Capítulo 41
Con el pasar de los días Maddox comenzó a desesperarse. Habían pasado solo cuatro días desde que todo se desencadenó pero ella seguía sin hablar con él y sin recibirlo.
Cada día asistía a su casa buscando que al menos lo recibiera unos minutos pero se negaba.
No llegaba al casino bajo ningún concepto y mucho menos le llamaba, así que había optado por dejar recados con su madre sobre los proceso a seguir con la esperanza de que decidiera un día recibirlo
No le preocupaban los requisitos para casarse dado que al final ya los habían presentado antes.
Tras mucho insistir habían quedado en verse esa mañana para firmar el contrato prenupcial y de ser aceptado por ella la boda se haría en una semana más y al final solo se iba a recorrer unos días.
Permaneció sentado varios minutos esperando con nervios se llegada. Debía admitir que estaba nervioso por todo pero más porque ella parecía dispuesta a marcar distancia.
-Por tu culpa Scarlett y yo no nos vemos -dijo Hurs desde su lugar.
-Creo que tú no la ves -dijo Maddox-. Ella desde siempre no te veía.
El rostro de Hurs ante la referencia a su ceguera lo hizo reír.
-Lo siento, solo estoy nervioso -dijo como justificación.
-Sigo pensando que es una locura -respondió su amigo-. En fin, no creo que algo bueno vaya a salir de esto pero espero que no te estés equivocando porque de ser así vas a llevarnos entre los pies. ¿Has pensado que si ella se queda la mitad será porque en realidad puede pedir estar al tanto de lo que pasa aquí? ¿Has pensado en Parker? Somos un equipo.
Por un momento guardó silencio y dejó que sus pensamientos vagaran. Su amigo tenía razón pero también pensaba que tenía derecho a ser feliz o al menos a intentarlo.
Escuchó el sonido de la puerta e inmediatamente autorizó que entraran.
Brooke aparecía por primera vez en días frente a él.
-Me retiro -dijo su amigo pasando a un lado de Brooke.
Esta se sentó de inmediato sin decir una palabra y extendió las manos para que le entregara el acuerdo.
Maddox se lo dió y apenas abrió la carpeta la vio pasar los ojos por las líneas.
Estaba leyendo de forma detenida sin decir una palabra.
-Si tienes alguna duda puedo explicarte -dijo tratando de que al menos le mirara.
La vio terminar la primera hoja y después la segunda hasta llegar a la tercer hoja donde prestó especial atención.
Leyó y después volvió a pasar la vista hasta posarse sobre la última hoja donde venía el detalle de todo lo que hasta ese momento poseía.
Cuando terminó la lectura se quedó observando los papeles unos segundos y después pidió un bolígrafo para finiquitar aquello.
Por un momento Maddox creyó que no lo firmaría pero sus esperanzas murieron al ver que firmó sin titubear un acuerdo en el que él quedaba económicamente reducido y la única favorecida era ella.
Una vez firmó ambos juegos en original volvió a guardar los papeles en la carpeta y se los entregó al mismo tiempo que se ponía de pie.
-Brooke -dijo tratando de detenerla-. Puedes darme unos minutos.
-No -respondió tajante-. Le dijiste a mi madre que de firmar en dos días más estaríamos casados. Espero que así sea. En dos días vendré a este mismo lugar para casarme, solo confírmame la hora. No estoy dispuesta a esperar más.
Se dio la vuelta sin más y salió del casino ante la vista de dos de los amigos de Maddox que en ese momento entraban.
Ambos observaron al diablo pasarse las manos por la cara en clara muestra de su desesperación.
-Creo que la tienes difícil -dijo Max-. Espero que al menos se le suavice un poco el carácter ya que esté casada.
Hurs dudaba mucho que así fuera pero esperaba en el fondo que su amigo al menos tuviera una buena convivencia.
-Buenos días señoritas -dijo Parker una vez entró quitándose la chaqueta-. Hace un calor del infierno.
-Es porque el diablo está enojado -dijo Max-. Supongo que la temperatura ambiente se pone al rojo vivo.
-Ya, pues espero que hayan traído algo adecuado -dijo dejando a la vista su melena rubia bajo el disfraz-. No sé, algo apropiado para el calor, tipo un traje de baño de dos piezas, no me gustaría que anden mostrando sus pezoncitos. Ni sus caniquitas. Algo decente pero fresco. Lo digo porque el diablo va a echar en llamas esta oficina una vez me escuche.
-Tú no traes traje de baño -agregó Hurs.
-Pero es algodón -dijo sacudiendo los brazos para mostrar la tela-. En fin, el punto es que el diablo va a arder porque vengo a dejar caer gasolina sobre el fuego. Acabo de ver a Lilith salir y subirse al auto de un jovencillo esmirriado que apenas vi.
-¿Qué dices? -preguntó Maddox acercándose a Parker-. ¿Quién era el tipo?
-Alguien de su edad, algo rubio, delgado, que llevaba una camisa de cierto cine reconocido -dijo lanzando el veneno.
El rostro de Maddox se encendió de inmediato.
-Menos mal apenas lo viste -dijo Hurs.
-Si lo hubiera visto bien, habría traído hasta su signo zodiacal -añadió Max antes de ver a Maddox caminar a la salida.
Salió del casino buscando si aún estaba cerca aunque sabía que no desde que llevaba varios minutos que se había ido.
Llamó al juez en ese momento para indicar la hora de la boda, después de todo había pagado muchísimo dinero para lograr la boda en el momento en que quisiera.
Volvió al casino solo para tomar sus llaves y decirle a sus amigos que se casaba en dos días, les dió la hora y esperaba contar con ellos ahí aunque no estuvieran de acuerdo.
