capitulo 7

Después de comprar todo el vestuario para la boda, y otras cosas. Todo fue cancelado y con órden específico de que lo lleven a la mansión Quinn, solo me quedé con las bolsas donde llevo la de mi mamá y hermano.

Solo elegir esa poca ropa, zapatos, accesorios, entre otras cosas me dejó exhausto. Solo quiero sentarme y comer un rico almuerzo. Pero eso aún no es posible ya qué ahora mismo estamos en la joyeria King, una de las más prestigiosas de la ciudad.

Aquí es donde compraremos la argolla de matrimonio, ver todas estas preciosuras, mi ánimo se vuelve más agradable.

—Maestro Quinn, esto es lo que ordenó—El hombre que parece ser el gerente del lugar puso dos pequeñas cajas en forma de cofre, en ellas venían dos bellas argollas de oro.

Dos piedras pequeñas de diamante, cuatro de zafiros negros azulados, así era el diseño para el dedo anular de Karl, ya qué parecía ser el más grande. El otro tiene tres pequeñas piedras de diamante, y dos de rubi rojo pasion.

¿Por qué tanto esmero en los detalles? Es un matrimonio por contrato, cualquier argolla estaría bien, pero como el maestro Karl quiere que para todo el mundo este matrimonio signifique que nos “amamos” por eso está poniendo tanto esmero.

El dinero mueve rápido a las personas, mira que hacer todo esto en casi tres días, o ¿Ya habían planeado todo mucho antes que le sugirieran al anterior Mael está propuesta? Tal vez estaba preparado por si conseguía otro prospecto.

Hablando de eso, ¿mi lingote de oro no tendrán una luz de luna blanca? Bueno, no me importa pero si llega a entrometerse en mis planes, yo voy a despellejar vivo aquí sea que se atreva a peligrar mis millones.

—¿Te gusta?—Pregunta a la vez que desliza la argolla en el dedo anular de Mael—¿Esta bien que sean rubis rojos en vez de dorados?—¿Debería cambiar los rubis?

—No era necesario que fuera tan caro—Susurra con incómodida—Te dije que estaba bien con lo que fuera, todo lo que viene de ti es precioso, así sea una piedra—De oro por supuesto.

La expresión de incómodida como de timidez, hicieron que las personas que trabajan ahí, se dieran cuenta que Mael no estaba cómodo con los lujos.

Francis, esta feliz porque las cosas estaban saliendo como ellos quieren, a los ojos de todos quieren que esté matrimonio sea de lo más puro, para que el señor Quinn no sospeché nada. Porque ese anciano tenía ojos por todos lados.

—Muy proto serás mi esposa—Ahora que sostengo su mano, esta un poco ásperas. Debió hacer trabajos duros para tenerlas así—Debe de acostúmbrate a estás cosas, bebé.

Encerio no le da vergüenza pronunciar esa palabra "bebé" con esa expresión, hasta yo me siento avergonzado...¡¿Pero que demonios?! Esa cara de admiración de los empleados hacia Karl, es escalofriante.

—Lo intentaré—Sonrio—Estan hermosos, este es como mi cabello—Hablo emocionado.

—Veamos como te queda—Tomo la argolla, la llevó al dedo anular del alfa, los dedos de Mael se entrelazan con los de Karl—Todo te queda tan bien, ya quiero ser tu esposo—Lo abrazo con emoción.

El cuerpo de Karl se tesón, te lo mereces, de seguro su cara es todo un poema, para que dejes de llamarme bebé en público. En el libreto decía que no abracé a Karl si no estamos enfrente del señor Quinn.

Joven Alaya, por favor sueltelo, mi maestro se molestara y todo se arruinara. Este niño no le teme a la muerte.

Poco sabía Francis que Mael y la muerte son mejores amigos, a muerto tantas veces que se volvió inmune a ella.

—Enviarlo hoy mismo a la mansión Quinn—Karl volví a poner la argolla en su respectivo lugar, Mael también hizo, los mismo.

