Complicated ⋆

Holaaaa; mi primer fanfic del 2025 (♡ˊᵕˋ♡) por fin me he animado a escribir de este shipp que es una de mis favoritas de IE <33 y ahora que estoy volviendo a ver el anime, me entraron muchas ganas de escribir de mis niños.

Fanfic basada en "Complicated" de Avril Lavigne, un temazo; espero les guste!!

Shiro y Ryugo se habían hecho una promesa tres meses atrás: serían como el viento. Juntos, volarían por el campo y se convertirían en los delanteros estrella de la selección japonesa. Después del caos que dejó la Academia Alius, lo único que ambos extrañaban era jugar codo a codo, como solían hacerlo.

Pero entonces el entrenador Michiya Kudo decidió no fichar a Ryugo, rompiendo en pedazos los sueños compartidos de ambos.

—Estoy bien, de verdad —Aseguró Ryugo, con una sonrisa serena, aunque sus ojos se desviaron al notar lo tenso que estaba Shiro.

—¡No es justo! Hablaré con el entrenador y... —Shiro interrumpió sus propias palabras cuando sintió la mano de Ryugo sobre su cabeza, en un gesto que siempre lo callaba.

—No quiero que te metas en problemas, y menos con el entrenador —Respondió Ryugo, firme pero tranquilo, con un tono que buscaba calmar al peliblanco—. Ya te dije que estoy bien, no es la primera vez que me quedo fuera, ¿recuerdas?

—Y por eso mismo me molesta más... —Shiro desvió la mirada hacia el suelo, incapaz de ocultar su tristeza—. Quiero que estemos juntos.

La frase quedó flotando en el aire, y fue entonces cuando Shiro, consciente de lo poco deportivo (y hetero) que había sonado, levantó la cabeza de golpe, con las mejillas teñidas de rojo.

—¡M-Me refiero a estar juntos en los partidos! Porque... porque hacemos una buena parej... ¡dupla! Sí, eso, dupla, ¡eso es lo que quise decir!

Intentó justificarse con un par de gestos torpes, como si pudiera espantar el evidente nerviosismo que lo traicionaba. Ryugo lo miró en silencio, pero sus labios se curvaron en una media sonrisa que hizo que el corazón de Shiro latiera aún más rápido.

—Eres terrible mintiendo, Shiro.

Shiro abrió la boca para replicar, pero antes de que pudiera decir algo, Ryugo deslizó su mano desde la cabeza de Shiro hasta su hombro, apretándolo suavemente.

—Escucha, no tienes que preocuparte tanto por mí, si algo he aprendido, es que a veces tienes que luchar más duro para llegar a donde quieres —Dijo, con esa sonrisa segura que tanto admiraba Shiro.

—Tú ya te esfuerzas muchísimo, Ryugo —Protestó el peliblanco. Esa energía de siempre continuar aunque otros le superasen, era lo que más admiraba Shiro de Someoka.

Ryugo soltó una pequeña risa, un poco ruborizado cada vez que Shiro lo halagaba y le dedicaba esa mirada.

—Quizá, pero esta vez lo haré diferente, entrenaré más fuerte que nunca, hasta que el entrenador no tenga más remedio que llamarme.

Shiro alzó la vista, encontrándose con los ojos de Ryugo.

—Y cuando lo haga —Continuó Ryugo, inclinándose ligeramente hacia él—. Seremos esa "dupla" de la que hablabas.

El énfasis que puso en la palabra hizo que Shiro sonriera tímidamente, luchando contra el rubor que amenazaba con volver a delatarlo.

—Solo asegúrate de no romperte en el intento, ¿quieres? —Murmuró Shiro, tratando de sonar despreocupado.

—No te preocupes, soy más fuerte de lo que crees —Aseguró Ryugo, dándole una palmada en la espalda antes de retroceder un paso—. Pero me alegraré de que estés ahí para animarme, ¿eh?

Shiro resopló, cruzándose de brazos para disimular el calor que subía a sus mejillas.

