Ni-juu san | 23.
Ritsuko, Satoko se va y el consuelo para un niño.
El domingo antes de las dos, Rai hablaba por teléfono con Ritsuko acerca del nuevo gerente y lo que le llevó a abandonar el lugar sin despedirse. La, al parecer, ex-mesera, no se atrevió a contarle la insinuación que le hizo antes de mandarlo a la mierda, sin embargo, recordar eso no era lo que le tenía tan molesta al teléfono, sino lo que la mayor le contaba:
—Dobló mi horario, todo porque el gerente anterior me dió la oportunidad de descansar el viernes, dijo que con ello pagaría el favor que me habían hecho y que si no me gustaba podía firmar mi renuncia cuanto antes... Rai, yo no sé que hacer. Mi madre no mejora y Ritsuka tiene que ir a la escuela. ¿Qué voy a hacer si pierdo el trabajo? —lloraba desconsoladamente por la bocina.
<<Ese hijo de perra... >>, se quejó en pensamientos y apretó el aparato sin darse cuenta.
—Conseguiré un abogado. Lo haré y pondremos una demanda en contra del lugar. Por ahora me temo que tendrás que hacer caso, pero Ritsuko, no dejes que te manipule en otros aspectos. Si te quedas sin trabajo te prometo que te ayudaré —dijo preocupada.
Esperaba que aquel hombre no le chantajeara con lo mismo que a ella, porque la muchacha tenía muchísimas más necesidades a diferencia de su persona. Rai bien podría volver a su natal Miyazaki y obtener ayuda de su familia, pero Ritsuko era el sostén de la suya y no tendría escapatoria.
—Está bien, espero que todo esto pueda solucionarse pronto, y Rai, si tienes algún problema con el seguro del lugar, házmelo saber. —Por más que lloraba sin saber como todo había cambiado de repente, Ritsuko también quería ayudar a su amiga.
—Por supuesto, sé que me ayudarás —confiada dijo, y pronto estuvieron despidiéndose.
Una vez terminada la llamada, Rai se sentó en su sofá y suspiró cansada. Por lo menos su situación no estaba en peligro, pues entendía las intenciones del nuevo gerente. En realidad, él simplemente quería deshacerse de ella así como otras personas hacen engañando a los empleados. No sabía quien admistraba el Yellow Cake's, pero estaba segura que a este no le inconvenía dar las licencias de incapacidad, pues era algo normal que siempre sucedía en los trabajos. No podían solo despedir a las personas de esa manera, era ilegal y el gerente ese bien lo sabía, por ello la artimaña.
La muchacha no tenía mucho que hacer, al pasar una semana cuidando de Satoko olvidó que hacía cuando estaba a solas, así que solo se quedó esperando la llegada de los Tsushima. Aún así, sabía que no era buena idea ir a despedir a la princesa, porque Hatsuyo estaría allí y tenía un horrible concepto por lo sucedido en el restaurante y por lo que su hija le había dicho de ella, sobre todo, ¿que iba a pensar la mujer de las joyas cuando la viera? ¿Se acordaría de que Rai los atendió? ¿O simplemente malinterpretaría la situación y pensaría que era la actual novia de su ex-esposo?
De cualquier manera, prefería ahorrarse las molestias, pero ya había aceptado ir y no defraudaría a la menor.
Cuando faltaban algunos minutos para las dos, alguien tocó su puerta. Evidentemente fue a ver quien era y checó antes por la mirilla, pero no vió nada. Entonces abrió:
—¿Estás lista, Rai-san? ¿Me vas a extrañar cuando me vaya? ¿Que harás cuando me vaya? —atacó la menor.
Era Satoko, a quien Rai tuvo que ver hacía abajo del susto que se llevó al abrir la puerta. Osamu también estaba allí, pero alejado y recargado en el barandal.
—Estoy lista, claro que voy a extrañarte y todavía no sé que haré, tal vez conseguir otro trabajo —contestó ordenadas las preguntas y de manera graciosa, haciendo reír a la pequeña.
—¿Antes de irme puedo ver tu casa? —pidió de repente tomándola por sopresa. Rai se puso pálida.
—Es una casa normal, Satoko-chan... —comenzó a justificarse nerviosa—. Bien, entra y ve todo lo que quieras. —Al final dejó cuando le vió hacer ojitos de perrito abandonado.
Satoko entró al departamento y observó todo con curiosidad. Rai era ordenada siempre y por ello todo estaba en su lugar, así que a pesar de no ser espacioso, lo parecía.