Salió del Hellville para ir a casa de Brooke de inmediato y mientras conducía pensaba en que tal vez ella nunca dejó de ver al imbécil del cine y ahora quería la mitad de todo para quedarse con el dinero.
Miles de cosas pasaban por su cabeza antes de que se dijera a sí mismo que no debía dudar.
Se detuvo frente a su casa y tocó la puerta de forma desesperada.
Fue ella quién abrió con una sonrisa que se borró al verlo.
Esta vez no le dio tiempo a que le cerrara la puerta en la cara y entró el mismo.
Al entrar le miró. Estaba sentado platicando con la madre de Brooke cuál familia perfecta.
-¿Qué hace este hijo de perra aquí? -preguntó con dureza-. Te largas ahora mismo.
-No va a largarse a ningún lado -dijo ella llevándole la contraria-. Yo lo he invitado y se va a quedar aquí. No tienes ni moral ni cara para decirme nada cuando tú mismo has sido un costal de mentiras.
-Brooke, ya te dije que eso podemos arreglarlo -dijo tratando de relajarse-. Vamos a aclarar eso, pero quiero que se vaya de aquí, que se vaya de tu vida.
-¿Vas a aclararlo con otra de tus mentiras? -preguntó completamente enfadada-. Gracias pero creo que ya las escuché todas.
-No eres la misma Brooke -dijo completamente desesperado-. Sé que estás enojada pero podemos arreglar esto si solo me dejas aclararte las cosas.
-No, no quiero nada -replicó-. No quiero que me expliques absolutamente nada, no quiero escuchar más mentiras. No necesitó hacerlo.
Maddox la observó con atención tratando de encontrar un poco de dolor en sus palabras pero solo encontró rabia y resentimiento.
-Lárgate ahora mismo -dijo al joven que se había puesto de pie-. No quiero verte cerca de Brooke nunca o voy a hacerte pedazos.
El chico solo atinó a caminar hacia la salida sin decir absolutamente nada pero Brooke lo detuvo.
-No tienes que irte -dijo tocando su brazo.
Movimiento que no le pasó y desapercibido a Maddox.
-¡Basta! -gritó y la tomó de la muñeca apartándola-. ¡Estoy harto de esto, he tratado de explicarte y no me dejas aclarar las cosas! Ya estoy cansado de suplicar que me escuches, así que si quieres las cosas en una batalla, entonces la vamos a tener, en dos días te casas conmigo y podrás disponer de todo lo que quieras, pero las cosas se van a hacer como yo digo y te recuerdo que esta casa sigue siendo mía -escupió con furia-. Aún sigo siendo dueño de todo, no lo olvides, así que en este momento se va a largar de mi casa y punto.
Brooke le observó con la mandíbula apretada de coraje y asintió tomando a su amigo y llevándolo a la salida.
Este la miró como si sintiera pena por ella, o al menos la sentía después de lo que ella le había contado una vez lo buscó para pedirle ayuda tres días atrás.
Salió de ahí dando una sonrisa amable a su ex novia y sin más partió mientras la veía luchar contra las emociones que la embargaban.
Ella, una vez lo vio partir se giró para ver a Maddox que lucía para nada arrepentido.
-La boda es en dos días a las 11 de la mañana -dijo suavizando el tono-. Te veré en la boda.
Trato de acercarse a ella pero retrocedió sin quitarle la vista de encima. Una mirada de odio y de desprecio.
-Espero que un día después de la boda podamos ir a hacer los trámites para obtener la herencia. -El tono impersonal no le pasó desapercibido-. No quiero esperar absolutamente nada.
Se alejó de él dejándolo ahí parado mientras se dirigía a su cuarto sin más conteniendo las lágrimas y aguantando estoica para no salir corriendo y echarse a llorar.
Escuchó que la llamaba pero decidió no responder y se encerró en su habitación como desde que todo había empezado.
Le dolía la cabeza y el cansancio emocional la tenía sin apetito alguno, con el estómago revuelto de rabia y de miedo a la incertidumbre. Sin embargo, tenía claro que no pensaba ceder un solo milímetro de terreno a Maddox o la tendría de nuevo en un abrir y cerrar de ojos envuelta en su telaraña de mentiras.
Escuchó la puerta principal cerrarse y supuso que se había ido y no volvería.
Sacó la maleta que tenía donde echó todas sus prendas de ropa, al menos todas las que cabían y el poco dinero que tenía, después de todo iba a casarse y con ello cambiar su vida para siempre.
Salió varios minutos después donde su madre la observó y negó antes de abrazarla y consolarla de nuevo.
-No tienes que hacerlo -dijo entre lágrimas-. Todo esto es culpa de tu padre, si él no hubiera hecho nada de lo que hizo tú no lo habrías conocido y esto no estaría pasando ni estarías sufriendo.
-No importa -dijo con una media sonrisa-. Lo hecho, hecho está y voy a resolver esto de una u otra manera. Espero hagan sus maletas pronto.
-Podemos quedarnos aquí -dijo su hermana.
-No voy a separarme de mi familia y voy a necesitar las a mi lado después de casarme -respondió-. Quiero que tengan listo todo.
Se dio la vuelta y de nuevo se metió a su habitación para mirar el cuarto a detalle, ese mismo que tantos años había usado y que hasta hace unos días estaba dispuesta a dejar con alegría pero que ahora le dolía en el alma porque sabía que una vez lo dejara jamás volvería a esa habitación.
Pensó en que había llegado el tiempo de demostrar de lo que estaba hecha y de por fin dar la cara sin miedos y sin llanto. Así estaba ahora, como si hubiera perdido todo pero aún le quedara la dignidad de no agachar la cabeza...
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