Capítulo 14

Maddox se pasó la tarde recordando su pasado y amargando un poco más su corazón si es que eso era posible por lo que al final tomó sus llaves y salió de su departamento para ir hacia el Hellville.

  Vio su teléfono cuando empezó a sonar de nuevo la llamada de un número que no conocía y la desvió.

   No solía contestar llamadas de números desconocidos.

   Activó el modo vibrador y siguió conduciendo con miles de pensamientos en su cabeza, tantos que apenas sintió el recorrido hasta el casino.

  Tomó su celular observando más de seis llamadas perdidas del mismo número y aunque decidió que le llamaría de una vez por todas no lo hizo en ese momento sino que apagó su celular y estacionó en su lugar de siempre.

   Cruzó las puertas del Hellville y encontró a Melina siendo abrazada por su amigo Hurs.

—Que amorosos están hoy —dijo dejando un beso en la mejilla de Melina—. Hay algo que deba saber.

—No, solo tenemos frío —dijo Hurs con ironía.

  Maddox se dió la vuelta sin más y subió a su despacho donde solo unos minutos después Parker entraba.

—Debo ausentarme un par de semanas —dijo y él la miró.

—¿Vas a ir a verla? —preguntó y Parker asintió.

—Hace mucho no la veo —respondió y sonrió.

—Que tengas buen viaje al menos —dijo con un gesto amable—. Tienes todo listo para ir a ese lugar.

—Todo —declaró.

—Entonces suerte —dijo y Parker agradeció.

   Se puso de pie y avanzó hacia la puerta; sin embargo, se detuvo con la mano en la perilla y se giró de nuevo hacia Maddox.

—Quiero traerla a mi lado —dijo un tanto incómodo—. Llevo años haciendo esto, ir y venir y cada vez es más difícil. Sabes que si me descubren voy a estar en problemas. No temo por mí, sino por ella.

—Te entiendo —dijo Maddox—. ¿Entonces este viaje es para volver con ella? Por fin vamos a conocerla.

—Así es —dijo riendo—. Hurs irá conmigo, es el mejor tirador y el mejor peleador. Mejor que cualquiera de nosotros.

—Deja de acentuar mis deficiencias —respondió—. Ayer dijiste que soy malo conquistando mujeres y hoy que soy pésimo peleando.

—Solo he dicho que puedes mejorar —acotó volviendo a sentarse frente a Maddox—. Mejor cuéntame por qué hoy no vino tu chica.

—No es mi chica —respondió cansino—. Es solo la chica del matrimonio.

—Como sea —dijo Parker—. Será la señora Gaskell y exijo saberlo todo.

   Este comenzó a relatar todo lo que había pasado omitiendo por supuesto que en lugar de pensar en ella pensó en Pepper o seguramente se ganaría una reprimenda al estilo tan peculiar de Parker.

   Parker por su parte escuchó perfectamente el embrollo y sonrió al escuchar que al menos se estaba esforzando.

  Tenía plena confianza en que todo saldría a la perfección durante ese tiempo y Maddox sabría resolverlo.

   Se levantó y se despidió diciendo que iría a casa a empacar porque  saldría al amanecer con Hurs.

   Maddox se quedó pensando unos minutos en Parker y sintió tristeza por la manera en que tenía que defender su amor y esperaba algún día lograra que todo se resolviera.

   Se puso de pie de nuevo mirando el reloj y listo para empezar una noche más en el casino.

   Salió encontrando a Hurs y a Max mirando sobre el cristal el desarrollo de la noche.

  Se acercó a ellos colocándose a un costado de Hurs.

—Hoy no vino la paloma —dijo Max y sonrió al ver a su amigo tensarse—. Ayer se fue conmigo.

   Maddox estaba haciendo un esfuerzo por no caer en las provocaciones de su amigo; sin embargo, él estaba siendo un verdadero incordio y no sabía cómo reaccionar.

—No sé a dónde quieres llegar Max pero estoy harto de tus insinuaciones absurdas y tus comentarios estúpidos —dijo ofendido—. Te pedí que te alejaras de ella, te expliqué mis razones y creo que no he sido lo suficientemente claro contigo o tú no has dejado de ser un estúpido pajero que no puede mantener el pene dentro de la ropa. No haces más que buscar el cariño que no tienes ni tendrás jamás.

