Go-juu ichi | 51.

Sueño hecho realidad, en medio de la celebración y un significado diferente para "luna de miel".

—¿Usted está en malos términos con Oyama-san? —Sin saber, inquirió, mas poco le tomó arrepentirse cuando el azabache le dio la mirada.

Púrpura, con las cejas hacia abajo denotando molestia. Allí había algo que Rai debía ignorar, pero la curiosidad pudo más que su vergüenza y no le apartó la mirada.

Fyódor se relajó después, suspirando y parpadeando lentamente. No valía la pena, se dijo.

—Antes de que Hatsuyo conociera a Dazai-kun, estuvimos en una relación abierta —confesó, metiendo las manos en los bolsillos del traje—. Como sabes, soy mayor que ellos y era amigo de los dos. Me encargué de que se conocieran... y luego comenzaron su relación.

Rai se mantuvo inmóvil, incapaz de creerle una palabra, solo que no había porque no hacerlo. Él le estaba diciendo la verdad y él mismo pronto comprendió su silencio. Era la típica historia de "el mejor amigo de mi novia", y en verdad la muchacha no supo como responder, solo se mantuvo de pie.

—No me malinterpretes, Fujiwara-kun —pidió educado, como si fuera su maestro—. Eso no tuvo mucha importancia, ni antes ni después. En realidad no quería nada serio con ella, el problema fue que al parecer Hatsuyo estaba buscando algo más de mí, pero, ¿qué puedes esperar de un extranjero? Terminaría mis estudios y volvería a casa. No tenía nada que ofrecerle, sin embargo, Osamu sí.

—No me diga que... —Con la conclusión en la boca, Rai optó por detenerse antes de decir algo que fuera erróneo, o bien, no de su incumbencia.

—Hatsuyo se casó con él por interés. —Al decirlo, miró fijamente en la dirección del castaño con los otros dos. Reían y no notaban la importante conversación que se llevaba a cabo.

—No me sorprende, a decir verdad —confesó nerviosa ella—. Lo que no esperaba era escuchar que tuvieron una relación.

Se miraron de nuevo. Rai creía que eso era todo, pero el ruso volvió a suspirar.

—¿Querías saber por qué estoy en malos términos con ella? —Volvió a la pregunta inicial. No había sido contestada después de todo.

—Ah, no se moleste, no es algo que deba saber en realidad —negó al mayor levantando las manos, parecía que le estaba asaltando.

—Pero pareces muy interesada —refirió con gracia haciéndole sonrojar—. Aunque en todo caso, solo diré que nunca hice algo que dañara a mi mejor amigo, aun si ella me buscaba.

No era difícil deducir que Hatsuyo estuvo enamorada de Fyódor en su juventud, y que cuando se casó con Shūji todavía anhelaba estar junto al ruso, pero debido a su interés por el dinero y cosas materiales, prefirió quedarse en lo seguro. Con ello, también quedaba resuelto el por qué cuando Dazai peleó con su familia, ella hizo lo imposible porque se reconciliaran y todavía se mantenía con los Tsushima, como sí en verdad fuese su hija.

—Bien, Rai. Espero que su plan funcione y puedan hacerse de la custodia. Satoko no merece estar lejos de su padre y tener una madre que le trata como muñeca. Sé que pueden hacerlo, una vez lo consigan, no tardes en venir hacia a mí; serás mi bella asistente junto con Nikolai —prometió al final con sinceridad.

Sus palabras eran seguras, lo que brindó bienestar a la joven. Valdría la pena cada segundo invertido en esa falsa relación, era bueno poder saberlo, y que el ruso le tomara las manos junto a su pecho mientras lo decía, parecía un sueño que solo tuvo en su natal Miyazaki.

En ese momento, su familia del Yellow Cake's llegó y le tocó conversar con ellos. Presentó a Fyódor, y aunque conocía bastante bien a Ryōnosuke y a Kyouka, agradeció que no fueran tan callados como siempre acostumbraban. No quería decirlo, pero posiblemente se debía a que Atsushi les contagiaba un poco de su personalidad.

A continuación, el lindo y enorme pastel de 5 pisos se repartió cuando los novios cortaron con el mismo cuchillo el primer trozo. No faltaron los flashes de cámaras y ese fotógrafo que no se había perdido nada grabando video para la posteridad. En esta ocasión, Rai se acabó su parte y pidió otra al novio, pues los tacones le hicieron doler los pies, así que este fue con gusto y le trajo más. Dazai estuvo tranquilo de saber que no se le había ido el apetito.

