Capítulo 5

La mañana pintaba igual de ridícula que todos los demás días, la diferencia es que la gente había empezado con la euforia de la temporada navideña para la que solo faltaba una semana.

Para él por supuesto no tenía ninguna relevancia dado que precisamente había sido en nochebuena donde su vida había cambiado y precisamente fue en una nochebuena donde conoció a sus ahora amigos.

Se acomodó la chaqueta y tomó sus llaves para salir a la cocina por una fruta y volver a su auto.

Estaba asqueado de comer frutas y frituras pero solía ser tan remilgado con los alimentos que pocas veces probaba algo de lo que preparaban en el bar y mucho menos algo de un restaurante.

Solo la cocinera en su vida anterior conocía sus exigencias.

Solía ser quien preparaba las cosas que a él le gustaban, quien acostumbraba a elaborar pan dulce para él, lo que por supuesto terminó cuando fue echado de su casa, desheredado y perseguido para ser cazado como un animal.

Subió a su auto y condujo hacia el casino que en estas fechas mantenía una baja clientela dado que todos pasaban fechas con sus respectivas familias.

Sonrió al recordar la doble moral de sus clientes, quienes dentro de su casino hacían y deshacían, se mantenían buscando cariño entre las mujeres, las mismas que cuando no llevaban nada que apostar se vendían con otros por un juego más.

Recordó a los hombres que incluso se vendían a otros hombres por dinero para seguir jugando y al final volvían al mismo ciclo.

La gente creía que lo malo era su casino cuando la realidad era que lo malo era caer en la ludopatía.

Él tenía un negocio como cualquier otro, era decisión de la gente hacerse un vicioso o solo divertirse.

Mordió su manzana pero no le supo a nada; al contrario, le supo mal y terminó por lanzarla por la ventanilla mientras seguía conduciendo hasta detenerse en uno de los semáforos.

Miró alrededor y como si la hubiera invocado con la mente el dia anterior, la vio ahí, parada sobre la acera mirando uno de los aparadores de zapatos.

Seguía siendo tan bonita como antes, con unos años más pero bonita.

Su cabello de color oro relucía brillante sobre sus hombros y su piel tan blanca.

Lucía preciosa, tal como él la imaginaba, como si los años se hubieran detenido para ella.

Se bajó del auto sin estacionarse de forma correcta e intentó ir hacia ella pero se detuvo.

Se quedó parado en la puerta de su auto al recordar la manera en que había pasado todo la última vez que se vieron.

Como si supiera que alguien lo miraba se giró hacia él abriendo mucho los ojos al verlo.

La realidad de lo que había pasado entre ellos lo hizo volver dentro del auto justo en el momento en que los autos comenzaban el estallido de su bocina al ver que no se movía.

Ella corrió hacia él pero Maddox arrancó su auto maldiciéndose a sí mismo por haber caído en la estupidez de querer volver a hablar con ella.

No había nada más estúpido que intentar hablar con la persona que tanto daño le había hecho.

Golpeó el volante ante la frustración que le seguía provocando la situación.

Mentirse era la cosa más idiota y descabellada que podía hacer.

La seguía queriendo, eso era lo único que resonaba no solo en su cabeza sino también en su corazón.

Se detuvo unos segundos orillándose cuando las emociones lo rebasaron.

La sensación de dolor aun punzaba fuerte, sobre todo porque la había visto mirarlo como antes, como si de verdad lo quisiera.

Por ella se había enfrentado a su familia, los había perdido a todos, causó la ruptura de cualquier lazo y desató la ira de su padre.

Parker se equivocaba al pensar que la mocosa hija de Kannavage sería su Helena. Él ya la había tenido antes. Su Helena había acabado con todo lo que él tenía pero por alguna estúpida razón no podía sacarla de su vida.

Se mantuvo dentro del auto hasta que pudo calmar su desaforado corazón.

