Capítulo 48
Maddox condujo a su departamento para darse una ducha y cambiarse esperando las noticias de su amigo.
Lo hizo de forma autómata, pensando o más bien, deseando que en cualquier momento su teléfono sonara para anunciar la llamada diciendo que ella había despertado.
Ansiaba más que nada hacerlo pero la única llamada que recibió fue la de su amigo Parker indicando el lugar donde deberían verse.
Se colocó la camisa con toda la tranquilidad del mundo sabiendo lo que le esperaba, se colocó el reloj y miró la hora.
Pasaba de la hora de la comida y pensaba que en el fondo esto pudo evitarse si él hubiera actuado antes pero ahora no quedaba más que actuar en consecuencia.
Condujo con rapidez hasta el lugar tan lejano en que había sido citado.
Sin duda pensó que Parker era sumamente rápido y que no sabía de qué artimañas se había valido para resolver esto a la brevedad pero estaba seguro de que no había dejado rastro.
Parker era un cazador silencioso y un artista de gran talento camaleónico. Su seguridad y su gracia para el camuflaje lo hacían el mejor en eso. Había aprendido desde muy joven como escurrirse entre sus adversarios y su cinismo le había servido para enmascarar su inseguridad. Al fin, Parker resultaba ser un hombre que mentía descaradamente y con tal convicción que nunca había duda de su palabra.
Se detuvo justo en el sitio donde todo había iniciado hacía diez años atrás.
El mismo lugar donde vivieron por años, escondiéndose de sus enemigos, padeciendo frío y hambre.
En ese mismo lugar los cuatro habían sido infelices y felices a la vez.
Detuvo su auto a solo unos metros del lugar escondiéndolo entre los árboles que bien conocía.
Visualizó el auto de sus amigos y se apresuró a llegar.
El hombre estaba sentado y atado en una silla en medio del bosque.
Parker le quitó la venda de los ojos dejando ver sus manos enfundadas en guantes tanto como Hurs, Melina y Max.
Le dio unos a él mientras el hombre le miraba.
Sonrió al verlo y lo retó a que dijera algo.
—Me has traído aquí para decirme que tú zorra y tú engendro ya murieron o vas a cobrarme la muerte de tu suegro —dijo con una burla.
Aunque Maddox se sorprendió de que haya cobrado la deuda de Albert con su vida, no lo dudó; al contrario, esperaba algo así y la verdad es que no le importaba, sino que estaba seguro de que le había hecho un favor a la humanidad.
—Le contaba a nuestro invitado que sabemos la existencia de su hijo —dijo Hurs—. De hecho está aquí gracias a que le dijimos que estaría aquí participando activamente del convivio.
Maddox sonrió por lo estúpido que el hombre era y dejarse embaucar por eso.
—No sabes nada de mi hijo —dijo al darse cuenta de que todo era una farsa—. Ninguno sabe nada.
—Sabemos que existe —dijo Max—. No no importan tus horribles crías de hecho.
—Lo feos deberían tener prohibido reproducirse —añadió Hurs—. En fin, si lo matamos le haríamos un favor. Podemos evitar que las mujeres lo desprecien por feo.
Maddox lo observó, pensó que quizás el mocoso le importaba más de lo que estaba dispuesto a admitir y que seguramente por eso estaba ahí, porque esperaba que su hijo no corriera peligro.
Melina hizo su aparición frente a él con una cara de satisfacción.
—Nos volvemos a encontrar —dijo sonriéndole—. Me alegra que estés aquí.
—Eres la zorra de todos —aseguró el hombre.
Melina sonrió como si la hubiera halagado.
—Solo de uno querido —dijo mientras lo veía.
—Parker —dijo con asco—. Nunca lo he visto pero supongo que lo que se dice de él es verdad.
—Soy peor de lo que se dice —dijo una voz detrás de él.
Quiso girarse pero atado como estaba no podía.
—No te esfuerces —dijo mientras la hierba crujía bajo sus pisadas—. Yo voy a acercarme a ti. Vas a tener el privilegio de verme el rostro y comprobar por ti mismo si lo que se dice es verdad, tanto de mi físico como de mi personalidad.
