Capítulo 1

Otro día más en ese deprimente y solitario lugar, sin saber con exactitud la fecha en la que se encontraba o la hora actual. Desde hacía mucho tiempo había dejado de llevarle el control a algo que no necesitaba. No había un lugar a donde ir o algo que hacer, podía abrir y cerrar los ojos por toda una eternidad y no habría diferencia. La noche se confundía con el día porque para él sus días no tenían sentido, tan oscuros como la noche más negra.

Ya no sentía ni padecía, era un trapo de carne, no llegaba ni a un alma en pena porque ni siquiera alma le quedaba. Estaba preso tras barrotes que le dejaban ver el campo, notando el cambio de las estaciones y clima, notando como un cielo oscuro que nunca era estrellado le permitía soñar y recordar esos días donde lo tenía todo, cuando era libre y pensaba que su vida a veces no tenía propósito. Cuando sentía que su vida era una mierda y como si se burlaran de él, le cumplieron sus pensamientos.

Rió irónicamente, tuvo un propósito, una vida, gente que lo amaban aunque todos le dieran la espalda, aunque nadie le haya dado el beneficio de la duda, él una vez había vivido. Ahora ya no, su realidad actualmente era otra. Era despertar y dormir cada día en esas estrechas cuatro paredes, mirar por la pequeña ventana, escuchar a los demás internos, a los doctores e ignorar toda noticia o comentario que se le hiciera. Ese era su único contacto con el mundo real desde hacía cinco años.

La metálica puerta se abrió y una enfermera entró para darle esas pastillas que realmente enloquecían a cualquiera. Al principio las tomó, fue su escape y manera de lidiar con todo lo que le estaba pasando, su forma de acostumbrarse a su nuevo habitad hasta que un día, sin querer cayeron al piso y las aplastó. Ahí volvió a una ficticia realidad, quedándose por alguna razón con el hábito de no tomarse sus medicamentos.

Abrió su boca y dejó que le colocaran aquellas píldoras en la boca, bebió de aquel vaso de agua mientras mantenía el medicamento debajo de su lengua. No tenía que preocuparse mucho por escoger un mejor lugar para ocultarlas ya que él era el paciente modelo y no se preocupaban mucho por él. Aquella puerta se volvió a cerrar y segundos más tarde lanzó a lo lejos su medicación.

Volvió a su cama y comenzó a tararear "Je Te Veux" con los los cerrados, esperando que le diera sueño y se pudiera volver a dormir. Podía salir e interactuar con otros pacientes o el personal pero no le apetecía, además, quería ser como un fantasma al que nadie notaba o veía, había aprendido a disfrutar esa tranquilidad.

Nuevamente aquella puerta se abrió y otra enfermera entró sorprendiéndolo, ya que solamente lo visitaban dos veces al día y recién se había marchado la otra. La miró con aquella mirada vacía habitual en él y notó como la chica le sonreía.

— Aún no me puedo creer como alguien tan hermoso y con una vida tan excelente como la tuya haya terminado confinado en este lugar.

Sintió como la enfermera posaba sus labios en los suyos mientras él no mostró reacción alguna. Eso era algo a lo que estaba acostumbrado también, el personal que se intentaba aprovechar de los pacientes, precisamente de él. Era como un muñeco inflable o un vibrador que vendían para el auto-estímulo de las personas. Algunas enfermeras calientes y con más problemas psicológicos que los suyos, disfrutaban besando y tocando a quien ellas una vez solamente pudieron idolatrar, mirar y desear a través de sus pantallas.

— Me encantaría permanecer dándote algunos cariñitos corazón pero lamentablemente tú tienes visita. — ¿Visita para él? — Es tu hermano, vamos.

La mujer intentó agarrarlo pero por instinto solamente se arrinconó en una esquina de la cama y habitación, abrazando sus rodillas, negando con su cabeza. No quería verlo, su hermano no debía ir a visitarlo, debería estar viviendo su vida y olvidarlo en ese hueco. Mientras más alejado estuviera de él mejor estaría, por eso siempre se negaba a sus visitas, por eso no había querido verlo nunca más desde que lo internaron allí.

— Lo siento mucho pero esta vez él ha hecho una petición que después de tanto le fue otorgada, exigiendo verte y comprobar tu estado por lo que tendrás que ir por las buenas porque sino, el personal que sabes que trata mal a los niños que desobedecen vendrá a buscarte. Se armaría un gran revuelo y todos saldríamos perjudicados, así que vamos. ¿No deseas ver a tu hermano?

Intentó resistirse pero justo como le advirtieron, los matones disfrazados entraron por él y lo llevaron a rastras hasta la habitación donde se encontraba su hermano. Iba con sus ojos cerrados, no quería ver, oír o hablar nada con nadie, no quería poner a nadie en peligro ni ponerse en peligro él. No es que tuviera mucho por lo que vivir, de hecho, había pensado en acabar con su vida en varias ocasiones pero sentía que aún no era el momento cada vez que la idea le rondaba.

— ¿Por qué lo traen de esa forma? Son unos malditos animales, suelten a mi hermano. — Quería llorar pero su rabia solamente lo hacía gritar. — ¡Que lo suelten ahora dije! — Se estremeció al escuchar la voz de su hermano mayor después de cinco años. — Taehyung, mírame, por favor abre tus ojos. Soy yo Taetae, tu hermano, Jimin...

