Nana-juu go | 75

Lo que siento por ti, lo que sientes por mi y alguien salva el día.

Tres días después del encuentro en las oficinas del abogado, Rai hizo su maleta de madrugada habiéndose despedido de su familia por la noche, en especial de Yuji, diciendo que volvería a visitarlos pronto. Su padre estaba dormido, pero la madre le esperaba en el recibidor de la casa estilo tradicional.

—Cuídate, cariño, no olvides que puedes volver a casa siempre que lo necesites —pronunció con sinceridad, acercándose para darle un buen abrazo.

Era una despedida, no para siempre porque la familia siempre sería familia, sin embargo, Yashiro sabía que las palabras que le regaló a los presentes por la noche tenían más falsedad que verdad. Rai no volvería a casa independientemente de su situación con el hombre con quien se había unido "para toda la vida". Los amaba, pero aplazar más sus sueños era bastante duro, y aun sí no los cumplía, de igual manera no abandonaría su vida como ya la había forjado a base de duro trabajo.

—Sé que puedo volver —aceptó saberlo a la perfección, tratando de sonreír, antes bien, el sonido de un auto estacionándose fuera de la residencia les hizo separarse.

Al salir por la puerta principal, Ferdinando recostado sobre la banqueta enseguida movió su cola al ver a Rai y la siguió mientras arrastraba la maleta de rueditas. Frente, Osamu bajó del auto para abrir la cajuela, y el canino muy contento se le acercó comportándose como si fuese su dueño. Le puso las patas sobre el pantalón, y a pesar de que a él poco le agradaban los perros, lo acarició levemente para no hacerle feo.

—Buenos días —avergonzado saludó y la mayor únicamente le devolvió el gesto.

—Buenos días, espero que tengan un buen viaje, no escatimen en precauciones, uno nunca conoce el camino —recomendó con una sonrisa la dueña de la propiedad.

Dazai ayudó a Rai con la maleta, la tomó con facilidad y metió en el compartimiento de forma ordenada mientras agradecía a la madre. Así, esta misma volvió a despedirse de ella con un nuevo abrazo más corto que el anterior, y sin decirle nada al hombre, subió al auto en la parte de atrás.

—Fujiwara-san. —Incapaz de irse tal como estaban, Dazai se acercó a la mujer y se inclinó levemente—. Siento haberle fallado —se disculpó desde su corazón y la muchacha lo vio todo desde la ventana.

—Agradezco que aceptes el error que cometiste, Dazai-san, pero yo no tengo nada que perdonarte —negó, mirando después de soslayo a su hija dentro del auto observándolos—. Creerás que no me importa... En realidad muchos lo creerán así si se enteraran de lo que sucedió. La verdad es que estoy preocupada y mucho; lo que hiciste es grave y dejara muchas cicatrices en ambos, aunque a fin de cuentas, aceptar las decisiones de Rai no me dejan meterme dentro de su relación, y creo que así está bien. —Sonrió con cariño.

—Aun así... —No quiso aceptar el trato tan amable que le daba. Se sentía tan indigno, no obstante, fue interrumpido.

—Al final, solo ustedes dos sabrán si lo que hicieron fue bueno o malo; los problemas que se generaron... si en verdad todo valió la pena. No me queda más que desearles suerte.

Al terminar, extendió los brazos hacia el castaño, y este, al saber que deseaba abrazarlo enseguida correspondió el gesto. Pensó que entre su madre y Yashiro había una diferencia abismal, por mucho que las dos tuvieran el mismo papel en esa vida; era cálido y muy contrario a lo que generaban los gestos de Tane en él. Amaba a su progenitora como era, pero no mentiría diciendo que algo como ese apoyo incondicional de madre no le faltaba en su vida.

Así, la mujer levantó la mano para despedir de nuevo a su hija y ella sonrió por la ventana.

Durante el camino de regreso a Miyazaki en el auto, Rai intentó quedarse dormida, pero el miedo de tomar carretera y al mismo tiempo curiosidad le mantuvieron con el ojo pegado a través del vidrio para no perderse los increíbles paisajes; mientras tanto, Osamu conducía en silencio y cambiando la radio con frecuencia para que el ambiente no estuviera tan tenso y al mismo tiempo muerto, y por supuesto, estaba muy concentrado en la dirección que tomaban.

Aparentemente ninguno se iba a dirigir la palabra, no, hasta que el sonido de una llanta andando mal les alertó a los dos. En consecuencia, el conductor tuvo que orillarse en la carretera con precaución al encender las luces intermitentes. Así, cuando estuvo totalmente detenido, bajó del auto con una molestia evidente en el rostro, y cuando Rai observó su reacción a través de las ventana, supo que algo malo había sucedido.

