Capítulo 50

Maddox salió rebosante de alegría a la sala de espera donde sus amigos le esperaban.

   Ella le había perdonado o al menos le estaba dando la oportunidad de volver a estar juntos y de recuperarla y eso era más de lo que habría esperado.

  Se acercó a sus amigos que de inmediato notaron el cambio y se apresuraron a preguntar.

  No tardó en contarles todo y finalmente sus amigos lo felicitaron.

—Después de que vas rompiendo hogares —dijo un Hurs fingiendo estar enojado.

—No he roto ningún hogar. —Se defendió.

—Rompiste mi futuro hogar —dijo risueño—. Con esa chica de allá que sin mirar es peor que todas juntas.

—¿Tienes una relación con Scarlett? —preguntó en tono bajo mientras los otros esperaban una respuesta.

—No —dijo en un susurro—. Si ahora que no hay relación me tiene cogido de las pelotas, imagínate después.

   Maddox comenzó a reír antes de ver hacia donde la chica estaba sentada con su madre.

—Igual te gusta —dijo Max—. No quiero sonar mal pero a mí no me gusta ni un poquito. Es simple.

—No tiene que gustarte a ti —respondió—. Me gusta a mí y ya.

  El bufido de Max hizo que Hurs se pusiera de mal humor y se retirara junto a Scarlett que en cuanto lo escuchó río a carcajadas por algo que él dijo.

   Hurs dejó un beso en su mejilla y después guió a ambas mujeres fuera.

   Los tres observaron su partida y sonrieron.

  Maddox pensó que quizás ella era su chica, la que haría que Hurs dejara de beber y olvidara su desdicha.

—Creo que se va a enamorar si no es que ya lo está —dijo Maddox.

—Creo que ya lo está —dijo Parker—. Aunque debo admitir que me hace un poco de ruido que sea con ella.

—¿Qué hay de malo en Scarlett? —dijo Maddox.

—Nada —respondió Parker—. Solo que es demasiado soñadora.

—¿Y eso qué? —preguntó.

—Nada —dijo y se giró para tomar la mano de Melina—. Nosotros nos iremos a casa, avísanos cualquier cosa.

   Maddox agradeció y se despidió de ambos antes de verlos partir juntos.

—No entendí nada —dijo Max—, pero ya no hablo porque luego me dice cabeza de camarón.

   Maddox comenzó a reír y palmeó la espalda de Max mientras se sentaban y conversaban sobre cualquier cosa.

  Esperó a que Hurs volviera con las dos mujeres y se sentó a su lado no sin antes decirle a la mamá de Brooke que iría por unos pendientes y volvería.

   Hurs se ofreció a quedarse y Max también, de cualquier forma ya no los dejarían ver ese día a Brooke hasta el siguiente.

   Salió de ahí cuando ya era de noche y condujo hasta la casa de Pepper donde apenas se detuvo bajo armándose de valor y aporreó la puerta.

   Ella salió con el rostro amoratado y caminando con lentitud.

—¿Qué demonios te ha pasado? —preguntó llevándola dentro.

—Dímelo tú —respondió con amargura—. Has conseguido el dinero, la casa y una mujer que dice que te ama pero que en realidad quiere lo mismo que todas, el dinero.

—Piensa lo que quieras —dijo sin más—. Solo quiero que me des los pendientes que te robaste. Esos eran de mi abuela y me los dio para mí futura esposa.

—¿No querías que yo lo fuera? —preguntó ofendida.

—Eso fue porque era un idiota —respondió sin tapujos—. Ahora lo que quiero es que quien te haya golpeado vuelva y acabe el trabajo.

—Entonces dile a tu hermano —dijo furiosa—. Le has envenenado contra mí a tal grado que ahora me ha buscado y me ha dado una paliza con la advertencia de muerte si no me largo para siempre.

—Harías bien en largarte —dijo con una sonrisa cínica.

—¿Cuándo dejaste de ser el Maddox de antes? —preguntó al darse cuenta de que ahora el chiquillo que conoció ya no existía y que además se había vuelto malo y poco tolerante.