Unas cálidas manos acariciaron su cabeza, un calor recorrió su cuerpo y supo que estaba siendo abrazado. Aún sin abrir sus ojos, lágrimas corrían por sus mejillas.

— Permíteme ver esos hermosos ojos aunque sea por hoy pequeño, sólo por hoy deja que tu hermano vea esos ojos que hace tantos años no ve. Aprovechemos estas horas que me otorgaron y después, si realmente quieres seguir sin verme, te prometo que no vendré jamás. — Mordió su labio porque sabía que estaba mintiendo, nunca se daría por vencido con su hermano menor, jamás lo haría.

Lentamente Taehyung abrió los ojos para encontrarse con unos llenos de lágrimas como los suyos. Vio la enorme pero triste sonrisa que se dibujó en el rostro de su hermano y su corazón volvió agitarse después de tantos años. Fue tomado de las manos y llevado hasta la mesa que tenían en frente exclusivamente para ellos ya que, esa no era una zona donde recibían las visitas y se hizo una excepción por Jimin, quien había revuelto un avispero con sus amenazas y abogados que el propio Taehyung no imaginaba.

— ¡Feliz Navidad Kim Taehyung, mi perverso y hermoso hermano! Sé que esta es una de tus festividades preferidas y quería pasarlas contigo.

Lo fueron una vez hyung, pero ya no lo son, fue en la navidad del año 2012 que toda mi vida se fue a la basura, fue ese día el que marcó la diferencia, por eso ya no puedo amar las navidades ni ninguna otra festividad, ni siquiera recuerdo nuestros cumpleaños. — En su mente entablaba una conversación con su hermano.

Lucía más delgado y llevaba su color natural de cabello, así como él. No podía decir que una parte de él no se sentía feliz por verlo pero sabía que su Jimin ahí era carne de cañón. No estaban solos, estaban siendo vigilados aunque no se mostraran abiertamente. Cualquiera de los presentes podía ser un infiltrado.

— Tengo tantas cosas que contarte. — Por favor hyung, no lo hagas, no cuentes nada de tu vida, eso podrá ser usado en tu contra. — Mi negocio está yendo bien y ahora estoy saliendo con alguien que conocí muchos años atrás, me encantaría que lo conocieras. Namjoon es alguien muy especial y me ha estado ayudando a sobrellevar esta situación, me cuida y se preocupa por mí, gracias a él pude lograr verte y creo que solo por eso le estaré eternamente agradecido. — Secó sus lágrimas — Estoy tan feliz de verte hermanito.

...

Caminaba mientras el personal le hacía reverencia, saludando cordialmente a todos y estudiando lentamente su nuevo lugar de trabajo. No toleraba todas las atrocidades que él sabía que se cometían en esos centros y al menos mientras él estuviera presente y con carta blanca para actuar de mano del presidente del Hospital y el secretario de salud nacional, no tendría contemplaciones con nadie.

— Buenos días doctor Jeon. ¡Bienvenido al Hospital Michin! Para nosotros es un honor poder contar con su excelentísima presencia. Como bien ya sabe, yo soy Lee Chae Rin y seré su mano derecha. Por favor cuide de mí.

— Muy bien doctora Lee, le agradezco por la cordial bienvenida, también quedo a su cargo. Por ahora quiero que me de un resumen de los pacientes especiales que estarán bajo mi cuidado.

— ¿Ahora mismo doctor Jeon? Usted ni siquiera se ha instalado en su oficina aún.

Jungkook se detuvo y se volteó para verla seriamente. — Estoy aquí para trabajar, la oficina será como otra cualquiera y tendré el tiempo suficiente para instalarme. Ahora, si no le es mucha molestia me gustaría pedirle algunos favores. Para empezar, no cuestione lo que le pida o diga. Segundo, absténgase de dar opiniones y concentrémonos en los pacientes que realmente nos necesitan y por último, si desea estar de vacaciones escogió el peor trabajo posible, aunque sea navidad su deber es trabajar. Así que, — sonrió hipócritamente — vayamos a dar un recorrido por las instalaciones y a ver a mis pacientes.

— C-como usted diga doctor. — Acomodó su bata y caminó delante de Jungkook.

Recorrieron todas las instalaciones y miró personalmente cada paciente, personal y cosa que allí había, sin perder el más mínimo detalle. Se encaminaba ya hacia su oficina cuando percibió que traían a quien claramente era una paciente más.

— ¿Quién es ese paciente que viene hacia acá? Me parece conocido.

— Ciertamente lo ha visto antes, solía estar en cada lugar al que mirabas. Ese es el antiguo actor y cantante Kim Taehyung. Es uno de sus pacientes especiales pero el que menos problemas da. Desde que llegó aquí sufría de amnesia y no se ha recuperado, es tranquilo lo único es que se mantiene siempre apartado del resto.

Jungkook asintió mientras caminaba y se acercaba más al hombre de cabello castaño que venía caminando cabizbajo. Justo cuando sus camino iban a cruzarse el interno levantó la cabeza y miró en su dirección. Sus miradas se cruzaron por algunos segundos, pudo notar sus ojos enrojecidos y su vacía mirada antes de que volviera a mirar hacia abajo.

Ese era su caso especial, Kim Taehyung.

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PRÓXIMAMENTE...

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