—(Siempre lo haré, y lo sabes) —Pensó Fubuki mientras no podía dejar de ver a su amigo, el chico que le gustaba tanto.

—Entonces, es un trato, nos vemos en el campo, Shiro.

⋆🌨️

Shiro sabía que, desde que conoció a Ryugo Someoka, había experimentado un torbellino de emociones difíciles de clasificar.

A veces, le irritaba con su arrogancia descarada. Otras, lo hacía reír con sus ocurrencias torpes. En algunos momentos, incluso le daba lástima, especialmente cuando lo veía enfrentarse solo a sus propias inseguridades. Pero lo que más sentía ahora era admiración. Una admiración que, con el tiempo, había evolucionado en algo mucho más profundo: cariño.

Era un tipo de cariño que le hacía sentirse completo, porque con Ryugo podía ser exactamente quien era. No necesitaba esconder ni disimular nada. Ryugo no solo lo aceptaba; parecía preferirlo así, con su completa personalidad.

Y, sin embargo, el miedo estaba ahí, agazapado en un rincón de su mente. Había aprendido a aceptarse tal como era, pero confesar lo que sentía por Ryugo... eso era otra cosa.

—(Es tan complicado...) —Pensó, dejando escapar un suspiro mientras metía su uniforme del Inazuma Japón en la mochila—. (Si lo supiera, ¿me rechazaría? ¿O es demasiado ingenuo para darse cuenta de lo que siento por él?)

Shiro cerró la mochila con un movimiento lento, como si tratara de ganar tiempo para procesar sus pensamientos. Había algo terriblemente irónico en su situación. Podía correr kilómetros en el campo de fútbol, enfrentarse a equipos casi invencibles, pero aquí estaba, paralizado por algo tan sencillo y, a la vez, tan aterrador como sus propios sentimientos.

Shiro caminó por el sendero que llevaba hasta la casa de Ryugo. Se había vuelto una rutina entre ellos que Shiro fuera a visitar al Someoka de vez en cuando.

—(Es para contarle de los entrenamientos, nada más) —Piensa mientras se detiene frente a la puerta, y llama con el puño.

Un par de segundos después, la puerta se abrió, y ahí estaba Ryugo, con una camiseta de entrenamiento, como si hubiera estado trabajando en algo físico. Sus ojos se iluminaron al ver a Shiro, y sin decir nada, simplemente lo invitó a entrar con un gesto de la mano.

—Bienvenido de vuelta —Dice Ryugo con una sonrisa. Shiro ha estado ahí tantas veces que ni siquiera parece un invitado.

—¿Tu madre está trabajando? —Pregunta el peliblanco mientras deja la mochila en el sofá.

—Si, ya sabes, le dieron turno doble —Someoka se rasca la nuca— ¿Tienes hambre?

—Pues... si, la verdad es que si —Shiro se siente un poco más relajado, le gusta la naturalidad que hay entre ellos.

—Ordené una pizza hace un rato, así que estoy en la obligación de pedirte que te quedes a comer —Responde Someoka con burla, mientras se sienta junto a Shiro en el sofá.

Shiro suelta una pequeña risa, aliviado por lo fácil que fluye la conversación, algo que a veces le cuesta más de lo que le gustaría admitir.

—¿Pizza, eh? —Shiro se acomoda en el sofá, mirando a Ryugo con una sonrisa de lado—. No me quejo, sabes que no soy difícil de complacer.

Se forma un pequeño silencio, lo que incomoda a Shiro, buscando de inmediato iniciar una conversación pero Ryugo se le adelanta.

—¿Qué tal los entrenamientos?

—El entrenador es más estricto de lo que pensaba —Responde Shiro— Y todavía hay compañeros que no están cooperando, como Tobitaka o Fudou, así que las cosas están algo extrañas.

Someoka observa a Fubuki, parece que hay algo más que le preocupa pero no sabe deducir el qué.

—¿Y Mamoru y los demás? ¿Cómo están?

Fubuki se gira para ver a Someoka, y le sonríe.

