé, todo está de tu parte y solo es cuestión de tiempo —explicó, soltando su suspiro cansado después.

Era irónico que justo le estaba llamado "nuestra hija", cuando antes ni el crédito de la belleza castaña que obtuvo Satoko de él quería aceptar.

—No me hagas quedar como la mala del cuento, lo he dicho antes, no es nada personal, simplemente no quiero perder ante Rai...

—No entiendo porqué la mencionas, esto solo es entre tú y yo... —interrumpió, pero solo segundos bastaron cuando ella también lo hizo.

—Tú y yo sabemos que no es así —afirmó con valentía—. Para comenzar, ni siquiera todo el dinero que posees es más valioso que sus palabras. Si tienes tanta ventaja es por la buena mujer que te respalda, esa que no te deja cometer errores y está firmemente comprometida con convertirse en la madre de Satoko... o eso, según su postura frente a el juzgado —argumentó con facilidad, poniendo nervioso al hombre.

—Nunca sabrás que es exactamente lo que Rai desea, porque no la conoces —habló, bajando la guardia al no saber que decir y escondiéndolo detrás de un sorbo a su bebida.

—No me hace falta conocerla, sé que una joven como ella está cegada de lastima por las desgracias que has pasado, y sin mentir, detesto como Satoko la prefiere antes que a mí. —Tomo otro sorbo del líquido rojo, está vez con más agresividad—. Yo también fui joven, quiero decirle, también fui igual de genial como Rai lo es ahora, y en unos años ella se convertirá en lo que soy al madurar, pero es una niña y no entiende.

Al no saber que decirle por segunda ocasión, volvió a llevarse el whisky a la boca con una mueca incómoda, pues por mucho que quisiese hacerse el indiferente, no le quedaba frente a ella. Él no fue y nunca sería de esa manera, mucho menos con alguien que fue tan importante en su vida. ¡Ella era la mujer que dio a luz a su princesa! ¿Cómo podría odiarla entonces? Lo único que sentía era lastima por como se estaba expresando.

—No quiero perder ante ella, no cuando ni siquiera está interesada en quedarse a su lado para toda la vida.

Esas palabras hicieron que Dazai apretara el vaso inconsciente, recordando que no era más que parte del trato que en algún momento Rai se marchara. Sin duda, le hizo sentir mal.

—Hatsuyo, no creo que debas hablar de esa manera de Rai. Si necesitabas desahogarte por como te sientes con todo este asunto, debiste pedirme que ella también viniera. Si le hablas como me estás hablando, se que podrá entenderte, así que recuérdalo, ella no tiene la culpa de mi elección —habló más tranquilo, aceptando seguir el diálogo si marchaba por ese mismo camino.

No obstante, frente a él, la mujer se bebió todo el contenido restante de la copa con un movimiento rápido; cuando la dejó sobre la mesa con cierta fuerza y se acercó a pesar de la distancia, él se puso muy nervioso.

—No le llamé por esto mismo, porque a pesar de que soy yo la que está frente a ti, sigues defendiéndola como hacías conmigo antes...

—Porque nuestra relación terminó hace nueve años, y fuiste tú la que decidió irse y abandonarme —alegó por primera vez con el tono correspondiente, mas lo hizo en bajo para no llamar la atención—. No puedes decirme esto, no cuando estoy a punto de olvidarte...

Se calló de seco al escuchar sus propias palabras, no pudiendo creer que una vez más se mostraba débil ante la mujer de las joyas. Se sentía como un traicionero.

—Ven a mi, Shūji —pidió de pronto al saber que lo tenía en sus manos—. Ven conmigo y con Satoko, volvamos a ser una familia. Has cambiado, ¿no es así? Has madurado y sabes que puedes cuidarnos. —Le extendió la mano al final, como muestra de su decisión por aceptarlo sin más cuestiones de por medio.

Eran palabras que convencerían a más de uno en esa situación. Si Rai cayó con Kosei a pesar de ser un capricho el estar con su primer amor, no se sabía que negaba que Osamu lo hiciera con la madre de su hija y mujer que todavía amaba.

Era la oportunidad que siempre estuvo esperando detrás del escritorio en su oficina; un sueño que jamás creyó, se hiciera realidad, y ahora la mano de la mujer le mostraba que todavía podía hacerlo, que todavía podía ser feliz con sus ideales iniciales.

Sin embargo, él negó.

