[❤] Capítulo 6

¿Cosquillas?

—¿¡Qué!? —Lorena estaba sorprendida, estaba un poco molesta con Anna ya que ésta no se había comunicado con ella, asi que decidió hablar con ella por Skype.

Anna le contó absolutamente todo lo que le había ocurrido, y ella quedó sorprendida.

—Wow, chica tu sí que sabes como pasar las vacaciones; mírenla, si estaba en abstinencia un par de días atrás —habló Lorena con cierta picardía—. Creo que ya se me estan antojando unas vacaciones en la ciudad de las pasiones, y el tal Edgar ¿no tendrá amigos tan buenos como él?, porque hay que admitirlo él está más bueno que el pan.

—Te he dicho que no ha pasado a más que un beso. Dios mío dame paciencia.

Y en el culo resistencia, porque la vas a necesitar —terminó Lorena por ella, riendo.

—Y fuerza para... —la interrumpió de nuevo.

Para mover esa pelvis como Dios manda. Amén —terminó al fin para estallar en carcajadas.

Sólo había pasado un día desde lo sucedido, asi que Edgar aún seguía en el hotel, Anna había despertado por un rico olor proveniente de la cocina, era Edgar cocinando panqueques, además no traía camisa, otra razón por la cual se quedó en la sala, él se había percatado sobre su presencia y estaba a punto de hablar con ella, pero en su PC estaba entrando una llamada, ella cortésmente se disculpó y fue a hablar con su amiga.

Desde la cocina se podía observar con claridad la sala, él no podía entender ni una sola palabra de lo que decían, ya que estaban hablando en español, pero sabía que estaban hablando de él —en cierta parte—, ya que pudo escuchar su nombre, tenía curiosidad sobre eso, ¿acaso ella estaría diciéndole que gustaba de él? Tenía mucha incertidumbre sobre ella, lo desconcertaba, pero una de las cosas que más le gustaba de ella era su personalidad fresca, esa confianza con la que hablaba.

Y ahí surgió una pregunta ¿ella tendría novio?, cayó en cuenta de que en realidad no conocía nada de su vida, pero ella dijo que se dieran tiempo para conocerse, aunque le causaba una sensación extraña el pensar en ella con otro tipo, ¿serían celos? Eso sonaba absurdo pero era lo que sentía.

—Nunca cambias Lorena —dijo con decepción Anna.

Pues claro, lo bueno nunca cambia. Y ¿has hablado con tu madre? —preguntó Lorena.

—Sí, estaba un poco preocupada porque no la había llamado. Y ¿cómo están Tony y Naty? —ella no había hablado con ellos, y quería hacerlo luego, quería agradecerles una vez más y saber como estaban.

—Ellos están bien, pero Tony quería hablar contigo, dijo que era importante pero, no tengo ni la menor idea, dijo que hablaría contigo cuando estuviera desocupado —habló tranquilamente.

—¿Qué será?, bueno esperaré su llamada.

Discúlpame, hablamos luego, ya tengo que irme, ¡ah!, y pórtate bien, no te dejes llevar tanto, aunque esté bien bueno así sin camisa y todo, recuerda tus enseñansas.

—Pues ¿quién crees que soy? —preguntó indignada.

—Una mujer que no sabe de sexo después de un largo tiempo.Y con ese hombre, ¿quién se resiste? —dijo con cara pervertida—. Sólo puedo desearte buena suerte y ya sabes...

—Sin condón nada —repitió ella.

—¡¡Eso!!, así se habla. Recuerda, si no aguantas la calentura avísame; tengo unos vídeo porno buenísimos que te podrán ayudar.

—Cochina —chilló.

—Bye —se despidió.

—Adiós —dijo Anna.

Anna permaneció, en silencio observando la pantalla que tenía en frente, quizá pensando, tenía curiosidad sobre Tony, Lorena dijo que era algo importante, ¿y si le marcaba? No, seguramente estaría ocupado en el Bufete.

Edgar había terminado de cocinar y estaba observando a Anna, ella parecía pensativa y distraída. ¿En que estaría pensando? O ¿en quién? ¿Por qué se hacía esas preguntas estúpidas?

