Capítulo 22

A pesar de que Brooke insistía en que no pasaba nada Maddox seguía avergonzado de lo que había pasado y no es que no entendiera que a veces pasaba, sino que lo que lo ponía enfermo es que haya sido precisamente con ella con quién le ocurrió.

   Se levantó de la cama y fue por un trago a la cocina maldiciendo que todo se diera así por lo que al final solo atinó a volver con el rostro arrebolado hacia la habitación donde para acentuar la humillación Brooke estaba vestida lo que significaba que no estaba dispuesta a dejarlo redimirse.

—Creo que es hora de que me vaya —dijo peinando su cabello con los dedos—. Es tarde.

—¿No vas a quedarte? —dijo y ella miró a todos lados—. Dijiste a tu mamá que trabajarías por la noche.

—Sí, pero…

—¿Pero qué, Brooke? —inquirió elevando el tono—. Ya me disculpé, no me controlé y es todo.

—¿Qué tiene que ver una cosa con al otra? —preguntó ofendida—. Dije en casa que trabajaría de noche no que toda la noche.

—Pues quédate toda la noche —dijo frustrado.

  Había pasado de la vergüenza al enojo y del enojo a la frustración.

—Mañana debo trabajar —dijo y a él le pareció la excusa más estúpida.

—¡Pues no vas, joder! —gritó asustándola—. Mañana te llevo a tu casa y finges que trabajaste toda la noche y listo.

—¡Es que no estoy pidiendo que me lleves! —gritó enojada—. Si tu enojo es por eso, tomo un taxi y listo.

—¡No es por eso! —gritó más enfadado—. ¡Solo quiero que te quedes toda la maldita noche conmigo!

   Dejó de golpe el vaso con su trago sobre la mesilla y se empezó a poner la camisa a prisa sin faldársela.

   Revisó donde había dejado sus cosas y tomó su celular, sus llaves y su cartera abriendo la puerta para esperarla afuera y llevarla.

   Brooke dio un suspiro frustrado dentro de la habitación sin saber qué demonios pasaba.

    Presa del berrinche, el mismo que él hacía, pensó que no le iba a dar el gusto de discutir más, se quitó el vestido y se acomodó de nuevo en la cama envolviéndose con el cobertor y apagando la luz para dormirse.

   Si quería que se quedara, se quedaba pero no había necesidad de armar todo un escándalo.

   Cerró los ojos y esperó a que el sueño llegará, pero con lo enojada que estaba tras los constantes gritos de Maddox le era imposible.

   Finalmente tras mucho los ojos comenzaron a pesarle.

   Maddox observó la visión desde su enorme ventanal pensando que estar furioso no era bueno.

   Se relajó y esperó a que Brooke saliera de la habitación para llevarla; sin embargo, no salió y supuso que estaba esperando a que él le dijera.

   Respiró tratando de sacar paciencia de donde no la tenía con esa mujer y caminó de vuelta a la habitación.

   Abrió la habitación y la encontró a oscuras. Encendió la luz y la vio dormida sobre la cama cubierta hasta el cuello.

   Sonrió al ver que estaba mal acomodada en la cama y ocupaba casi toda sin dejarle espacio para acomodarse.

   Se quitó la camisa y el pantalón dejando sus cosas en la mesilla y acomodándose en el poco espacio que le había dejado.  

   Se acostó y colocó su brazo alrededor de su cintura atrayéndola a su cuerpo.

   La vio removerse en sueños pero no sé despertó y Maddox tuvo la oportunidad de verla a detalle.

   No se había dado cuenta del pequeño lunar que tenía debajo de la oreja izquierda, tampoco de lo grandes que eran sus pestañas. No se había fijado en que sus labios eran rojos naturales y que formaban un corazón perfecto; tampoco había notado que su cabello no era completamente lacio sino que ondulaba de medias a puntas.

   Por primera vez Maddox la vio de verdad y le pareció que era la chica más bonita que había visto.

   Estaba seguro de que había mucho que conocer de ella, en primera porque Brooke no se soltaba con él, se contenía temiendo que atacara con la deuda pero no hizo falta mucho para darse cuenta de que era bastante combativa, que era enojona y que también era sumamente cariñosa cuando quería.

