Cuando era pequeño, el sueño de Park Jimin siempre fue ser un omega. Al sentir admiración y amor por lo que su madre hacía, vivió casi toda su infancia creyendo que sería uno en el futuro cuando creciera. Pero cuando la luna decidió nombrarlo un alfa pensó que se estaba burlando de él, porque era una total equivocación.

No tenía sentido para Jimin ser un alfa, ni siquiera cumplía con las cualidades que se requería para ser uno; era bajito, le gustaban vestir de colores pasteles, llenar sus mejillas con tiernas pegatinas y su aroma era demasiado dulce a comparación de los alfas. A pesar de sentir que nada estaba mal en él y era normal, solía ser marginado por la mayoría de los alfas, llegando al punto de creer que su existencia era un error y que la sociedad tenía razón cuando decía que su existencia no estaba bien.

A Jimin nunca le había importado qué pensarán de él como un omega, hasta que Min Yoongi llegó a su vida, despertando lentamente aquellos deseos suprimidos de querer llegar a ser considerado como un alfa a los ojos de un omega.