—Como ordené, y muchas felicidades.

—Gracias—Respondieró.

—¿Vamos almorzar?

—Si, vamos—Enredé mi brazo en el de Karl—¿Puedo pedir un helado?—salgamos rápido de aquí, en verdad tengo mucha hambre.

—No, te enfermeras, el clima está muy frío como para comer helado, aparté no hace mucho tuvistes una hemorragia nasal—Intento sonar lo más dulce posible pero no lo graban.

—No es mi culpa que tenga un cuerpo así de ardiente—Susurró al oído del alfa, Mael, no logró ver el pequeño sonrojó en las mejillas de Karl, eso lo tomo desprevenido.

Podía ser un alfa más frío que el polo norte pero solo es en aparecía, solo su familia y amigo sabe que su corazón es como el de un joven tímido al escuchar cosas obscenas o pasadas de tono.

Los dos subieron al auto, Mael rápidamente se alejó de Karl, cruzó sus brazos. Su mirada se fue hacia ese nublado cielo, al parecer iba a llover.

Me debí de ver ridículo ha sido esas expresiones, pero todo sea para vivir una vida donde no trabajaré como un burro, o haciendo cosas repugnantes para poder comer los tres tiempos de comida. De todas mis vidas solo una de ella fue la que más me importo y me destrozó.

En esta vida no tengo que vengar a nadie, ni vivir por nadie, mi promesa la cumplí hasta en mi último aliento en en mi vida anterior, está vida la viviré solo para mí, si tengo que elegir a alguien, siempre voy a elegirme a mi ante todo.

Mael estaba perdido en sus pensamientos, no le interesaba lo que pasaba a su alrededor, ni que Karl estuviera hablado con su asistente y Marcello su guardespaldas-chófer.

El Omega tenía una aura melancólica, pero ni aún así dejo salir sus feromonas, era bueno controlandolas. Karl aún no sabe a qué huelen.

Pero no solo yo he sufriendo, los malditos descendientes de esa maldita también han muerto de la peor manera, se que no lo merecían pero quién los manda ser de ese maldito linaje. He buscado su reencarnación pero lastimosamente siempre esta tiesa comida por los gusanos.

Mael suspiró profundamente causado que los presentes lo voltearan a ver con curiosidad.

—¿Le pasa algo joven Alaya?—No había respuetas por parte del Mael.

—¡Joven Alaya!—Volvio hablarle Francis.

—¡¿Eh, si?!—Lo miro un poco confundido.

—¿Le sucede algo? ¿Esta cansado?

—No, solo estaba planeado como deshacerme de alguien—Se recostó en el asiento, cerró sus ojos—¿Ya vamos a llegar al lugar donde almorzaremos?

Francis, se quedó estático. Se preguntan sobre quién será la persona que ofendió a Mael, su mirada se fue directo donde su hermano, Marcello.

—Ya estamos aquí—Hablo Karl.

Marcello estacionó el auto, está vez solo entrarán Mael y Karl, Marcello llevará a Francis a la empresa, tiene que resolver los pendientes de su jefe. Luego volverá por su maestro y Mael.

Entramos al lugar, he visitado muchos restaurantes de lujo pero no porque tenía hambre, solo me tocaba ver cómo esos malnacidos se llevaban la boca mientras uno le cuidaba la espalda.

—Bienvenido maestro Quinn, joven Alaya. Su mesa está por aquí—Karl, había reservado una mesa desde ayer en la noche.

El camarero los llevó al segundo piso, un lugar que es solo para VIP.

—Este es el menú—Karl, lo tomó.

—Traer un plató especial de cada uno, y una botella del mejor vino de este lugar__El menú era desde carne asada hasta ricas ensaladas.

—Entendio—El camarero salió por el pedido.

Ningúno de los dos hablaba, cada quien estaba en lo suyo, Mael cantando una canción de rock en su mente, Karl revisado ese celular maltratado.

