Capítulo 37
Parker caminaba de un lado a otro mientras pensaba resolver su problema.
Nadie podía saber en dónde estaba y mucho menos iba a permitir que arruinaran sus propósitos.
—Voy a arreglar esto —dijo Maddox—. Esa maldita.
—Lo único que tienes que hacer es contar la maldita verdad —dijo paseándose de un lado a otro—. Yo voy a encargarme de lo que ha descubierto, tú solo encárgate de Brooke.
Maddox se acercó a Parker y lo abrazó.
—Gracias —dijo mientras los ojos de Parker rezumaban rabia—. No debiste verte involucrado.
—Igual voy a enseñar a la momia quién soy yo —dijo divertido—. Espero que no te enojes.
—Tienes vía libre —dijo Maddox—. Yo iré a ver a Brooke.
—Cuéntale la verdad —dijo pero Maddox negó.
—Si lo hago va a dejarme.
—Igual va a dejarte cuando se entere —respondió—. ¿Por qué eres tan terco? En fin, haz lo que quieras yo voy a resolver esto ahora mismo y no quiero duendes detrás de mí. Soy grande y puedo hacerlo, así que no quiero a ninguna bola de músculos siguiendo mis pasos.
—Pues eres menor que todos. —Habló Hurs por primera vez—. Así que te aguantas y me llevas.
Parker suspiró y no dijo nada solo sonrió mientras Hurs hacía lo mismo.
—Además debo admitir que quiero ver a Melina en acción —confesó—. Es sexy.
—Debo admitirlo también —secundó Max y miraron a Maddox.
—De acuerdo, también lo admito —dijo riendo—. Aunque no es mi tipo, solo el tipo de Hurs y porque está acostumbrado a los golpes.
—Melina no me pegaba —dijo el aludido—. Bueno, no siempre.
—¡Que asco! —dijo Max—. Dejen de contar sus historias de incesto.
—No somos familia de sangre —dijo con fastidio.
—Aún así es asqueroso —respondió—. Me resisto a escuchar como fue todo.
Parker comenzó a reír y enfiló a la salida seguido de sus amigos.
—Si quiero que algo salga bien tengo que hacerlo yo. —Fue diciendo en el camino—. Estoy rodeado de tres ineptos, uno peor que el anterior.
Maddox hizo un gesto con la mano como recreando el abrir y cerrar de un pico mientras movía la cabeza y simulaba el parloteo de Parker que hizo reír a Max y a Hurs.
Cuando este se giró a verlos apenas pudieron contener la risa.
—No pueden ser serios ni en estos casos —dijo subiendo a su auto—. Ya saben lo que tienen que hacer.
Hurs y Max fueron a hacer su parte mientras Maddox y Parker la suya.
El primero en arribar a casa de Brooke fue Maddox que cuando fue invitado a pasar por Megan le dedicó una mirada áspera que seguramente entendió.
Brooke se lanzó sobre él para besarlo y toda su valentía de contar la verdad se esfumó en cuanto la vio sabiendo que lo mandaría a tomar por el culo.
Brooke sonrió al ver a su novio.
—¿Qué haces aquí? —dijo divertida—. ¿No deberías estar en tu despedida?
—Bueno, vine a cerciorarme de que no había ningún bailarín lleno de hormonas aquí —dijo causando que su novia soltara una risa divertida.
—No hay ningún bailarín lleno de hormonas —respondió entre risas—. ¿Dónde están tus amigos? Debiste invitarlos.
—Parker fue a atender a alguna de sus mujeres, Hurs y Max no sé a dónde fueron —dijo abrazándola.
Escuchó el sonido de la puerta y esta vez fue Brooke quien abrió dando paso a Melina que entró con su aire de reina saludando a Brooke con dos besos.
—Hola hermosa —dijo antes de saludar a Maddox con una sonrisa maliciosa.
Megan torció el gesto con la llegada de la mujer en cuestión así que solo se limitó a quedarse callada.
—Siento llegar tarde —dijo Melina—, pero estaba en la despedida de un amigo íntimo de mi Parker y no pude rechazar la invitación.
—No te preocupes —dijo Brooke que permanecía sentada.
Pasó un rato en el que todas platicaban.