—El capitán hace lo posible para que todo fluya, y hay compañeros con los que me estoy llevando mejor, como Hiroto o Kazemaru, ojalá... ojalá estuvieras con nosotros.

—¿Otra vez con esas, Shiro? —Someoka le revuelve el cabello a Shiro con una mano— Vamos hombre, ya te dije que cuando sea más fuerte, el entrenador me fichará.

—Ya... —Pero Shiro no sólo se refiere a los entrenamientos— Ryugo...

—¿Mmh, qué?

Shiro toma aire, sintiendo el peso de sus pensamientos. La conversación entre ellos ha caído en un ritmo cómodo, y en su pecho, algo empieza a formarse, una necesidad de expresar lo que lleva dentro. Ha pasado mucho tiempo guardando estas palabras, pero tal vez ahora, con Ryugo cerca y el ambiente tan relajado, sea el momento perfecto. La tensión en su cuerpo empieza a desvanecerse, y siente que finalmente podría decirlo.

—Ryugo... —Su voz sale más suave de lo que pensaba, y se toma un segundo para reunir el valor—. Quería decirte algo, algo que no he dicho antes.

—¿Qué pasa? ¿Tienes una sorpresa para mí o qué? —Bromea Someoka pero Shiro no responde con la misma ligereza.

—Bueno... es que, desde el partido contra Génesis, me dije que... qué sería yo mismo, siempre —Fubuki siente que su rostro se ruboriza con cada palabra— Y siempre también es ahora, así que... seré honesto contigo...

Ryugo no dice nada, preocupado de que Shiro esté tan nervioso.

—Ryugo... ¡yo...!

El pizzero golpea la puerta, interrumpiendo el momento completamente.

—Oh, es la pizza que ordené —Someoka se levanta para recibirla.

La interrupción es tan repentina que Shiro casi no puede creerlo. El aire en la habitación se vuelve pesado, como si el tiempo hubiera retrocedido, arrastrándolo de vuelta a la realidad. El rubor en sus mejillas no desaparece, pero se siente un poco más ridículo por no haber podido seguir con su confesión. Se queda sentado, mirando al suelo, mientras Ryugo se levanta de un salto, dejando que el momento se escape como agua entre los dedos.

—¡Ya voy! —Exclama Someoka, como si nada hubiera pasado, y va hacia la puerta sin mirar atrás. Shiro suspira con fuerza, aliviado y frustrado al mismo tiempo.

Al abrir la puerta, el pizzero sonríe y extiende la caja hacia Ryugo, que le paga rápidamente antes de cerrar la puerta de nuevo. Ryugo parece completamente ajeno a lo que acaba de ocurrir, mientras sostiene la pizza con una sonrisa amplia.

—Perdona, ¿qué estabas diciendo, Shiro? —Pregunta el pelirosa mientras vuelve a sentarse en el sofá, dejando la caja de pizza en una mesita al frente.

Fubuki se siente como si le hubiera atropellado un camión y ahora debe levantarse y fingir que nada pasó.

—Yo... quería decir que si puedo ayudarte a mejorar en el fútbol, puedes contar conmigo.

Shiro mira a Ryugo, su rostro aún ruborizado, y por un segundo se siente como si hubiera perdido una oportunidad importante. Pero luego, con una sonrisa torcida, decide dejarlo ir. No es el fin del mundo, ¿verdad? Podría intentarlo de nuevo... o simplemente esperar a que las palabras lleguen cuando realmente estén listas.

—Vaya, gracias —Someoka abre la caja de la pizza para tomar una rebanada— Necesito mejorar el remate guiverno, así que tu ayuda me vendría bien.

—Sin problema —Shiro toma también una rebanada— (Para eso son los compañeros...)

⋆🌨️

Los días han pasado casi en un parpadeo. El Inazuma Japón ha ganado su primer partido contra los Big Waves. Y aunque Shiro está aprendiendo a confiar en las instrucciones del entrenador, se sentiría mejor si tuviera a Someoka a su lado.

Bueno, aunque eso sería más bien una excusa para estar con él.