Al estar solo ellos dos ahí, no tenían que prestar atención a su imagen de comprometidos melosos.

Mael, se emocionó cuando escucho pasos y el carrito donde viene la comida, por fin iba a almorzar. Karl sin darse cuenta su mirada ya estaba en el rostro de Mael, a ciegas aguardo su celular.

El camarero que servía los platos era muy hábil con sus manos, ya qué no estaban viendo la mesa si no qué el rostro de de Mael, se sonrojó cuando esté le sonrió de una manera dulce.

—Que lo disfruten—Se retiró.

—Provecho—A comer se a dicho, acomodé mi servilleta. Partí el filete, se ve sabroso.

—Igualmente.

Aún estoy un poco sorprendió con sus modales a la hora de comer, ese día cuando almorzamos con mi abuelo, creí que seria vulgar, pero todo lo contrario. Sus modales son excelentes, lo que es bueno ya qué no tendré que enseñarle.

El almuerzo fue silencioso ninguno de los dos hablo en el transcurso de ese tiempo. Mael ni siquiera le dio una mirada a Karl, el Omega estaba muy ocupado viendo el final de su comida.

Todo estuvo tan delicioso, tenía años de no probar una comida tan rica, antes solo comía las sobras.

En mi tercera vida de joven maestro pase a un vagabundo sin familia, solo tenía 20 años cuando paso esa desgracia. Desgracia que yo mismo causé, ese fue el detonante de la persona que soy ahora, ese día conocí lo que significa caer al abismo.

—¿Nos vamos?

—¿No quiere nada más?—Preguntó Karl.

—No, ya estoy satisfecho—Le di un último sorbo a la copa de vino, sus labios fueron pintados de rojo.

Mael, lamió sus labios sin darse cuenta que se veía demasiado caliente en la manera que lo hacia.

—No haga eso, es vulgar—Se puso de pie—Para eso estan las servilletas.

—Entiendo—Volvio a lamerse los labios—A mi me gusta de esta manera—Tambien se levantó de la silla.

Karl, frunció el ceño, no le gustaba que Mael le llevé la contraria. Mael, el viejo Iker, y el su amigo son los únicos que le hablan sin miedo, pero cuando Mael lo hace, en el alfa surge un sentimiento que no le gusta.

Los dos salieron del restaurante, Marcello ya los estaba esperando con la puerta del auto abiertas. Ellos subieron al mismo tiempo que Karl cerró la puerta.

—¿Dónde iremos ahora?—Preguntó Marcello.

—Mi casa, quiero dormir un rato antes de ir a la mansión Quinn. Darme una ducha también, me siento sucio por tantas feromonas que me ha tocado oler. Me preguntó el porque esas personas que andan esparciendo feromonas no tienen una multa.

—Algunas personas no las puenden controlar, y otras simplemente les gusta andar diciendo soy Alfa—Comento Marcello.

—Asi como tú—Arqueo una ceja—Ese día tenías las feromonas en tu máximo poder, eran tan nauseabundas.

—Me disculpo—Apreto los dientes.

—No te disculpó, yo no olvido con facilidad—Sonrio, el Omega se puso a jugar con su celular.

A Mael le gusta molestar a Marcello cada vez que tiene oportunidad, aún tiene rencor por como lo miró esa vez, y la manera que lo maldecia, Mael, estaba seguro que Marcello había hecho eso.

—¿A qué punto puedes controlar sus feromonas?—Preguntó Karl, desde que conoció a Mael eso le a estado molestando. Un alfa debía poder oler lo que quiera oler por más suave que sea el aroma.

—Ya debes de saber que soy un Omega de sangre pura, con eso debes de darte una idea que tanto puedo controlarlas.

Estaba concentrado jugando que no vio las expresiones de Karl y Marcello, ellos no sabían que el es un Omega sangre pura, uno que puede marcar a más de un alfa si lo quiere.