—¿Quién organizó esto? ¿La madre Teresa? —preguntó Melina al cabo de un rato—. Está más muerto que un cadáver. Vamos a poner algo de ambiente.
Sacó de su bolsa una botella que Maddox de inmediato comprendió lo que pensaba hacer.
Puso música y comenzó a hacer juegos en los que cada que alguien perdiera debía beber un shot.
Cómo era de esperarse ella no perdía jamás y solo Brooke, Scarlett, su suegra y Megan estaban bebiendo.
Al cabo de un par de horas todas estaban riendo sin parar e incluso Megan estaba animada y contaba cosas que había vivido con Parker.
Hablaba sobre su relación con él y terminó llorando diciendo que aún lo quería.
Mencionó que Hurs se acostaba con Melina y un sin fin de cosas que no tenían congruencia.
Melina dijo que la llevaría a su casa y Maddox la secundó.
—Está bastante mal —dijo Brooke mirando a Melina—. Eres muy amable al llevarla a pesar, de bueno, ya sabes la forma en que te trata.
—No es nada —dijo dándole un beso—. Disfruten su noche yo debo levantarme temprano mañana.
Salió llevándose a Megan en su auto.
Puso el cinturón y condujo sin decir nada más.
Apenas detuvo el auto abrieron la puerta para sacar a Megan y llevarla dentro.
Fue Max quien se encargó de todo y al cabo de un rato Parker, Hurs y Max estaban reunidos esperando a que despertara.
—Melina siempre hace un trabajo impecable —dijo Max—. Es la segura.
—Lo que una mujer hace por 22 centímetros —dijo Hurs.
—23 —corrigió Parker.
—Cada semana le aumentas un centímetro —resongó un escandalizado Max.
—Es cierto cada que le subes un centímetro me haces dudar de mi heterosexualidad —añadió el otro—. Entre tu sexy andar y tus 22 ó 23 centímetros me pongo nervioso cuando estoy a tu lado, bebé.
Parker casi se ahogaba con su bebida al escuchar a Hurs poniendo como siempre humor a todo.
—Siempre estoy dispuesto a cumplir tus más oscuras fantasías —respondió—. Tienes mi número.
—Vayan a susurrarse cochinadas al baño —dijo Max—. Si no piensan incluirme dejen de hablar que solo me calientan y nada.
Los tres siguieron riendo mientras Parker encendía su cigarrillo, lo aspiraba y después exhalaba el humo con tranquilidad.
Vieron entrar a Maddox con una ropa diferente a la que tenía.
—¿Lilith hizo pedazos tus harapos? —preguntó Hurs—. Cada vez las doñas se ponen más salvajes.
—Bueno, estoy seguro de que mañana tú serás el Bello y Scarlett la bestia después de que Megan ventilara tus acostones con Melina —dijo con una sonrisa de satisfacción—. Estoy deseando ver cómo de un zarpazo te hacen harapos la piel.
El jadeo escandalizado de Hurs los hizo reír a carcajadas.
—Ojos que no ven corazón que no siente —dijo Max entre risas haciendo que Hurs se enojara.
—Deja de burlarte de su ceguera. —Lo reprendió—. Siempre haces lo mismo.
—No lo puedo evitar. —Se disculpó.
—Yo ya cumplí con avisarte —dijo Maddox—. Ya estás muerto pero no te has dado cuenta.
—No importa, no le tengo miedo —dijo fingiendo indiferencia—. ¿De verdad estaba muy enojada?
—En paz descanse —dijo Parker con esa tranquilidad que no sabían si bromeaba o no.
—Que Dios lo tenga en su santa gloria —dijo Max—. Bueno, más bien que el diablo lo tenga en su santo recinto.
—A mí no me lo mandes —dijo Maddox—. Ya no hay espacio, Parker compró el condominio completo.
La mirada de Parker sobre él vaticinaba una réplica mordaz.
—Ya no eres el diablo —dijo divertido—. Tus cuernos fueron arrebatados por una castaña de ojos grandes y trasero enorme.
—No he prestado atención al color del cabello pero en lo otro sí estoy de acuerdo —dijo Hurs sabiendo que era el turno de reírse a costa de su amigo.
—¿Desde cuándo ves el trasero de mi novia? —preguntó enojado.