  Se acercó a él cuando sintió que las cosas estaban subiendo de tono pero fue detenido por Hurs que se interpuso entre ellos para evitar que todo se saliera de control.

—Tranquilos —dijo colocando la mano en el pecho de cada uno—. Vamos a dejar de lado nuestro instinto animal y a comportarnos como seres pensantes.

   Ninguno de los dos hizo caso, sino que solo se observaban.

   Maddox estaba enojado y cansado de que Maximilian no respetara las peticiones y este se había enfadado tras las cosas que su amigo había dicho.

—Si yo quisiera ya te habría quitado a la mocosa —dijo apretando los labios—. Deja de hacerte el imbécil que bien sabes que tienes las de perder y si no lo he hecho es porque no me ha dado la gana.

—¿Debo agradecerte entonces? —inquirió acercándose a él y Hurs se pasó las manos por el rostro—. Me alegra que seas tan considerado al darme oportunidades, jamás creí que alguien pudiera ser tan bueno conmigo.

—¡Ya basta! —gritó Hurs enojado—. Parecen dos señoritas a punto de jalarse los cabellos, si van a romperse la cara les sugiero que lo hagan afuera, porque este mobiliario y estos cristales también salieron de mi dinero y del de Parker y como nosotros estamos de lo más tranquilos no veo por qué debamos pagar los platos rotos.

   Maddox miró a Hurs de forma envenenada antes de mirar a Max que lo miraba furioso e igual de dispuesto a iniciar una pelea.

   Le parecía hasta estúpido que estuvieran peleando por una jovencita a la que evidentemente ninguno de los dos quería pero lo cierto es que ninguno pensaba ceder ante el otro y estaba seguro de que Max seguiría persiguiéndola aunque insistiera en que la dejara en paz.

  Se dió la vuelta para volver a su despacho antes de que su vista se clavara en la entrada donde cruzaba la persona que jamás imaginó.

   La vio mirar alrededor buscando algo pero él bajó furioso las escaleras.

   Sus amigos al verlo bajaron tras él sin saber qué pasaba.

   Pepper lo miró y dio una sonrisa apenas perceptible.

—¿Podemos hablar? —dijo pero él seguía sin entender qué hacía ella ahí.

—¿Qué diablos haces aquí? —dijo furioso—. Quién te ha dicho dónde encontrarme.

—Te he buscado por años —dijo con un rostro de arrepentimiento.

—¡Lárgate Pepper! —dijo al tiempo que sus amigos se envaraban sabiendo quién había sido ella en la desgracia de su amigo.

—Necesito explicarte lo que hice —aseguró tratando de ser escuchada.

—No quiero que me expliques nada, maldita —dijo asqueado de verla—. No tienes ningún derecho a decir nada cuando tergiversaste todo para hacerme daño.

—No quise hacerlo —dijo la mujer—. Debo explicarte las cosas…

—Confié en ti —respondió con tono lastimero—. No tienes derecho a venir ahora a decir que te has equivocado.

—Aunque no lo creas lo hice para protegerte —afirmó la mujer dejando claro que estaba dispuesta a explicarse—. Solo necesito que me escuches.

—¿Escucharte? —preguntó con una sonrisa amarga—. Después de tantos años pretendes que te escuche, es lo más estúpido que he escuchado. No quiero saber nada de ti, no quiero escucharte, no quiero verte.

   Pepper comenzó a sollozar con fuerza mientras Maddox la observaba.

   Max y Hurs miraban la escena pero fue el primero de ellos quien actuó.

  Se acercó a la mujer tomándola de los brazos con demasiada fuerza y la arrastró hacia la salida.

   Maddox intentó detener a Max pero Hurs se interpuso sometiéndolo y llevándolo arriba.

  Algunos curiosos observaban el espectáculo pero tras la mirada amenazadora de Hurs decidieron continuar como si nada hubiera pasado.

—¡Suéltame carajo! —gritó al ver que su amigo no tenía intenciones de hacerlo.

