Rasguños y arañazos
-¡Mierda!-. Solté un nuevo suspiro y agarré el puente de mí nariz. ¿Porqué ella tenía que ponerse tal difícil?
Desde que desperté todo había estado mal, usualmente despertaba a mi lado, desnuda, su hermoso rostro tranquilo. Pero hoy no, estaba durmiendo en su cama, con el estúpido animal de Gustaf. Gustaf había traído a su estúpido gato y Jericho se la pasaba pegada a él. Ni siquiera sabía porque se había ido a su cama, a pesar de que el animal me molestaba dejaba que durmiera con nosotros. Aunque si por mi fuera dormiría en otro lado, muy lejos de ahí, pero por Jericho había terminado aceptando al estúpido gato.
Habíamos ido a la universidad y ella había estado enfadada conmigo y fue aun peor después del descanso. Ni siquiera me dejó tomarla de la mano o depositar un beso sobre sus suaves labios. Y después de clases ella simplemente se había esfumado.
Espere a que ella llegará, pero tardo una eternidad. Ya casi era media noche. Estaba molesto, pero más que molesto preocupado. Muy preocupado por que le haya pasado algo. Jericho era tan importante para mí, como no lo sería nadie más. Y sólo de pensar que pudo pasar le algo, me aterraba
Me recosté en el sofá a esperar que ella llegará. Marqué una vez más a su teléfono, pero no respondía. Así que no quedaba más que resignarme a esperar.
En sí, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero para mi, había sido una eternidad. Cuando escuché la puerta abrirse me puse alerta, más no me levanté. -¡Estas segura que no necesitas ayuda para llegar a tu cama!
-Si... si.. ya vete...- su voz era un tanto ida. Seguramente, estaba ebria. Solamente una vez la había visto así y Guila se había encargado de traerla a casa. En ese entonces, a mi no me importaba lo que ella hiciera. O dejará de hacer, pero ahora era diferente. Jericho entro y cerró la puerta con el cuidado que pudo. Comenzó a tambalearse por el lugar. Al final decidí ayudarla a llegar y me acerqué a ella. -¿Quien eres tú?-. Me pregunto entre balbuceos al verme cerca de ella.
Y yo no supe si reír o molestarme. Pero más que cualquier otra cosa, me sentí dolido
-Creó que es obvio. Soy tu novio
-Claro, el idiota con el que estoy saliendo-. Balbuceo Jericho. A lo que yo no pude evitar suspirar, no tenía idea de porque su enfado.
Me pasó de largo y siguió caminando a la habitación. La sujete de la cintura al ver que ella estaba a punto de caerse.
-Que hashes.. no me toque-.
-Sólo voy a llevarte a la habitación.
-Para qué ¿Eh? Para que puedas poseer mi cuerpo como lo haces cada noche. Y aún ashi... piensas en otra.
Así que no quiero-. Al principio su pequeño monólogo me pareció divertido por la forma en que arrastraba las palabras, pero ahora, ahora ya no sabía que pensar
-Preciosa, de que hablas
-¿Dime? Porque mientras yo hago el amor tu solamente tienes sexo ¿¡Porque!?
-No es así
-Ess que acasso no shoy sufshiente para ti- reprocho nuevamente. Entre sollozos
💙
-Jericho. Tu eres más que suficiente para mí-. Le dijo mientras se acercaba a ella y la abrazaba.
-¡suelta me! -. Exigió removiendo se en sus brazos. Sueltame
Ban no le hizo caso y la cargo llevándola a la habitación de él, donde no estaría el gato molestandole. Ella seguía removiendo se
La dejó caer en la cama y la besó ferozmente. Ella seguía forsejeando y mientras hacia eso sintió ardor en su brazo. Jericho lo había rasguñado. -¿Qué te sucede?-.
-No quiero hacerlo. No volveré a acostarme contigo si seguirás pensando en ella
-Jericho. Yo únicamente pienso en ti, cuando hacemos el amor-. Se acercó a ella para besarle pero ella giró el rostro.
Ban suspiró. No soportaba el rechazo de la mujer de pelilila así que no se rendiria. Se acercó a su cuello y lo besó, apartó el cabello que cubría su cuerpo y continuó besandola
-No quiero Ban-. Murmuró ella
-Entonces que quieres que haga. No crees en mis palabras, tampoco en mis acciones. Que se supone que haga.
Jericho lo miró a los ojos. Se sentía mal por no poder creerle, pero se sentía peor al recordar cuantas veces la nombro la noche anterior. Y aunque intento embriagarse, eso sólo funciono para que recordará cómo había pasado. Y en ese momento estaba furiosa y dolida. Y en ese momento no quería que el le tocará. Mentía, quería que el lo hiciera pero el orgullo podía más.