—Cuando mentiste y me traicionaste junto a toda mi familia —dijo sin más—. Devuelve lo que te pedí y desaparece de mi vida para siempre. Lo que hagas o dejes de hacer con mi hermano es asunto tuyo.

   Pepper lo observó y finalmente usó su única arma contra él para poder obtener algo.

—Estuve embarazada de ti —dijo en medio de lágrimas fingidas.

—Me alegra que no haya nacido —dijo matando toda esperanza de poder conseguir su atención—. Igual no era mío, te revolcabas con mi hermano y quien sabe si con alguien más, no me importa, afortunadamente no nació nadie producto de mi estupidez.

   Ella se dió cuenta de que estaba todo perdido y finalmente sin más caminó hasta obtener los pendientes y dárselos.

—¿Vas a dárselos a tu noviecita? —preguntó burlándose.

—Eso es algo que no te importa —respondió—. No te quiero cerca de mí porque yo no seré tan bueno como mi hermano.

  Dejó los pendientes en la mano de Maddox y sin más este se dio la vuelta para irse.

   Volvió al hospital donde permaneció toda la noche hasta la mañana siguiente mandando a la madre y la hermana de Brooke a descansar.

  Necesitaba que ellas estuvieran ahí en la mañana para que él pudiera salir a hacer lo que le faltaba.

   Acostumbrado como estaba a no dormir por las noches se la paso andando de un lugar a otro y hablando con sus amigos que habían vuelto a sus actividades normales.

   Cuando amaneció y vio llegar a las Kannavage solo se acercó para saludarlas y se despidió diciendo que debía asistir a trabajar.

  Entró a ver a Brooke que estaba despierta y le sonrió al verlo.

—Hola —dijo dejando un beso en sus labios.

—Deberías ir a descansar —sugirió al verlo con la misma ropa del día anterior.

—Voy a ir ahora que ha vuelto tu familia —dijo divertido—. Vendré en unas horas.

  Ella sonrió y dejó que la besara de nuevo esperando que pronto le dieran de alta o al menos la pasarán a un área donde pudiera estar con su familia y no tan sola todo el día.

   Maddox se resistía a irse dado que eran pocos los minutos que se le dejaban estar juntos pero no le quedaba de otra cuando debía ir a su casa.

   Era casi mediodía cuando llegó a la que antes había sido su casa, solo paso antes a su departamento para cambiarse y después partió a su antiguo hogar no sin antes llamar al notario y pedir que asistiera con la orden de desalojo que desde que cobró la herencia debía tener lista.

  Cuando se detuvo frente a la puerta y le abrieron inmediatamente entró sin pedir autorización y se encontró con su madre y hermano sentados como si fuera su casa, de su hermana no sabía nada, quizás se había casado e ido a vivir fuera, igual no le importaba.

—Espero que tengan una buena justificación para seguir aquí —dijo mirándolos—. No voy a permitir que se queden.

—Anuló el matrimonio —dijo la mujer—. La herencia no es tuya.

—¿En serio? —dijo fingiendo estar sorprendido—. No importa que ella haya anulado el matrimonio, el viejo dejó un vacío legal, nunca especificó cuánto debía durar mi matrimonio y pues que te digo duro solo horas.

—No vamos a darte nada —dijo la mujer—. Esta casa no es tuya.

—Sí, ya dijiste que no soy un Gaskell —respondió mostrando una indiferencia que no sentía—. El problema es que al abuelo no le importó y me la dejó a mí, puedes hacerle como quieras pero la casa y el dinero siguen siendo míos.

  Algunos minutos después el notario aparecía con dos oficiales para hacer la orden de desalojo aún cuando era amigo de la familia pero estaba claro en que debía cumplir con la voluntad de su representado.

—Toma —dijo a su hermano entregando el collar y los pendientes—. Eran de tu abuela.

