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El café que compró estaba humeante, pero las ganas de beberlo ya se habían ido. Se enojó por ello, si no hubiese gastado en el café, probablemente tendría un poco más de dinero para pagar la sesión con su psicóloga.

Sus padres se fueron de viaje ya hace unos días y el dinero que le dejaron le servía para dos sesiones. Tenía en mente las palabras que su madre le dijo: "nada de fiestas, así te gastaras el dinero rápido". ¿Cómo le diría ahora que lo gastó solamente para hablar con alguien? Porque sí, el dinero ya no le alcanzaba, y eso que todavía le quedaba una semana.

El líquido negro se enfriaba cada vez más, mientras que su cuerpo perdía la temperatura caliente que adquirió mientras esperaba en la cafetería. El día estaba precioso, el sol en su máximo esplendor, personas afuera, riendo a más no poder, disfrutando de la vida.

O eso era lo que él pensaba, porque cada uno por dentro, tenía sus demonios. Ahora la felicidad solo era pasajera, solo tenían que esperar a estar solos, ahí se desataba todo.

Los recuerdos de lo que pasó en la mañana aún lo estaban atormentando y lo peor era que no llegó a ese punto con su doctora, al parecer una hora a la semana no era suficiente, no cuando el dolor que sentía provocaba un gran nudo en la garganta que no lo dejaba hablar. Aún así, se sentía algo bien, pudo tener consejos y alguna que otra advertencia, pero desgraciadamente eso no se repetiría en mucho tiempo.

Al menos sabe que gastó el dinero en algo que lo ayudo.

Elevó el vaso con el café ya algo tibio y le dió varios tragos. Su panza rugía por algo de comida, pero no quería gastar tanto, así que solo se compró algo de beber. Pero las ganas se fueron de repente y no sabía porqué.

Uno, dos, tres tragos más. El sabor se volvió desconocido, como si nunca hubiese tomado café. Sabía asqueroso.

Sus ojos se encontraron con un lindo gatito. Éste tenía un pelaje naranja, con algunas manchas blancas. Aquel felino se le hizo bastante conocido, como si ya lo hubiese visto antes. El pequeño gato se sentó entre sus pies, refregando su cabeza por sus piernas, de algún modo estaba buscando que lo acaricien. HyunJin dejó el vaso a medio terminar a un lado y alzó al animal, éste enseguida abrió su boca, como si los dedos del pelinegro fueran una amenaza, pero al sentir como acariciaba su cabeza, el felino ronroneó a gusto.

Hwang miró a los costados, buscando a su dueño, pero no había nadie. Observó al animal que ronroneaba cada vez más, pudo notar como su pelaje estaba algo sucio y algunas heridas se situaban en todo su cuerpo, además de la falta de nutrición. Era callejero.

Pero no era eso lo que le sorprendió, sino que nuevos recuerdos golpearon su mente, y ésta vez era JeongIn emocionado, mostrándole al gatito que encontró, curiosamente con el mismo pelaje. Sin embargo lo que le entristeció, no fue solo el rostro desilucionado del menor, sino sus propias palabras.

Palabras crueles.

Y fue por primera vez que se puso en el lugar de Yang, sintiendo a flor de piel todas las palabras que su boca largaba. ¿Así fue siempre? Entonces ahora no le cabía duda que no merecía su perdón.

Nadie debe perdonar a una persona que te lastima y luego dice amarte.

Nadie debe amar a alguien tan cruel.

Sus propios pensamientos hicieron ruido en todo su cuerpo, dándose cuenta que entró en una clase de trance, pues sus ojos ardían al no haber pestañado en varios segundos.

Haría una última visita, y luego lo dejaría en paz.

Tomó al pequeño gatito, convencido de que lo abandonaron, y emprendió camino hacia la casa del menor.