—(Quizás no deba confesarme directamente) —Piensa mientras entrena en el campo del Raimon— (Si mando muchas indirectas lo terminará captando ¿no?)

Para Shiro eso era más fácil que volver a planificar una declaración que nunca concluyó.

Así que, decidido a que era una buena idea, comenzó a mostrarle a Someoka que claramente estaba más que interesado y dispuesto en ser más que amigos.

La primera oportunidad se presentó cuando Ryugo decidió visitar a sus amigos durante un entrenamiento. Shiro, con el cabello aún húmedo por la ducha, se acercó a Someoka con una sonrisa relajada.

—Oye, Ryugo, ¿te has dado cuenta de que me veo mejor con la luz del atardecer? —Preguntó con toda la seguridad que pudo reunir.

Someoka, que estaba bebiendo agua, casi se atraganta.

—¿Y eso a qué ha venido?

—Nada, nada... —Shiro se rió y miró hacia otro lado—. Solo digo que cuando uno es guapo, no tiene nada de malo reconocerlo.

—Ajá... —Someoka continuó con su bebida, un poco incómodo.

Shiro se cruzó de brazos. Vale, tal vez fue demasiado directo.

Pero no se rindió.

La segunda indirecta llegó cuando estaban en casa de Someoka, como de costumbre. Shiro, recostado en el sofá, miraba distraídamente su teléfono mientras Someoka estaba sentado en el suelo, leyendo las últimas noticias sobre el FFI.

—Oye, Ryugo —Dijo Shiro de repente—. Si tuvieras que salir con alguien del equipo, ¿a quién elegirías?

Someoka dejó de moverse y se quedó pensando.

—Huh... no sé, supongo que alguien que no sea molesto —Respondió con simpleza.

—Oh, entonces yo, ¿no? —Shiro apoyó la barbilla en una mano, mirándolo con una sonrisa ladeada.

Someoka soltó una risa corta.

—No te emociones, eres fastidioso cuando quieres.

Shiro puso los ojos en blanco. Una de dos, o Someoka es muy ingenuo o finge no darse cuenta.

La tercera vez fue aún más desesperada. Estaban en la calle, caminando juntos después de comprar unas sodas en una tienda cercana. La noche estaba fresca y agradable.

—¿Sabes, Ryugo? —Shiro tomó un sorbo de su soda, mirándolo de reojo—. A veces, cuando estoy contigo, siento mariposas en el estómago.

Someoka se detuvo en seco.

—¿Estás enfermo?

Shiro lo miró, incrédulo.

—¿Qué?

—Si te duele el estómago, mejor no bebas eso —Someoka señaló la soda—. Mi madre dice que hace peor la indigestión.

Shiro cerró los ojos por un momento, tomando aire. Dios mío.

—Ryugo...

—¿Qué?

Shiro abrió la boca, dispuesto a decir algo más, pero luego solo negó con la cabeza y siguió caminando.

Quizás necesitaba ayuda. Lo cual era absurdo. Shiro nunca había necesitado ayuda para este tipo de cosas. Cuando quería algo, lo conseguía sin demasiadas complicaciones. Pero esta vez... esta vez era diferente.

Por primera vez, deseaba la atención de alguien y no estaba funcionando.

Así que, con cierta resignación, decidió recurrir a quienes, de alguna manera u otra, habían logrado lo que él no: llamar la atención de la persona que les gustaba.

Su primera opción fueron Mamoru Endou e Ichirouta Kazemaru, quienes habían comenzado a salir hace un par de meses, justo después de ganar el Torneo Fútbol Frontier. Si alguien podía aconsejarlo, eran ellos.

Shiro encontró a Endou y Kazemaru en el campo de entrenamiento, justo después de la práctica. Al parecer estaban hablando del partido contra Desert Lion.

—(Yo también debería enfocarme en eso) —Piensa Shiro mientras se acerca a ellos— (Pero ya estuve posponiendo esto por meses).

Al acercarse, Mamoru de inmediato lo saluda, al igual que Kazemaru.

