extra 2
Sus miradas se encuentran entrelazadas cómo sus manos al momento en que trataron de tomar una de una las tablas, lo que los llevó a quedarse en silencio mirándose de tal manera con sus mejillas a punto de sonrojarse un poco.
En su mente tratan de encontrar algo que les ayude salir de esa atmósfera sin quedar incómodos en el proceso. Eso no sería bueno sobre todo donde se encuentra en estos momentos.
—¿Se te olvida que dije que está sería mi tabla?—Preguntó Claudio, fue la única solución que encontró y así poder dejar ese silencio.—Todavía no entramos al agua ya sufres de sordera.
Sutilmente ambos dejaron de estar con sus manos así de juntas, sin embargo la se sensación de tacto en su piel se quedó ahí, calentado sus corazones como el cálido sol de verano sobré sus cabezas.
—Bien, tómala.—Bufo—Espero quedé desnivelada cuando toque el agua y en proceso también entre agua a tus oídos.—Inclina su pecho lo más que puede hacia adelante y así poder recoger la otra tabla y en ese preciso momento el cierre de su traje de surf se deslizó hacia abajo por si sólo.
Claudio quién desde un principio tenía la mirada en Camilo, se ruborizó al ver esa hermosa espalda expuesta. Sin embargo, tampoco se quedó mirando por tanto tiempo. Él se dió la medida vuelta al mismo tiempo que verificaba que nadie estuviera viendo a Camilo.
Fue su primer instinto el proteger la piel expuesta de Camilo, el solo pensar que alguien más con ojos lascivo lo viera de alguna manera, hizo enfurecer al adolescente alfa.
—El cierre de tu traje se bajó.—Le informó a su mejor amigo.
Dijeron que eran lo mejor de lo mejor y con medio movimiento se vuelve de esa manera, que gran estafa. Me iré a quejar a la página luego por sus productos defectuosos.
—¿Qué?—Trata de ver su espalda.
—No te sigas agachado.
—Oh, esto.—Fue entonces que notó lo del cierre.—¿Se averió?—Llevando sus manos a la espalda para tratar de subir el cierre.
Por mas que lo intentó no logró hacerlo y sus manos estaban empezando a tornarse incómodas por la postura requerida al intentar subir el cierre.
—No puedo hacerlo.—Ve a Claudio.—¿Me ayudas?
—Bien.—Fingió molestia.—Tener cuidado por si vuelve a ocurrir algo como esto...
Los dos adolescentes se estremecierón, mas Camilo al sentir el roce de los dedos de Claudio, sobre su cuello. No había sido para nada intencional y es por eso que Claudio también se estremecio por sorpresa de tocar la piel del contrario.
—Vamos por una ola.—Camina agrandes zancadas.
Esto me volverá loco, ¿por qué reaccionó así de raro? No es la primera vez que rozamos nuestras manos como hace un rato, Camilo también suele poner su brazo sobre mi hombro. Entonces, ¿por qué ahora me vuelvo tímido si sudé algo como eso? Es confuso.
—Deja de ir tan rápido.
Miren a ese tonto queriendo ocultar ese leve sonrojo, ¿piensa que no lo noté? En verdad, Claudio a veces suele ser muy adorable.
—Tú eres la tortuga.—Las esquinas de sus labios se levantaron ligeramente.—¿También serás una tortuga al montar una ola?
—¿Quieres apostar?—Mueve su cadera hacía un lado, tomando impulso y de esa manera impactar contra las Claudio.—Estoy seguro que te ganaré.
—Bien, aceptó la apuesta.—Su mirada brilló con determinación.
—El perdedor le cumplirá un deseo ganador.—Sugiere camilo.—¿Te parece?
—Como sea, yo seré el ganador de todas maneras.—Corrió
Antes de que las vacaciones de verano diera por terminado, los dos adolescentes decidieron hacer planes e ir a la playa a disfrutar de un día entera bajo el sol, bronceado sus cuerpos.
Primero planearon y luego pidieron permiso sin estar seguro de que les darían, después de todo solo querían ir ellos dos, solos.
Creían que por tener 15 años ya podían caminar por si solos, sin la supervisión de un adulto más no sabían que a los ojos de sus familias, ellos seguirán siendo bebés así tenga 29 años. El cuidarlos no estaba demás.
De igual manera les dieron permiso de ir a la playa, pero el señor Iker sería el cuidador de ambos junto a su guardaespaldas Ademir. Ellos se encargarían de protegerlos.
Karl y Mael no querían ponerle esa tarea al anciano, después de todo la salud de Iker no se encontraba del todo bien, había pasado en cama por unas semana entera. No querían que agotará sus pequeñas energías. Sin embargo, Iker expresó que tenía muchas ganas de ver el a
mar era ahora o nunca.
La pareja de esposos les hubiera gustado acompañarlos, pero no podían porque Mael ya se encontraba en finales de su octavo mes, podría entrar en cualquier momento en labor de parto. Es por eso que prefería quedarse en casa.
Iker les dijo que no se preocuparan, que estarían bien y que regresarían por la noche o el siguiente día. Fue así como emprendieron su viaje a la playa, con sus tablas de surf. Esperado montar una ola y no morir en el intento.
—¿Qué haces ahí de pie?—Mira a, Ademir.—Ve con ellos, divierte.
Había ido a una playa no tan privada para que los adolescentes tuvieran la oportunidad de disfrutar un poco más del ambiente. Un lugar solitario no siempre es bueno, es lo que pensó el anciano Iker.