Era el mismo parque en el que ellos solian pasar el tiempo, a veces en la tarde, hasta el anochecer. A veces en las mañanas, como en los sábados o cuando salian temprano de la escuela, sabiendo que ninguno quería separarse del otro.

Pero estaban tan lejos que no se dieron cuenta.

Suspiró. El gato seguía ronroneando y restregando su cabeza en el pecho del pelinegro, mientras que él avanzaba rápidamente sobre la calle, preguntándose si JeongIn recordaba perfectamente una conversación que tuvo con él hace tiempo, en donde los gatitos era el tema principal. También mencionó que su madre moría por tener algún animalito en casa, pero que por el tiempo que ella disponía, no lo podía ver, ni siquiera mimar.

Solo esperaba que aceptara tenerlo en casa, no soportaria la idea de dejarlo ir como si nada.

Claro que quedárselo era una opción, pero la idea de decirle a sus padres que quería mantener a un gato, cuando ni siquiera podia mantenerse a él mismo, se plantó tan rápido en su cabeza como la risa de su padre.

Suspiró nuevamente al instalarse en frente de una puerta totalmente conocida. Muchas veces, esta casa fue su salvación. Un lugar seguro al que ya no podía recurrir, por ende, disfrutaría cada segundo allí adentro.

—¿HyunJin? —la sorpresa fue demasiada al ver a la señora Yang en pijama y sin maquillaje—. ¡Tanto tiempo, querido!

La señora se abalanzó sobre el pelinegro para abrazarlo, con una sonrisa en su rostro que no se desvaneció en ningún momento. Cuando notó al gatito, se separó enseguida y se lo arrebató de los brazos, para estrecharlo en su pecho.

—¿Quién es este lindo gatito? No sabía que te gustaban... ni que tenías uno. Últimamente JeongIn no me dice nada de ti, solo cuando pregunto, ¿está todo bien, verdad?

HyunJin tragó saliva, dándose cuenta que haber venido fue una muy mala idea, y el hecho de haber ocultado el gato en su caja era algo mejor. Pero eso no fue lo único que le sorprendió, sino que cayó en que JeongIn no les había dicho nada a sus padres.

Y una mínima esperanza se instaló en su corazón.

—Sí, sí, está todo bien —mintió—. ¿Él está aquí, no? Tengo que decirle una cosa.

—¿No le has avisado? —negó—. Hazlo la próxima vez, así me arreglo mejor... es que te vi por la ventana y hace mucho que no estás por aquí, me ganó la emoción. Ven pasa, tomaremos un café.

Anunció, pero aquello provocó una leve arcada en HyunJin. Algo extraño, si bien el café que tomó no estaba tan mal, pero el de la señora Yang era superior, siempre le pedía que haga cafés en la tarde y si había un pastel de fresa también.

Cómo extrañaba esos días...

Se adentró en la casa, el ambiente siempre fue tan acogedor, pero esta vez era extremo. Se sentía como si pertenecia allí, y no en su propia casa, con sus padres. Trató de buscar a JeongIn en la sala, pero al parecer no estaba allí, ni siquiera en la cocina.

Le dió gracia como la señora Yang no soltaba al gato, hasta que lo dejó sobre el sofá y luego de darle varías caricias, dirigió su mirada hacia él.

—Iré a cambiarme y le diré a JeongIn que baje.

Trató de sonreir, pero con lo último que dijo, solo logró que su corazón palpitara con desespero.

Sus ojos estaban posados sobre el gato que estaba cómodo sobre las almohadas, lamiendo sus patitas. Pensó que lo ideal seria un baño, pero las heridas necesitaban una curación, y si apenas sabía como curarse él, menos sabia como curar a un animal, asi qué debían llevarlo a un veterinario.

—HyunJin —una conocida voz lo sacó de sus pensamientos, asustándolo por completo—. ¿Qué haces aquí?

