Go juu | 50.
Cuidado con Hatsuyo, postre de fresas y verdades a medias.
Dazai se cubrió el rostro con las manos, su padre desvió la mirada avergonzado, mientras que Hatsuyo trataba de no reír a lado del muchacho incómodo. Y Rai, quedó de piedra al escuchar el despectivo tono. ¿De verdad era necesario decirle todo eso? La mesa contigua estaba vacía aún, de no haber sido así, la vergüenza que hubieran pasado habría traspasado límites.
—Entiendo, con permiso —respondió ella neutral, hizo una pequeña reverencia, dio la media vuelta y comenzó a alejarse.
Shuji, decepcionado, corrió detrás de su esposa después de darle una buena mirada de rechazo a la mujer dueña de las palabras, luego le alcanzó y detuvo poniendo una mano en su hombro. Rai se volteó enseguida, pero no pudo levantar la vista de su pecho. No era que quisiera llorar por el insulto, sabía que no era bien recibida, pero no podía ignorar que se sentía avergonzada.
—Oye, Rai, no le hagas caso, puedes conservar tu apellido y hacer lo que te venga en gana. Ya sabes como es, no tiene remedio —consoló apresurando las palabras.
—Con mayor razón... —susurró, que el otro apenas le entendió—. Tu madre es difícil de tratar y nada le tendrá contenta, así que con mayor razón voy a aceptar el apellido —decidió justo allí.
Agradecido por su respuesta, el novio se vio contento. No deseaba que Rai se sintiera mal, y mucho menos en plena celebración apenas comenzada.
Pero eso no era todo, faltaba aclarar el asunto de Hatsuyo y el joven, muy amigos al parecer, que incluso, le invitó a la mesa familiar. Sin embargo, tomar el tema era complicado por la situación, pero imposible de postergar, por lo que Dazai agradeció su decisión anterior, y con cuidado quitó algunos cabellos de su rostro para besar su mejilla, luego susurró en su oído:
—¿Qué hace Kosei con Hatsuyo? —cuestionó, quedándose junto a su cuerpo. Cuando le puso las manos encima sobre la cintura en el vestido, parecía un lindo abrazo y nadie sospechó de una conversación.
Antes bien, a pesar de que ella estaba impresionada, respuesta como él no tenia, así que negó levemente mientras le pasaba las manos por el cuello. Con la intención de hablarle sobre la visita de la mujer antes, se acercó mucho y recargó la cabeza en su pecho.
—Fue al vestidor más temprano, me amenazó para que le dejara y dijo saber sobre el compromiso falso y tema de la custodia. —Fue concisa, pero ello no impidió que al hombre se le bajaran los colores—. Lo siento, besé a Kosei cuando nos vimos y ella nos fotografió —contó su delito al final.
Aterrado por tales datos, Dazai se aferró a Rai fuerte sintiendo que el mundo se le acababa. Sin embargo, no culpó a su ahora esposa, ya que de inmediato razonó. Se dijo, él tenía la culpa de que los hubieran descubierto, ya que el día en que conoció a Rai en el lugar amarillo, mantuvo una conversación con Hatsuyo acerca de la custodia compartida, así pues, recordó sus palabras y luego de ellas el agua en su rostro y ropa.
—No me dejas más remedio que quitarte a Satoko por intervención legal.
Se culpó porque él mismo había dicho sus intenciones a su exesposa, cuando debió haber procedido en silencio, no obstante, cuando anunció aquello, no tenía idea de que después se le ocurriría la grandiosa ideas de arrastrar a la señorita Fujiwara en sus asuntos, además de que por ese entonces, no se vio capaz de dar el primer paso en solitario.
—Si no puedo recuperar la custodia de Satoko, todo esto valdrá nada —se lamentó inquieto.
No iba a mentir, el impulso de ir con la mujer que antes lo fue todo para él, se hizo presente. Todo para suplicarle. Aflojó el agarre, movió los pies, y justo cuando iba a dar la media vuelta para ir a encararle, Rai le tomó del rostro por las mejillas, le vio por algunos segundos y después lo besó con cariño.
Hatsuyo miraba, Kosei miraba... Era acertado decir que la mayoría de los invitados fueron testigos de ese beso entre los novios, y por supuesto, hizo a la señora Tsushima voltear los ojos con dramatismo.
Rai no encontró otra solución más que aquella al darse cuenta de las intenciones del mayor, pues todo había sucedido tan rápido; de otra manera, hubiera preferido ahorrarse el espectáculo. La unión de sus bocas duró un poco más que el beso en la iglesia, por fortuna, pareció haber traído a Osamu a la tierra, ya que de nueva cuenta afianzó el agarre como si fuese el dueño de ese cuerpo.
—No respondí nada, que tenga esas fotos no quiere decir que vayamos a perder. Puede ir directo por la custodia, ya pensaremos la manera en como podemos arreglarlo —informó de manera rápida al separarse.
Con ello, Dazai se sintió un poco seguro, porque ella tenía razón. Donde más presentaría las fotos que en el mismo juzgado; para ese entonces, ya podrían tener un historia para contar acerca de la procedencia, o bien, simplemente la verdad era también una opción.