   Se quedó mirando sus facciones hasta grabárselas por completo mientras acariciaba su cabello.

   Ella era tan distinta a Pepper en todos los sentidos, donde una era rubia la otra era castaña, una tenía la piel madura y la otra la piel firme; Pepper estaba en el ocaso y Brooke en el amanecer.

   Suspiró tratando de sacar a Pepper de su cabeza en ese momento, contrario a lo que otras veces sentía después de acostarse con alguien, esta vez no sentía que la extrañaba, quizás porque aún la vergüenza lo atormentaba o quizás solo porque ella era joven.

   La vio girarse para darle la espalda y lanzar su brazo con brusquedad y sonrió.

   Brooke cada vez se movía más y acaparaba la cama completa, aún así a él le pareció la chica más linda.

   Se acomodó detrás de ella abrazando su cintura y dejando un beso en su hombro antes de suspirar rendido y entregarse al sueño.

Despertó y palpó el sitio a su lado para encontrarse solo; sin embargo, escuchaba sus pasos afuera, por lo que se levantó y fue al baño a darse una ducha.

    Una vez lo hizo se vistió y salió al vestíbulo.

   Brooke estaba sentada en el pequeño comedor bebiendo café y mordisqueando un pedazo del pan que ella misma había llevado.

   Se giró para verlo pero no le sonrió.

   Maddox suspiró sabiendo que eso solo significaba que estaba enfadada.

   Se sentó en la mesa tomando una taza y se sirvió un poco de café.

—Buen día —dijo esperando que ella respondiera.

—Buenos días —dijo y guardó silencio.

   Cuando terminó su café se puso de pie y fue a la cocina para lavar la taza mientras él seguía ahí, solo observando sus movimientos.

   Maddox terminó y la alcanzó mientras ella seguía lavando la taza.

—Ya está limpia —dijo quitándosela de las manos—. ¿Estás enojada?

—No —respondió arrebatándole de nuevo la taza.

  La colocó en su lugar y se fue a la entrada tomando su bolso.

—Es hora de ir a casa —dijo y él asintió.

—Ahora te llevo —dijo volviendo a la habitación para meterse al baño y lavarse los dientes.

   Salió y ella seguía en el mismo lugar.

—¿Puedo llegar un poco tarde? —preguntó cuando estuvo a su lado—. Debo arreglarme antes.

   Tenía el cabello suelto bastante enmarañado pero a él le pareció que se veía preciosa.

   Por segunda vez se sorprendió al darse cuenta de que Brooke no usaba maquillaje y aun así lucía muy linda.

—No vayas hoy —dijo tomando su chaqueta mientras ella abría la puerta y comenzaba a avanzar—. Trabajaste de noche lo recuerdas.

   La vio detenerse y girarse hacia él.

   Su comentario no había tenido la intención de ofender, más bien, solo remarcaba lo que ella había dicho en casa pero al parecer como cada vez que decía algo era malinterpretado.

—Sí, trabajé de noche —acotó con acritud y siguió caminando.

  Maddox maldijo y caminó detrás de ella al verla usar las escaleras y no el ascensor tratando de buscar las palabras para componer las cosas.

   Brooke casi estaba corriendo y él tuvo que correr para alcanzarla al verla salir del edificio.

—En realidad no quise decir…

   No terminó la frase porque ella ya estaba subiéndose a un taxi y lo dejaba parado a media acera.

   Maldijo y se subió a su auto completamente enojado para irse al casino.

   En cuanto llegó sus amigos le miraron y sonrieron.

—Vaya —dijo Max—. ¿Lloraste toda la noche que no te dió tiempo de venir a trabajar?

   Hurs comenzó a reír y los tres fueron a la oficina de Maddox que aunque este pensaba estar solo parecía que sus amigos no entendían el concepto de la palabra privacidad.

—¿Sucede algo? —preguntó Hurs al verlo molesto.

—Estuve con Brooke —dijo y guardó silencio.