  Maddox se fue de ahí sabiendo que cuando volviera la tercera vez ya no estarían ahí y tampoco le importaba lo que pasará con ellos, en realidad solo quería que todo acabara y pudiera lograrlo con Brooke.

  Esta vez fue hasta el casino donde se sorprendió al ver las patrullas fuera.

  Entró y subió hacia la oficina de Parker donde estaban los tres junto a dos oficiales.

—Buenos días —dijo y los hombres se giraron.

—Maddox, que bueno que llegas —dijo Max—. Aquí los caballeros dicen que somos sospechosos de la muerte de un tal… ¿Cómo se llama?

—Walter Desktop —dijeron al unísono.

  La mirada de Parker sobre él intentaba dar la respuesta.

—No conozco a nadie con ese nombre —dijo y vio a Max respirar tranquilo.

—¿Dónde estuvo hace dos días entre las cuatro y las seis de la tarde? —preguntó uno de los agentes.

—En primera deberían identificarse que no soy adivino y en segunda estuve aquí —dijo sin ahondar al ver la mano de Parker señalando discretamente el escritorio para que diera esa respuesta.

—Soy el agente Dans y mi compañero el agente Mulder —dijo con incomodidad—. No hay manera de probar que estuvo aquí.

—Siempre que toca abrir el casino estamos aquí a esta hora —dijo con fastidio.

—Tenemos a un hombre que dice que fueron ustedes y que lo mataron a golpes y después le dieron un tiro —replicó observando su reacción—. Asegura que la disputa comenzó por un hombre llamado Albert Kannavage que les debía dinero.

—Efectivamente Albert Kannavage nos debía dinero pero llegamos a un acuerdo con su hija quien labora aquí —intervino Parker—. Estas son las nóminas de ella y el descuento que se hace como abono a la deuda. Este es el monto de adeudo y lo que queda por pagar.

  El hombre se acercó a ver los documentos que Parker se sacó de la manga. Maddox no tenía idea de dónde había sacado todo eso pero como siempre demostraba por qué era el mejor embaucador y el más inteligente.

—Repito que solo estoy investigando —respondió el hombre.

—Y yo repito que no tenemos nada que esconder —decretó Parker con seguridad—. Estuvimos aquí y cualquier empleado del turno puede constatarlo ya que llegan mucho antes para limpiar y mantener en orden todo antes de la apertura.

—Tengo entendido que usted es peleador —dijo mirando a Hurs.

—El mejor —respondió orgulloso.

—¿Podría mostrarme sus manos? —inquirió.

—Faltaba más —dijo extendiendo las manos—. Cómo peleador sé lo que busca y no encontrara nada, hace más de dos meses que no peleo. No hay marcas, bueno, solo está —dijo señalando algo en su mano—, pero es de la manicura, también me cuido, ya sabe, vanidad y en el salón donde me lo hicieron pueden constatar que me hirieron ahí.

—Podría revisar el lugar —dijo mirando a Parker.

—Podrá hacerlo cuando traiga una orden —respondió con tranquilidad—. De lo contrario el único lugar que pisará será la calle. Si tiene alguna prueba contra nosotros, hablamos, de lo contrario vaya y haga su trabajo que seguramente ese hombre encontrará otra excusa para declararse inocente tal como lo hacen todos los delincuentes. ¿No es así abogado?

  Maddox confirmó lo que su amigo dijo y a los agentes no les quedó de otra más que aceptar e irse tal como llegaron, sin nada.

   Una vez se quedaron solos la tensión se disipó mientras Parker los miraba indiferente.

—Dejen de morderse las uñas,  señoritas —dijo con una media sonrisa—. Hasta aquí veo el resplandor de sus estrógenos. Contrólense que la policía no encontrará nada, Melina se ha encargado de todo.

   Mostró y explicó la versión de la deuda de Kannavage, solo había que pedirle a Brooke que mintiera en eso, aclaró que todos darían negativo en caso de que hicieran la prueba de la pólvora y nadie sospecharía de Melina; al tipo cómplice del muerto, según palabras de Parker que le llevara el diablo...

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