—Uhm... yo... —se alejó del cuerpo de JeongIn, solo un poco y trató de no preguntar porqué su madre no sabía que ellos habían terminado, pero el maullido del gato le hizo acuerdo de cuál era el tema principal—. Me encontré con ese gatito en el parque. Necesita ayuda y yo no puedo brindársela, por eso vine... a preguntarte si tú podrías cuidarlo.

—No lo sé... —JeongIn apartó la vista y se dirigió hacia el gato.

Apoyó sus rodillas en el suelo y comenzó a acariciar al felino, escuchando dulcemente como este ronroneaba al tacto.

HyunJin vió aquello, y supo que esa imágen no se iba a ir de su mente en un largo tiempo, y ni hablar de su corazón. Sonrió, era la primera vez en el día que una sonrisa se posaba en sus labios. Quizás la primera en toda la semana.

—Jin... sabes en qué situación estamos... no deberíamos ni siquiera hablar, ¿por qué no le pediste ayuda a Chan o a ChangBin?

—Es el mismo gatito del otro día, ¿lo recuerdas? Lo encontraste en el parque y yo ni siquiera te dejé acariciarlo y luego te dije cosas de las cuales me arrepiento. Si no quieres, JeongIn, está todo bien, iré con Chan o ChangBin, solo vine aquí para disculparme por todo lo que dije ese día. Es literalmente una excusa estúpida.

—Sí, lo recuerdo —contestó sin pestañear.

Pero no aclaró si se refería al gato o a las propias palabras. HyunJin sintió unas inmensas ganas de llorar y de seguir pidiéndole disculpas, para demostrarle que en verdad estaba arrepentido.

—Sunnie —mencionó.

—¿Qué?

—Sunnie, será su nombre.

—¿Me ayudarás con ésto, Innie?

—Primero veré si mamá quiere, luego te responderé. Pero quiero que le pongas ese nombre, Jin, por favor —pidió, sin desviar la vista del gato que yacia tranquilamente dormido.

Aquel nombre hizo estragos en su cabeza. Lo recordaba a la perfección. Sus recuerdos chocaron estrepitosamente, volviendo hacia algunos meses atrás, en donde la conversación sobre tener un animal juntos fue un largo tema. El nombre Sunnie fue largado por la boca del menor, con una alegría que desbordaba y contagiaba a cualquiera.

No lo olvidó. JeongIn no olvidó los planes que tenían a futuro y eso logró que una pequeña sonrisa se posara sobre los labios de HyunJin. No dijo nada al respecto, temiendo que su corazón se escuchara por las palpitaciones desesperadas a causa del nerviosismo al ver los ojos de Yang.

—¿Lo has olvidado, verdad? —preguntó el menor, con un dejo de tristeza en su voz.

—Sé que no me creerás, pero no olvidé que Sunnie era el nombre de nuestra mascota... si es que alguna vez nos pondríamos de acuerdo, porque yo en ese tiempo quería un conejo —contestó, recordando seriamente toda la conversación.

No era mentira que a él le encantaba escuchar cuando JeongIn hablaba, solo que a veces su cabeza se iba hacia una persona que nunca lo apreció en ningún momento.

—¡Terminé por fin! Lamento el retraso. Haré el café y me cuentas donde encontraste al gatito.

La señora Yang le sonrió a ambos. HyunJin buscó con la mirada los ojos de JeongIn, suplicando que le diga algo.

—De hecho mamá... Sunnie necesita ayuda, ¿podemos dársela?

—¿Pasaré mis vacaciones cuidando a un gato? —Yang abrió en grande los ojos y HyunJin sintió todo su cuerpo tensado—. ¡Claro que sí!

Ambos largaron un suspiro.

JeongIn buscó con necesidad los ojos de HyunJin y en cuanto los obtuvo, sonrió.

Sin pensar en las consecuencias que esto traería.


Hola! Creo que no hago esto aquí, creo... No lo recuerdo, bueno, vengo a hacerles la invitación a un grupo de rol, les dejo el código por si gustan unirse, gracias <33

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