Luego de ello, los hombres formaron un extraño tumulto detrás de la novia, entonces, para el novio se convirtió en un momento difícil de sobrellevar. Era hora de lanzar la "liga", y para ello tuvo que meter la mano dentro de la falda del vestido, pues estaba seguro de que a Rai le avergonzaría bastante que levantara esta como siempre se hacía. Tocó su pierna y fue dificultoso encontrarla en su muslo, así, cuando por fin la tuvo entre sus manos, no faltó quien se burlara por verlos sonrojados. Chuuya incluso, pero se mantuvo al margen ya que no quería perder su trabajo.

Cuando por fin la liga fue lanzada, cayó directamente en las manos de un albino que solo había entrado en la multitud por puro compromiso con su jefe que le obligó a divertirse. Según lo que se decía de esa tradición, Nikolai Gogol pronto se casaría, lo único malo era que no tenía pareja, así que era difícil afirmarlo.

Después, vino el turno de las mujeres, que a diferencia de los hombres formaron un ordenado círculo alrededor de los novios. Rai se había subido a una silla y Osamu le cubría los ojos. Una vez fue lanzado el ramo de la novia, cayó a una sorprendida Ritsuko que estiró las manos al verlo venir hacia ella. La mesera como el secretario ruso, tampoco tenía una pareja, así que también era difícil saber que en realidad se casaría, no obstante, no hubo por qué preocuparse, ya que gracias a la novia y al novio, estos pudieron conocerse; se llevaron bien desde el comienzo y no hubo quien pudiera separarlos por lo que restó del tiempo.

Llegó el esperado final de la celebración, que había sido divertida a pesar de que ni Rai ni Osamu tuvieron expectativas. En contraste con lo que esperaban, fue una buena tarde-noche para los dos que definitivamente nunca olvidarían.

—Espero que lo que sea que haya sucedido en el restaurante, sea problema pasado, aunque no me gustaría que lo ignoraras irresponsablemente.

Mori Ougai por fin tuvo el tiempo que necesitaba para hablar con su "hijo", pues durante la ceremonia y celebración no faltó quien los interrumpiera. El mayor se preocupaba por él, y tal como había mencionado, no deseaba Osamu tuviera problemas en el futuro; en especial, no de nuevo con una mujer, que bastante soportó verlo roto cuando su primera dama lo abandonó y tuvo que verlo desde la primera fila.

—No se preocupe, Rai y yo lo hemos hablado antes. Todo fue un malentendido. —No entró en detalles, porque no era necesario.

Dazai estaba avergonzado, recordaba cómo se comportó en el restaurante y que Mori le había visto justo en el momento. Ahora, era certero decir que él concluyó que su prometida le había engañado, o en otras palabras, puesto los cuernos.

—Me alegra entonces. —Sonrió confiado, metió una de sus manos en su bolsillo del saco y le extendió un objeto brilloso—. Ten, tu regalo de bodas está esperando en la puerta —avisó por último.

Dazai negó como un chiquillo emocionado. No tomaría las llaves que le extendía su jefe, pero no hacerlo también significaba una grosería.

—No debió molestarse, ya hemos recibido un regalo antes —Hablaba de la bonita vajilla de plata que apareció junto con los demás regalos.

—Este es para ti. —No esperó más, Mori tomó su mano, dejó las llaves y cerró con cuidado—. Disfrútalo, luego vuelve a trabajar.

Mientras Osamu hablaba con su jefe, Rai lo hacía con su familia: Yashiro, Yoshiko y Yuji, el padre seguía tomando en alguna parte del jardín.

—¿A dónde irán? —Cuando la madre preguntó por ello, la novia no entendió y le miró con el rostro ingenuo.

—Luna de miel... —soltó sin cuidado la hermana y tosió para hacerlo disimulado, pero Yuji lo escuchó con claridad.

—Luna de miel, ¿cómo en las películas? —La nena tenía curiosidad, así que solo lo hizo saber.

Todos ahí se sintieron nerviosos al instante.

—¡Vacaciones!.. Sí, vacaciones —explicó Rai a su sobrina—. Pero Dazai-san y yo no tenemos pensado ir. Él tiene mucho trabajo —terminó.

—¿Van a ir a casa? ¿Solo eso? —cuestionó burlona Yoshiko.

Rai le miró con las cejas arriba. No era el momento ni nunca lo sería para hacer esas bromas, se decía cansada. Casados o no, algo como "luna de miel" no tenía el mismo significado para ellos.

