Capítulo 39
—Me alegra, amorcito —dijo en tono sugerente—. Aún sigo pensando que podemos arreglar nuestras diferencias. Me quieres y yo a ti. No hay necesidad de que sigas manteniendo a esa mocosa, no te importa y yo siempre he sido tu mujer.
El rostro impertérrito de Maddox no dejaba al descubierto nada; sin embargo, ella decidió continuar.
—Ninguna mujer va a hacerte tan feliz como yo —dijo acercándose y colocando sus manos sobre el pecho de Maddox.
Lo vio tener el corazón acelerado y pensó por un momento que se debía a ella; sin embargo, Maddox la tomó de la mandíbula y la arrastró hacia atrás lanzándola sobre la cama.
—Si te acercas a Brooke o intentas hacerle algo te juro que vas a conocerme —dijo apretando los dientes—. Ya no soy el títere de antes ni el idiota que te quería. Hace mucho que dejaste de interesarme.
—Estoy segura de que no puedes quererla —dijo haciendo que Maddox riera—. No puedes querer a otra.
—Puedes tener la seguridad de que la quiero y la voy a proteger de las malditas serpientes como tú —respondió ejerciendo fuerza sobre su agarre—. No me provoques Pepper, porque no has visto nada de mí.
La soltó de golpe y se alejó con la mandíbula temblando de rabia contra sí mismo y contra Pepper.
La escuchó llorar y acercarse a él de nuevo como si pretendiera hacerlo entrar en razón pero solo recibió el desprecio y de nuevo un empujón de Maddox.
—No sé cómo un día pude querer a una mujer como tú —dijo con asco—. Me da rabia y me siento asqueroso de haber compartido contigo algo. Eres repugnante.
—¿Qué puede hacer una mocosa que apenas sabe de la vida? —preguntó furiosa y decidida a finiquitar el asunto—. Estoy segura de que ella no sabe nada sobre ti, lo que te gusta, lo que yo hacía por ti y para ti.
—No hace nada de eso porque no lo necesita para volverme loco —respondió con malicia—. Al fin me he dado cuenta de lo mucho que mi novia vale y lo poco que siempre has válido tú. No eres más que una vieja oportunista que no quiere verse como lo que es, una mujer en decadencia que solo busca la manera de subsistir con algún estúpido, pero he de decirte que ese no soy yo. No voy a permitir que me hagas daño y mucho menos que se lo hagas ella. O te apartas por las buenas o te apartas por las malas.
—¡Tú me quieres a mí! —gritó furiosa—. Nunca vas a dejar de quererme, soy yo la mujer que amas, la que siempre has amado y la que amarás hasta el último de tus días. No vas a casarte con ella.
—Voy a casarme con ella porque la amo y porque una serpiente como tú no hará que deje de hacerlo ni en una vida —dijo furiosa—. A ti te aborrezco pero me aborrezco más a mí mismo por haber puesto mis ojos en una asquerosa como tú. Querías saber lo que pienso ahora de ti, pues ya lo sabes, me das asco y nunca, ni en una vida vas a poder darme la felicidad que busco, nunca te compares con Brooke porque hay un abismo de diferencia. Ella es bondad, belleza y juventud mientras tú eres oscura, vieja e inservible. Nunca podrías darme una familia y mucho menos complacerme.
Pepper lo observó, furiosa y herida a la vez porque jamás pensó que alguna vez Maddox la enfrentara de esa manera.
Siempre fue el chico fiel, bueno, sumiso y manipulable y ahora parecía un hombre completamente diferente, aguerrido y dispuesto a todo por la mujer que tenía.
—Si lo que piensas es que voy a correr a tus brazos cuando ella me dejé temo decepcionarte de nuevo —dijo riendo—. Ni loco volvería contigo. Si quieres la herencia vete despidiendo porque no vas a ver ni una sola moneda, tanto si me la quedo yo como si se la queda mi familia. En cualquier caso no hay lugar para los parásitos.
Pepper lo miró con toda la rabia que pudo reunir, ese no era el mocoso que había conocido y ahora con la aparición de Brooke mucho menos tenía oportunidad.
Cuando decidió buscarlo creyó que sería fácil hacerse de su confianza de nuevo, sin embargo, estaba claro que no y que Maddox no era más suyo.
—Dijiste que nunca me dejarías de querer —dijo fingiendo lágrimas que ya no lo conmovían—. Dijiste que siempre estarías para mí.
—Dijiste que me querías a mí —replicó—. Mentiste, tú no quieres a nadie, solo quieres al dinero y has venido a buscarme sabiendo que el heredero del viejo soy yo. Ya puedes correr hacia Brooke a decirle todo y aún así no verás una sola de las monedas de la herencia maldita loca, no voy a darte el gusto de que te quedes con ese dinero.