La celebración dio inicio minutos después. Primero, una vez todos los invitados estuvieron dentro, los novios agradecieron su presencia y comenzó el programa ya antes estipulado. Para empezar, los familiares tuvieron su baile con los recién casados.
—Cuida bien de Rai, Dazai-san. Te ha elegido y confío en ella, y por supuesto, también confío en usted. No dude en venir hacia nuestra familia cuando se presente cualquier tipo de problema. —Esas fueron las palabras de Yashiro cuando le tocó bailar con el novio.
—No hagas caso a Tane, ella fue educada de una manera muy tradicional, pero Rai, tú puedes seguir siendo como eres hasta que decidas hacerlo. Estoy muy feliz de que mi hijo haya encontrado de nuevo el amor, gracias por confiar en él. —Por su parte, Gen'emon felicitó a la novia.
—No voy a llorar, no voy a llorar... —Había lloriqueado el padre de Rai cuando bailaban.
—¿Por qué simplemente no arreglaste tu relación con Hatsuyo? De verdad ya no te conozco, Shūji, ¿este es el ejemplo que quieres darle a tu hija? —renegó la madre tradicional cuando bailaba con su hijo.
Sin duda, los sentires no eran iguales, pero Osamu y Rai estaban contentos de que por lo menos, tres de los familiares estaban de acuerdo con su matrimonio, y si bien ya lo sabían desde su viaje de dos semanas, se sintieron realmente apoyados con cada palabra.
Luego de ello, vino la oportunidad de bailar solo ellos dos sobre la pista. Afortunadamente, se comportaron como normalidad y llevaron a cabo la formalidad como era debido. Tuvieron su primer baile como marido y mujer frente a todos los invitados. Debían haber estado nerviosos, pero no lo estaban, ellos solo se dejaron llevar y movieron sus cuerpos al son de la lenta música romántica.
A la mitad de la celebración, se llevó a cabo el brindis junto con las palabras de agradecimiento. Entre los habladores estuvieron Renzo, Yashiro, el señor Ougai, Fyódor y por último de nuevo los novios frente a los demás; por consiguiente, el banquete fue repartido, y por algunos minutos la exmesera y el hombre de negocios tuvieron un merecido descanso.
—¿Cuánto falta? Estoy cansada y no ha pasado ni la mitad del programa —se quejó Rai picando su comida.
Dazai miró hacia donde estaban los demás, pues desde la mesa de los novios, que a diferencia de las demás era un rectángulo en vez de un circulo, podía observar como fluía la situación.
—Solo unas horas más, te prometo que la iremos nada más termine, ellos pueden quedarse a celebrar —habló, él si estaba comiendo adecuadamente, así que cuando notó que Rai solo jugaba, acercó su silla un poco más hasta la de ella—. Come, Rai, ha sido un largo día, no me gustaría que te pusieras mal.
Ella negó levemente tras sus palabras, pues en verdad no tenía hambre y cierto platillo que Chuuya había elegido no le parecía familiar, por lo que le incomodaba. Tal vez era, que ya estaba agotada y harta de ser el centro de atención.
—Llamaré a tu madre si no lo haces —amenazó sonriente después, levantando las cejas con diversión cuando Rai le observó incrédula.
Sin embargo, volvió a negar. Osamu hizo un puchero cuando le volteó la cara, pero antes de poder decirle algo, de pronto un bollo se metió en su boca.
—Coma usted, a veces me preocupa que este tan delgado.
Ella fue quien metió el pan su boca, y el mayor, impresionado de como le había hecho caer en su trampa, río a gana suelta.
—Esta es mi complexión. No importa que tanto coma, no voy a engordar, pero usted, señorita, creo que le hacen falta unos kilos —recomendó presumido, mordiendo el bollo para dejar lo sobrante sobre su plato, luego estiró la mano en dirección contraria de ella.
—Es cierto que antes pesaba un poco más —aceptó la menor echándose un ojo al estómago—. Creo que fue el cambio de vida...
Hasta allí llegaron sus palabras, porque Dazai ahora tenía entre sus manos un recipiente de malteada, que en lugar de ello, tenía dentro fresas con crema. Se llevó una cucharada a la boca y sonrió ganador.
—Ese es mi postre, Chuuya me lo trajo —neutral, la fémina refirió señalando el recipiente.
—Que pena, pero el postre viene después de comer. —Con otra cucharada, le miró descarado, sabiendo bastante bien lo que hacía.
—¿Está tratando de chantajearme como a una niña? —cuestionó luego la novia, riendo al final por tal acción.
No sé lo creía, de verdad no lo hacía. ¿Qué tan enserio iba el mayor con su cometido? Porque a pesar de que ella le seguía mirando, se llevó otra cucharada a la boca e hizo un sonido de satisfacción. Rai no pudo ignorarlo, porque después de todo ese era su postre.
—¿Quieres probar? —ofreció, tomando un poco con la cuchara para después extender la mano hacia ella—. Tal vez su sabor te motive.