Maddox sabía perfectamente que no podía hacer nada contra lo que sentía y que quizás jamás querría a ninguna otra como deseaba a Pepper pero no quedaba de otra más que resignarse a que las cosas eran así.

Arrancó el auto cuando volvió a convencerse a sí mismo de que no era otra cosa que un estúpido que se dejó llevar por el momento.

Aparcó frente al casino justo en el momento en el que Hurs se detenía bajando de su auto con una cara que dejaba claro la resaca que tenía.

—Al paso que vas te convertirás en un alcohólico —dijo presionando el botón del sonido de la alarma de su auto.

—¡Por Dios! —dijo Hurs presionando su sien—. Podrías quitar la alarma, que va a reventarme la cabeza.

—Yo no tengo la culpa de que estés borracho —dijo encogiéndose de hombros.

—No estoy ebrio. —Se defendió—. Estoy resacoso.

Maddox sonrió y lo guió dentro del casino mientras su amigo tomaba un energetizante para bajar su resaca.

—¿Dónde te has embriagado? —dijo riendo.

—En el panteón —dijo y la sonrisa de Maddox se borró al recordar la fecha.

Guardó silencio ante su amigo que torció el gesto.

—No importa —continuó—. Fue ayer, hoy solo vivo con las consecuencias.

Maddox entendió perfectamente que su amigo se refería a las dos cosas, a su pasado y a su resaca.

—Vi a Pepper hoy —dijo y su amigo detuvo su andar para verlo—. Está igual de bonita que antes.

—Pero es una maldita víbora —dijo y Maddox sonrió.

Parker se unió al dueto mientras los veía a ambos bajando sus lentes para darles una mirada inquisitiva.

—Bueno señoritas qué les pasa —dijo quitando sus gafas—. ¿Les ha bajado el periodo o solamente fue por el efecto de la luna menguante de ayer?

Ambos miraron a Parker antes de darle un abrazo y sonreír.

—Te preguntamos lo mismo —contraatacó Maddox.

—En mi caso es efecto del cuarto menguante —respondió.

Hizo reír a sus amigos que solo caminaron hasta su oficina.

Parker se movía con gracilidad, con su peculiar manera de andar e hizo que sus amigos rieran y le gastaran algunas bromas que por supuesto soportó sin inmutarse.

—¿Van a contarme o no? —dijo mientras entraban a la oficina de Maddox y sus amigos guardaron silencio.

Max se unió con su respectiva fritura y una cerveza que hizo que Parker suspirara.

—Ya sabes, ayer fue su aniversario luctuoso —dijo Hurs encogiéndose de hombros—. Solo estuve un poco indispuesto y la resaca de hoy me tiene mal, es todo.

Sus amigos se compadecieron un poco. Al final, los cuatro tenían sus propias historias y sus secretos que los hacía identificarse entre sí.

—Yo vi a Pepper esta mañana —dijo Maddox.

—¿La has buscado de nuevo? —inquirió Parker.

—No, por supuesto que no —respondió de inmediato—. Es solo que la vi por la calle.

Maddox se dio cuenta que sus tres amigos lo miraron con verdadera compasión.

Las tres personas dentro de la oficina se miraron sabiendo que para Maddox esa mujer había sido el origen de todo y el final también pero sobre todo sabían que su corazón seguía comprometido.

—Tal vez sea hora de que empieces a ver otras propuestas —dijo Parker.

—¿Por propuestas te refieres a mujeres? —inquirió.

—Sí, pero si prefieres hombres por mí está bien —dijo y Maddox apretó los labios para no reír.

—No quiero una novia, esposa o cualquier cosa que me distraiga.

—Bueno, te recuerdo que tendrás una amante que por cierto es muy guapa —dijo Max haciendo alusión al cuerpo de la chica.

Hurs comenzó a reír antes de secundar la apreciación de su amigo.

—La chica es linda —añadió—. Además...

El sonido de la puerta lo interrumpió para dar paso a uno de los hombres de seguridad que asomó la cabeza para indicar la llegada de Brooke.