Volvió a acercarse a ella y la tomó del cabello tan fuerte que la hizo emitir un quejido de dolor.
—Si te acercas de nuevo ya verás de lo que soy capaz. —La soltó de un solo golpe haciendo que trastabillara—. Si hemos de vernos de nuevo que sea en el infierno, perra.
Salió del lugar dando un portazo y caminó a toda prisa hasta la salida antes de subir a su auto y conducir de nuevo hacia el casino.
Durante el camino pensó que se sentía mejor después de haberla enfrentado y de haberse quitado por fin la idea de que la quería, al menos ahora podía ser completamente sincero con su chica y esperaba que ella pudiera entenderlo o perdonarlo.
Se estacionó frente al casino y una vez dentro se acercó a su amigo Max que iba hacia la oficina de Parker.
En cuanto entraron se dieron cuenta de que no estaba solo sino con Megan dentro de la oficina con los ojos inflamados y las manos heridas.
Se acomodó en medio de la oficina mientras veía a Parker revisar los papeles frente a sí.
Megan lo había conseguido. Se convenció de que lo hizo antes de que él visitara a Pepper y aunque esta destapara la identidad de Parker no serviría de nada cuando no había ninguna prueba visual así que eso era lo de menos.
Parker revisó atento todo y después la miró con arrogancia.
—Espero que te haya quedado claro que conmigo no debes jugar jamás —dijo con malicia—. Nunca lo intentes porque siempre voy a encontrar cómo hacerte daño.
—Dejarán en paz a mi hijo —declaró más que como petición como orden—. No quiero que le hagan daño.
—Eso no lo decides tú —dijo su amigo mientras la miraba con intensidad—. Quiero que te largues de aquí y nunca más intentes chantajearme de lo contrario siempre voy a encontrarte y cobrarme la ofensa.
Megan se levantó de un salto y salió del lugar sin más, corriendo mientras sus pisadas resonaban por las escaleras.
Parker guardó las copias de los papeles en su cajón y mantuvo el contrato fuera dándoselo a Maddox.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —dijo entregando las hojas—. Esa chica merece saberlo todo.
—Es probable que me mande al diablo —dijo con el corazón constreñido—. Igual estoy cansado de vivir todo el tiempo temeroso y he decidido decirle todo.
—El diablo no estaba muerto —dijo Max hablando por primera vez—. Andaba de parranda. Así es como se hacen las cosas.
Sus amigos lo felicitaron por decir las verdad y desearon que todo saliera bien y no hubiera problemas.
Maddox salió de ahí para ir a su oficina y esperar la llegada de Brooke.
Se sentó con el hueco en el estómago de solo pensar en lo que podía pasar y finalmente volvió a llamarla para decirle que iría a su casa.
No podía soportar más por lo que decidió que era hora de ir a verla y acabar de una buena vez por todas.
Una vez llegó a su casa tuvo que esperar afuera su llegada.
Brooke llegó minutos después cargando el paquete con su ajuar y sonrió apenas vio a Maddox que le devolvió la sonrisa y entró tras ella a la casa.
Una vez dentro y después de saludar a la hermana y mamá de su novia se sentó a esperarla mientras llevaba el vestido a su cuarto.
La vio llegar con una sonrisa amable y se sentó a su lado dejando un beso en su mejilla.
—¿Qué es eso que no puede esperar? —dijo divertida.
—Brooke, quiero decirte algo porque si me quedo callado voy a explotar —añadió.
El rostro de la chica se puso tenso para después regalar apenas una sonrisa nerviosa.
—Hace unos meses. —Comenzó a relatar—. Recibí a un notario, un tiempo después de haberte conocido. El notario me hizo saber que mi abuelo dejó toda su herencia a mi nombre.
—Bueno, eso no es tan malo —dijo pero guardó silencio al ver su rostro.
—Debía casarme en menos de un año para cobrarla y mi esposa demostrar que estaba realmente enamorada de mí —dijo de golpe.
Un silencio se hizo en medio de ambos y no hizo falta más palabras para que ella comprendiera.
Levantó los ojos avergonzado al ver que ella no decía nada para encontrarse con la vista de Brooke viendo hacia la puerta sin pestañear.
—Por eso te acercaste a mí —dijo sin mirarlo—. Querías asegurarte de que yo no mintiera y pudieras contar con la herencia. Todo ha sido mentira.
—No, bueno, en un principio sí pero…
—No te atrevas a decirme una mentira más —Maddox negó de forma desesperada—. Has hecho todo este circo para hacerte de más dinero, dinero que supongo no necesitas.