—Quédate dentro del auto —ordenó al abrir la puerta y tomar con rapidez su celular del asiento del copiloto.

Ella no contestó, solo siguió observando, en esta ocasión, como buscaba algo en el aparato para luego llevárselo hasta la oreja.

Se había reventado el neumático de la parte trasera derecha, por lo que Dazai enseguida buscó ayuda con el navegador y mapa en donde se ubicaban. Menos mal tenía un poco de señal o su molestia se hubiera elevado a niveles increíbles como en aquella vez en la casa junto a lago.

Por su parte Rai, que no tenía prisa por volver a la rutina, se recargó en el asiento de manera floja y boztezó cansada, luego cerró los ojos para esperar, sin embargo, después de un tiempo, el sonido de los demás autos pasando el suyo a velocidades de viaje libre le hartó. Terminó bajando e ignorando la anterior advertencia, colocando sus pies en el suelo con lentitud y llamando la atención del castaño que acababa de colgar una llamada.

Se vieron a los ojos, pero enseguida el mayor desvió el rostro hacia otra parte y ella terminó por poner los pies en el suelo.

El paisaje verde era algo de admirar, con una nivelación irregular que pasos adelante mostraba un canal de aguas cristalinas hacia abajo. La exmesera no perdió tiempo y tomó rumbo a la orilla con la vista en todas partes, y cuando se sentó sobre la hierba para ver el cielo nublado, una misteriosa paz le embriagó y decidió mantenerse ahí hasta que el problema del auto fuera resuelto, aunque conociéndole, no le bastó mucho para quedarse dormida cuando se recostó en el mismo lugar.

Shūji la veía de lejos mientras esperaba a ser atendido por Chuuya en el teléfono para explicarle que por fortuna el asunto había salido "bien", y que también lo necesitaba para otro asunto que le daba vergüenza pedirle.

Dijiste que volverías ayer, y ni siquiera te dignas a contestar el teléfono —regañó el pelirrojo cuando contestó.

—Lo siento, no salieron las cosas como las planee —contó, bajando la voz y asegurándose de que Rai estuviera tranquila con su alrededor.

Los última tres días estuvo encerrado en su habitación de hotel. Durmió bastantes horas esperando la fecha en que volvería a Yokohama, pues necesitaba pensar con claridad que haría una vez estuviese en casa. Además, utilizaba toda su fuerza de voluntad para no caer en el vicio del alcohol y el cigarro, para por lo menos hacer algo bueno por su cuerpo.

Uh, ¿que sucedió? ¿Rai firmó el divorcio? —cuestionó, dando por hecho que eso había sucedido, pero a cambio recibió una negativa.

—No, Rai viene conmigo —confesó—. No quiso firmar y desea seguir con la demanda por la custodia de Satoko.

Fyódor me dijo que eso pasaría —hizo saber el otro en una disimulada queja.

No era como si él ruso lo supiera todo, pero había estado en momentos cruciales para predecirlo. Además, conocía a su mejor amigo y Rai siempre fue transparente con él. Solo lo esperó y se cumplió.

En ese momento, un auto con el logo de una automotriz se detuvo detrás del suyo y tuvo decirle que colgaría por el problema que surgió en su camino.

Tengan más cuidado, por favor. Trae a Rai con bien —pidió sincero y estaba listo para colgar, pero el administrador volvió a hablarle.

—Chuuya, se que estás ocupado, pero necesito pedirte un favor —pronunció nervioso y el silencio le animó a seguir—. Rai y yo iremos directo a la casa, no me gustaría llevarla de nuevo al departamento donde sucedió... Ya sabes que sucedió. Así que te agradecería mucho si la visitas de vez en cuando y avises a Ishinomori-san y a sus otros amigos. Trataré de no estar tanto en el mismo lugar para que no se sienta incomda o presionada, sin embargo, tampoco quiero que se sienta sola, por ello te lo pido —terminó cuando el llantero se acercó, entonces le hizo una seña de que esperara un segundo.

Claro, la visitaré seguido y avisaré a sus amigos, de igual forma, estoy seguro de que Fyódor querrá hacerlo estando aún en Yokohama —aceptó y luego colgaron.

Así, un poco más tranquilo, Osamu le dijo al recién llegado sobre el problema, de modo que el señor de mediana edad rápidamente se puso manos a la obra, pues una llanta ponchada no le llevaría mucho tiempo, y fue verdad, en menos de media hora el repuesto estaba colocado de la forma correcta. El hombre de negocios pronto se vio pagándole.