Viendo lo ocupada que estaba la nena, miró por accidente en dirección del mayor, aunque este no la veía porque ya había sacado su móvil y lo revisaba con paciencia. Le pareció raro que no saludara y que además no resplandeciera, en cambio, parecía apagado.
—¡Listo! —Salió una vez su sed de curiosidad fue aliviada y tomó la mano de muchacha para guiarla, solo que antes Rai cerró su hogar con llave—. Vamos, papá, te quedas atrás.
Dazai iba unos pasos atrás, seguía revisando el celular y por poco ignora a su hija, de no ser porque arribaron hasta el auto y tuvo que concentrarse.
En la estación, Satoko jugaba a llevar de allá para acá su maletita rosa, mientras tanto, sorprendentemente, Osamu seguía revisando su teléfono, y Rai observaba a la pequeña por seguridad; más de una vez le dijo que no se alejara tanto porque era peligroso acercarse a las vías, por otra parte, había mucha gente y no quería perderla de vista.
—¡Mamá! —exclamó con alegría entonces, cuando vió a su progenitora venir de la entrada contraria a ellos. Llevaba unas bolsas en mano, eran compras, por lo que Rai inmediatamente concluyó que la mujer había llegado antes y había aprovechado, llegando tarde a su encuentro.
La joven observó cuando Satoko corrió a recibirla, y la mujer a duras penas cedió un abrazo. Llevaba un conjunto de vestido del que podías oler el precio, junto con unos lentes negros que se quitó cuando terminó de acercarse hasta ellos.
—¿Y tú eres? —preguntó de primeras hacía Rai, utilizando ese mismo tono creído de la última vez que se vieron.
—Ella es Rai, mamá, mi niñera —Satoko contestó por ellos.
Si la mencionada no contestó, fue porque se le hizo inevitable molestarse con su prepotente actuar. En lugar de preguntar por ella, debió haberse dirigido a su ex-esposo y ver como lo había pasado su hija, pero no, ella estaba interesada en la mujer junto a él.
—Oh, tu niñera... —pronunció con asco y luego miró a Dazai con la misma mirada—. Así que sigues siendo el mismo hombre sin tiempo, Shūji. Que pena.
Rai no pudo creer la manera en que se había dirigido a él, quien ni siquiera pudo levantar la mirada. Le molestaba, por supuesto, pero no eran sus asuntos, así que miro a Satoko en vez de a ellos.
—No olvides respetar las fechas de custodia. Veré a mi hija en dos meses más —por fin habló el mayor.
—Por supuesto, le traeré para que sigas trabajando todo el día y no puedas darle el tiempo que se merece —escupió malhumorada.
Rai bajó las cejas. Entendía que la mujer tenía su insoportable carácter, pero discutir frente a su hija, era algo que no podía perdonarle, debido a que Satoko se dió cuenta de ello y miraba con miedo a sus padres.
—¿Vas a saludar?
Aquella pregunta le hizo levantar la mirada de la pequeña, pues iba directo hacia ella. Cuando se dió cuenta, Hatsuyo la mirada con horror, pues no toleraba tanta falta de moda en sus ropas.
Rai se vió realmente confundida, que Osamu pudo notarlo, así que con rapidez y antes de que pudiera decirle algo, dió unos pasos hasta estar frente a ella. Le cubrió de la mirada de su ex-esposa y no podía estar más agradecida, ya que pudo haber comenzado una pelea por su actitud y tenía que la princesa se asustara más.
—Rai no tiene nada que ver contigo, así que te agradecería que no le hables de esa manera —amenazó con el mismo semblante neutral y la mujer no tardó en reír.
—Que lindo, protegiendo a la servidumbre —volvió a burlarse.
Colmó la paciencia de la mesera, quien estuvo a punto de contestarle que problema tenía con su persona, no obstante, Dazai llamó a Satoko.
—Te veré pronto, cuídate mucho y no hagas muchas travesuras. Te amo, cariño, no lo olvides, si necesitas algo solo tienes que llamarme —se despidió al ponerse en cuclillas frente a la menor.
—¡Si, entendido! Ya quiero volver a tú casa, de verdad me divertí mucho esta semana con Rai. Cuidate mucho también y llámame seguido. Te amo, papá —Se veía tan alegre, antes bien, de pronto rompió en llanto con las últimas palabras—. No quiero irme. Quiero quedarme contigo y Rai —confesó al final.