   Este lo hizo a regañadientes pero alerta para evitar que saliera.

—¡Qué demonios te pasa! —continuó—. No tienes ningún derecho a retenerme.

—Podría permitir que te lleve el infierno, después de todo pareces más estúpido de lo que te ves —dijo su amigo de forma contundente.

 Max entró con una sonrisa de suficiencia.

—¿Dónde está? —inquirió al verlo—. ¿Qué le has hecho?

—Supongo que ya se fue —dijo con indiferencia—. No le hice nada, solo le di el trato que se merecen las putas oportunistas y vengo dispuesto a darte una paliza a ti por imbécil.

—¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? —inquirió Hurs—. Le has demostrado que todavía te importa y solo te faltó abrazarla y darle una palmadita en las espalda como reprimenda por arruinarte la vida. ¡Eres un completo idiota!

  Él sabía que sus amigos tenían razón pero se negaba a aceptarlo, en realidad admitía que lo hizo de forma inconsciente.

—Esa perra ahora sabe que aún la quieres —dijo Max y no vas a quitártela de encima—. Las garrapatas llegan para clavarse en la piel. Tú sabrás si las acabas de raíz o disfrutas ser infestado.

   Se dio la vuelta enojado y salió dando un portazo tras ver a su amigo sucumbir ante la mujer que destrozó su vida.

   Hurs se sentó y ya no emitió ninguna palabra al respecto pero su molestia era evidente y seguramente si Parker hubiera estado ahí habría mandado a la mujer a recibir una golpiza y a meter en cintura a Maddox.

   Un silencio extraño se cernió sobre ellos mientras Maddox pensaba en lo que acababa de suceder.

   No podía negar que su instinto de protección lo habría llevado a evitar que Max le hiciera daño lo que lo llevaba a pensar que seguía siendo el mismo crío estúpido de antes y que de no haber sido por sus amigos ya estaría de nuevo en sus garras.

—Lo lamento —dijo avergonzado—. Es algo que se salió de mis manos en una fracción de segundo.

   Hurs dio un suspiro y se acercó a él dejando una palmada en su espalda.

—Supongo que todos tenemos una debilidad —dijo apretando los labios—. Quizás no una amorosa, pero debilidad al fin y al cabo. Ella es la tuya y tu único enemigo eres tú mismo. Ella no va a hundirte. Lo harás tú porque la dejarás hacer cualquier cosa.

   Se dió la vuelta y salió del lugar dejando a su amigo con un amargo sabor de boca.

   Hurs se iría con Parker y volverían quizás en dos o tres días en los que Max y él tendrían que afrontar solos el casino.

   Se puso de pie esperando que todo volviera a la normalidad y para eso necesitaba poner todo su empeño en ocuparse en cualquier cosa para no salir a buscarla.

    Por su mente pasaba la posibilidad de que ella dijera la verdad pero la suprimía siguiendo el consejo de sus amigos y pensando en que debía ser verdad. Él no debería caer de nuevo en su juego.

   Abandonó su oficina y miró a Max sentado sobre la escalera mirando al frente, pensativo y él supo lo que lo estaba atormentando.

   Se sentó a su lado e intentó abordar el tema.

—Lamento haberte hecho recordar —dijo pero su amigo no respondió—. No ha sido nunca mi intensión.

—Nunca confíes en una mujer —dijo entre tristeza y rabia—. Su naturaleza es traicionera y la causa de muchos males.

—Parker tendría una opinión diferente —dijo y Max rió.

—Parker es Parker —dijo entre risas—. Nunca vamos a ganarle un debate y menos a sus estrategias.

—Tal vez si le hacemos montón —sugirió y Max comenzó a reír.

—No te engañes —dijo divertido—. No vamos a hacerlo, tampoco vamos a vencer a Hurs en una pelea ni drogándolo, no te venceremos a ti en la logística ni por error y no me venceran a mí en los números pero ni haciendo un doctorado. Fin dejemos el drama en esto. No tenemos nada en común.

—Claro que sí, estamos malditos y desterrados —respondió Maddox antes de ponerse de pie...

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