—Vayan con precaución, las carreteras son engañosas —se despidió el hombre y marchó a paso rápido hasta su camioneta con la caja de herramientas.

Una vez se quedó solo de nuevo, miró a Rai todavía dormida sobre el pasto. Todo el rato estuvo echándole el ojo para mantenerse al tanto de seguridad, y ahora que estaba resuelto el problema, era hora de despertarla y por lo tanto debía dirigirle la palabra, pero tenía miedo.

—Rai... Rai... —llamó dos veces una vez se detuvo junto a ella, no obstante, fue muy bajo en sonido y la mujer no alcanzó a escucharle, así que llamó una vez más—: Fujiwara-san.

El apellido le salió natural, tanto que se asustó por lo lejano que se sentía y recordó el tiempo en que le llamó de esa manera, aunque no fue mucho, claro, porque luego ella le dejó llamarle por su nombre de pila. Recordó que por ese lapso, estuvo confundido con su presencia y por descuidado ignoró esos sentimientos.

Le parecía tonto pensarlo como la última vez, antes bien, era más tonto pensar que si no hubiese sido un iluso, podía haberse enamorado de ella sin necesidad de un trato.

Ahora todo estaba yendo de mal en peor.

Al no despertar y él a no tener la fuerza para de verdad hacerlo, la recogió del suelo con delicadeza, tomándose la libertad de cargarla como a una verdadera princesa en letargo infinito. Así, no pudo evitar sentir con su cercanía todo lo que ella causaba en su lastimado corazón. Calidez, tranquilidad, amor...

—Te amo —pronunció en un hilo de voz, desmoronándose por dentro al saber que tuvo tiempo para expresarlo a la dama y no lo aprovechó como debía.

Te amo, Rai. Te amo tanto y no merezco pensar en tener otra oportunidad como la de antes porque te lastimé de la peor manera que encontré, pero si la tuviese, me encargaría de enmendar los errores que cometí a tú lado y te haría la mujer más feliz en esta tierra...

Las palabras no salieron como acostumbraban, en vez de ello tuvo que avanzar hasta el auto y dejarla en el asiento trasero para continuar con su viaje. Y ahí, frente al volante, no pudo contener las lágrimas sin notar que la joven le observaba desde su lugar.

<<También lo amo, Dazai-san, pero no puedo quedarme. Comprendí que no soy la única parte dañada en este compromiso y usted no merece más sufrimiento... Por eso debe comprenderme, necesito alejarme para poder sanar y no puedo volver >>.

Las calles vacías le daban miedo a Ritsuko cuando caminaba a tomar el metro de regreso a casa, pero no había de otra, debía apurarse o la noche se haría más densa. Akutagawa, Atsushi y Kyouka vivían para lados diferentes de la cuidad, así que nadie podía acompañarle.

—Buenas noches, Ishinomori-san, ¿cierto? —La voz de un joven le llamó con vergüenza apoyado en una de las paredes.

La mujer de asustó y se detuvo en consecuencia. No iba a contestar, solo iba a seguir su camino, pero reconoció al individuo aun con la poca luz.

—¿Kosei... ? —pronunció confundida.

—Siento haberte asustado, necesitaba hablar contigo, pero no quería que los demás me vieran y me conocieran. Después de todo yo, le hice mucho daño a Rai y no soy bienvenido —explicó cabizbajo.

Ritsuko se sintió insegura con la presencial del muchacho al no saber que era lo que deseaba exactamente.

—¿Entonces? ¿De qué querías hablar? —Aun con ello, si se trataba de su mejor amiga, valía la pena correr el riesgo.

—Antes, sé que es tarde y tienes que ir a casa, así que te lo diré rápido —habló y se acercó un poco hasta ella—. Dile a Rai que es mejor retirar la demanda. Hatsuyo tiene suficientes pruebas y es imposible que ganen el juicio, pero si decide continuar con ello...

Hasta ese momento, la mesera no notó que llevaba entre sus manos un sobre anaranjado largo, el mismo que le extendió al interrumpirse.

—... Dale esto. Son evidencias que podrían ayudarle y que recolecté cuando la exesposa de Dazai me contó que estaba haciendo —contó y la mujer no tardó en tomar el sobre—. Y si quisieras hacerme el favor, puedes decirle que la amo y que no importa cuanto tiempo pase, siempre estaré esperándola.

Con una sonrisa sincera, Kosei terminó y acompañó a Ritsuko hasta la estación para que no fuese sola.

Ah, Kosei salvando el día. Estoy segura de que nadie lo esperaba, pero en fin.

¡Últimos capítulos!

¡Gracias por leer!

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