—Mi amor, no llores... —Su padre le abrazó para consolarla—. El tiempo pasa muy rápido, cuando menos lo esperes vendrás de nuevo, entonces Rai y yo te recibiremos —prometió.
La pequeña se separó después asintiendo y prometiendo volver.
Estaba tan concentrada en el llanto de la pequeña, que no notó que Hatsuyo revoloteaba los ojos ante la escena, sin embargo, cuando Satoko intentó despedirse también de ella, la madre lo impidió tomando de su mano, y sin decir adiós, le jaló hasta la línea de salida.
—¡Adiós, Rai!
Rai se enfureció tanto al ver como Satoko volteaba hacia ella y la mujer le regañaba para que viera hacía el frente.
—Eso es insensible, Dazai-san... —quiso alegar, no obstante, se quedó con la palabra en la boca al ver que el hombre no estaba, sino que ya iba lejos caminando para no ver, y ella, al no saber que hacer, al final optó por ver una vez más la espalda de Satoko y luego seguir a Dazai.
Le siguió el paso porque estaba segura que Osamu iba a colapsar en tristeza al ser alejado de su hija una vez más, si es que no lo había hecho ya. Se sentía tan mal de la situación, ya que ella vivió prácticamente una semana entera con los dos y había notado que aunque era la "primera vez" que se veían, a ellos definitivamente los únia un amor de padre e hija inquebrantable.
Le perdió en el camino entre toda la gente, y cuando lo encontró en el estacionamiento, Dazai estaba recargado en su auto manteniendo un cigarrillo en su mano izquierda, al que después le dió una calada.
Verle fumar fue algo que le dejó perpleja, pero aún así, se acercó.
—Siento que tuvieras que ver eso —se disculpó el mayor cuando nadie dijo nada por algunos segundos—. Vamos, te llevaré a casa.
Al decir, apagó el cigarro en suelo, después lo levantó y fue a tirar a un bote cercano, cuando volvió, lo hizo por el lado del piloto, así que Rai tuvo que subir cuando quitó los seguros. Luego de ello, el auto arrancó, y por mucho que ella estuvo intentando decirle algo por consuelo, no le salió. Solo miro por la ventana mientras olía a tabaco.
De esa manera fue todo el camino, hasta que llegaron a la dirección de la muchacha.
—Gracias por todo, Rai. No dudes en llamarme si tienes problemas o necesitas algo. De verdad fuiste un gran soporte —agradeció sincero, sin embargo, su voz no era igual a la que utilizaba siempre para hablarle. Se sentía como el hielo.
—De nada y gracias... —Estuvo a punto de jalar la manija para salir del auto y por ende despedirse tal vez para siempre, pero decidió quedarse—. Es su día de descanso, ¿no? Quédese un poco, haré té y también tengo galletas —ofreció al no poderle dejar ir así de roto. Dazai era una persona mayor, pero no por eso iba a confiarse sabiendo las consecuencias de la mirada que portaba.
—No quiero molestarte...
—No lo hace, venga conmigo —interrumpió. Era su turno para insistir.
Osamu cedió al apagar el motor de su auto, así que Rai bajó para verle también hacerlo. Avanzó hasta el segundo piso con él en la espalda.
—Puede sentarse en el sofá mientras preparo el té. No me tardaré nada —avisó al entrar al lugar.
Ella se dirigió a la cocina y Dazai se sentó como le dijo. Primero sacó las galletas y luego volvió con la bebida no mucho después, sirvió dos vasos y le acompañó en un silencio para nada incómodo.
Su madre siempre le decía que los corazones rotos se arreglan con algo cálido. Esperaba que el té le hiciera bien y le calmara un poco los sentimientos para que fuera a casa.
Tomaron los dos un par de galletas y todo parecía ir bien, hasta que por la cuarta, Shūji se quitó los lentes para dejarlos sobre la mesita y rompió en un llanto silencioso cubriendo su rostro.
—Apenas se fue y ya la extraño... —habló sofocado por sus manos.
Rai dejó el té en la mesa no mucho después, y sin saber que hacer, entonces le abrazó con su brazo bueno por encima de su espalda, antes bien, el otro no tardó en pedir refugio. Dazai aceptó el consuelo y le pasó las manos por la cintura para acercarla hasta su cuerpo, y una vez así, lloró como un niño toda la tarde.
SatokoGod se nos fue, también la vamos a extrañar como Dazai, pero la vida sigue como esta historia y en el siguiente ya verán como esto se pone más interesante.
¡gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top