—No fue por el dinero —dijo acuclillándose frente a ella—. Quería echar a mi familia de la casa, dejarlos sin nada. Hay cosas que puedo explicarte.
—Estoy segura de que sí —dijo enfadada—. El punto es que no me interesa escucharlo.
—Brooke. —Volvió a decir—. Necesito que me escuches. Yo de verdad te amo y voy a olvidar mi estúpida…
—No quiero escucharte. —Interrumpió de nuevo—. No quiero oír nada más de tus mentiras.
De nuevo hubo un silencio que él no supo cómo interpretar.
—Supongo que lo que firmé no era la cancelación de la deuda —dijo apretando los dientes.
—No —respondió sabiendo que se hundía más.
—¿Qué fue lo que firmé?
—Un acuerdo prenupcial —dijo—. No es nada malo.
—Ya, solo aseguras tu patrimonio —dijo volviendo a callar.
—Quiero casarme contigo porque te quiero —dijo mientras la veía limpiar sus lágrimas.
—¿Debo estar casada un tiempo definido contigo? ¿También te debo dar un hijo? ¿Soportar a tus amantes?
—¡No! —respondió—. Olvídate de todo eso, olvidemos la herencia, quiero que nos casemos porque quiero estar contigo. No me interesa el dinero.
—Pero a mí sí —dijo sorprendiéndole—. Vamos a continuar con la boda pero a cambio quiero un nuevo acuerdo donde la mitad de todo lo que tienes, de todo Maddox, absolutamente todo, será mío en cuanto me case. Es eso o no hay boda.
La rabia con la que lo dijo le dejó claro a Maddox que de ninguna manera estaba perdonado, sino que al contrario, estaba más hundido que nunca.
Darle la mitad de todo su dinero era un riesgo, pero a cambio ganaría tiempo a su lado para redimirse y lograr que lo perdonara.
Tomó su mano y dejó un beso en sus nudillos que ella limpió de inmediato.
—Será como tú quieras —dijo asustado de verla tan calma.
Había esperado un estallido de gritos, llanto y golpes; sin embargo, apenas la había visto llorar y parecía que incluso estaba más enojada que triste. Se sintió un miserable por hacerla sufrir, pero era tan egoísta que aún así no pensaba dejarla ir.
—Ya te puedes largar —dijo poniéndose de pie—. No quiero volver a verte a menos que sea para firmar el acuerdo, de lo contrario no quiero verte cerca. Si piensas que voy a echarme a llorar y suplicarle que me quieras ya puedes irte a la mierda.
—No quiero nada de eso.
—Entonces fuera de mi casa.
Maddox se puso de pie y trató de acercarse, a cambio recibió la rabia de Brooke echándolo de su casa.
—¡Lárgate! —dijo enfadada—. ¡Fuera de mi casa!
Lo sacó y cerró la puerta tras él viendo a su madre y hermana paradas, ambas llorando seguramente después de escuchar todo.
Se acercó y se dejó consolar por las dos mujeres durante largo rato en los que apenas pudo dejar de llorar.
—No tienes que casarte —dijo su madre—. No así.
—Seguro que sí —dijo limpiando sus lágrimas—. Va a haber boda y es mi última palabra.
Caminó hacia su cuarto pero el sonido de la puerta la hizo volver.
Creyó que de nuevo era él pero cuando su madre abrió vio a la mujer frente a ella.
Pepper miró Brooke con su característica malicia.
Brooke miró los pendientes de Pepper y se acercó a ella.
—¿De dónde has sacado esos pendientes? —preguntó con los dientes apretados.
Pepper un tanto sorprendida de la pregunta llevó sus manos a las orejas.
—Fueron un regalo de mi querido Maddox —dijo y Brooke suspiró cerrando los ojos.
—Lo que sea que tengas que decir está de más —dijo con una sonrisa cínica—. Ya sé la clase de basura que es mi prometido, no te molestes en enlodarlo más porque te tengo una noticia, aún así voy a casarme con él.
La tomó del brazo y la sacó de la casa sin más cerrando la puerta sin dar tiempo a que Pepper pudiera reaccionar.
Brooke se metió a su cuarto sin escuchar las súplicas de su madre.
Miró el vestido de novia que con tanta ilusión había tocado esa misma mañana y lo sacó de la caja lanzándolo al piso, pisoteándolo y rasgando la tela en un arrebato de dolor...
Buenas, lo iba a hacer anoche y me quedé dormida. Los años no me ayuda 😂. Nos leemos y bueno en un ratito el final del Jenna por fin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top