—Hola, oigan... —Shiro intentó sonar casual—. Necesito un consejo.

Endou sonrió con entusiasmo.

—¡Claro! ¿Sobre fútbol? ¿Estrategias? ¿Entrenamiento?

Kazemaru, más observador, lo miró con curiosidad.

—No parece ser sobre fútbol, Mamoru.

Es un tema más gay y menos deporte.

—Es sobre alguien... alguien que me gusta —Decirlo en voz alta era más vergonzoso de lo que hubiera anticipado.

Endou abrió los ojos con emoción.

—¡Entonces solo hazlo! ¡Díselo de una vez y ya! —Exclamó, golpeando su propio puño con energía—. ¡Sin pensar, solo actúa, es lo que a mí me funcionó!

Kazemaru suspiró y le dio un pequeño golpe en el hombro a su novio.

—No lo escuches demasiado —Dijo con una sonrisa paciente—. No todos pueden lanzarse de cabeza como él.

—¡Oye! —Protestó Endou.

Kazemaru ignoró la interrupción y miró a Shiro con más calma.

—Si quieres que funcione, primero asegúrate de que esa persona lo note, si vas a ser más obvio, hazlo con cosas que esa persona entienda, no todos captan las indirectas.

Shiro meditó ambas respuestas.

—Supongo que podría intentar ambas...

—¿Y bien? ¿Quién es la persona afortunada que llamó la atención del gran Shiro Fubuki? —Preguntó Endou emocionado.

—Eh... una persona con la que llevo hablando un tiempo —Responde Shiro ruborizado— Es la persona que más admiro y de las primeras personas en enseñarme a ser yo mismo.

Kazemaru y Endou intercambiaron una mirada.

—Vaya, suena como alguien importante para ti —Comentó Kazemaru con una leve sonrisa.

—Lo es... bueno, entrenaré un rato más, no se me olvida que estamos en el mundial —Dice Fubuki mientras se despide con la mano y se aleja.

Endou y Kazemaru vuelven a mirarse.

—Apuesto un ramen a que estaba hablando de Someoka —Dice el peliazul.

—Va, trato hecho —Responde el capitán con una sonrisa.

⋆🌨️

La idea llegó a su mente como un relámpago. Una caminata. Algo simple, sin la distracción del fútbol, solo ellos dos.

Shiro esperó el momento adecuado y, cuando volvió a visitar a Someoka, soltó la propuesta con la mayor naturalidad que pudo.

—¿Te apetece salir a caminar un rato? —Preguntó, metiendo las manos en los bolsillos para disimular su nerviosismo.

Ryugo parpadeó, un poco sorprendido.

—¿Caminar? —Repitió, ladeando la cabeza—. ¿No prefieres que vayamos a patear el balón un rato?

Shiro negó con la cabeza.

—Hoy no quiero hablar de fútbol, quiero... hablar de nosotros.

Someoka lo miró en silencio por un momento, evaluando la petición. Luego, encogió los hombros con una sonrisa.

—Está bien. Suena interesante.

El corazón de Shiro se aceleró un poco.

El cielo se teñía de tonos naranjas y rosados mientras caminaban lado a lado. La brisa fresca de la tarde revolvía ligeramente el cabello de Shiro, pero su atención estaba en Ryugo, quien tenía las manos en los bolsillos y miraba hacia adelante con una expresión relajada.

—Deberías centrarte en el mundial —Dijo Someoka de repente, rompiendo el silencio—. No es que no me guste que vengas a verme, pero este es el torneo más importante de tu vida.

—Lo sé —Respondió Shiro con una suave sonrisa—. Pero pasar tiempo contigo es igual de importante para mí.

Ryugo giró el rostro hacia él, sorprendido por la respuesta. Shiro sostuvo su mirada con tranquilidad, sin vacilar.

—No se trata solo de fútbol, Ryugo, yo... quiero compartir más cosas contigo.

Someoka desvía la mirada, ruborizado por la respuesta del peliblanco.

—Vaya, eso fue muy directo...