Se dejó ver frente a él mientras Walter abría los ojos de forma desmesurada al ver el rostro del hombre que se escondía tras ese nombre.
—Me alegra tanto que me reconozcas —dijo con una media sonrisa mientras colocaba su cabello tras la oreja y lo sujetaba con una liga—. Siempre es un placer sorprender a más de uno.
Cuatro de los participantes se colocaron un pasamontañas y solo Melina se colocó una maya en la cabeza.
El hombre lo observó sin poder creer quien estaba frente a él.
—Nunca debiste hacerle daño —dijo Maddox mientras se acercaba.
—¿Vas a matarme? —preguntó sabiendo que no se atrevería a tanto.
—Comprenderás que no puedes volver a casa después de conocerme —dijo Parker—. No puedo arriesgarme. Algo tenemos que hacer y cómo borrarte la memoria es imposible solo queda silenciarte.
El rostro del hombre se tensó al darse cuenta de lo que eso significaba.
Parker no lo dejaría ir así nada más sabiendo que él no era como Megan, esta era miedosa e indefensa mientras que el hombre frente a ellos era peligroso y traidor.
El aspecto confiado de Walter desapareció de inmediato al darse cuenta de lo que significaba.
Hurs estaba preparado para iniciar, tan callejero como siempre y tan deseoso de demostrar por qué seguía siendo el rey de la pelea.
Fue Max quien lo soltó tomándolo de la camisa para que dejara que Hurs se hiciera cargo.
Se acercó de forma tentativa antes de dar el primer golpe, tan certero y fuerte que lo envió al suelo rompiendo su nariz.
No le dió tiempo a levantarse antes de que una ráfaga de golpes lo recibiera, con el salvajismo y la velocidad de Hurs cada golpe fue más fuerte que su predecesor tanto que no hubo necesidad de que Maddox interviniera.
Se sentó a observar cómo sus amigos demostraron una vez más por qué eran su familia y demostrando que siempre serían uno solo. Incluso Melina que solo debía lealtad a Parker.
—Hoy el diablo solo está de espectador —dijo Max—. Nosotros hemos decidido darle una ofrenda.
Una serie de golpes nuevos vinieron mientras Maddox observaba sin inmutarse.
Odiaba tener que hacer eso pero para problemas grandes soluciones enormes.
Hurs se detuvo y Max junto a Parker estaban encargándose de él.
—¿Qué hiciste con Albert? —preguntó desde su lugar.
—¡Lo maté! —gritó en medio de los golpes—. Lanzamos su cuerpo por ahí sobre el cruce que se encuentra entre Marble Arch y Edgware Road.
—¿Cuándo? —preguntó.
—Desde hace mucho —dijo jadeante—. Desde antes de la golpiza que me dieron.
Escuchó el jadeo y la súplica o el intento de súplica que murió con un nuevo golpe.
Se preguntó cómo era posible que un cuerpo no fuera visto en ese lugar.
No le importaba pero de alguna manera debería decirle a su familia y seguramente a pesar de todo las tres llorarían la muerte del bastardo.
Se quedó callado haciendo una seña que dejaba claro deseaba que finiquitaran todo.
Los golpes no se hicieron esperar y con ello vino la súplicas del sujeto hasta que Max y Parker se detuvieron para dar paso a Hurs que colocaba las nudilleras de acero en sus manos.
El arma preferida de Hurs en una batalla.
El hombre entreabrió los ojos para verlo acercarse con ambas manos enfundadas en las manoplas de acero antes de sentir el primer golpe que lo hizo lanzar sangre y quedarse tirado luchando por incorporarse.
Recibió golpe tras golpe de Hurs hasta quedar irreconocible.
Se detuvo hasta que lo vio agonizando y solo entonces se paró a su lado.
—Es hora de irnos —dijo Maddox poniéndose de pie—. No va a sobrevivir.
Se puso de pie pero Melina lo detuvo.
—Las aves de rapiña siempre encuentran como sobrevivir —dijo quitando el seguro de su arma—. Que sea a mi cuenta.
Disparó sin más y se detuvo unos segundos en silencio mientras miraba la sangre correr.
Fue Max quien se movió para traer a alguien más frente a todos.