Maddox se puso de pie de inmediato y salió de la oficina de Parker entre burlas y silbidos de sus tres amigos.

Comenzó a reírse una vez abandonó la estancia, no solo porque sus amigos no dejarían espacio para nada más que burlas y también porque en el fondo le ayudaban a distraerse.

Caminó hasta la entrada del casino pero se detuvo en el pasillo al ver a la chica parada en medio del vestíbulo mirando alrededor.

La observó detenidamente. Brooke no le parecía una chica fea, pero definitivamente tampoco la más guapa que había visto; sin embargo, tampoco tenía intenciones de mucho con ella.

Se acercó hasta que ella notó su presencia girando de inmediato y retrocediendo.

La mujer saltó al verlo, pero se recompuso de inmediato.

Maddox no habló, solo le hizo una seña para que le siguiera.

La llevó hasta la pequeña barra del casino y sin decir una palabra se sentó quitándose la chaqueta y quedándose solamente en la pulcra camisa y chaleco.

—La cocinera es la persona a cargo de todos, te indicará todas las funciones y te dirá que los lugares donde serás útil —dijo con rapidez—. Debes obedecerla y de más está decir que apresurarte. Ahora lárgate de aquí y no des problemas

Brooke observó al hombre en cuestión guardándose la repugnancia que le provocaba una persona como él.

Se puso de pie y se alejó de la barra dispuesta a empaparse de trabajo y no dejar lugar a nada más.

Salió de la vista de Maddox en completo mutismo y se fue junto al hombre de seguridad.

Una vez estuvo alejada preguntó dónde debía encontrar a la mujer y de inmediato fue llevada a la cocina donde una anciana rechoncha, bajita y de cabello rizado la recibiera.

La mujer se quedó viendo a la joven antes de hacerle una seña para que se acercara.

—Tus funciones son todas —dijo de golpe con voz autoritaria.

—Te harás cargo de toda la planta alta excepto la oficina de Parker —dijo la mujer con autoridad-. Nadie mas que los socios, y yo tenemos la autorización de entrar. No quiero que desobedezcas.

—Por supuesto —dijo asintiendo y aunque se preguntó cómo se daría cuenta de quién era cada oficina no dijo nada solo observó a la mujer sin agregar más.

-—Soy Amanda, mi apellido no te importa, solo haz tu trabajo —dijo la mujer-—. Le diré a alguno de los chicos que te indiqué cuál es la oficina a la que no debes entrar. No te conviertas en gato y quieras saber algo que no debes.

Brooke asintió y solo se atrevió a preguntar dónde estaban los instrumentos de limpieza.

La mujer llamó a gritos a un tal Nico que apareció de inmediato y miró a la joven y luego a la mujer que le dio indicaciones y señaló la puerta para que se apresuraran a irse.

El joven hizo lo que le pidieron y llevó a Brooke al cuarto de servicio donde sacó todos los materiales necesarios y se los entregó antes de llevarla arriba y mostrar solo el área prohibida para ella.

Se fue dejándola sola en medio del pasillo sosteniendo la cubeta con agua.

Se acercó al carrito de aseo que había estacionado cerca de la escalera y colocó lo que había en la cubeta con insumos sobre este, el cubo con agua y el mop.

Arrastró el carrito hacia la primera oficina. Tocó pero al no recibir respuesta se metió y comenzó a limpiar.

Brooke se sentía rara, no le molestaba limpiar, pero sí, le molestaba tener que hacerlo sabiendo que era humillante por el pago de una deuda.

Se preguntaba si tendría que envejecer para poder pagar.

Pensó en su hermana y en que cada vez estaría más lejos de juntar el dinero para su operación.

Comenzó a limpiar el área y después se mudó a una oficina nueva a hacer lo mismo.

Se mantenía limpiando y acomodando pensando en todo lo que estaba perdiendo y en lo mucho que extrañaba su vida antes de que las desgracias alcanzaran a su familia.

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no escuchó la llegada de alguien a la oficina...

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