El sonido del agua fluyendo acompañaba sus pasos mientras caminaban por la ribera. El sol ya se ocultaba en el horizonte, dejando un resplandor dorado sobre la superficie del río. Shiro se detuvo cerca de la orilla, observando cómo las luces de la ciudad comenzaban a encenderse a lo lejos.

Ryugo cruzó los brazos y lo miró con curiosidad.

—Oye, Shiro... ¿está todo bien?

Shiro parpadeó, volviendo en sí.

—¿Eh?

—Estos últimos días has estado raro —Explicó Someoka—. No es que me moleste que vengas a verme, pero siento que hay algo que no me estás diciendo.

El peliblanco sintió su corazón latir con fuerza. Claro que Ryugo lo había notado.

—No es nada malo... —Shiro sonrió de lado, pero su tono no convenció a Ryugo.

—Shiro.

La seriedad en la voz de Ryugo hizo que Shiro lo mirara con más atención. No podía seguir esquivándolo. Inspiró hondo, sintiendo el peso de sus pensamientos arremolinarse en su pecho.

—Ryugo... hay algo que quiero decirte. Algo que llevo queriendo decir desde hace mucho.

Shiro tomó aire, tratando de calmar los latidos de su corazón. Miró a Ryugo, decidido, aunque sus manos temblaban un poco.

—Ryugo... tú me gustas.

Las palabras escaparon de sus labios antes de que pudiera echarse atrás. Someoka parpadeó, sorprendido, y Shiro aprovechó el momento para seguir.

—Desde hace un tiempo me gustas, pero nunca supe cómo decirlo, no quería arruinar las cosas entre nosotros pero tenerte cerca ha sido algo importante para mí, y pensé que si decía algo... podrías alejarte.

Shiro bajó la mirada, sintiendo su rostro arder.

—Pero ya no quiero guardarlo más, quiero ser sincero con lo que siento, con lo que quiero, y por eso quiero que seas fichado en el equipo, porque pasar tiempo contigo me hace feliz.

El silencio que siguió le pareció insoportable.

—Si me odias por decir esto... lo entenderé —Susurró.

No se atrevió a mirar a Ryugo. Solo esperó, con el corazón latiendo en su garganta. Shiro apretó los puños, sintiendo cómo la incertidumbre lo carcomía. Bajó la cabeza, mordiéndose el labio.

—Lo siento... sé que esto es egoísta, no debería pedirte algo así solo porque quiero que estés conmigo, pero... tenía que decírtelo, tenía que decirte lo importante que eres para mí, aunque sea un desastre con las palabras.

De pronto, sintió una mano cálida posarse sobre su cabeza. Shiro parpadeó, sorprendido, y alzó la vista.

Ryugo lo miraba con una expresión que no esperaba. No había enojo ni incomodidad, solo una calma que, de alguna forma, logró apaciguar la tormenta en su pecho.

—Tranquilo, Shiro —Dijo Someoka con suavidad, revolviéndole un poco el cabello—. No tienes que disculparte por ser honesto.

Ryugo bajó la mano de la cabeza de Shiro, pero su mirada se mantuvo fija en él. Sus palabras fueron suaves, pero sinceras, como si finalmente se hubiera liberado de una carga que llevaba mucho tiempo.

—Yo... sospechaba de lo que sentías, pero no quería creerlo, pensaba que no tenía sentido, que alguien tan genial, tan... brillante como tú, pudiera estar interesado en alguien como yo.

—¿Qué quieres decir con "alguien como tú"? —Preguntó Shiro, confundido.

Ryugo sonrió con algo de tristeza, como si fuera una broma que nunca había contado.

—Alguien que no es tan seguro de sí mismo, que no tiene todo resuelto, alguien que tal vez no sea el tipo de persona que esperas.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, observando el río frente a ellos, que fluía tranquilamente bajo la luz dorada del atardecer. Las palabras que habían compartido, tan delicadas y sinceras, flotaban en el aire, pero también parecía que el peso de todo lo que había quedado sin decir durante tanto tiempo se desvanecía poco a poco.