—¿Y no se supone que las noviecillas ponen de buen humor? —dijo Max—. Te veo más amargado que siempre. Algo no está funcionando como debe ser.

—Creo que esa noviecilla es complicada —dijo Hurs—. Las mujeres son así, yo por eso no me meto en problemas con ellas.

—Es cierto —dijo Max—. No importa que tan poderoso sea uno, al final las mujeres son otro asunto y terminan por doblegar a cualquier.

—Ni el diablo se salva —dijo Hurs—. Solo míralo, parece un cervatillo acorralado.

—Cuando terminen de decir babosadas hablamos —dijo Maddox con evidente molestia.

—¡Ves! —dijo Hurs—. Las mujeres nos roban todo. Incluso el sentido del humor.

—Tampoco es que el diablo haya gozado de un cuantioso sentido de humor —dijo Max—. Sin embargo, concuerdo en que últimamente está mucho más agrio. En fin, deberías contarle a Parker, seguro que después de llamarte imbécil de mil formas diplomáticas va a darte una solución.

—No puedo —dijo y sus amigos levantaron las cejas sorprendidos.

   Maddox bajó la voz atrayendo la atención de sus amigos a los que relató a grandes rasgos lo que había pasado. Tuvo que admitir que fue un fracaso en la cama.

   Cuando terminó de contarlo sus amigos estaban mudos observándolo.

—¿Estás diciendo que te mando al diablo por eso? —dijo Max—. Ya te digo yo que son perversas y quieren que uno sea una máquina sexual.

—Claro —secundó Hurs—. Ni siquiera te dieron la oportunidad de redimirte.

   Ambos comenzaron a reírse de Maddox al comprender lo que significaba y lo humillado que seguramente se sentía.

   Parker entró viendo a sus amigos reír a carcajadas mientras Maddox los observaba furioso.

—¿Qué es tan gracioso? —inquirió sentándose a un lado de su amigo.

—¡Callen! —advirtió Maddox.

—Que Maddox no tiene la caldera en condiciones y terminó por haber un derrame tras las altas temperaturas —dijo Hurs y Max soltó a reír más fuerte.

—Sigo sin entender las estupideces que comúnmente dicen, pero hoy están desatados —dijo Parker.

—Pues qué va a ser —dijo Max—. Aquí el señor del averno y su Lilith se fueron a... ya sabes, procrear sus pequeños demonios y resulta que al amo del infierno se le adelantaron los pequeños y ¡voilá! acabó antes dejando a su damisela con ganas.

   Las comisuras de los labios de Parker se elevaron conteniendo la risa.

—¿Es en serio? —dijo mirando a un Maddox rojo de la vergüenza—. No puedo creerlo.

—Cuando terminen de burlarse me avisan —dijo molesto.

—Ya, está bien —dijo Parker—. No pasa nada, a cualquiera le pasa.

—A mí no —respondió Max.

—A mí tampoco —secundo Hurs.

—Ojalá les toque una mujer frígida —dijo Parker sacando una sonrisa a su amigo.

—Seguro que este incidente se le olvida pronto y vas a poder redimirte como Dios manda —dijo burlándose—. No seas pesimista.

—Dios no va a ayudarle —dijo Hurs—. Es su enemigo.

   De nuevo comenzaron las burlas que solo lo pusieron de peor humor a tal grado que mejor se puso de pie y salió de su propia oficina para no soportarlos más.

   Se dijo que era un imbécil por contarle a sus amigos algo que no entendían, que quizás ni él mismo comprendía.

   Caminó hasta la planta baja pero se detuvo cuando su teléfono comenzó a sonar con el número que ya sabía de quién era.

   No respondió y colgó la llamada de inmediato.

   Levantó la vista y la vio. Brooke estaba limpiando las mesas mientras conversaba con Megan, la mesera.

   Reía seguramente de alguno de los tantos cuentos que Megan soltaba sobre Parker y cuando levantó la vista y lo vio creyó que le devolvería la sonrisa que él le había dado; sin embargo, solo se giró de nuevo a Megan y la llevó hacia la cocina...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top