—Anna...

—¿Sí? —Anna fue sacada de sus pensamientos por Edgar.

—Ya está listo el desayuno —respondió, minutos después Y estaban en la mesa desayunando unos ricos panqueques con miel y un poco de mantequilla, y acompañando de un delicioso jugo de naranja, su favorito, quizá fue coincidencia ya que ella no le había contado, pero le gustó. Aunque se sentía avergonzada porque él le hiciera de comer, él era su invitado, ella tendría que atenderlo a él, pero en su condición era poco probable.

Lo bueno, ya se sentía mejor y ya había bajado considerablemente la hinchazón de su tobillo y podía caminar sin necesidad de llamar a Edgar —saltando y cojeando—. Era incómodo para los dos ese silencio infernal, el ambiente se sentía pesado, los dos aún recordaban perfectamente lo que había pasado por la noche y era vergonzoso.

—Anna.

—¿Sí? —habló con voz nerviosa.

—Quiero conocerte —dijo con tranquilidad, pero nerviosismo a la vez.

Anna se relajó de inmediato, le sonrió, le alegraba la idea de conocerlo mejor, quería saber más de él, más de esa aura misteriosa.

—Está bien —dijo Anna con una sonrisa de oreja a oreja.

Terminaron de comer y lavaron los trastes, luego de acomodar todo en su lugar, fueron a la sala y se sentaron en el sillón de satín color rojo carmesí.

—¿Por dónde empezamos? —preguntó Anna.

—Quiero que me cuentes más sobre ti —respondió Edgar.

—Bueno... trabajo como abogada en un Bufete, vivo en la capital de mi país, sola en mi departamento... —no se le ocurría muchas cosas que decir.

—¿Tienes hermanos? ¿Has viajado antes? ¿Tienes... novio? —lo último lo dijo más como un susurro para él mismo, pero que ella logró escuchar.

—Sí —¿sí tenía novio?— tengo un hermano menor —al escucharlo se relajó inmediatamente—, se llama Julián y está estudiando en Japón. Y sí, he viajado antes, también de vacaciones a Colombia, Curaçao, Margarita y Argentina, aunque fui a visitar a mi familia. Y... no, no tengo novio —le había intrigado que él preguntara, para ella era demasiado obvio, pero quizá él solo quería estar seguro—. Y ahora tu cuéntame sobre ti.

—Esta bien, soy arquitecto, ahora estoy aquí por asuntos de trabajo, nací en Italia pero viví la mayor parte en Alemania, no tengo hermanos; y en Alemania vivía con mi tía; hermana de mi madre —lo último si lo habló con más melancolía y un poco de tristeza—. Por si te lo preguntas al igual que yo, no estoy en ninguna relación amorosa con nadie.

—Es bueno saber más de ti —dijo Anna con voz cantarina.

—Igual, es más relajante saber cosas que no sabía de ti, abogada, pensé que aún estudiabas en la preparatoria —dijo riéndose, a lo cuál ella lo golpeó suavemente en el hombro.

—¡Oye! Sé que soy bajita, pero eso no significa que sea de preparatoria. Tengo veinticinco. Y yo que pensé que hasta viudo o divorciado eras —dijo en broma.

—¿Qué?, pero si sólo te llevo dos años, ¿acaso me veo viejo? —preguntó preocupado.

—Pues fíjate que pensaba que tenías hijos ya en la universidad —siguió atacando, aguantado lo mejor que podía su risa, pero fue imposible.

—Conqué burlándote de mí, ¿y a ti señorita, te gustan mayores? —la miró de forma perversa.

—¿Aún tienes energías, viejito?

—Oh y no sabes cuanta.

Mientras se acercaba lentamente hacia ella, por inercia ella retrocedería, pero se quedó quieta, él se abalanzó sobre ella... y le hizo muchas cosquillas, ella no paraba de reír.

Los dos estaban feliz.

Pero este sería el comienzo del final.

Marzo, 29 de 2018.

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