Shiro no podía evitar sonreír al notar cómo el corazón en su pecho se sentía un poco más ligero. Sentía que, al igual que él, Ryugo había estado cargando con un peso invisible, una barrera de dudas e inseguridades que los había mantenido a distancia.

—A veces, siento que he estado esperando que alguien me vea como soy, más allá de todo lo que he mostrado a los demás —Dijo Shiro, sin apartar la mirada del agua. Su voz era suave, pero con una honestidad que nunca había compartido antes—. Siempre he estado tan preocupado por ser perfecto para los demás, que olvidé lo importante que es ser yo mismo.

Ryugo asintió lentamente, entendía eso Se giró hacia él, y por primera vez en mucho tiempo, se permitió estar vulnerable.

—Yo también he estado buscando aceptación, buscando la forma de encajar, de ser alguien valioso... Pero no había podido ver lo que tenía frente a mí, lo que realmente valía la pena, y ahora... después de todo esto... me doy cuenta de que ya no quiero vivir con miedo de lo que pueda pasar si soy sincero.

Shiro levantó la mirada; había esperado muchas cosas con esta confesión pero nunca lo que Ryugo le estaba contando.

—Entonces... ¿quieres decir que...?

Ryugo lo miró con una sonrisa tímida, pero llena de ternura.

—Sí, quiero decir que me gustas mucho, Shiro, más de lo que pensé que sería posible.

Shiro no pudo evitar la emoción que lo invadió al escuchar la respuesta de Ryugo. En ese momento, todo el miedo, todas las dudas, se desvanecieron como por arte de magia. El peso que había estado cargando durante tanto tiempo se disipó, y lo único que quedaba era la felicidad pura y sincera que sentía al saber que, finalmente, ambos se habían abierto el uno al otro.

Sin pensarlo, Shiro se lanzó hacia Ryugo, envolviéndolo en un abrazo fuerte y reconfortante. El peliblanco sintió la calidez de su cuerpo, la estabilidad de su cercanía, y todo a su alrededor parecía desvanecerse en ese instante. No le importaba nada más que estar ahí, en ese abrazo, con Ryugo.

Ryugo, sorprendido al principio por la repentina cercanía, se sonrojó profundamente, pero a medida que se dio cuenta de la sinceridad del gesto, sonrió y envolvió a Shiro en un abrazo más suave. Su rostro estaba completamente rojo, pero no le molestaba. Al contrario, sentía algo en su pecho que lo hacía querer quedarse allí para siempre.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Ryugo, un poco ruborizado, mirando a Shiro con una mezcla de timidez y curiosidad.

Shiro se separó ligeramente, mirándolo con una sonrisa brillante y llena de emoción, aun con las mejillas sonrojadas.

—Ahora... tendremos muchas citas, por supuesto —Respondió Shiro con un tono travieso—. Nos pondremos apodos lindos, como "Ryuguito" o algo así, y pasaremos muchísimo tiempo juntos, tal vez podamos hacer todo lo que siempre quisimos hacer, pero nunca nos atrevimos.

Ryugo no pudo evitar reírse. Sin embargo, no pudo evitar también un pequeño suspiro, sintiendo una sensación completamente nueva al pensar en pasar tiempo de calidad con Shiro.

—"Ryuguito", ¿eh? —Dijo, levantando una ceja mientras le daba un toque juguetón en la cabeza a Shiro—. Vamos a ver si eso me gusta tanto como creo.

Al final, ambos sabían que, aunque el camino por delante aún sería incierto, ya no había vuelta atrás. Lo que había comenzado como un miedo, ahora se había convertido en algo más fuerte: una conexión genuina. Y por primera vez, ambos se sentían completos, exactamente como eran, sin necesidad de máscaras.

FIN  


SomeFubu es de mis enemies to lovers favoritos (??) jsjsjs

Con este fic solo quería hacer algo bonito y cliché sisis <3

Muchas gracias por leer!! (♡ˊᵕˋ♡) Prometo traer más contenido IE pronto!!

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