—No puedo, amo a Rai —confesó, no como una excusa, sino muy sincero frente a ella—. No sabes cuánto y eso me aterra, porque no sé si ella siente lo mismo por mi. Pero estoy seguro de que no quiero perderla, es una mujer sorprendente, tal como un sueño para mí. Deseo cuidarla por el resto de mi vida y no dejar que nadie le arrebate su genuinidad... ¿Lo entiendes ahora? A pesar de que no puedo olvidarte, soy consciente de que estoy enamorado realmente de ella y que soy capaz de entregarlo todo por su bien, así como una vez lo estuve contigo.

El silencio que dejaron sus palabras al terminar, hizo a Hatsuyo bajar la mirada hasta la mesa, antes bien, no estaba triste por la confesión, en cambio, su molestia se mostró dejando atrás la faceta amable que juro mantener para atraerlo como pez al anzuelo. En otras palabras, su treta no funcionó porque sus sentimientos por la muchacha eran más fuertes que cualquier oferta puesta en la mesa.

—Eres un tonto —hostil, pronunció—. Que ridículo eres, caiste en tu propio juego y te enamoraste de la persona que mantiene un trato contigo. Rai no te ama, Shūji, una mujer como ella no es tan tonta para caer en la misma estupidez que cometiste —atacó mostrando los colmillos.

Osamu se sintió avergonzado por la cruel verdad. Desvió su mirada cristalizada por el daño a sus verdaderos sentimientos y quiso correr lejos.

—Kosei me habló tan bien de ella, que es impresionante que incluso yo piense en la mujer tan impresionante que es. Si tú le dijiste, "no te enamores de mi", ella simplemente no lo hará nunca y terminará su trato sin daños, porque es objetiva y quieras o no siempre ha estado lejos de tus manos. Te apoya, por supuesto, porque esas son las bases para beneficiarse mutuamente. Posiblemente nunca ha sentido más que lastima por ti y no quieres aceptarlo para justificar la estupidez que has hecho al proponerle un trato.

Seguía atacando sin consideración, hablándole con la verdad, no obstante, él no quería seguir escuchándola.

Había esperanza, claro que la había. Existía en aquellas sonrisas que se mostraban sin falsedad, en las palabras de apoyo que nunca faltaban cuando uno de los dos sentía ganas de rendirse, en esas mañanas, tardes y noches en que se entregaban entre caricias.
Existía, porque él comprendía, que cuando le tocaba, su manera de recibirlo no era falsa.

—Es suficiente. —Por fin tuvo el valor para detenerle—. Ella es libre de decidir si desea enamorarse de mi o no, pero yo no seré el tonto que le abandonó y ahora se arrepiente. Si Rai quiere abandonarme, entonces le besaré la frente y le dejaré ir con mi apoyó de por vida, porque es lo que se merece. —Dejó las manos caer sobre la mesa y su determinada mirada mostraba que tan decidido estaba a aceptar su destino.

Como ella mencionó a Kosei, él también hizo referencia a lo sucedido antes entre los jóvenes, y claro, ella lo entendió, lo cual le causó coraje.

—Estás envenenado, ella te envenenó así como lo hizo con el muchacho. —Pegó con fuerza a la mesa haciendo que los recipientes se voltearán y vertieran el líquido restante en la mesa, en especial el de whisky que estaba por la mitad de lleno.

Así pues, notando que Hatsuyo ya no deseaba conversar, se levantó del asiento para marcharse, salvo que un fuerte mareo le atrapó y cayó sentado nuevamente sobre el asiento con las manos en la cabeza.

Hatsuyo sonrió con maldad al instante.

—¿Estás bien? —preguntó ella, volviendo a su tono amable.

—Sí, solo me mareé un poco —mintió, pues de pronto sentía que el suelo se movía aun sentado, y más que eso, la cabeza comenzó a dolerle y picarle con intensidad.

—Oh, no, estás pálido, ¿estás seguro de que estás bien? —insistió la mujer, levantándose y yendo hasta su lugar—. Al parecer no vas a poder manejar de vuelta, pero no te preocupes, te llevaré a casa con tu amada Rai.

No confiaba en su tono, así que negó incapaz de utilizar oraciones congruentes. Entonces, cuando levantó la mirada, ella mencionó algo que entendió poco, casi nada en verdad:

—Aun si tienes esperanza de obtener su amor, no tolerara una traición como la que estás a punto de hacerle.

Luego de ello, perdió el conocimiento.

:sorbito:

Y Dazai muere envenenado, fin de la historia.

¡Muchas gracias por leer!

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