El sujeto, cómplice de Walter estaba con los ojos vendados en inconsciente por lo que solo lo dejaron sentado recargado sobre un árbol y pusieron unos guantes a sus manos, las manoplas y ensuciaron sus manos.
El arma disparada fue guardada en su cintura y sin más, cinco personas abordaban sus autos para irse de ahí.
Los cinco fueron al casino por separado donde se reunieron.
—No creí que te atreverías —dijo Max mirando a Melina una vez dentro.
—También tenía cuentas conmigo —dijo con una media sonrisa—. De hecho fui mucho más benévola que ustedes que pretendían dejarlo agonizando.
Max no dijo nada, solo la observó y no es que se sorprendiera pero estaba seguro de que había mucho más en ella.
Maddox por su parte acentuó lo que ya pensaba de ella, que era una mujer fría y calculadora, pero ahora estaba convencido de que más allá de todo eso existía una mente indomable y cero rastro de humanidad. No la culpaba, solo Parker conocía sus secretos y por eso estaban tan unidos, tanto que ninguno de los dos se traicionaría jamás bajo ningún concepto.
Maddox se puso de pie entregando a Parker todo lo que habían utilizado en el asunto que acababan de resolver y salió de ahí dispuesto a finiquitar otro de sus pendientes no sin antes pasar a su departamento por lo que necesitaba.
Condujo de nuevo esta vez con el corazón acelerado y el estómago revuelto de los nervios.
Finalmente se detuvo frente al lugar que antes tanto había querido pero también al que tanto odiaba.
Miró la fachada de su casa antes de suspirar.
Ahí habían más recuerdos malos que buenos pero recuerdos al fin y una vez se acercó hasta la entrada llegó a su mente la última vez que estuvo ahí y la manera en que fue echado.
La puerta se abrió por una mujer que él no conocía y suponía era nueva servidumbre.
No esperó más y entró encontrando a su madre y a su hermano sentados en la sala de visitas de lo más cómodo.
—Buenas tardes familia —dijo al tiempo que ellos se ponían de pie con soberbia y le miraban.
—¿Qué demonios haces aquí? —preguntó su hermano—. No tienes nada que hacer en esta casa.
—Eso mismo te diría yo —dijo con una sonrisa cínica—. Esta es ahora mi casa, el dinero que sigues gastando es mío y vengo a exigir que abandonen mi propiedad a más tardar el día de mañana. A mi esposa no le gustará venir y encontrar gente extraña.
—¡No vamos a irnos! —dijo su madre—. ¡No tienes derecho a esto, el viejo fue un estúpido pero no tienes derecho a esto. No eres un Gaskell de sangre!
—Mientes —dijo con calma.
—No eres más que un arrimado —dijo la mujer—. ¡Mi esposo te recogió y te quedaste aquí pero no eres uno de nosotros y ahora pretendes arrebatarle a mi hijo lo suyo!
—Es una pena que el viejo no haya sabido eso —dijo armándose de una indiferencia que no poseía—. La cuestión es que todo esto es mío y solo he venido a dejarles la prueba de que nunca hice daño a Pepper y a decir que si mañana no están fuera de aquí me veré en la necesidad de echarlos por las malas.
—Pepper jamás fue la misma desde ese día —dijo su madre—. No eres más que un delincuente.
—¡Me dejó hace unos meses incapaz de olvidar que le hiciste daño! —gritó su hermano y Maddox rió con ganas.
—Te dejó hace unos meses porque supo que el dueño de esto no serías tú —dijo divertido—. Ha estado de atrastrada conmigo desde entonces. Te la puedes quedar.
Lanzó sobre el sofá el vídeo que por años había conservado y se dio la vuelta.
—Los quiero fuera mañana mismo.
Salió de la casa mientras lo que su madre le había dicho daba vueltas por su cabeza.
El sonido de su celular lo hizo salir de sus pensamientos.
No reconoció el número, aún así respondió escuchando a una mujer envuelta en llanto que no era otra que la madre de Brooke...
Bueno niñas pues esto se acaba el martes y el jueves iniciamos la de Hurs. Nos leemos más tarde con a segunda vista.
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