—Podría mentirte diciendo que desde ayer pero soy un hombre de honor y no miento —respondió con solemnidad—. Lo veo desde antes de que fuera tu novia, haría ver hasta a un ciego. Fin de mi comunicado.
El rostro molesto de Maddox hizo reír a los tres restantes.
—Lo hemos perdido —dijo Max—. Les dije que no dejarán que mirara reallitys y que no dejarán que leyera los horóscopos del periódico, ahora tenemos a un diablo que en lugar de llamas lanza corazones y flechitas.
—Pero no está enamorado dice —continuó el otro—. Lilith ya tiene la suite presidencial, su propio trono en el averno, su piscina de lava lista y un séquito de incubus a sus pies.
—Eso último no —replicó Parker—. El estallido del diablo sería monumental.
—De acuerdo eso último es muy bizarro —dijo Max—. Y hasta eso le han robado al diablo, el autodominio.
—Ya no le queda ni la dignidad —dijo Hurs—. Al menos sigue vistiendo bien.
—El diablo viste a la moda —dijo Max simulando que daba un latigazo.
Hurs le dió un guiño a Max que este respondió lanzando un beso.
—¡Por Dios! ¿Qué comieron hoy? ¿Perra en celo? —preguntó Maddox—. Contrólense.
—Yo sí sé controlarme —dijo Max—. No como otros.
Parker salió unos segundos de ahí dejando a sus amigos y fue seguido por Melina.
La burla comenzó de nuevo pero fue interrumpida por los quejidos de Megan que estaba despertando.
Abrió los ojos tratando de recordar dónde estaba.
Miró alrededor encontrando a tres hombres frente a ella que la miraban con seriedad antes de que se diera cuenta de que estaba atada a la silla.
—Creí que no despertaría nunca —dijo Max—. Estaba a punto de echarle agua.
—¿Qué hago aquí? —dijo mirando alrededor de nuevo.
—No estás aquí para hacer preguntas —dijo Hurs—. Sino para responderlas.
—No sé de qué hablan —dijo tratando de liberarse.
—Hablamos de tu complicidad para poner cámaras de seguridad —dijo Maddox.
Vio su rostro contraerse de nerviosismo.
—No sé de dónde han sacado eso —dijo de forma atropellada.
—Lo ha confesado la vieja —dijo Max—. Esa misma que creíste que no te traicionaría, aunque quiero saber qué fue lo que ofreció para que colaboraras.
—No me ofreció nada —dijo seria—. Porque no sé de qué hablan.
—Claro —dijo Maddox—. No somos estúpidos, creo que sé qué fue lo que te ofreció o más bien lo que tú pediste.
Los pasos resonaron por el lugar haciendo que los tres hombres sonrieran.
La puerta se abrió dando paso a una sola persona pero que ella supo de inmediato de quién se trataba.
La cabellera rubia y la sonrisa de malicia que adornaba el rostro entrante era la clara muestra de que Parker estaba dándole la cara.
—Tú eres Parker —dijo mirando sin poder creerlo.
—Creí que ya me conocías querida —dijo mientras se sentaba frente a ella—. Te has encargado de darme fama entre las mujeres y convertirme en toda una leyenda.
Megan observó a la persona frente a sí imposible de procesar lo que veía, jamás se hubiera imaginado que Parker estuviera tras ese rostro tan conocido para ella.
Las manos de Parker jugaban con sus llaves incrementando el miedo que la atenazaba en ese momento.
—Pediste que la ruca destrozara a Melina a cambio de información —aseguró—. Casi puedo escuchar la sarta de mentiras que le dijiste a Pepper. ¿En serio te crees tus mentiras? Ni en toda una vida habrías tenido una oportunidad conmigo, está clarísimo.
—Lo lamento —dijo sollozando.
—No tengo duda de eso —respondió Parker—. No sé lo que tenga planeado Maddox en torno al problema en que lo has metido, pero que sepas que a mí nadie me busca y se va con las manos vacías. Si me buscas, me encuentras, si me la haces, me la pagas y a la gente que me estorba, la desaparezco.
—No me hagan daño —dijo respirando agitadamente del miedo—. Podemos llegar a un arreglo...
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