Ban se acercó a sus labios y le dio un beso suave, pero ella no correspondía. Conforme la besaba, comenzó a acariciar su cabello, sabía que eso le gustaba y la relajaba. Fue aumentando el ritmo del beso. Hasta que sintió algo más. Su labio dolía.
Y mucho
Jericho lo había mordido
Y estaba seguro que el labio le sangraba. Lo supo cuando el sabor a hierro se hizo presente.
Ban se separo y la miró -Sí así quieres jugar. Así jugaremos.
El besó que antes había sido dulce, ahora era rudo. Y muy demandante por parte de Ban. Cuando Jericho intento empujarlo Ban le regreso el favor y la mordió. A lo que Jericho dio un grito que el aprovechó para introducir su lengua en la cavidad bucal de la chica
Jericho se rindió ante el beso, pues era débil ante sus caricias. claramente el enfado no disminuyó llevó sus manos a la playera de Ban y la subió
Ban se separó de ella para recuperar el aire. Y después volvió a besarle con la misma ferocidad de antes. Jericho respondió de la misma forma. Ban volvió a separar sus labios más no despegó los suyos de su piel, comenzó a besar su cuello, Jericho se abrazo más fuertemente a Ban y clavo sus uñas. Una parte de ella quería herirlo mientras la otra únicamente quería disfrutar de lo que estaba pasando. Y por su estado de ebriedad, la parte de querer lastimar lo estaba ganando.
Ban gruñó al sentir las uñas de Jericho clavándose en su espalda. Jericho era una mujer única en muchos sentidos. Pero si había algo que más me gustaba de ella era su forma de ser. A la hora de hacer el amor. Aunque esta noche era totalmente diferente. Ella estaba siendo muy ruda. Siempre era atrevida más no ruda o agresiva. Pero sí ella quería jugar así. Así jugarian.
💲
Me separé de ella para poderme quitar toda la ropa y quitarle la suya. Teniéndola completamente desnuda. Me lancé sobre sus grandes senos, sus suaves y redondos senos. Usualmente lamía, y succionaba. Tal vez alguno que otro jalón con los dientes. Pero algo se había apoderado de mi. Los besos sobre sus senos eran rudos y al instante dejaban marcas rojas. Comencé a dar mordidas que hacían gritar a Jericho. A lo que ella correspondió con rasguños sobre mi brazo
Sus gemidos eran de excitación y alguno que otro de dolor. Aunque estaba algo enojado no quería ser tan rudo. Abrí sus piernas y sin previo aviso la penetre. La entrada fue algo dura, Jericho estaba lubricada. Pero no tan lubricada como siempre lo estaba. Tape su boca para evitar que un grito muy fuerte saliera, más de dolor que de excitación.
El ardor en mi espalda se volvió más fuerte. Jericho me había vuelto a rasguñar. Y parecía que estaban largas y muy afiladas.
Una lágrima se escapó de sus ojos. Al igual que un gemidos de dolor de mis labios. La volví a besar, menos rudo que anteriores veces, mientras comenzaba a salir y entrar de ella. Continue haciéndolo un par de veces más. Entrando y saliendo. Moviendo mis caderas, las paredes vaginales de Jericho comenzaron a apretarme. Anunciando su término, y yo estaba dispuesto a ser tan benevolente. Salí completamente de ella, obteniendo un gruñido de queja por parte de la pelilila.
-Yo se que quieres tu primer orgasmo de la noche, pero déjame decirte, mi amor... que todavía falta. La forma en la que has jugado no lo tolero...
💙
Jericho jaló sus cabellos y lo besó solamente quería callarlo.
Ban se separó e hizo que se pusiera en cuatro. Se deslizó dentro de ella mientras jugaba con sus senos. Y besaba su espalda. -¡Ban!-. Ban decidió que era bueno el darle su primer orgasmo y que el también tuviera uno. Siguió entrando y saliendo hasta que finalmente se corrió en su interior. Ambos culminaron con un sonoro gemido.
Sabía que Jericho estaría enfadada por ello, y eso era lo que quería. Molestarla tanto como el lo estaba en ese momento. Qué sintiera la misma frustración que el sentía.
Logró que Jericho se sentara en sus piernas y volvió a besarle. Iniciando con aquello una vez más. En esa ocasión Ban se unió a los rasguños y arañazos, claramente no tan fuentes, pues no quería dejar cicatrices en el hermoso cuerpo de su mujer.
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