—¿Alguien más sabe de esto?—Preguntó Karl.

—Si, mi familia.

El anterior Mael no era tan tonto andar diciendo que era un Omega de sangre pura, ya qué eso lo convertiría en un blanco.

—¿Amigos?

—No tengo amigos—Respondió con indiferencia.

—¿Entonces ese tal René?—Esta vez hablo Marcello.

—Ese tipo no es mi amigo, hablado de él, tenerlo vigilado. Puede decir cosas desagradables si eso le garantiza que yo no tenga lo que el quiere tener.

Tendré que volver a leer la información que me dio Francis, tendré que leerlo minuciosamente. Tengo que que evitar cualquier cosa que ponga en peligro este matrimonio.

Mi abuelo está emocionado con los preparativos de la boda, nunca lo había visto tan feliz, quiero que siga así. Por lo menos hasta que...

—¡Por fin llegamos!—La voz de Mael interrumpió los pensamientos de Karl—¿Vendrán por nosotros en la noche?—Tomo las dos bolsas de compras.

—Si, Marcello vendrá.

—Entiendo—Abrio la puerta del auto, salió—Nos vemos más noche “Mi lingote de Oro”—Con un movimiento de caderas empujó la puerta del auto.

Eso pudo ser vulgar para alguien que nació en una cuchara de oro, pero en vez de pensar que era vulgar, Karl se sorprendió un poco como Mael movió sus caderas, fue de una manera sexi.

Dulce hogar, dulce hogar, necesito urgentemente un baño caliente, tengo frío. Estaba por poner la llave en la puerta cuando mi madre abrió la puerta.

—Bienvenido mi niño.

—Estoy de vuelta—Beso la frente de Alin, cerró la puerta—Esto es lo que usarán hoy en al noche—Puse la bolsa en las piernas de Alin.

—Esta la dejaré en la habitación de Claudio.

—¿Cómo fue todo?

—Bien, fuimos por las argollas de matrimonio entre otras cosas. Luego a almorzar.

—Tu tía estuvo llamado.

—¿¡No le dijo dónde estamos, verdad!?

—No, no le contesté.

—Eso estuvo bueno, mamá. Esas personas dejaron de ser nuestra familia desde el día en que nos dieron la espalda, no les debemos nada. Papá también estaría de acuerdo con mi pensar.

Tanto familia por parte de mamá y papá, son unas lacras. Entre las dos nos quitaron todo, mi madre es demasiado amable y mientras estaba en el hospital le confío las cosas a mi abuela por parte de papá. Fue entonces cuando nos quedamos en la calle.

—Pero...

—Pero nada mamá—Suspiro, se puso en cunclillas—No siempre estaré con ustedes—Ya que después de un año me largo—Debe de pensar en su bienestar y en el de Claudio, el todavía es un niño con una mentalidad adulta por todo lo que hemos vivido.

—Lo haré—Peino el cabello de Mael, el no sentía que ese toque fuera cálido, pero aún así sonrió.

—Celular.

—¿Qué?

—Darme su celular—Alin se lo entregó, Mael bloqueó y borró todos los números de sus familiares y amigas hipócritas que tenía su madre.—Listo, ahora nadie molestará—Volvio a ponerse derecho—Dormire un rato.

—Esta bien, descansa.

Mael, subió a su habitación pero antes pasó a la de Claudio, a dejar la bolsa con la ropa y zapatos que usará está noche.

Al quedar como dios me trajo al mundo, fui directo a la regadera, gire la llave. El agua tibia rocio mi cara. Se sentía bien, mi cuerpo ya no estaba tan frío.

Después de quedar más que limpio, envolvió su cuerpo en una bata roja, secó su cabello con una pequeña toalla. Al terminar salió del baño.

Mael se lanzó a la cama, se envolvió con la frazada. Cerro sus ojos, ni bien había tocado su rostro la almohada cuando ya se había quedado dormido.

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