—No puedo dejarlo solo.—Expresa.—Desde aquí puedo observar a los jóvenes maestros, y también protegerlo a usted.
Ademir era bueno en natación y estába preparado para cualquier situación peligrosa e inesperada. Podría ser un salvavidas si se lo propone.
—No me pasará nada, ve ayudar a los chicos a montar una ola.
—Son dos adolescentes inteligentes sabrán cómo hacerlo.
No quiero ser una tercera rueda entre ellos, aunque es una mirada de pureza las que se dan en ocasiones, también puedes notar la atracción que hay en sus miradas.
Ir con ellos es estar impidiendo una linda atmósfera a su alrededor, es por eso que prefiero quedarme aquí, y también porqué no quiero mojarme.
—Bueno, házlo que quieras.—Sabía que no iba a poder convencerlo.
Iker bajo sus lentes de sol procediendo a broncearse un poco, mientras llegaba la hora de almorzar, hasta entonces iba a dormir un poco.
—Hola.
Dos adolescente de unos 16 años de aspecto bonito, piel pálida, de grandes ojos azules. Se les unieron a Camilo y Claudio. Ellos dos, les había echado el ojo desde el momento en que los nombrados llegaron a la playa.
—¿No hay problema si nos unimos?—El de cabello rubio se metió medió de Claudio y Camilo.
Esa fue una alarma para Camilo sobre todo cuando un leve olor filtrándose por su nariz, ese chico era Omega y estaba dejado salir deliberadamente sus feromonas.
—¿Es su primera surfeando?—Sigue mirado fijamente al alfa adolescente.—¿Si no es así, les podemos enseñar?—Le guiña el ojo al que parecía su hermano.—¿Verdad?
‹¡Pero que mierda!› Camilo casi tropieza con sus propios pies al ser empujado por ese adolescente de cabello rubio, era muy obvia sus intenciones. Él quería hablar con Claudio y su hermano con Camilo.
—Sí hay problemas—Lo empujó sin delicadeza, dándole una mirada fría.—Apestas.—Toma la mano de Camilo.—¡Qué increíble son los chicos de nuestra edad, esparciendo sus feromonas como si no fuera nada!—Niega con la cabeza.
Camilo sonrió ampliamente mientras posaba su mano sobre el hombro de adolescente alfa, antes de marcharse le dió una mirada altanera a ese chico que se había querido pasar de listo.
—Eres demasiado popular.—Se burla.—¿Cómo será cuando tengas 20 años?—Se aleja de Claudio, adentrándose poco a poco al mar.—De seguro serás todo un rompe corazones.—Ya no estaba sonriendo.
Si hubiese dicho esto en otro momento o tiempo no me sentiría así de nervioso, angustiado. E imaginar a Claudio con alguien más hace que mi pecho duela, ¿acaso es porque voy a interactuar menos con él ya que estará con su pareja?
Camilo sostuvo su pecho al notar esa pequeña punzada, tal vez sabía lo que significaba, pero optó por negarlo. Si lo aceptaba podría verse arruinada su amistad con Claudio.
—¿Cómo me veo para ti en 20 años?—Llega junto a Camilo, el agua les llega hasta las rodillas.—¿Me sigo viendo bien a tus ojos?
El contrario se estremecio al mirar esos brillantes ojos, Claudio tenía una mirada más hermosa de lo normal, quizás era la luz de los rayos del sol creado una bonita flor en sus ojos.
Lo mismo que Camilo logra ver en la mirada de Claudio, es casi lo mismo que se encuentra viendo el contrario, una deslumbrante flor que irradia calidez es lo que mira el adolescente alfa.
—Es obvió que te volverás feo.—Deja de mirar a su mejor amigo.—Muy feo.
—¿No estabas diciendo que seré todo un rompe corazones?—Arqueó su ceja.
—Ya lo pesen bien y eso no es posible.—Deja caer su peso sobre la tabla.
—Mientras no rompan tu corazón, todo estará bien.—Susurró, con una mirada peligrosa.
—¿Qué?
—Que voy a ganar la apuesta.—Empezo a remar con sus manos.
—No pienso dejártelo tan fácil.
Ambos se pusieron en modo competitivo esperado que una ola se levanta lo suficientemente alto para montarla. Sin embargo, si era muy alta y peligrosa se abstendrán a montarla. Su seguridad es lo primero antes que cualquier cosa.
—¡Ahí hay una!—Exclamó Camilo.—¿Está bien si vamos hacía ella.
—El que caía primero es el perdedor.
—Bien.—Se dirigen hacía ahí.
‹Voy a ganar sea como sea está apuesta, ya sé lo que pediré. Aunque también sé que no será fácil puesto que Claudio es muy competitivo cuando se lo propone.›
Sin problema alguno ambos montaron la ola, pero también sucedio algo más. E inconciente o conscientemente ellos dos terminaron tomados de las manos, con fuerza. Mirándose con una gran sonrisa que adornó sus radiantes rostro.
Se sentía seguros, completos. Juntos podían hacer cualquier cosa que se propusieran. Montar esa ola ya no era tan complicado como lo creyeron al principio.
La apuesta al final había salido sobrando, ya no importaba quien ganará o perdiera, lo único que les importa en este instante es disfrutar al máximo de todas las sensaciones que están sintiendo.
Deseado que esté momento se detuviera y quedarse así por un largo tiempo. Este verano seria un hermoso e inolvidable verano para los dos adolescentes. Quiénes en este momento descubrirían lo que significa la palabra "gustar"
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