—Sí...

—No.

Apenas contestó, alguien interrumpió detrás de ella. Shūji se colocó a su lado, tomó su mano y besó el dorso como un caballero.

—Iremos a pasar unos días fuera de la ciudad en una casa cerca de un lago—informó confiado.

—¿Eh? —mencionó la joven aturdida, también le miró con duda, una que todos los presentes pudieron notar y compartieron por igual.

Ella no sabía que ese era el plan para la "luna de miel", nadie se lo había dicho, ni siquiera Chuuya. Su mirada denotaba la confusión que el mayor había generado solo con decir aquello; si hubieran podido discutir sobre ello, Rai habría preguntado que de qué demonios se trataba todo eso y que cuándo pensaba decírselo, y Osamu, descifrando con facilidad el mensaje, habría respondido que ella había estado bastante ocupada pensando en Kosei Minagawa los últimos días, que cuando quiso hacerlo saber, se encerró en su habitación y no le dio la cara.

Asunto resuelto.

—Lamento mucho tener que decirlo hasta hoy, cariño. Mori-san me dio unos días libres y quería que fuese una sorpresa. —Detallado el asunto con la mentira del hombre de negocios, la familia Fujiwara cambió el rostro a uno normal, en especial Yashiro sonrió al ver lo romántico que fue.

—Ah... Es bueno saberlo, p-podrás descansar —titubeó. Nunca se había puesto tan nerviosa como en ese momento. Le delataba incluso la mirada, pero todos entendían el motivo de su "emoción", y claro, se equivocaban.

—Es hora de irnos. Por favor, sigan disfrutando de la fiesta por nosotros —anunció por fin el castaño.

La mayoría de los invitados seguían en lo suyo y los novios pensaron que así era mejor. Únicamente los que ya estaban con ellos, los rusos, Chuuya, el diseñador de modas y Hatsuyo junto con Satoko, se acercaron a despedirlos.

—Te veremos en dos semanas, cariño. Estaremos esperando. —El novio despidió a su hija primero.

—¡Nos veremos! —La princesa estaba feliz por saberlo, pero no la persona que le acompañaba.

Una vez fuera del jardín, Osamu pudo ver su regalo. En lugar de usar su auto, al parecer estaba listo el nuevo.

—Te dejé una maleta en la cajuela, por si la llegaras a necesitar. Suerte, amigo. —Fyódor también aprovechó para despedirse, pero únicamente del novio con esas palabras.

—Lo hiciste bien, Rai. Ahora solo faltan dos años. —Aunque se burló, el Nakahara también le deseaba a la novia suerte con el compromiso, así que ella agradeció.

Listos para marcharse, Dazai ayudó a la del vestido a meterse en la parte trasera del auto por más comodidad, luego, cuando él subió los demás comenzaron a aplaudir y eso les causo una increíble vergüenza, que mejor arrancaron el auto, no sin antes, ver a la multitud en donde Rai notó una pesada mirada venir de la exesposa del ahora su marido.

—Pensé que jamás terminaría —se quejó ella, quitándose los tacones sin pensar en nada más.

—No pensé que diría esto, pero necesito un descanso —admitió el otro al volante.

Los dos necesitaban descansar, no solo físico, sino también mentalmente. Durante el día estuvieron sometidos por el estrés y la incertidumbre de no saber cómo manejar una boda falsa, ya que había salido tan bien, lo merecían.

—¿Cuánto tiempo tomará llegar a la casa que mencionó? —Rai cuestionó asomando la cabeza por entre los asientos.

—Dos horas —respondió Shūji al instante.

Como una chiquilla, la menor se dejó caer hacia atrás y resopló sin disimulo haciendo reír al mayor. Eran ya las once con treinta, no tenía tiempo para esperar.

—Bien, suerte. —Únicamente dijo, se acomodó sobre el sillón y cerró los ojos. Iba a dormir durante el camino y eso nada sorprendía al castaño.

—Duerme tranquila, te despertaré cuando lleguemos —prometió el hombre, sonriendo al verla por el retrovisor. El vestido era incómodo, pensó, además no llevaba un suéter, así que cuando paró en una luz roja, se quitó el saco del traje como aquella primera vez que le llevó hasta su casa para que cuidara de Satoko, y así, se lo colocó encima con un movimiento difícil.

—Gracias. —Rai todavía no estaba dormida, era evidente, así que agradeció el gesto. 

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