La exmesera rio una vez más, pero está vez con nerviosismo, ya que en verdad deseaba su postre de vuelta, mas no quería perder y tener que comer el platillo que le incomodaba.
—Está bien, quiero probar —accedió derrotada al final. Con ello, por lo menos podría probar el dulce sabor del postre; era eso o nada a fin de cuentas.
Osamu sonrió asintiendo como un niño, después Rai se acercó hasta su mano, y justo cuando abría la boca, el otro simplemente le pasó la cuchara por los labios dejando a su paso la leche espesa. Lo siguiente que hizo fue impredecible para la mujer, puesto que se acercó rápidamente y le besó con ganas.
Rai, sorprendida, utilizó lo primero que encontró en la mesa para ocultar dicha acción: una carta del programa.
Como no se apartó, enseguida el novio dejó el postre sobre la mesa e inclinó el cuerpo sobre la otra silla, es decir, sobre ella, y comenzó a besarle con intensidad al mismo tiempo en que los dos saboreaban la leche dulce y la esencia de fresa que estaba impregnada en ella.
Segundos después, se separó lentamente y ayudándola, volvió a su lugar adoptando un semblante divertido.
—¿Por qué hizo eso? —preguntó Rai histérica, pero tranquila. Bajó la cartilla y evitó mirar a sus alrededores.
—Porque Hatsuyo y Kosei no dejaban de mirar en esta dirección —confesó enseguida el del traje blanco—. Decidí dejarles un recuerdito.
Si bien Shūji no era un hombre malo, Rai pudo sentir en sus palabras un atisbo de venganza y gozo por la acción anterior, sin embargo, ella vio aquello innecesario, salvo que no dijo nada para no comprometer al ahora su marido y que los otros descubrieran que se había molestado por la actuación.
—Debería avisar, eso fue temerario. Casi lo aparto —se quejó la muchacha, tomando en su distracción el contenedor de las fresas.
Osamu rio.
—Entonces fue una suerte que no lo hicieras, pero dime, ¿te gustó el sabor? —Por último, se burló a todas luces.
La muchacha se sonrojó como nunca, negó avergonzada y le volteó el rostro con dramatismo para comenzar a comer su postre. La verdad era, que sí le había gustado.
Algunos minutos después inicio el festejo como tal. Las personas se reunieron en la pista de baile, mientras que los novios se mantuvieron al margen; fue cuando Fyódor por fin tuvo la oportunidad de saludarlos correctamente.
—El es Nikolai Gogol, mi asistente —presentó al albino que le acompañaba.
—Mucho gusto, me han hablado mucho de ustedes. —Se acercó, abrazó primero a la novia y luego saludó de mano al novio. Ellos también se presentaron.
—¿Era mucho pedir que también me pidieras el vestido de la novia? —Otro albino, este de cabellos largos, se les unió.
—No quería que tuvieras tanto trabajo, Shibusawa-san —justificó el castaño.
El mayor le restó importancia y luego fue directo con Rai. Saludó mientras Osamu le presentaba y este aplaudió el vestido que había elegido, no sin agregar, que él lo hubiese confeccionado aún mejor.
Mantuvieron conversación durante un rato, en especial los hombres, pues Rai no les conocía de nada a diferencia del castaño, que según por lo que decían, todos fueron amigos en algún momento de sus vidas. Después se separaron, Fyódor se quedó con la recién casada y los otros se llevaron Osamu para ir en busca de bebida, una alcohólica, cabía destacar. Era para que se relajara un poco.
—Veo que Hatsuyo se tomó la molestia de venir. —Mas que decir, el ruso se quejó.
Rai no supo que contestar, solo asintió condescendiente y miró la mesa de la familia Tsushima. Al instante, la pequeña Satoko le miró y sonrió al levantar la mano, pues hacía momentos que se había sentado para comer, al igual que hizo Yuji. Bien, devolvió entonces el saludo.
—Debo suponer que él que le acompaña es tu exnovio, ¿no? Es una perfecta combinación —se burló, negando.
La joven comprendió que él lo sabía todo. Acertaba al pensar en que Dazai se lo había contado. Poco después, vino a su mente la primera vez que le vio. En el auto, Fyódor habló mucho de su pasado con el hombre de negocios, también en la cena y había estado cuando presente cuando Satoko nació, sin embargo, nunca le escuchó hablar de Hatsuyo en ningún momento.
—¿Usted está en malos términos con Oyama-san? —Sin saber, inquirió, mas luego, se arrepintió cuando el azabache le dio la mirada.
Púrpura, con las cejas hacia abajo denotando molestía...
¡He vuelto! No tengo mucho que decir en verdad, solo que hayan pasado una bonita navidad y año nuevo, espero que mejore todo para ustedes porque lo merecen. Y hablando de la historia, no creo que pueda volver a tener una pausa tan extendida como la que le di, so, muchas gracias por esperar, yo los extrañé mucho así que espero que ustedes también me hayan extrañado, tanto a la historia como a mí.
¡Muchas gracias por leer!
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